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En Urabá buscan reparar a víctimas del conflicto con oportunidades económicas

Un grupo de 70 organizaciones, empresas y colectivos se reunieron en Apartadó para tratar un tema pendiente después de la guerra: la reconciliación. La apuesta busca hacer las paces en un territorio que vivió más de 100 masacres y vio al 67 % de su población victimizada.

Tomás Tarazona Ramírez
02 de octubre de 2024 - 07:37 p. m.
El Urabá se convierte en la primera región en la que empresarios, públicos y privados, junto con la cooperación internacional, intentarán apostarle a la reconciliación a través del desarrollo económico de las víctimas de la guerra.
El Urabá se convierte en la primera región en la que empresarios, públicos y privados, junto con la cooperación internacional, intentarán apostarle a la reconciliación a través del desarrollo económico de las víctimas de la guerra.
Foto: Tomás Tarazona Ramírez

Un evento en San José de Apartadó, corregimiento del municipio de Apartadó (Antioquia) entre empresarios, entidades estatales y agencias de cooperación internacional, marcó el inicio de una nueva oportunidad para lograr la justicia y la reconciliación. Este martes, más de 70 organizaciones hicieron parte del primer hub regional para lograr la reconciliación en Urabá, la región que, de acuerdo con la JEP, fue el laboratorio de los grandes patrones criminales que se replicaron en el resto del país.

¿Qué es un hub? En palabras resumidas, un hub es un espacio en el que privados, públicos y ONG aúnan esfuerzos para un objetivo en específico. En este caso, la tarea es lograr que las víctimas de la guerra en Urabá, que vivieron décadas de despojo, desaparición forzada y más de un centenar de masacres, puedan reconstruir su proyecto de vida a través de estrategias económicas. Esto puede ser a través de emprendimientos, oportunidades laborales o impulsos que los ayuden a competir en el ecosistema empresarial y logren salir adelante, todo con ayuda de los integrantes del hub.

La estrategia, organizada por la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), ONU Migración y ACD/VOCA, cambia en cierta medida la concepción de que la reconciliación está asociada únicamente al perdón de las víctimas hacia los victimarios y pone sobre la mesa que, para lograr rehacer un proyecto de vida, también se necesita abandonar ese escenario de vulnerabilidad, informalidad y pocos recursos que se introdujo en sus vidas luego de la violencia.

Un caso es el de Marco Antonio Ruiz, un campesino de la zona, que desde la década de los 90 fue desplazado de sus tierras y desde ahí inició un ciclo de vulnerabilidad que empieza a detenerse al ser beneficiario del programa. “Fui desplazado en 1995. Sufrí duro, tuve que ir a Córdoba y pasé muchas necesidades con mi familia. No quiero volver a sufrir eso (...) Estoy contento porque este evento busca que encontremos la paz nuevamente, unidos y como una sola familia”, aseguró.

El proyecto tendrá alcances en casi todos los municipios del Urabá que vieron el efecto dominó de la guerra y que fueron priorizados como PDET, como es el caso de Apartadó, Mutatá, Carepa, Necoclí, entre otros.

“No es fácil incluir a todos los actores en la reconciliación. El sector privado ha quedado en muchas ocasiones rezagado de participar. Esta es la oportunidad de superar los retos de incluirse plenamente, y sin estigmas, de nuevo en la sociedad para las víctimas”, aseguró Salvador Gutiérrez, director de programas de paz de ONU Migración.

Una reconciliación inclusiva

Para hacer realidad este proyecto pasaron meses de planeación y teoría. Lo primero, y más difícil, fue encontrar un enfoque diferente al que usualmente se habla cuando se menciona la reconciliación. La Fundación Ideas para la Paz (FIP) asegura que para hablar de un acuerdo de paz, es obligatorio que el Estado, la sociedad y las empresas aporten en estrategias que consoliden esa paz. Sin embargo, la Fundación alertó en un informe de finales de 2023 que cuando una víctima, excombatiente o migrante intentan acceder a una mejor vida a través de oportunidades económicas, encuentra un laberinto de barreras para lograrlo.

Así sucedió por ejemplo con Holmes Fabián Ordóñez, un civil que desde antes de cumplir los 18 años pisó una mina antipersonal en Caquetá, y desde ahí ha enfrentado más de una década en vulnerabilidad: debe hacer rifas para costear su prótesis, sus reclamos de justicia no llegan a oídos que le ayuden y a causa de su incapacidad, perdió toda su pierna derecha, por lo que encontrar un empleo que se adapte a sus capacidades, ha sido una tarea casi imposible.

“El desafío de habilitar vías de acceso al empleo inclusivo para ellos es de enorme envergadura. Este asunto debe posicionarse como prioritario en la agenda pública y es ineludible en el diseño y ejecución de la política nacional de paz”, reza el informe de la FIP.

El proyecto organizado por USAID y los demás actores de la cooperación internacional consta de varias fases en las que el desarrollo económico puede acortar algunos de los pasos necesarios para lograr la paz, la justicia y la reconciliación de las víctimas. Entre esos escalones hubo una etapa de diagnóstico de cómo es la vida de las víctimas en las regiones; luego la fase de impulsar a los afectados por el conflicto y, finamente, un cierre del proyecto que permitió que estas personas logren el desarrollo económico por su propia cuenta en el futuro.

Los números de reconciliar

Los participantes del hub le indicaron a este diario que hay algunas metas que son ambiciosas, pero no imposibles, para lograr que Urabá pase de ser una región testigo de violencias a un territorio reconciliado. Según explicaron, en cuestión de cinco meses, el proyecto tiene la meta de generar 214 empleos inclusivos y apoyar a 427 participantes. Es decir, puestos laborales destinados a quienes sufrieron la guerra y hoy buscan fortalecer el aspecto económico de su vida. Además, a través de las empresas participantes en el hub se apoyarán al menos 71 emprendimientos de turismo, producción agrícola o negocios pequeños de personas que luego de la violencia incursionaron en el mundo empresarial. “Esto se va a hacer predominantemente en lugares rurales y periféricos y se promoverán procesos competitivos para crear un entorno favorable hacia la reconciliación y el desarrollo sostenible”, explicó Usaid.

La iniciativa de lograr paz, justicia y reconciliación, que recién comienza en Urabá, está proyectado a emigrar a otros territorios del país que, como Urabá, sirvieron de epicentros de guerra. De acuerdo con el calendario de Usaid, ONU Migración y ACDI/VOCA, se planean hacer otros hubs en Caquetá, Nariño, Montes de María, Chocó y Bogotá.

Ahora, la tarea de construir paz y un futuro que no implique vulnerabilidad para las víctimas del conflicto no será únicamente del Estado y sus instituciones. Desde esta semana, los empresarios, colectivos, víctimas y la sociedad, también tendrán la oportunidad de lograr que, tras el conflicto, haya oportunidades de desarrollo para el país.

“El desarrollo no es un privilegio, es un derecho. Y Urabá es un lugar lleno de promesas de turismo, negocios, emprendimientos que buscan que hablar de reconciliación, signifique también mencionar las oportunidades”, aseguró Comfenalco, la caja de compensación de Fenalco, que también participó en el evento.

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Tomás Tarazona Ramírez

Por Tomás Tarazona Ramírez

Periodista de investigación con énfasis en conflicto, memoria y paz.ttarazona@elespectador.com

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