En 2006, una reunión de jóvenes en el parque de la comuna 8 de Medellín, en lo que ahora es Pinares de Oriente, concretó el primer junte de la actual Casa Diversa. “Un encuentro de eso era un revuelto de un montón de cosas, como ir a la plaza de mercado y ver un montón de colores y cosas”, así lo recuerda Jhon Restrepo, líder LGBT comunitario, uno de los jóvenes que han trabajado por la construcción de paz con enfoque territorial y diverso en la ciudad.
Pasaron de procesos parroquiales y deportivos de la ciudad a crear un espacio para la diversidad. La Mesa LGBT de la Comuna 8 fue esa estrategia de juntanza, un lugar para el desahogo, el cuidado y la protección, cuenta Restrepo. El movimiento por los derechos de esta población apenas comenzaba a descentralizarse. En el centro de la ciudad había espacios como el parque Bolívar, donde se habitaba la libertad de las diferentes expresiones de género y sexualidad. Pero no es la periferia.
Por eso, ellos caminaron la comuna, con la Marcha la Vida de la Diversidad Sexual, con las banderas de tener derecho al espacio público, de poder salir en libertad sin ser violentadas, y la necesidad de protegerse tras el rechazo familiar y social de su sexualidad y sus expresiones de género, se juntaron. Como pudieron, alquilaron una casa que en un inicio recibió a cinco jóvenes que echaron de sus casas, después de nombrar su identidad públicamente. Sin embargo, ese rechazo luego creció desde los grupos armados que habitaban el territorio. Sufrieron estigmatizaciones, hostigamientos. Les prohibieron salir a la calle, los atacaron físicamente y fueron víctimas de desplazamiento forzado y violencia sexual.
“En el territorio no hay garantías”, dice el líder. Tampoco las hay actualmente. Hace un mes, el sábado 4 de mayo, un hombre llegó a las instalaciones de Casa Diversa y entregó una corona fúnebre junto con una hoja en la que quedaron amenazas explícitas contra la organización. Caribe Afirmativo, organización que también trabaja por la protección de la comunidad LGBTIQ+, rechazó lo sucedido y explicó que el hecho, “no solo atenta contra la integridad de la directora de Casa Diversa, sino contra los miembros de la organización (...) pues se consolida un riesgo extraordinario sobre la vida e integridad de los defensores de derechos humanos”.
Aunque la casa mantiene su labor en la periferia oriental de Medellín, la gravedad de la amenaza se comprende al hurgar en su historia. Casa Diversa, ese hogar lleno de mensajes sobre la diversidad y la libertad, fue declarada en 2013 como el primer Sujeto de Reparación Colectiva. Ellos, quienes se han encargado de priorizar recursos para su territorio, de crear espacios para la protección, de unirse en la diversidad, también son víctimas del conflicto armado. Según el Registro Único de Víctimas, la población de LGBTIQ+ sufrió más de 4.000 crímenes en su contra.
Muchos que ahora han llegado a la Casa han logrado ser profesionales, su trayectoria ha cambiado al tocar proyectos de vida, según Restrepo. Hacen parte de una red de lugares de memoria nacional. Sueñan con convertirse en un museo. Además, son más que un espacio, representan actualmente a muchas personas LGBTIQ+ y a las activistas maricas del barrio. Mientras están a la espera de reparación y ser declaradas como víctima colectiva ante la Jurisdicción Especial para la Paz, también buscan una protección para evitar que las situaciones de violencia que han intentado eliminar la diversidad, no se repitan.
Casa Diversa, como estrategia de transformación cultural que busca el reconocimiento del otro, está ubicada en Enciso, en Medellín. Puedes encontrar más información y asesoría de su en este enlace.
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