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Cuando se habla de violencia en los municipios del norte del Cauca, a la mente de los habitantes llegan imágenes de grupos armados ilegales, enfrentamientos entre armados, secuestros y amenazas. Y aunque ese es el panorama que actualmente vive el departamento, también existen otras formas de violencia que, en caso de trascender, pueden agudizar los conflictos actuales, y allí ya no quieren más problemas. Para evitar este escenario, líderes y lideresas sociales han establecido mecanismos para que los líos cotidianos no escalen a la violencia. Una de esas iniciativas es la conciliación en equidad que, además, es impulsada principalmente por mujeres.
El trabajo para quienes ejercen esta labor en el Cauca no es sencillo. El recrudecimiento del conflicto allí ha llevado a nuevos confinamientos y desplazamientos, y la sola presencia de las disidencias de las extintas Farc en los cascos urbanos de algunos municipios ha generado zozobra en la población. El panorama se vuelve más complejo teniendo en cuenta la época preelectoral, pues se han reportado varias afectaciones en materia de seguridad y amenazas a candidatos en Caldono, Argelia, La Sierra, Toribío, entre otros. La integridad del liderazgo social no es un tema menor. En lo que va de 2023, según Indepaz, ya son 21 líderes asesinados en ese departamento, siendo en Santander de Quilichao el caso más reciente.
Es precisamente allí, en el segundo municipio más grande del Cauca, donde la conciliación en equidad busca tener un espacio para proponer soluciones en un entorno de problemas. Judith Serna, lideresa social y conciliadora en equidad de Santander de Quilichao, lo confirma, pues, para ella, desde el trabajo comunitario se puede alejar la violencia de los conflictos diarios. Por ejemplo, dice, una pelea entre vecinos por temas de linderos se puede solucionar por esta vía antes de que los involucrados lleguen a agresiones que puedan derivar en riñas más extensas. En ese caso, ya la conciliación no sería el camino, pues ante las agresiones, peleas y amenazas debe interceder la Fiscalía.
A pesar del conflicto, y, como dice Serna, que el norte del Cauca sea considerado como “zona roja”, asegura que ha podido llevar su labor con tranquilidad porque el territorio “se cuida entre todos”. Y por todos, Serna se refiere a la guardia indígena y la guardía cimarrona, las cuales “tienen mucho respeto dentro del departamento”. Aunque no puede interceder en situaciones que involucren actores armados, ya que eso es asunto de “otras dependencias”, si tiene claro que la confianza con los demás grupos étnicos que hay alrededor del municipio es un bastón de apoyo para proteger a los suyos. En Santander de Quilichao, dice, la unidad de todos le garantiza, al menos, sentirse tranquila.
“La verdad hay muchos casos que no es necesario llevar ante un juez o la policía. Por eso es que nos formamos como conciliadoras, porque a veces en la comunidad hay conflictos que son muy sencillos que se pueden solucionar por esta vía y así también se descongestiona la justicia: las casas de justicia y los juzgados. Esa descongestión también buscamos llevarla a los barrios o veredas más lejanas, porque también hay personas que viven lejos, entonces llevamos la conciliación a la comunidad para que a la gente no le quede muy complicado transportarse al casco urbano”. Le dijo Serna a este diario, y añadió que el hecho de movilizar la conciliación responde al viejo refrán que dice que “la ropa sucia se lava en casa”.
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Esa es justamente la filosofía que acompaña a Noralba Guerrero, una lideresa social nacida en Palmira, pero que ha ejercido su liderazgo en el municipio de Miranda durante más de 30 años. Allí, ella es una de las pocas mujeres que se ha atrevido a ejercer la labor de conciliación y ya lleva varios años siendo representante legal del Consejo Comunitario de Afromirandeños, el cual también hace parte de la Asociación de Consejos Comunitarios del Norte del Cauca (Aconc). En su extensa trayectoria, Guerrero ha trabajado con algunas organizaciones de mujeres en esa zona del departamento, con el fin de hacer visible el papel de la mujer en diferentes frentes.
