Justicia restaurativa: 29 jóvenes en líos con la ley se graduaron en gastronomía
Cumplir una condena en la cárcel o cursar un proceso penal no solo quita la libertad, sino las oportunidades de reinsertarse en el futuro. En Bogotá, 29 jóvenes se sobrepusieron a ese reto y, con un programa de la Alcaldía de Bogotá, recibieron un título de cocina para ofrecerles alternativas.
Tomás Tarazona Ramírez
Una pequeña ceremonia dirigida a 29 jóvenes de Bogotá significó otro paso de justicia restaurativa en la capital. Este martes, adolescentes que en el pasado tuvieron problemas con la ley y estaban en medio de procesos penales por haber cometido delitos, se certificaron en cocina como parte de una apuesta para que, en el futuro, se alejen del crimen y puedan reinsertarse a la sociedad y restaurar sus daños.
Desde 2016, en Bogotá anda en marcha un programa que busca que todos los menores de 18 años que hayan estado involucrados en crímenes y asuntos penales, en lugar de nutrir las cifras de hacinamiento en las cárceles de menores, estudien y restauren las agresiones que hicieron.
Esto no solo implica que se rebata el argumento que las prisiones y centros carcelarios son “universidades del crimen”; sino que le apuesta a darle una nueva oportunidad a las personas que cometieron un delito y en el futuro puedan aportar a la sociedad.
De castigar a restaurar
Estos 29 jóvenes estudiaron durante semanas todo un pensum de cocina y lograron terminar el programa para que “con las habilidades que adquirieron puedan construir proyectos de vida lejos del delito y acceder a oportunidades laborales o emprendimientos”, aseguró la Secretaría de Seguridad de Bogotá.
La iniciativa es importante porque, según datos del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, en la última década ha habido un promedio de 52.000 adolescentes con problemas legales en Bogotá. La mayoría de ellos, a falta de procesos restaurativos o demoras en la justicia, no pueden resolver su situación jurídica y a fin de cuentas, terminan en cárceles de menores y con pocas posibilidades de resinsertarse o entender cuál fue su falla.
Para Felipe*, acabar el curso de cocina es una gran oportunidad en su vida. Él, que nunca pudo terminar sus estudios escolares, logró entrar al programa de la Alcaldía, concluir su bachillerato y “los sueños, que pensé que se habían acabado (con los problemas con la ley) ahora son posibles”.
La Secretaría de Seguridad asegura que más de 450 jóvenes han logrado concluir cursos cortos para tener oportunidades de reinsertarse en el futuro. Además de gastronomía, hay opciones para graduarse en calzado, finalizar bachillerato y, según informó la Secretaría de Seguridad, próximamente habrá cupos para barbería y hacer tatuajes.
“Ya con esto uno puede seguir buscando otro tipo de cosas, por ejemplo, el profe nos mostró chefs de cruceros o de pronto cocinarle a una persona famosa, eso me gustaría”, aseguró Pedro*, un adolescente que ingresó al programa por la vulnerabilidad y el entorno donde vive.
Un experimento que funciona
Aunque se ponga en tela de juicio la efectividad de darle nuevas oportunidades a quienes delinquieron en el pasado, hay expertos e informes que aseguran que este es un experimento que tiene créditos para la sociedad. Un estudio de la Universidad Eafit, con el apoyo de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid), asegura que “restaurar puede ser tan útil como castigar” cuando se habla de delitos.
El informe encuestó a 2.400 personas de 12 municipios para conocer sus opiniones frente a la justicia restaurativa y los efectos que tiene en el país al aplicarla. Aunque los resultados de esa pregunta inicial concluyeron que los colombianos, en promedio, tienden más al punitivismo y a que quienes cometen delitos sean encarcelados o multados, la investigación segura que hay otro camino: apostarle a la reparación y restauración de los daños por parte de los agresores.
Pero incluso sectores de la Rama Judicial han defendido esta apuesta de justicia restaurativa. Un informe de la Escuela Judicial Rodrigo Lara Bonilla asegura que “en Colombia es muy difícil cambiar en la sociedad aquel paradigma de justicia retributiva vigente por siglos y que ha respondido a las expectativas que medios masivos de comunicación han inculcado en la sociedad, en el sentido de que aquel sea el mejor modelo de justicia y que la Justicia Restaurativa no es justicia”.
Sin embargo, de acuerdo con ese documento de la Escuela, hay que comprender los posibles resultados de estos procesos en Colombia y el beneficio que implicaría adoptarlo en juzgados y despachos. “La justicia restaurativa puede tener un carácter más amplio, comprensivo y reflexivo por medio del diálogo, pues todo acuerdo tiene el objetivo de satisfacer necesidades individuales y colectivas de las partes, con el fin de alcanzar una reintegración social tanto de la víctima al igual que del infractor”, concluye el informe.
