El convite, de tradición colectiva a modelo de justicia restaurativa en Medellín
La periferia de Medellín está construida, en su mayoría, por víctimas del conflicto que fueron desplazadas de sus territorios. Actualmente, en estos barrios conviven firmantes de paz, comunidad y actores armados con control territorial que, por iniciativa propia, trabajan por fortalecer su tejido social.
Valentina Arango Correa
Con pico y pala. A finales de 2022, un espacio abandonado en San José de La Cima en la comuna 3 de Medellín. El lugar. La 28 le dicen en el barrio. Allí se reunieron firmantes del Acuerdo de Paz con la comunidad para un trabajo que nombraron como reincorporación comunitaria. El encuentro. No existía un espacio para reunir a la comunidad, así que se rotaban entre casas de conocidos. El convite, la solución. Pronto comenzaron a adecuar ese terreno, arrancando maleza y autogestionando recursos para construir lo que es ahora una caseta comunal.
De a poco, la voluntad, la unión y la vocación de ayuda se ha convertido, para estos habitantes, en un proceso de justicia restaurativa. “El famoso convite comienza con el voz a voz o una cartelerita en una esquina y se hace con un tema específico, cómo construir una carretera y se reúne la gente en torno a eso”, así describe John López al convite. Él es un firmante de paz que hace su proceso de reincorporación en Medellín.
Mientras una lideresa del barrio hace el sancocho, otros personajes del barrio echan azadón. Otros pintan. El convite incluye, entonces, juntar ingredientes, fuerzas y talentos. “Unos llevan un plátano, o una yuca, otro lleva la carne. Mientras nos están haciendo el sancocho, otros están llevando materiales de construcción. El otro está cargando, el otro está trabajando. Eso es lo que se llama convite. Es la agrupación de la comunidad en torno a un bien común”, cuenta el firmante López.
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“Efectivamente, hay una presencia y acciones que han sido autónomas por parte de los firmantes que han garantizado llegar a una comunidad, y es algo que no es fácil”, explica Claudia Reginfo, quien hace parte del proceso de Memorias Colectivas y Paz Territorial de la Comuna 3. En este territorio, ellos han logrado establecer esa confianza, la cual ha sido traducida como la muestra de que la acción restaurativa se construye a partir del levantamiento del encuentro, del reconocimiento del otro y en este lugar los mismos firmantes construyeron ese camino.
“El Estado le da muchas vueltas, tiene mucho protocolo, si no es porque firmantes y comunidad toman la iniciativa, lo que hace el Estado a nivel restaurativo es insuficiente”, explica la investigadora. De esta manera, para ellos, lo restaurativo ha sido el proceso. Uno en el que un terreno deshabitado comenzó a ser el espacio adecuado para el junte. Incluso, la misma comunidad también recogió fondos para apoyar la construcción.
La caseta ahora es usada por bailarines y músicos del barrio. “Para que los jóvenes practiquen artes y evitar que lleguen a la drogadicción”, dice López. Para él y otros firmantes, el convite es un espacio de diálogo, donde confluyen miradas de comunidad, víctimas y firmantes para pensarse, incluso, acciones sancionatorias para la justicia especial enfocadas en la ciudad. Con esto se refiere a las conversaciones que se dan en los convites, para ellos esa unión es la que trasciende para la construcción de paz.
Ya son alrededor de 15 convites los que construyeron ese espacio y más de $18 millones invertidos en materiales. La comunidad ha sido receptiva: han celebrado allí desde primeras comuniones hasta encuentros comunitarios. Por ahora, las paredes están siendo revocadas. Ya hay baño, ya hay techo y paredes. La caseta busca es un nombre que la represente y más iniciativas que construyen paz en el barrio. Falta que los firmantes hagan una entrega final del espacio, la cual espera hacerse a inicios de 2024.
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Paz en la ciudad
Aunque el proceso de paz en la Nororiental, como se le conoce a ese sector de la ciudad, ha incluido también a representantes de la Secretaría de la No-Violencia de la Alcaldía de Medellín, de la Comisión de la Verdad, de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), de la Universidad de Antioquia y de la ONU, López explica que “la institucionalidad no ha llegado por estos lados, a pesar de que hemos tocado puertas”, refiriéndose a la construcción de la caseta.
