Con sus libros, Guillermo Rico quiere llevar la verdad a las víctimas
El escritor colombiano ha lanzado 10 libros, los últimos completamente autogestionados, para hablar del conflicto armado colombiano. Dice que retratar la memoria, es su forma de ayudar a dignificar a las víctimas.
Laura Sofía Solórzano Cárdenas
La guerra está llena de historias, momentos crudos, deplorables y desgarradores, pero también, y en mayor medida, de incógnitas, ¿Qué pasó?, ¿Por qué pasó?, ¿Quiénes estuvieron? Son solo algunas de las preguntas que rondan. Guillermo Rico, escritor, cronista y periodista retirado, decidió dedicar su vida a tratar de dar respuestas.
“El 90% de la gente no quiere plata por su muerto, quiere la verdad, porque eso es lo más digno y es lo que hace que la gente por fin haga catarsis, que respire con tranquilidad, que no se lleve ese dolor a la muerte. La verdad es buena parte de la justicia”, contó el escritor a El Espectador.
Con esa premisa en mente, Guillermo, quien había trabajado varios años como reportero de la guerra, decidió dedicarse únicamente a la escritura y publicación de libros del conflicto. Trabajo que lleva detrás reportería, sacrificio y esfuerzo económico, teniendo en cuenta que sus últimas obras y reediciones son completamente autogestionados. Es decir, que él está detrás de todos los procesos del libro: desde la escritura hasta la impresión.
Muchas de las historias que Guillermo ha documentado las ha descubierto viajando en carne propia a los territorios violentados por la guerra. Allí, en municipios que sufrieron masacres, desplazamientos o testificaron el asesinato de sus líderes, se ha preocupado por darle voz a las víctimas y que sus libros sean repositorio para esos recuerdos y dolores, para la memoria. Su metodología consiste en identificar qué región quiere documentar, viajar a los lugares de conflicto y buscar a quiénes puede entrevistar. Una vez cumple esta lista, prende su cámara, hace todas las preguntas posibles y ante todo, “no da papaya”.
“Debo ser muy rápido, yo también he sido amenazado muchas veces, entonces generalmente debo contar con redes de apoyo para poder desplazarme, entrar a los lugares, salir de allí, que apenas llegue, me tengan un mototaxi, un transporte”, explica.
No siempre es fácil conseguir las historias. Guillermo recuerda que, en una ocasión, llegó a una comunidad en el Caribe, en la que nadie quería hablar con él. Los habitantes le cuestionaron sobre cómo iba a llegar a preguntar por un hecho violento que había pasado hace más de 17 años. “La gente tenía rabia, pero finalmente una señora me atendió, me dijo ‘Mijo, ¿qué necesita?’ Y luego de hablar con ella ya fueron animándose más personas’’.
Cuenta el escritor que las personas terminaban contándole historias tristes, en las que perdían amigos, familiares o lo poco que tenían en bienes materiales. “Cuando llegué a mi casa lloré mucho desgrabando esa información”. Tiempo después, cuando el libro estaba terminado, el llanto se extendió, pero ahora con las reacciones de los protagonistas.
“En una ocasión me fui a los pueblos palafitos (municipios construidos sobre ríos o cuerpos de agua) a entregarle a cada colaborador un libro, la gente lloraba, me abrazaba. Les decía, su historia está en la página tal y era muy emotivo. Fue inolvidable, muy doloroso, pero dignificante. Yo sé que la conservación de esa memoria no repara, pero sí dignifica un poco a las víctimas”, comenta.
Los libros de Guillermo, que facilita la lectura por medio de capítulos cortos, cuentan historias como las amenazas y asesinatos a líderes sociales, el estigma a las comunidades LGBTIQ+, la explotación sexual de niños, niñas y adolescentes, las agresiones del Estado y las masacres en diferentes zonas del país.
“Mi metodología es no generar más odios, porque eso sería mantener esa espiral de muerte y de venganza, al contrario, mi metodología es que la gente entienda, por ejemplo, que nuestros campesinos están siendo asesinados porque sí, que se acerquen a estas realidades”, comenta.
En cuanto a los objetivos de su labor, el autor dice que además de la búsqueda y difusión de la verdad, le interesa mostrar que la guerra no es algo ajeno, algo que solo viven algunos, sino que es un conflicto en el que todos tienen partida y, por lo tanto, para el que todos deberían buscar soluciones.
“Hay gente que cree que la guerra es por allá y puede que muchas personas, el citadino, no entiendan la guerra, pero por eso es importante traerle la guerra, aunque sea en relatos, para que la entiendan y que deben comprometerse con un mejor país. Una frase que está en mis libros es que ‘si conocemos la verdad de la guerra, entenderemos la importancia de construir la paz’”, añade Rico.