*Nombres cambiados para proteger la identidad de los menores
¿Sabe qué es la justicia centrada en las personas? Visite Justicia Inclusiva de El Espectador
Una pequeña ceremonia dirigida a 29 jóvenes de Bogotá significó otro paso de justicia restaurativa en la capital. Este martes, adolescentes que en el pasado tuvieron problemas con la ley y estaban en medio de procesos penales por haber cometido delitos, se certificaron en cocina como parte de una apuesta para que, en el futuro, se alejen del crimen y puedan reinsertarse a la sociedad y restaurar sus daños.
Desde 2016, en Bogotá anda en marcha un programa que busca que todos los menores de 18 años que hayan estado involucrados en crímenes y asuntos penales, en lugar de nutrir las cifras de hacinamiento en las cárceles de menores, estudien y restauren las agresiones que hicieron.
Esto no solo implica que se rebata el argumento que las prisiones y centros carcelarios son “universidades del crimen”; sino que le apuesta a darle una nueva oportunidad a las personas que cometieron un delito y en el futuro puedan aportar a la sociedad.
De castigar a restaurar
Estos 29 jóvenes estudiaron durante semanas todo un pensum de cocina y lograron terminar el programa para que “con las habilidades que adquirieron puedan construir proyectos de vida lejos del delito y acceder a oportunidades laborales o emprendimientos”, aseguró la Secretaría de Seguridad de Bogotá.
La iniciativa es importante porque, según datos del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, en la última década ha habido un promedio de 52.000 adolescentes con problemas legales en Bogotá. La mayoría de ellos, a falta de procesos restaurativos o demoras en la justicia, no pueden resolver su situación jurídica y a fin de cuentas, terminan en cárceles de menores y con pocas posibilidades de resinsertarse o entender cuál fue su falla.
Para Felipe*, acabar el curso de cocina es una gran oportunidad en su vida. Él, que nunca pudo terminar sus estudios escolares, logró entrar al programa de la Alcaldía, concluir su bachillerato y “los sueños, que pensé que se habían acabado (con los problemas con la ley) ahora son posibles”.
La Secretaría de Seguridad asegura que más de 450 jóvenes han logrado concluir cursos cortos para tener oportunidades de reinsertarse en el futuro. Además de gastronomía, hay opciones para graduarse en calzado, finalizar bachillerato y, según informó la Secretaría de Seguridad, próximamente habrá cupos para barbería y hacer tatuajes.
“Ya con esto uno puede seguir buscando otro tipo de cosas, por ejemplo, el profe nos mostró chefs de cruceros o de pronto cocinarle a una persona famosa, eso me gustaría”, aseguró Pedro*, un adolescente que ingresó al programa por la vulnerabilidad y el entorno donde vive.
Un experimento que funciona
Aunque se ponga en tela de juicio la efectividad de darle nuevas oportunidades a quienes delinquieron en el pasado, hay expertos e informes que aseguran que este es un experimento que tiene créditos para la sociedad. Un estudio de la Universidad Eafit, con el apoyo de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid), asegura que “restaurar puede ser tan útil como castigar” cuando se habla de delitos.
El informe encuestó a 2.400 personas de 12 municipios para conocer sus opiniones frente a la justicia restaurativa y los efectos que tiene en el país al aplicarla. Aunque los resultados de esa pregunta inicial concluyeron que los colombianos, en promedio, tienden más al punitivismo y a que quienes cometen delitos sean encarcelados o multados, la investigación segura que hay otro camino: apostarle a la reparación y restauración de los daños por parte de los agresores.
Pero incluso sectores de la Rama Judicial han defendido esta apuesta de justicia restaurativa. Un informe de la Escuela Judicial Rodrigo Lara Bonilla asegura que “en Colombia es muy difícil cambiar en la sociedad aquel paradigma de justicia retributiva vigente por siglos y que ha respondido a las expectativas que medios masivos de comunicación han inculcado en la sociedad, en el sentido de que aquel sea el mejor modelo de justicia y que la Justicia Restaurativa no es justicia”.
Sin embargo, de acuerdo con ese documento de la Escuela, hay que comprender los posibles resultados de estos procesos en Colombia y el beneficio que implicaría adoptarlo en juzgados y despachos. “La justicia restaurativa puede tener un carácter más amplio, comprensivo y reflexivo por medio del diálogo, pues todo acuerdo tiene el objetivo de satisfacer necesidades individuales y colectivas de las partes, con el fin de alcanzar una reintegración social tanto de la víctima al igual que del infractor”, concluye el informe.
*Nombres cambiados para proteger la identidad de los menores
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