Para ella, la conciliación en equidad es una forma de liderazgo, pues la resolución de conflictos es un tema que conoce desde sus inicios en el trabajo comunitario. En su concepto, la base para poner en marcha este ejercicio es la confianza que los habitantes del municipio puedan brindarle cuando le cuentan “cosas personales”. No es una tarea fácil, dice, porque es prácticamente conocer los secretos de sus amigos y vecinos. Guerrero, junto a otras mujeres de diferentes municipios aledaños, se ha capacitado de la mano del programa Justicia Inclusiva de Usaid para, así, conformar con sus compañeras una red que pueda operar en el norte del Cauca, resolviendo tensiones en todo el territorio.
“Uno para ser conciliadora en equidad debe ser como el sacerdote prácticamente. Que a uno lo que le cuentan no tiene porqué ir a contárselo a otras personas. Entonces, por eso es que a uno le tienen confianza, por eso es que me buscan, porque al hablar con las personas me doy cuenta que se sienten tranquilas, que uno no sale a divulgar sus problemas personales (...) Me gusta esto de conciliar porque toda la vida he estado en temas de mediar conflictos entre personas, sobre todo en mi tierra y, gracias a Dios, me he capacitado para llegar a ser conciliadora en equidad”, le dijo Guerrero a El Espectador.
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Es precisamente esa experiencia lo que ha llevado a más conciliadoras en equidad a sumarse a la red de aprendizaje que busca una mayor participación en este ejercicio. Rosa Helena Secue vive en la vereda La Mina, cerca del municipio de Jambaló. Allí, aunque hay una presencia constante de actores armados, dice, es un ambiente “muy tranquilo”. No obstante, es común que se presenten conflictos como los mencionados anteriormente en este artículo: linderos, problemas de vecinos y deudas. Pero esa es, justamente, la novedad para Secue. Al ser un municipio en calma, los conflictos o peleas no pasan desapercibidas y todo el mundo se da cuenta de que algo está pasando.
“Sería bueno que en esta red de conciliación todos podamos compartir las experiencias que vivimos en nuestros territorios, ya que hay personas con una trayectoria más extensa. Si hay algo que uno no sabe lo puede aprender de otras conciliadoras que tengan más experiencia porque hay problemas complicados de conciliar y al escuchar cómo trabajan otras personas podemos ayudarnos entre todos”, anotó.
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Pero que la conciliación en equidad sea un proyecto encabezado por mujeres no es una casualidad. Para Marta Cecilia Álvarez, quien hace parte de la Federación de Juntas de Acción Comunal del Cauca, el papel de la mujer en la resolución de conflictos es crucial, no solo por el hecho de que le da herramientas al liderazgo femenino, sino, también, empodera a las conciliadoras para enfrentarse a una sociedad “machista, violenta y donde las violencias basadas en género son un pan de cada día”. La red de conciliación, dice, busca crear métodos para las buenas prácticas de convivencia entre el vecindario y la comunidad, al tiempo que destaca las formas organizativas del territorio: lo cultural, lo étnico y la diversidad.
“A las mujeres, no solamente en el municipio sino a nivel departamental, nos dicen: empodérense. Las estructuras políticas no vienen diseñadas realmente para la participación de las mujeres y hemos tenido que abrirnos espacios de alguna manera en medio de la dificultad, pues nos amenazan, nos maltratan, y hasta nos matan. La sociedad muchas veces no reconoce eso como violencia y eso hace que otras mujeres desistan de sus intenciones de participar. Y pues nosotras queremos trabajar en pro de construir sociedades más inclusivas y justas para las mujeres en el norte del Cauca “, dijo.
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Así pues, en medio de un contexto de asedio y amenazas, las conciliadoras en equidad en esta región continúan ejerciendo sus labores para evitar que las tensiones cotidianas encuentren un camino de violencia. Bien sea en zonas urbanas o rurales, se han dedicado a ponerle una fuerte barrera a nuevas formas de violencia y, hasta el momento ha funcionado. En ese camino, a su vez, hacen un llamado para que más mujeres puedan sumarse a esta iniciativa y que su labor se pueda extender a otros territorios con altos niveles de conflictividad.
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