Mujeres indígenas: las guardianas de vida que se reunieron para exigir justicia
Este jueves se conmemoró el Día Internacional de la Mujer Indígena, una fecha en la que se aplaude el trabajo que durante décadas ha hecho esta población, pero también un grito para demandar que sus vidas, tanto en los resguardos como en las ciudades, no sean vulneradas.
Tomás Tarazona Ramírez
Más que una conmemoración, dice Antonia Agreda, celebrar el Día de la mujer indígena sirve para entender que nosotras hemos dejado un legado muy fuerte en la protección de los derechos colectivos indígenas. La líder del pueblo Inga y gerente de cultura y diversidad del programa de Juntanza Étnica de Usaid, fue una del medio centenar de mujeres indígenas que se reunieron este jueves en Bogotá para conmemorar una fecha que, más que aplaudir las luchas de lideresas étnicas en Colombia, intentan que sus vidas dejen de estar asociadas a violencias y brechas.
Este jueves se conmemoró el Día de la Mujer Indígena: una fecha celebrada a nivel internacional que busca, según ONU Mujeres, visibilizar el importante papel que las mujeres de los 115 pueblos indígenas de Colombia han tenido para que sus derechos, territorios y vidas sean espacios seguros y libres de violencias.
“Hoy celebramos la fuerza, sabiduría y resistencia de las guardianas de la cultura, la tierra y la vida que a través de sus historias y luchas siguen marcando el camino hacia un futuro más justo y equitativo”, aseguró la Mesa Permanente de Concertación Indígena.
Aunque usualmente se hable de los grupos indígenas como “grupos minoritarios”, ONU Mujeres asegura que esta afirmación es errónea. De casi dos millones de indígenas que hay en Colombia, el 50 % son mujeres que dedican sus vidas desde que son adolescentes al cuidado del ambiente, la defensa de la justicia y alzan sus voces, tanto en los resguardos como en otros espacios de poder político, para salvaguardar las luchas étnicas.
Un ejemplo claro es el de Fanny Kuiru, una lideresa huitoto que ha empeñado más de dos tercios de su vida en hacer que la justicia social se convierta en una realidad para los pueblos amazónicos. Kuiru, conocida por ser una de las primeras mujeres en recibir un título universitario en Colombia.
A sus 61 años, Kuiru es la coordinadora general de las Organización Indígena de la Cuenca Amazónica (Coica), y sigue repitiendo a presidentes, ministros, empresarios y espectadores que los indígenas deben ser escuchados, ya sea mitigar los daños climáticos en la Amazonía, como para ser incluidos en temas tan elementales como la justicia, formas de gobernar y maneras para reparar el tejido social tras los delitos.
Un día de aplausos
Antonia Agreda, lideresa y magíster en supervisión educativa, asegura que esta fecha sirve para reconocer aquellos aspectos de la vida de las mujeres indígenas que son opacados usualmente. Para ella, “nosotras somos guardianas de vida y hemos tenido una gran incidencia para crear un legado en el que la defensa de la vida, el territorio y los derechos sea una realidad”, dijo a este diario.
Hace cinco décadas, las mujeres indígenas eran excluidas tanto en sus comunidades como en el reto del país: sus voces no eran escuchadas, no había lugares desde donde pudieran tomar decisiones políticas importantes. Pero actualmente, son más notorios los casos en los que estas mujeres han llegado a tomar las riendas de sus resguardos y llegar a posiciones de poder para intentar mejorar las condiciones de vida de los grupos indígenas, ya sea a través de la política, la literatura o los saberes ancestrales.
En 2022, por ejemplo, Leonor Zalabata una lideresa arhuaca experta en derechos humanos, se convirtió en la primera mujer indígena en representar a Colombia ante la asamblea de la ONU y hacer que sus intervenciones en las convenciones de Naciones Unidas incluyan los pedidos de justicia indígena.
“Las mujeres indígenas somos líderes en la promoción de nuestros derechos, así como los de nuestras comunidades y familias. En este proceso, hemos trabajado para que se reconozcan nuestros aportes, conocimientos, el legado cultural y el trabajo que construimos junto a nuestras familias, niños y jóvenes en los territorios”, explica Agreda.
Cerrar brechas, la tarea inconclusa
Aunque esta fecha es un espacio para aplaudir aquellas historias de vida que pese a la violencia y la exclusión han logrado defender la vida y el territorio, hay quienes aseguran que también se debe hablar de aquellas brechas que aún afectan tanto a mujeres como niñas indígenas en la realización de sus derechos.
Antonia Agredo, por ejemplo, asegura que desde su óptica como lideresa y cabeza de un proyecto de justicia étnica en Colombia, “hay varias brechas pendientes”. “El lenguaje, las agresiones de género y que haya más facilidades de educación para que las mujeres también se formen son algunas de ellas”, aclara.
La violencia de género, además, sigue siendo un obstáculo en el avance que han tenido las mujeres para consagrar sus derechos. De acuerdo con un informe realizado por la Ruta Pacífica de Mujeres (una organización de mujeres afro e indígenas), en lo corrido de 2024 se han registrado al menos 134 de agresiones basadas en género, entre las cuales se encuentran tentativa de feminicidio (88), violencia y explotación sexual (29) y 16 registros en los que la guerra y los daños colaterales del conflicto las han afectado.
“Hemos notado importantes brechas negativas en el empleo, donde nuestro trabajo en la agricultura y la cultura ha sido invisibilizado. A pesar de esto, hemos sobresalido como sabias y maestras, lo que nos motiva a seguir impulsando nuestras luchas”, concluye Agreda.
