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La discriminación solo la siente quien la sufre. Esa fue una de las conclusiones a las que cuatro panelistas llegaron en un foro que se desarrolló en la Feria del Libro de Bogotá este miércoles 24 de abril. El Espectador asistió al Cuchicheo: un espacio en que se habló sobre cómo va Colombia en la eliminación de los estigmas raciales y qué retos pendientes tiene por delante.
Al foro asistió el periodista Daniel Samper Ospina; Anupama Rajamaran, directora de Usaid en Colombia, Mayra Luna y Kendry Serrano, dos comunicadoras afro. La charla trató sobre cómo se percibe la discriminación en Colombia y los esfuerzos que el Estado, la sociedad y la cooperación internacional vienen haciendo para que un color de piel no sea causal de estigmas o discriminación.
Este “Cuchicheo” ya se había realizado en años pasados de manera virtual en los programas de streaming de Samper. Pero este año fue la primera vez que se hizo en un espacio presencial y donde se invitó a cualquier asistente de la Feria del Libro a hablar sobre racismo, inclusión y cultura.
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“Representa un cambio de narrativas al abrir un espacio de alto alcance y así sensibilizar a las personas sobre los aportes del pueblo afro en la construcción de la nación. También el orgullo por lo étnico y el autorreconocimiento”, aseguró ACDI/VOCA a El Espectador.
El espacio es importante porque Colombia es uno de los países donde más población afrodescendiente e indígena hay en Latinoamérica. Según los datos del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) y la Defensoría, uno de cada diez ciudadanos es afrodescendiente o indígena. Sin embargo, aún hay casos de racismo, como sucedió cuando la vicepresidenta, Francia Márquez, fue atacada verbalmente por su color de piel en 2022.
Barreras étnicas
Para Rajamaran, tanto en Colombia como en muchos otros países se sigue viendo el racismo, lo que significa desigualdad y discriminación. Además, “hay estigmas con otras poblaciones, como contra la comunidad LGBTIQ+, los jóvenes o las mujeres (…) Para lograr la paz se deben derribar todas esas brechas”.
Para la directora de Usaid, organización que tiene 50 programas para fortalecer la inclusión y justicia social en Colombia, es indispensable que se erradiquen estas brechas entre toda la sociedad y sus instituciones.
“Colombia no puede lograr la paz si persisten esas grandes brechas entre su sociedad. Las que hay con las comunidades étnicas. Hace cinco o diez años había mucha menos inclusión; hoy es menos. Pero aún falta mucho por camino por recorrer”, dijo Rajamaran.
Discriminación invisible
El panel tuvo un espacio, a cargo de las dos comunicadoras afro, para reflexionar sobre cómo han vivido la discriminación en varios escenarios de su vida. Mayra Luna, que también es actriz, por ejemplo, aseguró que ha tenido que enfrentarse a papeles en alguna serie o película solo por tener piel negra.
“Se asocia en el cine que el papel que debe tener una mujer negra es la de empleada doméstica, o nana que cuida a los niños. Hoy han cambiado las narrativas bastante y no es tan discriminatorio. Hace algunos años quería protagonizar un personaje que en la obra provenía de Cesar, pero los directores no me visualizaban ahí porque era negra y según los prototipos, una persona afro debería ser de Chocó, Nariño o el Pacífico”, explicó Luna.
Para los panelistas, estas discriminaciones son ignoradas e invisibles por quienes las cometen. Es decir, debido a la cultura y a imaginarios de décadas atrás, las personas no son conscientes que excluyen a una mujer afro o un indígena. Así sucede, por ejemplo, cuando se busca un trabajo y se pasan las hojas de vida a una empresa que tiene una vacante abierta.
“Inconscientemente, los empleadores miran las fotos del currículo, la universidad y la región de donde provienen los candidatos y ahí excluye a las personas de forma automática por el color de piel o por venir de zonas que, según el imaginario equivocado, no pueden aportar a la empresa”, detalló la directora de Usaid.
Hoy hay cientos de empresas que se alejaron de ese sesgo racial e incluyen en sus políticas internas reglas para que cierto porcentaje de su personal aporte a la diversidad. Pero para los panelistas, “en la sociedad aún se ven esas discriminaciones que se han normalizado”, explicó Samper.
El “florerismo”
Uno de los puntos más discutidos en el foro versó sobre la “falsa inclusión”, que en otras palabras es una forma nociva de incluir a población étnica, mujeres o comunidad LGBTIQ+ solo por ser diversos y no por los aportes que pueden ofrecer a una empresa o grupo.
Esto sucede, explicaron en el panel, cuando alguna organización busca mostrarse como abanderado de la inclusión y obligar que su empresa incluya una cantidad determinada de personas de origen diverso.
Aunque en la conversación se identificaron varios obstáculos que no permiten la inclusión completa de las comunidades étnicas y la diversidad, la conclusión fue positiva. Tanto Samper como Rajamaran coincidieron en que se deben aplaudir los esfuerzos por cerrar esas brechas y continuar apostándole a las iniciativas, tanto estatales como privadas, que luchan por lograr una Colombia sin exclusión y racismo.
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