Las maricadas de Manuel Bermúdez, el líder LGBTI hallado muerto en Medellín

El pasado 17 de abril, se difundió la noticia de que el cuerpo del líder llevaba más de un mes sin ser reconocido en Medicina Legal. Esta es la historia del primer hombre que consolidó un matrimonio gay en Colombia, el mismo que lideró el reconocimiento legal de relaciones poliamorosas.

Valentina Arango Correa
23 de abril de 2024 - 01:00 a. m.
Manuel José Bermúdez. Ilustración por Jhojan Millán (@alverja.caricatura)
Manuel José Bermúdez. Ilustración por Jhojan Millán (@alverja.caricatura)
Foto: @alverja.caricatura
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El amor entre hombres gay en Colombia fue revolución con las acciones de Manuel José Bermúdez Andrade, quien no solo reivindicó la palabra “marica”, sino que también logró que las más altas instancias judiciales reconocieran legalmente su forma de amar. Fue el primero en casarse con otro hombre y en consolidar una relación de más de dos personas ante la ley. En cada espacio en que marchó, siempre con la espalda recta y el grito de una voz gruesa, luchó por los derechos de hombres homosexuales. El “ciudadano gay de Medellín”, como se identificaba, fue encontrado el pasado 9 de marzo de 2024 a orillas del río Medellín, en Santo Domingo (Antioquia), pero fue apenas el 17 de abril que, a través de redes sociales, se difundió que su cuerpo reposaba en una morgue de la capital antioqueña. Pese a que el presidente Gustavo Petro pidió investigar un “asesinato”, múltiples símbolos y dudas rodean su caso.

Un marica feliz

Antes de convertirse en líder y de que su muerte parezca un misterio. Manuel José Bermúdez Andrade fue el último en nacer —el 22 de marzo de 1965— entre 15 hermanos. Todos hombres, ninguno tan marica como él. Creció en un barrio popular de Medellín, lleno de carencias económicas, el que lleva el apellido de un hombre que luchó mucho antes y por otras independencias distintas a las de Manuel José: el Santander, al occidente de la ciudad. “Éramos como unos niños adrenalínicos”, cuenta su sobrina más querida, Nora Bermúdez. Compartían un solar común en la casa de la abuela. Allí, Manuel José niño se disfrazaba de cura y jugaban a la misa. Su creatividad ya era característica, el juego siempre estaba presente, al igual que el teatro, el movimiento del cuerpo, ese estallido que le corría por las venas, como el baile.

Es tanto que, a inicios de los años 90, cuando comenzó a estudiar Comunicación Social y Periodismo en la Universidad de Antioquia, “consiguió unos amigos y venían al apartamento de él y esa era la fantasía de todos los niños y la gente alrededor, porque uno los veía bailar y aprendíamos”, recuerda Nora. Esos recuerdos alegres de Nora sobre su tío, ahora se mezclan con el desasosiego. Fue en noviembre de 2023 que hablaron por última vez. “Para mí siempre vas a seguir siendo mi Manu. Te quiero mucho”, le dijo ella. “Igualmente. Un abrazo enorme”, le respondió él, como siempre lo hacía. A veces, él salía de viaje y no avisaba. Por eso, en marzo de 2024, cuando pasaron semanas sin responder mensajes, a sus seres queridos no les pareció tan extraño.

Además, porque según cuenta su sobrina, tampoco le gustaban los problemas. Como aquella vez en su adolescencia que él le reprochó cuando ella lo defendió de unos pela’os del barrio que le gritaron en forma ofensiva: “Adiós, perezosa”. Ser homosexual le costó a Manuel José reclamos y discriminaciones, pero más que todo cuando comenzó a hacerse visible a mediados de los años 90. Aunque se consideraba enemigo de las burocracias y de las organizaciones, en 1997 se lanzó al Concejo de Medellín, siendo uno de los primeros candidatos abiertamente gay aspirando a un cargo de elección popular. Incluso, logró la aceptación de una alianza de partidos, que incluía al Conservador, donde había políticos en contra de este tipo de proyectos que hablaban de amarse entre personas del mismo sexo o de enfermedades de transmisión sexual como el VIH, un virus que en ese momento alarmaba al continente con estigmas y miedos contra la población gay.

El camino fue tornándose todavía más violento. Tanto así que, para 2002, recibió la primera de las amenazas. Lo salvó un timbre, pues los hombres armados que lo buscaron golpearon en el piso equivocado. Para 2009, continuaron los panfletos, repartidos por presuntos grupos paramilitares que llegaron hasta los espacios que habitaba con mensajes como: “Limpiaremos este país de maricas”. Pero eso nunca fue obstáculo para que Manuel José “se llamara a sí mismo un marica feliz”, recuerda uno de sus mejores amigos, una felicidad desde la vida como activismo. Caminando por Medellín, en marchas y conversatorios, conociendo amigos en todo el país que gritaban que no los mataran por su orientación sexual.

