Justicia racial: 400 personas se reunieron para demoler los muros del racismo
La primera cumbre de justicia racial terminó con reflexiones y compromisos de activistas de EE. UU., Canadá, Colombia y Brasil para lograr que ser una persona negra no continúe siendo sinónimo de vidas violentadas y excluidas.
Entre aplausos y reflexiones terminó la primera cumbre de justicia racial que se hizo en la historia de Colombia y Latinoamérica. Al evento asistieron 400 personas de Canadá, Estados Unidos, Brasil y departamentos afro del país, como Buenaventura o Bolívar, para hablar de cómo tener la tez oscura aún continúa siendo un sinónimo de exclusión y violencias.
El evento, organizado por el Colectivo Justicia Racial, versó sobre diferentes puntos que, de acuerdo con su director, Alí Bantú Ashanti, “tienen el objetivo de hacer que el derecho y el enfoque diferencial pongan sobre la mesa estos fenómenos de racialización, pero también propongamos medidas concretas para superarlas”.
Por ejemplo, hubo paneles en los que se mostraron resultados de investigaciones académicas o periodísticas en las que se ha concluido que una persona negra tiene más probabilidades de sufrir de violencia policial, exclusión laboral o escenarios de pobreza.
Ginary Gutiérrez, abogada chocoana que funge en la Oficina Internacional de Asistencia Antinarcóticos y Cumplimiento de la Ley, aseguró que en una investigación de la entidad hallaron que “una persona negra tiene un 33 % más de probabilidades de ser detenido o buscado por la Policía, sin justificación”. Estos hallazgos también aplican en el caso colombiano, donde de acuerdo con afirmaciones de Bantú Ashanti, son las personas negras quienes sufren algunas violencias diferenciales.
De acuerdo con investigaciones de Justicia Racial, se reveló que hay cifras alarmantes cuando son analizadas con un enfoque afro. En los registros se encontró que hay 525 líderes sociales negros asesinados y que, además, el 80 % de la población afro vive en estrato 1 y 2 en Colombia, lo que demuestra los retos estructurales que enfrenta la población.
“En Colombia, la mayoría de población encarcelada son afrodescendientes, negros y empobrecidos, quienes no tienen un efectivo acceso a la justicia durante las etapas del proceso penal, lo que limita la garantía de sus derechos, la igualdad frente al sistema judicial y deriva en la vulneración de sus derechos humanos (...). Señalar la problemática en el debate público generará que el Estado establezca un precedente en aras de mitigar las vulnerabilidades de acceder a la justicia para las personas negras en el país”, explica Bantú.
Al encuentro llegaron personas que aunque residen en otros países, sufren historias similares de exclusión y racismo, solo que en contextos diferentes.
Así lo detalló Jorden Ginger, vocero estadounidense del movimiento Black Lives Matter: “Hemos detectado que la violencia contra la población negra es similar en la mayoría de los países, pero varían las formas y los instrumentos. En EE. UU., hemos detectado incluso que con drones, perros robots o tasers (electrocutadores) atacan a nuestra población”.
Otro caso fue un panel moderado por Justicia Inclusiva de El Espectador, que narró cómo la población negra en Canadá, Colombia y Estados Unidos sufren patrones similares de violencia policial, y sin embargo, resisten a través del arte, el activismo o la defensa de derechos humanos.
Jessica Krik, activista comunitaria de Canadá, apuntó que ante las agresiones que sufren diferencialmente, han surgido líderes que demuestran resistencia, como Black Lives Matter en Estados Unidos y Canadá, o movimientos afro en Colombia, como Afrodes o el Consejo de Comunidades Negras. “Los movimientos son más que un eslogan; significan que somos violentados. Resistir nos permite poder reconocer que somos nosotros los que necesitamos que salga a la luz las vulneraciones que se cometen y se haga justicia”, explicó Krik.
Premios con sabor a justicia
Uno de los eventos más importantes del encuentro fue la entrega de unos premios que galardonan la vida, luchas y defensa de derechos humanos hacia las poblaciones negras o por parte de activistas afro. Estos reconocimientos son otorgados por organismos internacionales o defensores de derechos en Colombia cada año, sin embargo, nunca antes de habrá realizado un certamen con enfoque étnico-racial en la que se pusiera la lupa en personas y colectivos afro que defienden sus propios derechos y reclamos de justicia.
Uno de los galardones fue entregado a Adil Meléndez, un abogado negro que ha dedicado su carrera como jurista a hacer litigio estratégico con enfoque afro. En su trabajo, Meléndez, que ha sido amenazado por su defensa de los derechos humanos, ha logrado representar en los estrados judiciales a comunidades negras desplazadas y afectadas por el despojo y la guerra.
“Si bien, las personas negras hemos logrado conquistar derechos que anteriormente se negaban, en la actualidad sufrimos vulneraciones estructurales que derivan en la afectación de nuestros derechos fundamentales, afectaciones tales como: el acceso a la justicia, el perfilamiento racial, la violencia policial, la seguridad pública. Este encuentro funciona para posicionarnos en la agenda pública”, concluyó Bantú al hacer un balance del evento.