¿Sabe qué es la justicia centrada en las personas? Visite Justicia Inclusiva de El Espectador
La guerra está llena de historias, momentos crudos, deplorables y desgarradores, pero también, y en mayor medida, de incógnitas, ¿Qué pasó?, ¿Por qué pasó?, ¿Quiénes estuvieron? Son solo algunas de las preguntas que rondan. Guillermo Rico, escritor, cronista y periodista retirado, decidió dedicar su vida a tratar de dar respuestas.
“El 90% de la gente no quiere plata por su muerto, quiere la verdad, porque eso es lo más digno y es lo que hace que la gente por fin haga catarsis, que respire con tranquilidad, que no se lleve ese dolor a la muerte. La verdad es buena parte de la justicia”, contó el escritor a El Espectador.
Con esa premisa en mente, Guillermo, quien había trabajado varios años como reportero de la guerra, decidió dedicarse únicamente a la escritura y publicación de libros del conflicto. Trabajo que lleva detrás reportería, sacrificio y esfuerzo económico, teniendo en cuenta que sus últimas obras y reediciones son completamente autogestionados. Es decir, que él está detrás de todos los procesos del libro: desde la escritura hasta la impresión.
Muchas de las historias que Guillermo ha documentado las ha descubierto viajando en carne propia a los territorios violentados por la guerra. Allí, en municipios que sufrieron masacres, desplazamientos o testificaron el asesinato de sus líderes, se ha preocupado por darle voz a las víctimas y que sus libros sean repositorio para esos recuerdos y dolores, para la memoria. Su metodología consiste en identificar qué región quiere documentar, viajar a los lugares de conflicto y buscar a quiénes puede entrevistar. Una vez cumple esta lista, prende su cámara, hace todas las preguntas posibles y ante todo, “no da papaya”.
“Debo ser muy rápido, yo también he sido amenazado muchas veces, entonces generalmente debo contar con redes de apoyo para poder desplazarme, entrar a los lugares, salir de allí, que apenas llegue, me tengan un mototaxi, un transporte”, explica.
No siempre es fácil conseguir las historias. Guillermo recuerda que, en una ocasión, llegó a una comunidad en el Caribe, en la que nadie quería hablar con él. Los habitantes le cuestionaron sobre cómo iba a llegar a preguntar por un hecho violento que había pasado hace más de 17 años. “La gente tenía rabia, pero finalmente una señora me atendió, me dijo ‘Mijo, ¿qué necesita?’ Y luego de hablar con ella ya fueron animándose más personas’’.
Cuenta el escritor que las personas terminaban contándole historias tristes, en las que perdían amigos, familiares o lo poco que tenían en bienes materiales. “Cuando llegué a mi casa lloré mucho desgrabando esa información”. Tiempo después, cuando el libro estaba terminado, el llanto se extendió, pero ahora con las reacciones de los protagonistas.
“En una ocasión me fui a los pueblos palafitos (municipios construidos sobre ríos o cuerpos de agua) a entregarle a cada colaborador un libro, la gente lloraba, me abrazaba. Les decía, su historia está en la página tal y era muy emotivo. Fue inolvidable, muy doloroso, pero dignificante. Yo sé que la conservación de esa memoria no repara, pero sí dignifica un poco a las víctimas”, comenta.
Los libros de Guillermo, que facilita la lectura por medio de capítulos cortos, cuentan historias como las amenazas y asesinatos a líderes sociales, el estigma a las comunidades LGBTIQ+, la explotación sexual de niños, niñas y adolescentes, las agresiones del Estado y las masacres en diferentes zonas del país.
“Mi metodología es no generar más odios, porque eso sería mantener esa espiral de muerte y de venganza, al contrario, mi metodología es que la gente entienda, por ejemplo, que nuestros campesinos están siendo asesinados porque sí, que se acerquen a estas realidades”, comenta.
En cuanto a los objetivos de su labor, el autor dice que además de la búsqueda y difusión de la verdad, le interesa mostrar que la guerra no es algo ajeno, algo que solo viven algunos, sino que es un conflicto en el que todos tienen partida y, por lo tanto, para el que todos deberían buscar soluciones.
“Hay gente que cree que la guerra es por allá y puede que muchas personas, el citadino, no entiendan la guerra, pero por eso es importante traerle la guerra, aunque sea en relatos, para que la entiendan y que deben comprometerse con un mejor país. Una frase que está en mis libros es que ‘si conocemos la verdad de la guerra, entenderemos la importancia de construir la paz’”, añade Rico.
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