También dictó, junto con compañeros como Hernando Muñoz, charlas de formación para policías y maestros en temas LGBTI. Además, se descubrió en el teatro y dirigió PoliTriArte, una corporación cultural y artística, creando obras como El coso con el que acoso y Eso de ser marica, al lado de sus dos compañeros sentimentales.

Una marica mentira

Todo comenzó con una mentira. En 1976, Manuel Velandia, un santandereano de acento sosegado, vio en un periódico alternativo una entrevista a León Zuleta, un estudiante de filosofía antioqueño, en la cual afirmaba ser parte del Movimiento Homosexual Colombiano junto a otros 10.000 integrantes. Como pudo, Velandia contactó a Zuleta, pues él también tenía el impulso de fundar un grupo como ese para hablar de sus derechos como gay. Pero la verdad era otra: ese movimiento tenía apenas un integrante. Era Zuleta solito. De a poco, los dos se dividieron tareas entre Medellín y Bogotá, y hace casi 50 años, el 9 de abril de 1977, comenzó un grupo de encuentro por la liberación de los gays. Desde entonces, nació una revolución homosexual a la que luego llegarían personajes como Manuel José Bermúdez Andrade, quien se hizo visible desde la creación de un blog digital en el que publicaba sus columnas.

Las palabras de este líder, según cuentan sus amigos —y que cualquiera puede googlearlas en “Maricadas que uno piensa”—, están llenas de pasión, son disidentes, hablan de culos y de política, del amor gay y la revolución popular. Fueron tantas, escritas y dichas, dicientes y retadoras, que lo llevaron a ejercer, durante más de 10 años, como profesor de la Facultad de Comunicaciones y Filología de la Universidad de Antioquia. Expresión oral y corporal y radio comunitaria eran algunas de las materias que él orientaba y que marcó a los estudiantes, en su mayoría de la seccional Urabá.

De sus clases, dicen, no había límites para la creatividad. “Nos tocaba contar de manera creativa lo que había pasado en la clase anterior. Por ejemplo, yo hice un cuento ambientado debajo del mar. Además, con ese vozarrón que el profe tenía, nos decía que ‘aquí no había bobos’. Contaba cómo había sido estigmatizado por ser marica y cómo creció su carácter digno de todo el respeto”, recuerda Sebastián Puerta, estudiante de Manuel José, quien lo describe con admiración y cariño tras permitirle abrir y comprender esa manera particular de mirar a la sexualidad y el amor.

Como Sebastián, son varios estudiantes que recuerdan el descomplique y la dureza de las palabras de Manuel José. En algunos chocaba porque usaba groserías y, aparentemente, decía todo lo que pensaba sin ninguna clase de filtro y eso lo hacía, muchas veces, tosco y grotesco. Su voz, sin duda, es un recuerdo entre los pasillos de la Universidad de Antioquia. “Me marcó por cómo hablaba. Me cambió la forma de entender las expresiones de amor y la libertad del otro. Entender que el amor también puede ser protesta”, dice Jhojan Millán, un estudiante de Periodismo —quien hizo la ilustración que acompaña este texto—, que conoció a Manuel José en una clase de periodismo del profesor César Alzate.

César Alzate, periodista y uno de esos grandes amigos de Manuel José, recuerda que desde 1995, en la época universitaria, compartieron algunas clases, además de contradicciones y complicidades. “Él tenía una misión de vida, quería hacer un trabajo social por la comunidad gay. Su vida entera fue un testimonio de cómo vivir siendo homosexual en una ciudad como Medellín que en los años en los que él creció apenas estaba evolucionando”, describe César de su amigo. “Él fue alborotado siempre. Con su propia vida había determinado que se iba a imponer, y decía: ‘¡Yo soy marica y lo soy en todos los escenarios!’”, cuenta el docente. A través de esa reivindicación, desde su lenguaje, Manuel luchó por desestigmatizar a la población homosexual.

Además de ser pionero en hablar del amor entre hombres, Manuel José Bermúdez Andrade fue más allá de las palabras. No solo fue de los primeros en lograr que el Estado reconociera su matrimonio con otro hombre, en el año 2000, sino que en 2017 consiguió que, por primera vez en Colombia, se reconociera un matrimonio de tres hombres. Su batalla jurídica y legal no terminó allí. El caso fue el siguiente: durante más de 10 años, Manuel José Bermúdez, John Alejandro Rodríguez y Álex Zabala sostuvieron una relación sentimental hasta la muerte del tercero a causa de un cáncer el 16 de abril de 2014. Aunque un juez había determinado que los dos hombres que vivían podrían recibir la pensión de su pareja fallecida, la administradora de pensiones objetó la decisión.

Hasta que la misma Corte Suprema de Justicia falló a su favor en diciembre de 2022. El alto tribunal decidió que, siempre y cuando demuestren las mismas condiciones de un matrimonio compuesto por dos, todo miembro de un hogar poliamoroso podrá acceder a ese tipo de jubilación. La victoria fue tan histórica que salió desde la capital antioqueña a titulares en periódicos de todo el mundo.

