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La búsqueda de justicia y el anhelo de respuestas llevó a María Fernanda y Jhon Jairo, familiares de María Liria Bustos, a la puerta del cementerio del corregimiento de Florencia. Allí, tras 19 años de incertidumbre, la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD) intervino la bóveda 63, en donde podría estar su familiar. En esta jornada, marcada por la ansiedad y la esperanza, se lograron recuperar tres cuerpos vinculados a desaparecidos en el conflicto armado.
La familia de María Liria, quien fue vista por última vez cuando María Fernanda tenía apenas cinco meses, llegó temprano al lugar, sabiendo que el día se definiría por el resultado de un proceso que prometía emociones y revelaciones que podrían cambiar su vida. La escena del cementerio, con su atmósfera cargada de historia y silencio, presagiaba la importancia de este momento, según describe la Unidad de Búsqueda.
Antes de que el equipo de expertos comenzara la intervención, se llevó a cabo una reunión con los familiares para explicar el protocolo de la búsqueda y los posibles resultados. El antropólogo líder de la misión dejó claro que “hoy puede pasar cualquier cosa”, un recordatorio de la incertidumbre que rodea a las exhumaciones en cementerios. La expectativa era alta, y los recuerdos de María Liria, sus rostros y su historia, se mantenían vivos en la memoria de quienes la esperaban.
El proceso fue meticuloso y requería paciencia. Los forenses trabajaron durante 45 minutos antes de que comenzaran a verde las primeras estructuras óseas. María Fernanda observaba, mientras el equipo de expertos explicaba cada paso y aclaraba las características de los restos encontrados. “Me siento extraña. Nunca pensé que vería algo así, pero también siento tranquilidad”, dijo la mujer.
De acuerdo con el comunicado de la UBPD, la identificación preliminar de las estructuras óseas fue un momento de profunda emoción. Los detalles, como la cabellera y la forma de los dientes, coincidían con los recuerdos de la familia. Jhon Jairo, al escuchar las explicaciones de los técnicos, asintió y sonrió, como si un peso comenzara a levantarse de sus hombros. La sensación de que su hermana, desaparecida en medio del conflicto armado, había sido encontrada era a la vez una liberación y una dolorosa confirmación.
El proceso de exhumación no solo reveló el cuerpo de María Liria, sino también los de otras dos personas, cuyas identidades serían verificadas por el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses. Estos hallazgos subrayan la complejidad del conflicto armado en la región, donde el Plan Regional de Búsqueda Oriente de Caldas reporta la desaparición de al menos 145 personas en municipios como La Dorada, Marquetalia, Manzanares, Samaná, Norcasia, Pensilvania, Victoria y Marulanda.
La UBPD, con su enfoque en la dignidad de las víctimas y la búsqueda de verdad, continúa su labor en una región marcada por la violencia y la memoria de quienes siguen desaparecidos. Para los familiares de María Liria, la jornada en Florencia fue el principio de un cierre esperado, pero también un recordatorio del dolor que persiste y de la importancia de mantener viva la búsqueda de justicia.
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