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“En ningún momento pensé que mi hijo estaba muerto. Siempre pensaba si comería”, dice Verónica*. Entre la incertidumbre y la esperanza, fueron 30 años buscando la ayuda de las autoridades, escuchando las noticias y esperando a su hijo Jerónimo*, el mayor de los cuatro que tuvo.
Jerónimo tuvo que salir de casa en medio del conflicto armado del Caribe colombiano, sin ni siquiera haber cumplido los 18 años, a causa de la misma violencia que lo rodeaba. Desde entonces, su madre no supo de su paradero. Le decían que no lo iba a encontrar vivo, pero ella insistía en que lo volvería a ver y rezaba, cada noche, por eso.
Hasta que en 2007, Verónica llegó a la Regional Magdalena de la Defensoría del Pueblo, allí inició en la ruta de atención como víctima del conflicto armado. Recibió asesoría psicológica y jurídica permanente. Desde octubre de 2019, la Defensoría contactó a Verónica con la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD) para ayudarla en su misión.
Mientras tanto, Jerónimo pudo salir de la situación de violencia en la que se encontraba y que lo dejó con heridas en algunas partes de su cuerpo. Logró llegar hasta Madrid (Cundinamarca), pero sobrevivir allí fue complejo. Vivía en la calle y se dedicó a la venta ambulante de golosinas o “mecatico”, como cuenta en su testimonio ante la UBPD. Pero su salud se deterioró más cada día, condición que lo llevó hasta el hospital municipal de Santa Matilde.
“Ya después que cogí la calle para mí fue durísimo, porque enfrentar la calle no es bonito porque la he vivido en carne propia. Toda esta parte de los 30 y pico de años que tengo de no estar con ella y con ellos es un karma que he vivido en la vida. Es algo durísimo, pero solo supervivencia, eso es lo que me ha tocado siempre. Lo que me tocó”, le dijo Jerónimo a la Unidad, manifestando que tras su paso por el hospital supo que no quería volver a las calles.
Fue gracias a la atención de una funcionaria de la Alcaldía de Madrid, que se activó de manera ágil la ubicación de Jerónimo en ese municipio. Según la Unidad, cuando ella identificó mediante sistemas de información de atención a víctimas que a él lo estaba buscando su familia, contactaron a la UBPD e informaron del posible hallazgo.
A su vez, la Unidad de Búsqueda contactó a Verónica para articular con la Regional Magdalena de la Defensoría del Pueblo las acciones que pudieran producir la plena identificación de Jerónimo, ya que una primera foto tomada fuera del hospital y enviada a los familiares no permitió su identificación inmediata. La calle y las experiencias vividas produjeron drásticos cambios en su rostro y cuerpo, como también en la memoria de su madre.
Mientras tanto, la Unidad de Búsqueda adelantó en Bogotá las acciones para establecer la identidad de Jerónimo. Al analizar las muestras biológicas de Verónica, Jerónimo y demás hermanos, lograron establecer que, efectivamente, eran madre e hijo. Entonces la búsqueda terminó. Pudieron abrazarse de nuevo.
“Es un esfuerzo de Estado. El Sistema Nacional de Búsqueda precisamente tiene como objetivo que nosotros reconozcamos que la búsqueda puede ser enriquecida por todos y por todas, que cada entidad, aunque no lo parezca, puede aportar un granito de arena para que una persona pueda volver, después de tantos años, a reencontrarse con su familia”, indicó Sol Alonso Parra, coordinadora del equipo Bogotá (Cundinamarca) de la UBPD, quien trabajó de manera articulada con su similar del Atlántico.
Actualmente, la Defensoría del Pueblo seguirá brindando todo el apoyo a la familia; y la Alcaldía de Madrid seguirá acompañando a Jerónimo en su recuperación, quien decidió seguir viviendo con sus hijos en ese municipio. “Este reencuentro es el inicio de un largo camino para reparar la herida que dejó el conflicto en esta familia”, concluye la Unidad de Búsqueda mediante un comunicado.
*Los nombres fueron modificados por petición de la familia.
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