Nora Muyuy, la mujer indígena que salvaguarda sus raíces con ayuda del turismo
¿Cómo dar a conocer la cultura indígena al mundo entero?, ¿cómo cerciorarse de que se proteja?, ¿cómo hacer que los jóvenes indígenas se sientan orgullosos de lo que son? Estas son algunas de las preguntas a las que Nora encontró respuestas con ayuda del turismo comunitario, cultural y de bienestar étnico. Esta es su historia.
Laura Sofía Solórzano Cárdenas
Nora Muyuy, una mujer indígena del Putumayo, aprendió a vivir desde lo colectivo. Creció con las costumbres y saberes de sus ancestros, compartió desde antes de aprender a caminar con la naturaleza y se apropió de la construcción del bienestar comunitario, de la protección de las mujeres, los niños y las otras especies.
Dice que este querer ayudar al otro viene desde los ancestros, pues “ellos siempre han sido comunitarios, siempre nos han instruido de que como seres humanos tenemos que ayudarnos los unos con los otros, y de esa manera hemos ido avanzando”.
Con esto en mente, se encaminó en el trabajo social, fue presidenta de Juntas de Acción Comunal, orientó a comunidades indígenas y no indígenas y se convirtió en una experta en la sabiduría ancestral. Sin embargo, en 2008, a ese camino que había transitado, se le atravesó la violencia, las amenazas y el dolor, lo que la obligó a abandonar todo lo que le era conocido.
“Fueron unos años muy fuertes para todos nosotros. Putumayo fue reconocido como una cuna del narcotráfico, de una guerra absurda entre grupos al margen de la ley, y eso conlleva problemas de seguridad para todos los actores de Trabajo Social. Así fue como, junto con mi familia, fui víctima del conflicto armado y tuve que salir un tiempo del territorio”, cuenta.
En su exilio, pensó en que no quería abandonar Mocoa, su casa, su historia. Era el lugar en el que había nacido, crecido, al que estaba acostumbrada y, recuerda, no fue tarea fácil acostumbrarse a otros pueblos pues, aunque la acogieron, no se sentían como su hogar. “En 2012 pudimos regresar, pero ya con pensamientos muy diferentes”, cuenta.
Cuando volvió, el turismo se presentó como la oportunidad de seguir apoyando a su comunidad, de enseñar sobre el cuidado de la naturaleza y de la sabiduría ancestral, pero también de generar oportunidades de empleo y desarrollo. Así nació “Exploremos Putumayo”, una agencia de viajes con enfoque étnico.
“Se organizó y fue creada con el propósito de ser líderes en turismo de bienestar, articulado con la comunidad indígena, valorando nuestras costumbres, valorando la gastronomía, el turismo comunitario y sobre todo apreciando la biodiversidad que existe en nuestro territorio. Quería ayudar a eliminar esa estigmatización que tiene el territorio, mostrarle al mundo entero que es amplio, que podemos ver la armonía de nuestro pueblo indígena, de las comunidades campesinas, que podemos compartir”, cuenta Nora.
Por medio del turismo receptivo han llegado colombianos y extranjeros al territorio de Nora y su familia y todos se han maravillado con la riqueza cultural y natural. Ven las aves, las cascadas, prueban los platos típicos y las bebidas ancestrales. Hay más trabajo, se promueve el cuidado de lo propio y de lo ajeno, pero sobre todo, y es uno de los puntos que más causa ilusión a Nora, se ha fortalecido el orgullo por ser indígena.
“Yo misma pongo mi ejemplo, fui una mujer joven, que también pensaba como los jóvenes de hoy en día, con vergüenza sobre nuestros usos y costumbres, pero hoy en día, gracias a toda la organización indígena, a los valores que nos han inculcado nuestros ancianos, nuestros sabedores, nuestras mamitas, hemos valorado esto, y aprendido a sentirnos orgullosos de lo que somos y el turismo hace que se refuerce ese orgullo”, añade.
Para esta mujer indígena, parte de esa vergüenza que pueden sentir los jóvenes, así como le pasó a ella, es el resultado de la discriminación, de que sean vistos de otra manera, de que se dejen por fuera de ciertos escenarios y de que hayan vivido brechas socioeconómicas más profundas. Sin embargo, dice, poco a poco se ha ido transformando esa imagen. “Gracias a la innovación, a la tecnología, a la educación, las personas han ido aprendiendo que los indígenas somos un valor agregado de nuestra Colombia, que somos los guardianes de la naturaleza y que merecemos respeto”.
