“La autonomía económica es fundamental para salir de la violencia”: ONU Mujeres
Desde el She Is Global Forum 2024 en Medellín, María Noel Vaeza, directora regional de ONU Mujeres, habló con El Espectador sobre la importancia del derecho al cuidado y los retos para promover el cierre de la brecha de género en Latinoamérica.
Valentina Arango Correa
En medio de la celebración anual de la Feria de las Flores en Medellín, el She Is Forum 2024 también se desarrolla en la capital antioqueña. Se trata de un espacio académico en el que más de 5.000 personas se pusieron cita este 8 y 9 de agosto, para hablar sobre el avance para el desarrollo sostenible con equidad de género en Latinoamérica.
Una de las invitadas fue María Noel Vaeza, la uruguaya que está a la cabeza de ONU Mujeres para las Américas y el Caribe, quien dio el discurso de apertura al evento y le contó a El Espectador sobre los escenarios actuales en materia de la economía del cuidado.
¿Cuál es el mayor reto para garantizar los derechos de las mujeres en Latinoamérica?
El mayor reto es el tema de cuidados. Desde la Conferencia Regional de la Mujer en Buenos Aires hace dos años, se generó un nuevo concepto de desarrollo que es la sociedad del cuidado. Es un compromiso con las mujeres de nuestra región para darles ese espacio que les permita tener una mejor vida familiar, salir a trabajar, generar una economía del cuidado, que es verde, porque no genera contaminación, pero además permite que la mujer salga a trabajar. Entonces, tiene un efecto compuesto de cerrar la brecha entre hombres y mujeres. Como mencionaba hoy, el 52 % de las mujeres trabajan, mientras que un 78 % de hombres lo hacen. De tal manera que, si la mujer tiene un sistema de cuidado público, privado, comunitario, con la cosmovisión indígena y toda la diversidad maravillosa de nuestra región, eso va a permitir que la mujer pueda salir a trabajar.
Lo más importante, en este momento donde la región no crece, es demostrarles a los presidentes de todos los colores que si no se involucra a la mujer en el mercado laboral, que si no se permite que la mujer entre al mercado laboral, no va a haber desarrollo. Siempre se va a crecer un poquito, con nada. Entonces, lo que queremos demostrar con datos duros, porque a veces hay presidentes que solo miran los datos duros, es que se puede crecer hasta un 30 % más si se involucra a las mujeres. Por eso, creo firmemente que los programas de macroeconomía tienen que tener una mirada fuerte sobre lo que se hace con las mujeres.
¿Hay algún escenario actual que menciona el derecho al cuidado, en el que sea más necesario reducir esa desigualdad o en el que haya una mayor preocupación en Latinoamérica?
Bueno, mira, hay otras regiones que están mucho peor que nosotros. Si piensas en un país como Jordania, solo el 20% de las mujeres participan en la economía. Nosotros estamos mal, pero tampoco tan mal. Creo que no debemos focalizarnos únicamente en programas específicos, sino empezar a ver la macroeconomía con un enfoque de género. Lo que quiero es que las grandes decisiones tomen en cuenta cómo lograr la inclusión de la mujer en la economía para que el país crezca. Creo firmemente que es la única salida. Y para eso, hay que estar en las grandes políticas públicas. Por eso la macroeconomía, por eso las políticas que tienen que ver con el cuidado, los temas de inclusión financiera, pero también la violencia. La violencia hace perder a los países entre un 1 % y un 5 % del producto bruto. Entonces, ¿de qué estamos hablando? Es un tema societal, no es un tema intrafamiliar, es un tema de toda la sociedad.
¿De qué manera un desarrollo sostenible con equidad de género nos permitiría caminar hacia la eliminación de las violencias contra las mujeres?
Creo que hay que trabajar en las masculinidades, eliminar esas masculinidades tóxicas y esas conductas psicópatas que, aunque son las menos, nacen del círculo de la violencia. Quien recibe violencia, produce violencia. Entonces, ¿cómo cortar ese círculo? En mayo estuvimos en Córdoba, Argentina, con todas las representantes de ONU Mujeres y mi oficina regional, porque allí tienen un programa espectacular sobre un centro de masculinidades que está siendo exitoso en disminuir los feminicidios y la violencia. Los hombres, a través de este sistema que es interinstitucional y multidisciplinario, se dan cuenta de que están produciendo violencia. Educar para la no violencia es fundamental, y creo que hay que hacer más en este sentido.