La marica muerte

“Salí de aquel campo santo, como fugaz mariposa. La luna llena y rabiosa, ver que en su lumbre fugaz. Y la calavera audaz, dijo al verme correr: aquí tienes que volver, y calavera serás…”, este fragmento de “La miseria humana”, un largo vallenato de Lisandro Meza, acompaña musicalmente la última publicación en el Instagram de Manuel José del 31 de diciembre de 2023. “Y entonces RECORDARÁS, a tu manera, desde tu experiencia, el SIEMPRE fuerte aletear de mariposa”, escribió en la publicación, en la que aparece él mismo en un fondo desenfocado con unas alas enormes de mariposa. La muerte de Manuel José fue tan simbólica como ese mensaje que hoy reposa en el museo en el que se convierten las redes sociales tras la ausencia. Como un misterio lento que espera ser resuelto y enterrado. Conmovedor y doloroso.

“Ante la muerte de un hombre tan querido en Medellín, sí debemos preguntarnos ¿qué pasó?, ¿por qué el cuerpo permaneció en Medicina Legal por más de un mes?, ¿cuáles fueron las causas de su muerte?, ¿por qué su cuerpo apareció en Santo Domingo (Antioquia)?, ¿por qué no hubo reporte público en medios de su desaparición?, ¿por qué ya no pertenecía a la corporación que ayudó a forjar?”, estas preguntas de Hernán Muñoz, el periodista que divulgó la noticia de que el cuerpo de Manuel José se encontraba desde el 9 de marzo de 2024 en Medicina Legal, las replican familiares, amigos y estudiantes. Hay confusión, una sensación que creció la mañana del 18 de abril, cuando el presidente Gustavo Petro le solicitó a la Fiscalía, a través de un mensaje de X, que investigara el presunto asesinato del líder.

A esto se suma que, al parecer, nadie lo estaba buscando. No hubo un cartel con su foto ni un hashtag en redes sociales, como suele suceder en estos casos. Solo silencio. Desde la Facultad de la Universidad de Antioquia, donde fue contratado por más de una década, explican que al profesor se le notificó de su nuevo contrato para comenzar a trabajar solo hasta el pasado 11 de marzo, tras terminar su labor del semestre anterior el 22 de febrero. Pero Manuel José nunca firmó, ni respondió. La Universidad no lo encontró, entonces buscó a otro docente para dirigir esa área.

A finales de enero de 2024, sus amigos se enteraron por medio de Facebook que había terminado su relación con sus parejas Víctor Hugo Prada Ardila y John Alejandro Rodríguez, con quien ya ajustaba 24 años. Por los mismos días, se informó desde la corporación PoliTriArte de su retiro, justificado en algunos incumplimientos de los estatutos. “Al terminar nuestra relación, como cualquier otra relación, perdimos contacto con él”, dijo Víctor mediante un comunicado. De la misma forma, Carlos Martínez, coronel de la Policía Metropolitana de Medellín, explicó que no se había establecido ningún tipo de denuncia sobre la desaparición. “El cadáver estaba suspendido a orillas del río Medellín, en jurisdicción rural de Santo Domingo (Antioquia)”, dijo y añadió que todavía no se ha establecido la causa de su muerte.

Manuel José corrió con la misma suerte y todavía sin explicaciones como la que tuvo León Zuleta, el mismo que fue expulsado de la Juventud Comunista Colombiana cuando tenía 19 años por declararse gay y murió a causa de varias puñaladas, con apenas 41 años, el 23 de agosto de 1993. Su muerte sigue estando impune, llena de teorías, al igual que la de Manuel José. Guillermo Correa, profesor de la Universidad de Antioquia e investigador de la historia gay de Antioquia, dice que este par de hombres hicieron de su existencia un lugar en la historia de los derechos de los gays colombianos y, especialmente, de la valentía del amor y del encuentro sexual. Como lo escribió el mismo Guillermo en una bella carta de despedida a su amigo Manuel José: “Adiós mariquita irreverente”.

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Valentina Arango Correa

Por Valentina Arango Correa

Periodista de la Universidad de Antioquia y realizadora audiovisual.@negruracorreavarango@elespectador.com

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hramirez(35380)24 de abril de 2024 - 12:27 a. m.
Buen relato, bien estructurado y con una reflexión que debemos hacernos
Felix(92619)23 de abril de 2024 - 05:48 p. m.
No vale la pena leer sobre maricadas de maricas. Al diablo con esa peste.
Chotis76(33546)23 de abril de 2024 - 05:42 p. m.
Estuvo genial esta nota.
Lina(37757)23 de abril de 2024 - 04:03 p. m.
Gracias por este artículo. Qué profundo.
Eduardo(52171)23 de abril de 2024 - 02:42 p. m.
Personas con coraje infinito. Excelente artículo.
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