La academia de derechos que enseña a los jóvenes a luchar por sus territorios
Al menos 500 jóvenes han pasado por las aulas de un proyecto educativo que busca, además de darles las oportunidades que sus municipios y la exclusión les ha quitado, impulsarlos en un camino de protección de derechos. Esta es la historia de una juventud empoderada.
Tomás Tarazona Ramírez
Los aplausos de 79 jóvenes recién graduados en proteger derechos y resignificar la vida en sus territorios se escucharon en Quibdó (Chocó). En algunos casos, el galardón se convertía en el primer reconocimiento académico que estas personas han obtenido en su vida a falta de recursos, presencia institucional u oportunidades. Y en otros, recibir un diploma que los certifique en constructores de paz y protectores de derechos se transforma en la llave que de ahora en adelante estas personas usarán para lograr que sus territorios, aun bajo el asedio del conflicto, puedan encontrar la paz y la justicia.
A través de una ceremonia, estos jóvenes se graduaron como constructores de paz y significa que a partir de este martes tienen un título académico que los certifica para que lleven la defensa de derechos y liderazgos sociales a sus territorios.
Así lo manifestó Danna Cuellar, una joven trans que durante 11 años ha encabezado una iniciativa de protección de derechos LGBTIQ+ en Caquetá. “Trabajo todo el tiempo en la reivindicación de derechos trans que han sido relegados e incluso hay ocasiones en que no tenemos derecho a vivir (…). Esto nos permite potencializar procesos y permite poder tener más bases en defender nuestros liderazgos en los territorios”, comenta Thea Villate, especialista en asistencia al desarrollo de Usaid.
La graduación se dio en el marco del cierre del proyecto LISA - R, una iniciativa conjunta entre la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, la Organización Internacional de Migración y ACD/VOCA. El proyecto, bautizado como Restaurando Nuestro Futuro, busca que a través de estos diplomas a los jóvenes se pueda pavimentar un camino hacia la reconciliación y la justicia en algunos territorios que históricamente han estado escuchando el eco de las balas en la guerra, como Chocó, Nariño o Valle del Cauca.
“Hoy se gradúan 79 líderes que demuestran que es posible transformar realidades complejas. Hemos sembrado semillas de esperanza y cambio en territorios marcados por el conflicto”, apuntó uno de los profesores que capacitó a los jóvenes durante los cuatro meses que duró la formación. Según los cálculos de programa, desde 2021, año en que empezaron las primeras cohortes del programa LISA, hasta la actualidad, se han graduado más de 500 jóvenes que vuelven a sus territorios con la intención de transformarlos y brindarles desarrollo.
Restaurando un futuro
El proyecto de Restaurando Nuestro Futuro entró en vigencia en 2023. Su tarea es que a través de la pedagogía, la cultura, los diálogos y la resolución de conflictos, Colombia pueda superar ese pasado y presente de conflicto tan álgido, como los Montes de María, el Urabá antioqueño y la frontera nariñense.
Con LISA - R, por ejemplo, se intenta darle protagonismo a los jóvenes de territorios alejados o marcados por la guerra. Para July Caicedo, una lideresa indígena Awá que se graduó del programa, es una oportunidad histórica para su comunidad y su familia, pues “soy la primera mujer que logra acceder a educación superior y tener un título como este, que reconoce el trabajo social y el liderazgo”, comenta.
La iniciativa de formar y reconocer liderazgos tiene dos reconocimientos. El primero es académico y lo otorga la Universidad de Los Andes a todo aquel estudiante que luego de cumplir cuatro meses de clases y formaciones en derecho y defensa del territorio, certifica a sus participantes como constructores de paz y reconciliación. El segundo, aunque no tiene repercusiones académicas, es entregado por LISA - R, que reconoce que estos jóvenes le apostaron a fortalecer sus liderazgos y aprender de derechos mientras estudiaban, trabajan al tiempo, o ambas cosas a la vez.
July asegura que haber cursado en las aulas de LISA - R es una oportunidad para que ella lleve esos conocimientos a su resguardo indígena en Nariño y compartirlos para que en comunidad luchen por el bien común. Ella, que es lideresa desde que es joven, explica que a veces se tienen muchas buenas intenciones en la defensa de los derechos y el liderazgo social, pero hacen falta algunas herramientas técnicas y conceptuales que aprendió en LISA - R para consolidar esos reclamos. Por ejemplo, cuenta la mujer indígena, “es emocionante saber que se reconoce el liderazgo social y que, siguiendo nuestras costumbres ancestrales, podemos todos aprender en garantizar mejores condiciones o reclamar otras vulneraciones”, acota.
Aún no se conoce si el programa abrirá convocatorias para que en 2025 más jóvenes se gradúen en temas de justicia y defensa de derechos. Sin embargo, los resultados se han alcanzado a materializar en los territorios, que en el pasado privaban a sus jóvenes de oportunidades y una vida en paz, y ahora los ven retornar con un certificado y los conocimientos académicos.