¿Sabe qué es la justicia centrada en las personas? Visite Justicia Inclusiva de El Espectador
Entre aplausos y reflexiones terminó la primera cumbre de justicia racial que se hizo en la historia de Colombia y Latinoamérica. Al evento asistieron 400 personas de Canadá, Estados Unidos, Brasil y departamentos afro del país, como Buenaventura o Bolívar, para hablar de cómo tener la tez oscura aún continúa siendo un sinónimo de exclusión y violencias.
El evento, organizado por el Colectivo Justicia Racial, versó sobre diferentes puntos que, de acuerdo con su director, Alí Bantú Ashanti, “tienen el objetivo de hacer que el derecho y el enfoque diferencial pongan sobre la mesa estos fenómenos de racialización, pero también propongamos medidas concretas para superarlas”.
Por ejemplo, hubo paneles en los que se mostraron resultados de investigaciones académicas o periodísticas en las que se ha concluido que una persona negra tiene más probabilidades de sufrir de violencia policial, exclusión laboral o escenarios de pobreza.
Ginary Gutiérrez, abogada chocoana que funge en la Oficina Internacional de Asistencia Antinarcóticos y Cumplimiento de la Ley, aseguró que en una investigación de la entidad hallaron que “una persona negra tiene un 33 % más de probabilidades de ser detenido o buscado por la Policía, sin justificación”. Estos hallazgos también aplican en el caso colombiano, donde de acuerdo con afirmaciones de Bantú Ashanti, son las personas negras quienes sufren algunas violencias diferenciales.
De acuerdo con investigaciones de Justicia Racial, se reveló que hay cifras alarmantes cuando son analizadas con un enfoque afro. En los registros se encontró que hay 525 líderes sociales negros asesinados y que, además, el 80 % de la población afro vive en estrato 1 y 2 en Colombia, lo que demuestra los retos estructurales que enfrenta la población.
“En Colombia, la mayoría de población encarcelada son afrodescendientes, negros y empobrecidos, quienes no tienen un efectivo acceso a la justicia durante las etapas del proceso penal, lo que limita la garantía de sus derechos, la igualdad frente al sistema judicial y deriva en la vulneración de sus derechos humanos (...). Señalar la problemática en el debate público generará que el Estado establezca un precedente en aras de mitigar las vulnerabilidades de acceder a la justicia para las personas negras en el país”, explica Bantú.
Al encuentro llegaron personas que aunque residen en otros países, sufren historias similares de exclusión y racismo, solo que en contextos diferentes.
Así lo detalló Jorden Ginger, vocero estadounidense del movimiento Black Lives Matter: “Hemos detectado que la violencia contra la población negra es similar en la mayoría de los países, pero varían las formas y los instrumentos. En EE. UU., hemos detectado incluso que con drones, perros robots o tasers (electrocutadores) atacan a nuestra población”.
Otro caso fue un panel moderado por Justicia Inclusiva de El Espectador, que narró cómo la población negra en Canadá, Colombia y Estados Unidos sufren patrones similares de violencia policial, y sin embargo, resisten a través del arte, el activismo o la defensa de derechos humanos.
Jessica Krik, activista comunitaria de Canadá, apuntó que ante las agresiones que sufren diferencialmente, han surgido líderes que demuestran resistencia, como Black Lives Matter en Estados Unidos y Canadá, o movimientos afro en Colombia, como Afrodes o el Consejo de Comunidades Negras. “Los movimientos son más que un eslogan; significan que somos violentados. Resistir nos permite poder reconocer que somos nosotros los que necesitamos que salga a la luz las vulneraciones que se cometen y se haga justicia”, explicó Krik.
Premios con sabor a justicia
Uno de los eventos más importantes del encuentro fue la entrega de unos premios que galardonan la vida, luchas y defensa de derechos humanos hacia las poblaciones negras o por parte de activistas afro. Estos reconocimientos son otorgados por organismos internacionales o defensores de derechos en Colombia cada año, sin embargo, nunca antes de habrá realizado un certamen con enfoque étnico-racial en la que se pusiera la lupa en personas y colectivos afro que defienden sus propios derechos y reclamos de justicia.
Uno de los galardones fue entregado a Adil Meléndez, un abogado negro que ha dedicado su carrera como jurista a hacer litigio estratégico con enfoque afro. En su trabajo, Meléndez, que ha sido amenazado por su defensa de los derechos humanos, ha logrado representar en los estrados judiciales a comunidades negras desplazadas y afectadas por el despojo y la guerra.
“Si bien, las personas negras hemos logrado conquistar derechos que anteriormente se negaban, en la actualidad sufrimos vulneraciones estructurales que derivan en la afectación de nuestros derechos fundamentales, afectaciones tales como: el acceso a la justicia, el perfilamiento racial, la violencia policial, la seguridad pública. Este encuentro funciona para posicionarnos en la agenda pública”, concluyó Bantú al hacer un balance del evento.
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