Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Paula Márquez está agotada de vivir con miedo, pero no de defender a las mujeres ni a la población LBGTIQ+. Le ha costado volver a abrir las cortinas de su casa, pero sus compañeras, las abogadas de la Red Jurídica Feminista y del Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos, la han acompañado a abrirlas de nuevo, para ver un poco de luz. Ellas le han brindado el cuidado que nadie más le garantiza para aquellas que, luchando por justicia para otras, terminan siendo también víctimas. El testimonio de esta defensora ilustra la forma en que el patriarcado impregna todas las esferas sociales y la forma en que los mecanismos de justicia terminan por ser, muchas veces, insuficientes e ineficientes para proteger a cualquier mujer.
Desde 2020, la abogada Márquez comenzó a representar una mujer y sus hijos, víctimas de violencia intrafamiliar. En ese entonces, la abogada se desempeñaba como litigante de la Secretaría Distrital de la Mujer, en la Estrategia de Justicia de Género. Pero dos años más tarde, en 2022, comenzó a ser hostigada por el agresor de su prohijada, con llamadas telefónicas y mensajes a través de terceros. Esto, a pesar, de que desde 2017 ya la defensora había denunciado ante las entidades del Estado el nivel de riesgo a causa de su activismo político. Por lo que las preocupaciones por su seguridad aumentaron. Y hasta se ha visto en necesidad de evitar su exposición, encerrándose en su casa con las cortinas abajo, sin abrir ventanas, a oscuras.
Lea también: Defensor de derechos humanos del Cajar denuncia ser víctima de ataque físico
Los hechos de intimidación continuaron. El 24 de diciembre del 2022, Márquez, luego de denunciar los amedrentamintos que venía recibiendo desde noviembre de este año, fue víctima de seguimientos por un motorizado. Más tarde, en febrero de 2023, fue víctima de amenazas de muerte a través de llamadas. Un mes después, un hombre ingresó a su casa y substrajo un expediente de casos de mujeres víctimas de violencia sexual y de género, en los cuales se encontraban casos contra personas de la fuerza pública. El hecho más reciente fue el 6 de enero del 2024, en Bogotá, mientras la abogada se desplazaba para su casa, fue seguida y hostigada por un motociclista durante buena parte del camino.
Esta mujer, junto con su red de apoyo, ha puesto todas estas intimidaciones en conocimiento de la Fiscalía y las entidades competentes. Por ahora, cuenta con un esquema de seguridad de la Unidad Nacional de Protección y asegura que esto no es un hecho aislado: “tengo conocimiento, de primera mano, de que no fui a la única abogada a la que los agresores siguieron hasta sus casas, amenazaron, intimidaron y hostigaron a las representantes, acompañantes y cuidadoras de mujeres víctimas”. Para ella, es necesario ampliar la discusión, ya que considera que la acción institucional se queda corta, partiendo de que al ser abogadas feministas y que tienen la información no les brindan el acompañamiento desde las instituciones.
Le puede interesar: La tarea de entregar útiles escolares a los niños más vulnerables de Antioquia
“Esto no es un hecho aislado. Esto no es algo que me está pasando a mí Paula Márquez, sino que nos ocurre a muchas abogadas, a muchas organizaciones de mujeres, a muchas defensoras de mujeres, quienes no solo acompañamos, sino que terminamos siendo redes de apoyo y de soporte para esas mujeres que denuncian la violencia”, insiste la defensora. Además, explica el desgaste emocional y físico que ha implicado asumir la lucha de los derechos de otras mujeres y cómo ese mismo miedo que intentó menguar en otras se haya ido también hacia ella. Aunque ha sido agotador, sus palabras son fuertes, habla con pasión de su trabajo al mismo tiempo que sus ojos se le enlagunan. Está cansada de vivir con miedo, pero no de ayudar a otras.
“Es muy agotador vivir con miedo a gota, cansa, desgasta, desmotiva. ¿Por qué defender a otras me puede costar la vida? ¿Por qué decirle a alguien que está violentando a otra mujer y pedir garantías para las mujeres, tiene como consecuencia que toda esa violencia que vive esa mujer también la termines viviendo tú y que el agresor sienta que no hay ninguna consecuencia jurídica para él que puede seguir haciendo lo que se le da la gana?”, expresa la abogada. Por ahora, ella, junto con la red y el comité de los que hace parte, le exigen a las autoridades del orden nacional y distrital tomar las medidas necesarias para garantizar su vida e integridad. Sus compañeras le han dado la valentía para hablar y para que llegue la justicia, mientras vuelve a abrir las cortinas de su casa y la luz sea la fuerza para seguir buscando justicia, para ella y para otras.
¿Sabe qué es la justicia centrada en las personas? Visite Justicia Inclusiva de El Espectador