Muy poca atención se está dando en la región a trabajar con los hombres. Siempre trabajamos con las mujeres y a veces me critican por hablar tanto de los hombres, pero es que la solución no es hablar entre nosotras solamente, sino incorporar a los hombres, particularmente a esos hombres tóxicos que debemos cambiar. Tenemos algunas iniciativas que están dando buenos resultados, y espero que sigan así. Tengo mucha fe en que la nueva presidenta de México va a aprovechar este tema; ya lo dijo en su campaña, porque en México se asesinan 11 mujeres por día y en Brasil nueve. Entonces, tenemos que trabajar en estos temas.
Ahora que mencionó la armonización propia de las mujeres indígenas y la manera en que esto podría aportar al desarrollo comunitario. A propósito de que el 9 de agosto se conmemora el Día Internacional de los Pueblos Indígenas, ¿cómo has visto el panorama a nivel de derechos que se tiene actualmente desde la organización relacionada con esta población?
Nosotros tenemos una alianza estratégica con todas las organizaciones indígenas, por supuesto, con doña Rigoberta Menchú. Hemos creado la Plataforma de Mujeres Indígenas en Guatemala, que no existía y ahora es una institución. Aunque todavía es informal, es reconocida por los actores políticos, y ese era el objetivo: que no fueran invisibilizadas, que no fueran llamadas individualmente, sino colectivamente, porque el desarrollo de las poblaciones indígenas es comunitario. Ellas trabajan el interés colectivo además del individual, lo cual está en su cosmovisión. Debemos aprender de eso para lograr que todos los feminismos, que son muy distintos en nuestra región, pero muy vibrantes y necesarios para su avance, puedan trabajar juntos: colectivos jóvenes, mujeres mayores como yo, indígenas, afrodescendientes, discapacitadas, mujeres de todas las orientaciones y entidades sexuales. Todos debemos trabajar juntos para alcanzar ese respeto que necesitamos, primero por nuestros derechos, para seguir creciendo.
¿Cuál es entonces el objetivo de implementar el derecho al cuidado en comunidades indígenas?
Queremos que el cuidado se convierta en un derecho humano. Es fundamental reconocer el trabajo no remunerado del cuidado, eliminar la violencia, y las comunidades indígenas lo están entendiendo, están teniendo una voz. Lo que más me impresiona en Guatemala es que cuando trabajé allí en 1997, al momento de la firma de la paz, había muy pocas jóvenes indígenas estudiando en la universidad. Estimulamos una cantidad de programas para cambiar eso, y 25 o 26 años después, la cantidad de mujeres indígenas en Guatemala con doctorados y maestrías dobles es impresionante. Están en el gobierno, que ha nombrado muchísimas ministras, viceministras, directoras de entidades indígenas. Es el primer gobierno que verdaderamente ha puesto a las mujeres indígenas en la escena política
Claro, se critica que no tienen experiencia, ¿y a los hombres quién les pide experiencia? A nosotras nos piden experiencia, tenemos que demostrar el doble, como siempre. Pero estoy muy ilusionada y contenta con eso, y lo mismo pasa en otros países, como Panamá y Bolivia, con mujeres extraordinarias que han venido formándose. Estamos apoyando los sistemas de cuidado con esa cosmovisión y la autonomía económica, que es fundamental para salir de la violencia, estoy convencida de ello.
¿De qué manera un espacio como el She Is Forum contribuye al avance de la construcción de una agenda en Latinoamérica relacionada con la equidad de género?
Quiero destacar a Nadia Sánchez, quien ha sido un motor maravilloso. Hace siete años creó la Fundación She Is, con una fuerza y determinación enfocada. Además, creo que hay tres aspectos clave: primero, ese poder de convocatoria para hacer networking, para crear redes centradas en temas de empoderamiento económico de la mujer, autonomía e independencia. Pero sobre todo, ese espacio para generar redes. Segundo, la apuesta por crear una fundación. Hoy en día, creo que es una manera sumamente eficaz de atraer esas redes y levantar la voz para los temas que queremos cambiar. Es como estar en las calles, hacer abogacía, estar dentro de una institución. También es importante generar instituciones del tercer sector, generar fundaciones que permitan ese rol modelo que se está creando.
Tercero, necesitamos tener fundaciones, necesitamos tener este tipo de emprendimientos para, en conjunto, cambiar las políticas públicas. No se cambian solo en los parlamentos o en los poderes ejecutivos; se cambian cuando toda la sociedad actúa. Es importante que toda la sociedad esté hablando e intercambiando, escuchando las realidades de vida, lo cual creo que es muy importante. Por eso, desde que conocí a Nadia en Cartagena hace como cinco años, siempre me pareció espectacular su fuerza, su energía, su empuje.
