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Una mañana cualquiera de octubre de 2024 llegó ese evento que durante décadas esperaron las mujeres. Madres, esposas, hijas y hermanas de personas que fueron desaparecidas forzadamente se reunieron este jueves en Bogotá para que su trabajo como constructoras de paz fuese reconocido. Es la primera vez en la historia de Colombia que se celebra el Día de la Mujer Buscadora y llega tras 50 años en que estas personas han estado sometidas al estigma, violencia, sexual y física e incluso a ver cómo sus proyectos de vida, junto con sus familiares, también desaparecen.
Al evento asistieron madres, hermanas, hijas o esposas que presenciaron cómo sus familiares fueron desvanecidos por la guerra. En algunos casos, su desaparición se remonta a 40 o más años, como el de Omaira Montoya, que fue desaparecida por la Fuerza Pública en 1977. En los registros de la Comisión de la Verdad, por ejemplo, hay casos que se remontan incluso antes de la década de los 70, lo que indicaría que quienes los buscan, o están cerca al umbral de cumplir 90 años, o murieron sin encontrar a su ser querido.
“No debió haber pasado tanto tiempo para que este evento se hiciera, pero pasó. Hoy es un día importante, porque aparte de reconocer su labor, vamos a acreditar a algunas mujeres y familias que por trámites administrativos y judiciales no fueron consideradas como víctimas por la Unidad para las Víctimas”, aseguró Lilia Solano, directora de la Unidad.
También es la primera vez que en un evento estatal las mujeres tienen el protagonismo y el micrófono para que sus voces sean escuchadas. Así lo manifestó Yannette Bautista, la directora de la Fundación Nydia Érika Bautista, que durante tres décadas ha procurado por los derechos de las víctimas indirectas de desaparición forzada. “Durante muchos años golpeamos puertas y esperamos a que nos abrieran. Sin quererlo, nos convertimos en un ejemplo de dignidad para este país (...) hasta que al fin, después de décadas, tenemos un día que reconoce nuestro trabajo”, comentó.
Un día para abrazar el dolor
El evento fue organizado por la Unidad de Víctimas, que desde mayo de 2024 tiene la obligación legislativa de acabar con años de violencias, agresiones sexuales, asesinatos, estigmas y persecuciones a las que han estado sometidas estas mujeres solamente por buscar a sus familiares, y con ella, la verdad sobre lo que les pasó o dónde se encuentran.
“Nosotras tenemos la vida fragmentada, tenemos daño psicológico, no se tiene en cuenta la rotura de nuestra familia, o los daños que viven nuestros hijos. La familia debe ser dignificada, porque ellos sufren el abandono de las madres, mientras que nosotros buscamos a nuestros familiares”, explicó Cleiner Almanza, la hermana de un desaparecido en 1988 en Sincelejo, Sucre.
“Han venido persecuciones contra mis hijos. A nosotras nunca se nos escuchó, siempre nos daban el micrófono durante 30 segundos o un minuto. Así como está la historia de mi hermano, todas nosotras somos perseguidas y fragmentadas por alzar la voz de nuestros desaparecidos”, contó. Por su parte, Néstor Osuna, antiguo ministro de Justicia y hoy funcionario de la Unidad de Víctimas, aplaudió que después de años de resistencia por parte de estas mujeres se haya realizado este reconocimiento.
“Hablé con Paulina Mahecha y me comentó que los victimarios de su hija desaparecida fueron encarcelados, pero no se siente reparada. Eso nos falta. Mientras no los encontremos y hallemos justicia por los desaparecidos, a nosotros nos dará vergüenza mirarlas a la cara en nombre del Estado. Hemos visto un Estado cómplice y una sociedad indiferente”.
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Ley con intención de justicia
Parte del evento consistió en reconocer y agradecer el papel que estas mujeres han tenido en pro de la paz y la memoria en Colombia. En abril de 2024 se aprobó una ley que fue considerada por sus ponentes, en su mayoría integrantes del Pacto Histórico, como “una iniciativa que salda la deuda de toda una vida con las mujeres”. La Ley, además de obligar a la institucionalidad a prestarle servicios psicosociales a estas mujeres, las reconoce como sujetos de especial protección constitucional, justo como sucede con otras víctimas, niños o ancianos.
Además, la nueva legislación ordena que se considere a estas mujeres como víctimas, aunque indirectas, de la guerra en Colombia, pues por haber vivido la desaparición forzada de algún familiar rompieron su núcleo familiar y han experimentado avalanchas de secuelas psicológicas (depresión, estrés, ideación suicida) como físicas (cáncer de mama, estómago, lupus, tics nerviosos).
Aunque muchas de ellas alegaron ante el Estado, la Unidad de Víctimas y la Fiscalía haber sufrido directamente el conflicto, hubo casos en que no fueron reconocidas como tal y, por argumentos jurídicos o administrativos, no se les concedía la acreditación de víctimas.
Así sucedió en 2013 con Yannette Bautista y toda su familia. Ellos fueron exiliados desde la década de los 90 por buscar a un integrante desaparecido de la familia. Con esas amenazas estuvieron obligados a vivir en condiciones socioeconómicas vulnerables e incluso hasta esta década siguen siendo perseguidos por buscar justicia. Casi 40 años después, se les reconoció que sí sufrieron la guerra y la Unidad de Víctimas los acreditó como tal.
Para Yannette, que ha estado al menos cinco años al frente de la lucha de las mujeres buscadoras, esta conmemoración es una muestra de “justicia”. “Nos merecíamos este reconocimiento, la acreditación de víctimas y una reparación que aún no ha sucedido. Tanta barbarie sobre Nydia Érika, mi hermana, y el resto de nosotras, no puede seguir quedando en el silencio y la indiferencia. En mi futuro, aunque sé que me quedan pocos años, sigue el objetivo de luchar por ella y por todas nosotras, porque nos sentimos reivindicadas”, comentó a este diario.
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