En sus recorridos con turistas, Nora no solo muestra todo lo que puede hacer el trabajo conjunto y “que las mujeres pueden hacer mucho más que estar en la casa”, sino también ayuda a que se conozca y se valore al Putumayo, ubicado en el pulmón del mundo. “Cada viaje, cada turista contribuye a la conservación ambiental y a nuestras comunidades”.
¿Sabe qué es la justicia centrada en las personas? Visite Justicia Inclusiva de El Espectador
Nora Muyuy, una mujer indígena del Putumayo, aprendió a vivir desde lo colectivo. Creció con las costumbres y saberes de sus ancestros, compartió desde antes de aprender a caminar con la naturaleza y se apropió de la construcción del bienestar comunitario, de la protección de las mujeres, los niños y las otras especies.
Dice que este querer ayudar al otro viene desde los ancestros, pues “ellos siempre han sido comunitarios, siempre nos han instruido de que como seres humanos tenemos que ayudarnos los unos con los otros, y de esa manera hemos ido avanzando”.
Con esto en mente, se encaminó en el trabajo social, fue presidenta de Juntas de Acción Comunal, orientó a comunidades indígenas y no indígenas y se convirtió en una experta en la sabiduría ancestral. Sin embargo, en 2008, a ese camino que había transitado, se le atravesó la violencia, las amenazas y el dolor, lo que la obligó a abandonar todo lo que le era conocido.
“Fueron unos años muy fuertes para todos nosotros. Putumayo fue reconocido como una cuna del narcotráfico, de una guerra absurda entre grupos al margen de la ley, y eso conlleva problemas de seguridad para todos los actores de Trabajo Social. Así fue como, junto con mi familia, fui víctima del conflicto armado y tuve que salir un tiempo del territorio”, cuenta.
En su exilio, pensó en que no quería abandonar Mocoa, su casa, su historia. Era el lugar en el que había nacido, crecido, al que estaba acostumbrada y, recuerda, no fue tarea fácil acostumbrarse a otros pueblos pues, aunque la acogieron, no se sentían como su hogar. “En 2012 pudimos regresar, pero ya con pensamientos muy diferentes”, cuenta.
Cuando volvió, el turismo se presentó como la oportunidad de seguir apoyando a su comunidad, de enseñar sobre el cuidado de la naturaleza y de la sabiduría ancestral, pero también de generar oportunidades de empleo y desarrollo. Así nació “Exploremos Putumayo”, una agencia de viajes con enfoque étnico.
“Se organizó y fue creada con el propósito de ser líderes en turismo de bienestar, articulado con la comunidad indígena, valorando nuestras costumbres, valorando la gastronomía, el turismo comunitario y sobre todo apreciando la biodiversidad que existe en nuestro territorio. Quería ayudar a eliminar esa estigmatización que tiene el territorio, mostrarle al mundo entero que es amplio, que podemos ver la armonía de nuestro pueblo indígena, de las comunidades campesinas, que podemos compartir”, cuenta Nora.
Por medio del turismo receptivo han llegado colombianos y extranjeros al territorio de Nora y su familia y todos se han maravillado con la riqueza cultural y natural. Ven las aves, las cascadas, prueban los platos típicos y las bebidas ancestrales. Hay más trabajo, se promueve el cuidado de lo propio y de lo ajeno, pero sobre todo, y es uno de los puntos que más causa ilusión a Nora, se ha fortalecido el orgullo por ser indígena.
“Yo misma pongo mi ejemplo, fui una mujer joven, que también pensaba como los jóvenes de hoy en día, con vergüenza sobre nuestros usos y costumbres, pero hoy en día, gracias a toda la organización indígena, a los valores que nos han inculcado nuestros ancianos, nuestros sabedores, nuestras mamitas, hemos valorado esto, y aprendido a sentirnos orgullosos de lo que somos y el turismo hace que se refuerce ese orgullo”, añade.
Para esta mujer indígena, parte de esa vergüenza que pueden sentir los jóvenes, así como le pasó a ella, es el resultado de la discriminación, de que sean vistos de otra manera, de que se dejen por fuera de ciertos escenarios y de que hayan vivido brechas socioeconómicas más profundas. Sin embargo, dice, poco a poco se ha ido transformando esa imagen. “Gracias a la innovación, a la tecnología, a la educación, las personas han ido aprendiendo que los indígenas somos un valor agregado de nuestra Colombia, que somos los guardianes de la naturaleza y que merecemos respeto”.
En sus recorridos con turistas, Nora no solo muestra todo lo que puede hacer el trabajo conjunto y “que las mujeres pueden hacer mucho más que estar en la casa”, sino también ayuda a que se conozca y se valore al Putumayo, ubicado en el pulmón del mundo. “Cada viaje, cada turista contribuye a la conservación ambiental y a nuestras comunidades”.
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