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En medio de la celebración anual de la Feria de las Flores en Medellín, el She Is Forum 2024 también se desarrolla en la capital antioqueña. Se trata de un espacio académico en el que más de 5.000 personas se pusieron cita este 8 y 9 de agosto, para hablar sobre el avance para el desarrollo sostenible con equidad de género en Latinoamérica.
Una de las invitadas fue María Noel Vaeza, la uruguaya que está a la cabeza de ONU Mujeres para las Américas y el Caribe, quien dio el discurso de apertura al evento y le contó a El Espectador sobre los escenarios actuales en materia de la economía del cuidado.
¿Cuál es el mayor reto para garantizar los derechos de las mujeres en Latinoamérica?
El mayor reto es el tema de cuidados. Desde la Conferencia Regional de la Mujer en Buenos Aires hace dos años, se generó un nuevo concepto de desarrollo que es la sociedad del cuidado. Es un compromiso con las mujeres de nuestra región para darles ese espacio que les permita tener una mejor vida familiar, salir a trabajar, generar una economía del cuidado, que es verde, porque no genera contaminación, pero además permite que la mujer salga a trabajar. Entonces, tiene un efecto compuesto de cerrar la brecha entre hombres y mujeres. Como mencionaba hoy, el 52 % de las mujeres trabajan, mientras que un 78 % de hombres lo hacen. De tal manera que, si la mujer tiene un sistema de cuidado público, privado, comunitario, con la cosmovisión indígena y toda la diversidad maravillosa de nuestra región, eso va a permitir que la mujer pueda salir a trabajar.
Lo más importante, en este momento donde la región no crece, es demostrarles a los presidentes de todos los colores que si no se involucra a la mujer en el mercado laboral, que si no se permite que la mujer entre al mercado laboral, no va a haber desarrollo. Siempre se va a crecer un poquito, con nada. Entonces, lo que queremos demostrar con datos duros, porque a veces hay presidentes que solo miran los datos duros, es que se puede crecer hasta un 30 % más si se involucra a las mujeres. Por eso, creo firmemente que los programas de macroeconomía tienen que tener una mirada fuerte sobre lo que se hace con las mujeres.
¿Hay algún escenario actual que menciona el derecho al cuidado, en el que sea más necesario reducir esa desigualdad o en el que haya una mayor preocupación en Latinoamérica?
Bueno, mira, hay otras regiones que están mucho peor que nosotros. Si piensas en un país como Jordania, solo el 20% de las mujeres participan en la economía. Nosotros estamos mal, pero tampoco tan mal. Creo que no debemos focalizarnos únicamente en programas específicos, sino empezar a ver la macroeconomía con un enfoque de género. Lo que quiero es que las grandes decisiones tomen en cuenta cómo lograr la inclusión de la mujer en la economía para que el país crezca. Creo firmemente que es la única salida. Y para eso, hay que estar en las grandes políticas públicas. Por eso la macroeconomía, por eso las políticas que tienen que ver con el cuidado, los temas de inclusión financiera, pero también la violencia. La violencia hace perder a los países entre un 1 % y un 5 % del producto bruto. Entonces, ¿de qué estamos hablando? Es un tema societal, no es un tema intrafamiliar, es un tema de toda la sociedad.
¿De qué manera un desarrollo sostenible con equidad de género nos permitiría caminar hacia la eliminación de las violencias contra las mujeres?
Creo que hay que trabajar en las masculinidades, eliminar esas masculinidades tóxicas y esas conductas psicópatas que, aunque son las menos, nacen del círculo de la violencia. Quien recibe violencia, produce violencia. Entonces, ¿cómo cortar ese círculo? En mayo estuvimos en Córdoba, Argentina, con todas las representantes de ONU Mujeres y mi oficina regional, porque allí tienen un programa espectacular sobre un centro de masculinidades que está siendo exitoso en disminuir los feminicidios y la violencia. Los hombres, a través de este sistema que es interinstitucional y multidisciplinario, se dan cuenta de que están produciendo violencia. Educar para la no violencia es fundamental, y creo que hay que hacer más en este sentido.
Muy poca atención se está dando en la región a trabajar con los hombres. Siempre trabajamos con las mujeres y a veces me critican por hablar tanto de los hombres, pero es que la solución no es hablar entre nosotras solamente, sino incorporar a los hombres, particularmente a esos hombres tóxicos que debemos cambiar. Tenemos algunas iniciativas que están dando buenos resultados, y espero que sigan así. Tengo mucha fe en que la nueva presidenta de México va a aprovechar este tema; ya lo dijo en su campaña, porque en México se asesinan 11 mujeres por día y en Brasil nueve. Entonces, tenemos que trabajar en estos temas.