“Yo creo que al sistema integral todavía le falta aprender mucho y el Estado ni que decir. Pues, las alcaldías y gobernaciones todavía están lejos de entenderlo. Lo hemos hecho aprendiendo juntos, cómo hacerlo, pero no hemos tenido la garantía de que el Estado efectivamente entienda cómo se hace la justicia restaurativa”, explica Reginfo al respecto. Según los firmantes, la dificultad ha sido que en el Acuerdo de Paz no exista un enfoque para la reincorporación urbana. Firmantes que antes combatieron en los territorios ahora buscan una comprensión urbana de la justicia restaurativa.
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En palabras de Marcos Urbano, uno de los excombatientes: “Lo restaurativo busca es sanar las comunidades y que nosotros, como actores que fuimos o que tuvimos responsabilidad, seamos quienes asumimos ese control. Pero, en la cabeza del Estado colombiano está implantado que si no es cárcel y si no es garrote y si no es sangre no hay posibilidad de restaurar. Cuando lo restaurativo es, realmente, beneficiar como unidades afectadas”.
Las consecuencias del convite han sido a nivel social. “Lo más bonito para uno es que son acciones que reflejan un cambio en la gente. Es lo que es ahora la amistad que nosotros forjamos con la gente allá, somos los mismos”, dice Marcos Urbano. “Todavía hay dolor, pero podemos encontrarnos, hablar y camellar juntos”, añade Reginfo. Su expectativa ahora es que se conserve y fortalezca, desde la institucionalidad, este proceso con el que ya consideran un ejemplo para la justicia restaurativa en la zona urbana.
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El camino a la justicia
En noviembre de este año, la Alcaldía de Medellín y la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) crearon una hoja de ruta para la implementación de los Acuerdos de Paz, firmados con las FARC en La Habana, Cuba, hace siete años.
Durante el proceso, la Administración Distrital y la JEP incluyeron a organizaciones sociales, defensores de los Derechos Humanos (DD. HH), líderes, lideresas y víctimas de la comuna 3 de Medellín, firmantes de la paz y la academia. Los proyectos, acciones y programas están diseñados para empoderar a todos los agentes del conflicto y hacerlos partícipes en cada etapa.
“La importancia de este espacio es fundamental, porque estamos haciendo un ejercicio de balance y de mirar los vacíos que se presentaron. También de observar las oportunidades que vemos hacia delante para continuar con el proceso de implementación de acuerdos en la ciudad de Medellín, que se está convirtiendo en un punto neurálgico por la llegada de firmantes y por la historia que tenemos sobre las violencias”, le dijo también Reginfo recientemente a este diario.
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Con pico y pala. A finales de 2022, un espacio abandonado en San José de La Cima en la comuna 3 de Medellín. El lugar. La 28 le dicen en el barrio. Allí se reunieron firmantes del Acuerdo de Paz con la comunidad para un trabajo que nombraron como reincorporación comunitaria. El encuentro. No existía un espacio para reunir a la comunidad, así que se rotaban entre casas de conocidos. El convite, la solución. Pronto comenzaron a adecuar ese terreno, arrancando maleza y autogestionando recursos para construir lo que es ahora una caseta comunal.
De a poco, la voluntad, la unión y la vocación de ayuda se ha convertido, para estos habitantes, en un proceso de justicia restaurativa. “El famoso convite comienza con el voz a voz o una cartelerita en una esquina y se hace con un tema específico, cómo construir una carretera y se reúne la gente en torno a eso”, así describe John López al convite. Él es un firmante de paz que hace su proceso de reincorporación en Medellín.
Mientras una lideresa del barrio hace el sancocho, otros personajes del barrio echan azadón. Otros pintan. El convite incluye, entonces, juntar ingredientes, fuerzas y talentos. “Unos llevan un plátano, o una yuca, otro lleva la carne. Mientras nos están haciendo el sancocho, otros están llevando materiales de construcción. El otro está cargando, el otro está trabajando. Eso es lo que se llama convite. Es la agrupación de la comunidad en torno a un bien común”, cuenta el firmante López.
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“Efectivamente, hay una presencia y acciones que han sido autónomas por parte de los firmantes que han garantizado llegar a una comunidad, y es algo que no es fácil”, explica Claudia Reginfo, quien hace parte del proceso de Memorias Colectivas y Paz Territorial de la Comuna 3. En este territorio, ellos han logrado establecer esa confianza, la cual ha sido traducida como la muestra de que la acción restaurativa se construye a partir del levantamiento del encuentro, del reconocimiento del otro y en este lugar los mismos firmantes construyeron ese camino.