¿Sabe qué es la justicia centrada en las personas? Visite Justicia Inclusiva de El Espectador
Los aplausos de 79 jóvenes recién graduados en proteger derechos y resignificar la vida en sus territorios se escucharon en Quibdó (Chocó). En algunos casos, el galardón se convertía en el primer reconocimiento académico que estas personas han obtenido en su vida a falta de recursos, presencia institucional u oportunidades. Y en otros, recibir un diploma que los certifique en constructores de paz y protectores de derechos se transforma en la llave que de ahora en adelante estas personas usarán para lograr que sus territorios, aun bajo el asedio del conflicto, puedan encontrar la paz y la justicia.
A través de una ceremonia, estos jóvenes se graduaron como constructores de paz y significa que a partir de este martes tienen un título académico que los certifica para que lleven la defensa de derechos y liderazgos sociales a sus territorios.
Así lo manifestó Danna Cuellar, una joven trans que durante 11 años ha encabezado una iniciativa de protección de derechos LGBTIQ+ en Caquetá. “Trabajo todo el tiempo en la reivindicación de derechos trans que han sido relegados e incluso hay ocasiones en que no tenemos derecho a vivir (…). Esto nos permite potencializar procesos y permite poder tener más bases en defender nuestros liderazgos en los territorios”, comenta Thea Villate, especialista en asistencia al desarrollo de Usaid.
La graduación se dio en el marco del cierre del proyecto LISA - R, una iniciativa conjunta entre la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, la Organización Internacional de Migración y ACD/VOCA. El proyecto, bautizado como Restaurando Nuestro Futuro, busca que a través de estos diplomas a los jóvenes se pueda pavimentar un camino hacia la reconciliación y la justicia en algunos territorios que históricamente han estado escuchando el eco de las balas en la guerra, como Chocó, Nariño o Valle del Cauca.
“Hoy se gradúan 79 líderes que demuestran que es posible transformar realidades complejas. Hemos sembrado semillas de esperanza y cambio en territorios marcados por el conflicto”, apuntó uno de los profesores que capacitó a los jóvenes durante los cuatro meses que duró la formación. Según los cálculos de programa, desde 2021, año en que empezaron las primeras cohortes del programa LISA, hasta la actualidad, se han graduado más de 500 jóvenes que vuelven a sus territorios con la intención de transformarlos y brindarles desarrollo.
Restaurando un futuro
El proyecto de Restaurando Nuestro Futuro entró en vigencia en 2023. Su tarea es que a través de la pedagogía, la cultura, los diálogos y la resolución de conflictos, Colombia pueda superar ese pasado y presente de conflicto tan álgido, como los Montes de María, el Urabá antioqueño y la frontera nariñense.
Con LISA - R, por ejemplo, se intenta darle protagonismo a los jóvenes de territorios alejados o marcados por la guerra. Para July Caicedo, una lideresa indígena Awá que se graduó del programa, es una oportunidad histórica para su comunidad y su familia, pues “soy la primera mujer que logra acceder a educación superior y tener un título como este, que reconoce el trabajo social y el liderazgo”, comenta.
La iniciativa de formar y reconocer liderazgos tiene dos reconocimientos. El primero es académico y lo otorga la Universidad de Los Andes a todo aquel estudiante que luego de cumplir cuatro meses de clases y formaciones en derecho y defensa del territorio, certifica a sus participantes como constructores de paz y reconciliación. El segundo, aunque no tiene repercusiones académicas, es entregado por LISA - R, que reconoce que estos jóvenes le apostaron a fortalecer sus liderazgos y aprender de derechos mientras estudiaban, trabajan al tiempo, o ambas cosas a la vez.
July asegura que haber cursado en las aulas de LISA - R es una oportunidad para que ella lleve esos conocimientos a su resguardo indígena en Nariño y compartirlos para que en comunidad luchen por el bien común. Ella, que es lideresa desde que es joven, explica que a veces se tienen muchas buenas intenciones en la defensa de los derechos y el liderazgo social, pero hacen falta algunas herramientas técnicas y conceptuales que aprendió en LISA - R para consolidar esos reclamos. Por ejemplo, cuenta la mujer indígena, “es emocionante saber que se reconoce el liderazgo social y que, siguiendo nuestras costumbres ancestrales, podemos todos aprender en garantizar mejores condiciones o reclamar otras vulneraciones”, acota.
Aún no se conoce si el programa abrirá convocatorias para que en 2025 más jóvenes se gradúen en temas de justicia y defensa de derechos. Sin embargo, los resultados se han alcanzado a materializar en los territorios, que en el pasado privaban a sus jóvenes de oportunidades y una vida en paz, y ahora los ven retornar con un certificado y los conocimientos académicos.
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