Ahora que mencionó la armonización propia de las mujeres indígenas y la manera en que esto podría aportar al desarrollo comunitario. A propósito de que el 9 de agosto se conmemora el Día Internacional de los Pueblos Indígenas, ¿cómo has visto el panorama a nivel de derechos que se tiene actualmente desde la organización relacionada con esta población?
Nosotros tenemos una alianza estratégica con todas las organizaciones indígenas, por supuesto, con doña Rigoberta Menchú. Hemos creado la Plataforma de Mujeres Indígenas en Guatemala, que no existía y ahora es una institución. Aunque todavía es informal, es reconocida por los actores políticos, y ese era el objetivo: que no fueran invisibilizadas, que no fueran llamadas individualmente, sino colectivamente, porque el desarrollo de las poblaciones indígenas es comunitario. Ellas trabajan el interés colectivo además del individual, lo cual está en su cosmovisión. Debemos aprender de eso para lograr que todos los feminismos, que son muy distintos en nuestra región, pero muy vibrantes y necesarios para su avance, puedan trabajar juntos: colectivos jóvenes, mujeres mayores como yo, indígenas, afrodescendientes, discapacitadas, mujeres de todas las orientaciones y entidades sexuales. Todos debemos trabajar juntos para alcanzar ese respeto que necesitamos, primero por nuestros derechos, para seguir creciendo.
¿Cuál es entonces el objetivo de implementar el derecho al cuidado en comunidades indígenas?
Queremos que el cuidado se convierta en un derecho humano. Es fundamental reconocer el trabajo no remunerado del cuidado, eliminar la violencia, y las comunidades indígenas lo están entendiendo, están teniendo una voz. Lo que más me impresiona en Guatemala es que cuando trabajé allí en 1997, al momento de la firma de la paz, había muy pocas jóvenes indígenas estudiando en la universidad. Estimulamos una cantidad de programas para cambiar eso, y 25 o 26 años después, la cantidad de mujeres indígenas en Guatemala con doctorados y maestrías dobles es impresionante. Están en el gobierno, que ha nombrado muchísimas ministras, viceministras, directoras de entidades indígenas. Es el primer gobierno que verdaderamente ha puesto a las mujeres indígenas en la escena política
Claro, se critica que no tienen experiencia, ¿y a los hombres quién les pide experiencia? A nosotras nos piden experiencia, tenemos que demostrar el doble, como siempre. Pero estoy muy ilusionada y contenta con eso, y lo mismo pasa en otros países, como Panamá y Bolivia, con mujeres extraordinarias que han venido formándose. Estamos apoyando los sistemas de cuidado con esa cosmovisión y la autonomía económica, que es fundamental para salir de la violencia, estoy convencida de ello.
¿De qué manera un espacio como el She Is Forum contribuye al avance de la construcción de una agenda en Latinoamérica relacionada con la equidad de género?
Quiero destacar a Nadia Sánchez, quien ha sido un motor maravilloso. Hace siete años creó la Fundación She Is, con una fuerza y determinación enfocada. Además, creo que hay tres aspectos clave: primero, ese poder de convocatoria para hacer networking, para crear redes centradas en temas de empoderamiento económico de la mujer, autonomía e independencia. Pero sobre todo, ese espacio para generar redes. Segundo, la apuesta por crear una fundación. Hoy en día, creo que es una manera sumamente eficaz de atraer esas redes y levantar la voz para los temas que queremos cambiar. Es como estar en las calles, hacer abogacía, estar dentro de una institución. También es importante generar instituciones del tercer sector, generar fundaciones que permitan ese rol modelo que se está creando.
Tercero, necesitamos tener fundaciones, necesitamos tener este tipo de emprendimientos para, en conjunto, cambiar las políticas públicas. No se cambian solo en los parlamentos o en los poderes ejecutivos; se cambian cuando toda la sociedad actúa. Es importante que toda la sociedad esté hablando e intercambiando, escuchando las realidades de vida, lo cual creo que es muy importante. Por eso, desde que conocí a Nadia en Cartagena hace como cinco años, siempre me pareció espectacular su fuerza, su energía, su empuje.
¿Sabe qué es la justicia centrada en las personas? Visite Justicia Inclusiva de El Espectador