“El Estado le da muchas vueltas, tiene mucho protocolo, si no es porque firmantes y comunidad toman la iniciativa, lo que hace el Estado a nivel restaurativo es insuficiente”, explica la investigadora. De esta manera, para ellos, lo restaurativo ha sido el proceso. Uno en el que un terreno deshabitado comenzó a ser el espacio adecuado para el junte. Incluso, la misma comunidad también recogió fondos para apoyar la construcción.
La caseta ahora es usada por bailarines y músicos del barrio. “Para que los jóvenes practiquen artes y evitar que lleguen a la drogadicción”, dice López. Para él y otros firmantes, el convite es un espacio de diálogo, donde confluyen miradas de comunidad, víctimas y firmantes para pensarse, incluso, acciones sancionatorias para la justicia especial enfocadas en la ciudad. Con esto se refiere a las conversaciones que se dan en los convites, para ellos esa unión es la que trasciende para la construcción de paz.
Ya son alrededor de 15 convites los que construyeron ese espacio y más de $18 millones invertidos en materiales. La comunidad ha sido receptiva: han celebrado allí desde primeras comuniones hasta encuentros comunitarios. Por ahora, las paredes están siendo revocadas. Ya hay baño, ya hay techo y paredes. La caseta busca es un nombre que la represente y más iniciativas que construyen paz en el barrio. Falta que los firmantes hagan una entrega final del espacio, la cual espera hacerse a inicios de 2024.
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Paz en la ciudad
Aunque el proceso de paz en la Nororiental, como se le conoce a ese sector de la ciudad, ha incluido también a representantes de la Secretaría de la No-Violencia de la Alcaldía de Medellín, de la Comisión de la Verdad, de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), de la Universidad de Antioquia y de la ONU, López explica que “la institucionalidad no ha llegado por estos lados, a pesar de que hemos tocado puertas”, refiriéndose a la construcción de la caseta.
“Yo creo que al sistema integral todavía le falta aprender mucho y el Estado ni que decir. Pues, las alcaldías y gobernaciones todavía están lejos de entenderlo. Lo hemos hecho aprendiendo juntos, cómo hacerlo, pero no hemos tenido la garantía de que el Estado efectivamente entienda cómo se hace la justicia restaurativa”, explica Reginfo al respecto. Según los firmantes, la dificultad ha sido que en el Acuerdo de Paz no exista un enfoque para la reincorporación urbana. Firmantes que antes combatieron en los territorios ahora buscan una comprensión urbana de la justicia restaurativa.
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En palabras de Marcos Urbano, uno de los excombatientes: “Lo restaurativo busca es sanar las comunidades y que nosotros, como actores que fuimos o que tuvimos responsabilidad, seamos quienes asumimos ese control. Pero, en la cabeza del Estado colombiano está implantado que si no es cárcel y si no es garrote y si no es sangre no hay posibilidad de restaurar. Cuando lo restaurativo es, realmente, beneficiar como unidades afectadas”.
Las consecuencias del convite han sido a nivel social. “Lo más bonito para uno es que son acciones que reflejan un cambio en la gente. Es lo que es ahora la amistad que nosotros forjamos con la gente allá, somos los mismos”, dice Marcos Urbano. “Todavía hay dolor, pero podemos encontrarnos, hablar y camellar juntos”, añade Reginfo. Su expectativa ahora es que se conserve y fortalezca, desde la institucionalidad, este proceso con el que ya consideran un ejemplo para la justicia restaurativa en la zona urbana.
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El camino a la justicia
En noviembre de este año, la Alcaldía de Medellín y la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) crearon una hoja de ruta para la implementación de los Acuerdos de Paz, firmados con las FARC en La Habana, Cuba, hace siete años.
Durante el proceso, la Administración Distrital y la JEP incluyeron a organizaciones sociales, defensores de los Derechos Humanos (DD. HH), líderes, lideresas y víctimas de la comuna 3 de Medellín, firmantes de la paz y la academia. Los proyectos, acciones y programas están diseñados para empoderar a todos los agentes del conflicto y hacerlos partícipes en cada etapa.
“La importancia de este espacio es fundamental, porque estamos haciendo un ejercicio de balance y de mirar los vacíos que se presentaron. También de observar las oportunidades que vemos hacia delante para continuar con el proceso de implementación de acuerdos en la ciudad de Medellín, que se está convirtiendo en un punto neurálgico por la llegada de firmantes y por la historia que tenemos sobre las violencias”, le dijo también Reginfo recientemente a este diario.
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