¿Sabe qué es la justicia centrada en las personas? Visite Justicia Inclusiva de El Espectador
Más que una conmemoración, dice Antonia Agreda, celebrar el Día de la mujer indígena sirve para entender que nosotras hemos dejado un legado muy fuerte en la protección de los derechos colectivos indígenas. La líder del pueblo Inga y gerente de cultura y diversidad del programa de Juntanza Étnica de Usaid, fue una del medio centenar de mujeres indígenas que se reunieron este jueves en Bogotá para conmemorar una fecha que, más que aplaudir las luchas de lideresas étnicas en Colombia, intentan que sus vidas dejen de estar asociadas a violencias y brechas.
Este jueves se conmemoró el Día de la Mujer Indígena: una fecha celebrada a nivel internacional que busca, según ONU Mujeres, visibilizar el importante papel que las mujeres de los 115 pueblos indígenas de Colombia han tenido para que sus derechos, territorios y vidas sean espacios seguros y libres de violencias.
“Hoy celebramos la fuerza, sabiduría y resistencia de las guardianas de la cultura, la tierra y la vida que a través de sus historias y luchas siguen marcando el camino hacia un futuro más justo y equitativo”, aseguró la Mesa Permanente de Concertación Indígena.
Aunque usualmente se hable de los grupos indígenas como “grupos minoritarios”, ONU Mujeres asegura que esta afirmación es errónea. De casi dos millones de indígenas que hay en Colombia, el 50 % son mujeres que dedican sus vidas desde que son adolescentes al cuidado del ambiente, la defensa de la justicia y alzan sus voces, tanto en los resguardos como en otros espacios de poder político, para salvaguardar las luchas étnicas.
Un ejemplo claro es el de Fanny Kuiru, una lideresa huitoto que ha empeñado más de dos tercios de su vida en hacer que la justicia social se convierta en una realidad para los pueblos amazónicos. Kuiru, conocida por ser una de las primeras mujeres en recibir un título universitario en Colombia.
A sus 61 años, Kuiru es la coordinadora general de las Organización Indígena de la Cuenca Amazónica (Coica), y sigue repitiendo a presidentes, ministros, empresarios y espectadores que los indígenas deben ser escuchados, ya sea mitigar los daños climáticos en la Amazonía, como para ser incluidos en temas tan elementales como la justicia, formas de gobernar y maneras para reparar el tejido social tras los delitos.
Un día de aplausos
Antonia Agreda, lideresa y magíster en supervisión educativa, asegura que esta fecha sirve para reconocer aquellos aspectos de la vida de las mujeres indígenas que son opacados usualmente. Para ella, “nosotras somos guardianas de vida y hemos tenido una gran incidencia para crear un legado en el que la defensa de la vida, el territorio y los derechos sea una realidad”, dijo a este diario.
Hace cinco décadas, las mujeres indígenas eran excluidas tanto en sus comunidades como en el reto del país: sus voces no eran escuchadas, no había lugares desde donde pudieran tomar decisiones políticas importantes. Pero actualmente, son más notorios los casos en los que estas mujeres han llegado a tomar las riendas de sus resguardos y llegar a posiciones de poder para intentar mejorar las condiciones de vida de los grupos indígenas, ya sea a través de la política, la literatura o los saberes ancestrales.
En 2022, por ejemplo, Leonor Zalabata una lideresa arhuaca experta en derechos humanos, se convirtió en la primera mujer indígena en representar a Colombia ante la asamblea de la ONU y hacer que sus intervenciones en las convenciones de Naciones Unidas incluyan los pedidos de justicia indígena.
“Las mujeres indígenas somos líderes en la promoción de nuestros derechos, así como los de nuestras comunidades y familias. En este proceso, hemos trabajado para que se reconozcan nuestros aportes, conocimientos, el legado cultural y el trabajo que construimos junto a nuestras familias, niños y jóvenes en los territorios”, explica Agreda.
Cerrar brechas, la tarea inconclusa
Aunque esta fecha es un espacio para aplaudir aquellas historias de vida que pese a la violencia y la exclusión han logrado defender la vida y el territorio, hay quienes aseguran que también se debe hablar de aquellas brechas que aún afectan tanto a mujeres como niñas indígenas en la realización de sus derechos.
Antonia Agredo, por ejemplo, asegura que desde su óptica como lideresa y cabeza de un proyecto de justicia étnica en Colombia, “hay varias brechas pendientes”. “El lenguaje, las agresiones de género y que haya más facilidades de educación para que las mujeres también se formen son algunas de ellas”, aclara.
La violencia de género, además, sigue siendo un obstáculo en el avance que han tenido las mujeres para consagrar sus derechos. De acuerdo con un informe realizado por la Ruta Pacífica de Mujeres (una organización de mujeres afro e indígenas), en lo corrido de 2024 se han registrado al menos 134 de agresiones basadas en género, entre las cuales se encuentran tentativa de feminicidio (88), violencia y explotación sexual (29) y 16 registros en los que la guerra y los daños colaterales del conflicto las han afectado.
“Hemos notado importantes brechas negativas en el empleo, donde nuestro trabajo en la agricultura y la cultura ha sido invisibilizado. A pesar de esto, hemos sobresalido como sabias y maestras, lo que nos motiva a seguir impulsando nuestras luchas”, concluye Agreda.
¿Sabe qué es la justicia centrada en las personas? Visite Justicia Inclusiva de El Espectador