La jueza que propone cambiar el castigo por el perdón en la reforma a la justicia
Desde un pequeño juzgado adornado con mandalas, expedientes judiciales y figuras religiosas, Doris Gutiérrez le ha apostado a revolucionar la forma en que se ofrece justicia a menores de edad que delinquieron. Su “emprendimiento”, como lo llama, ha funcionado en el 94% de los casos y suena para incluirlo en la reforma a la justicia.
Tomás Tarazona Ramírez
Mientras expertos dialogan sobre los proyectos de reforma a la justicia que se presentarán ante el Congreso el próximo 20 de julio, una abogada de 56 años, con libreta en mano y dos décadas de experiencia en justicia restaurativa, ha sido invitada por el Ministerio de Justicia para presentar un “experimento” que resocializa a jóvenes que cometieron delitos.
María Doris Gutiérrez, jueza quinta penal de conocimiento de Cali, ha convertido su despacho en un lugar donde se transforman la “justicia y las condenas frías” en espacios de reconciliación. Ha dado la oportunidad a casi 40 adolescentes para que reparen el dolor que causaron a las víctimas mientras participan en talleres para que esos delitos no se repitan en el futuro. En diálogo con este diario, la jueza señaló que su trabajo se enfoca en que los jóvenes “se responsabilicen, reflexionen y respondan por sus actos. Y reparen el dolor que ocasionaron a las víctimas a través del arte, el perdón y la verdad”.
Su “emprendimiento judicial”, como ella lo llama, tiene aval del Consejo Superior de la Judicatura y acogida en México y Costa Rica, donde está demostrado que “la apuesta resultará menos costosa y más efectiva en términos sociales y financieros. Ha demostrado contundentemente que entre más se construyan centros privativos de la libertad, proporcionalmente crecerá la población privada de libertad (...) La clave no son más cupos (en cárceles), sino invertir en la justicia restaurativa”, como explica el Observatorio de la Niñez del ICBF.
(Recomendado: “Con la justicia restaurativa la víctima puede sentirse empoderada”: experta)
Según explicó Gutiérrez, es la oportunidad de brindar una justicia estricta que indague el camino para reparar el tejido social que se rompe en una comunidad. En otras palabras, no busca absolver los delitos que cometieron los jóvenes, pero sí pavimentar el camino para una efectiva reparación a las víctimas.
“Si yo soy una víctima, ¿cómo voy a cicatrizar un dolor si no puedo decirle al que lo ha provocado cuál es mi sentimiento frente a sus actos? La justicia retributiva usualmente emite una sentencia fría que solo dice que alguien está condenado a tantos (sic) años o tiene que pagar una sanción económica. Pero nadie verdaderamente ha empatizado con el dolor. Eso es lo que queremos romper dentro de este despacho”, anotó Gutiérrez.
De 37 casos que han pasado por su despacho, sólo dos no han cumplido su cometido. En uno de ellos, un joven reincidió y el otro fue capturado por tener más cargos en su contra. Los demás, por el contrario, han concluido con actos simbólicos, artísticos e incluso el abrazo entre el agresor y las víctimas. Gracias a ese proyecto, Doris ganó en 2023 el premio por excelencia e innovación que entrega la Rama Judicial y fue invitada por el Ministerio de Justicia a conformar el grupo de 40 expertos que discuten la reforma.
Justicia con perdón
Tras 24 meses recluido en el centro de formación Valle del Lili, en Cali, Alexander* continuaba cumpliendo la pena de 41 meses por homicidio agravado en concurso con porte de armas. De hecho, la muerte que causó el joven y por la cual fue recluido, fue causada por una imprudencia. Cuando era menor de edad, “en medio de sus esquemas de calle e inmadurez, Alexander porta un arma de fuego hechiza y juega a la ´ruleta rusa´ con su pareja sentimental”, explica la jueza. El arma se disparó, la mujer murió y tras llevarla al hospital donde buscó atención médica, se entregó para responder.
Fue hasta que Gutiérrez hizo un plan piloto sobre “sentencias en círculo restaurativo” que Alexander pudo sanar las heridas que causaron sus actos. La propuesta era que los jóvenes se allanaran a los cargos, empezaran talleres sobre inteligencia emocional, derecho y algunas clases para entender que “lo que hacen los muchachos tienen consecuencias y que para repararlo debe haber honestidad, transparencia y disposición”, dijo la jurista a El Espectador.
(Puede interesarle: Más allá del castigo: lo que la justicia puede aprender de los pueblos étnicos)
De los 41 meses de condena, Alexander pasó nueve trabajando con Gutiérrez para completar el proceso restaurativo y finalmente pedir perdón a la familia de la víctima.
La encargada del despacho le propuso entrar al proceso, diseñar un proyecto de vida y, además, obtener el perdón de las víctimas para sanar esa “carga en la espalda” en él por haber cometido un delito. El joven asistió a los talleres, aprendió de arte y pidió perdón simbólico a la madre de la víctima. “Me sentía mal espiritualmente. Mi proceso no fue solo de justicia restaurativa: pude restaurar mi vida y mi corazón”, aseguró Alexander en entrevista con este diario.
(Puede interesarle: Víctimas de Bahía Portete exigen al Mindefensa reactivar la reparación integral)
El círculo restaurativo
Para la jueza Doris, lo restaurativo atraviesa la vida humana: los colegios lo utilizan en el manual de convivencia, las familias lo aplican, en el ámbito laboral se ve como mediador en los conflictos y también se emplea con adolescentes que delinquieron. “Lo restaurativo, sobre todo en jóvenes, es un diálogo sobre el dolor de ambas partes mientras que el victimario entiende el dolor que causó y responde ante la sociedad, que afectó con sus hechos, y claro, ante la víctima”, cuenta Gutiérrez.
Todo lo aprendió por trabajar durante dos décadas con adolescentes en Soacha y Cundinamarca. Pero fue en un congreso en México donde entendió que “cuando se va a hacer justicia restaurativa debe haber una intervención psicosocial que instruya al adolescente y la víctima, una sensibilización y finalmente, lograr un acuerdo en círculo. Es decir, que se cierre de alguna forma el hecho doloroso a través del perdón”. Para ella, la ayuda de su asistente psicosocial, Claudia Viviana García, ha sido determinante en el manejo de este proyecto restaurativo.
(Léase también: El paso hacia una justicia étnica con la creación de cinco juzgados de restitución)
Los 37 casos que ha asumido Doris han terminado con alguna forma simbólica de arte. Uno de ellos, por ejemplo, fue cuando tres jóvenes profanaron una tumba en un cementerio y el hecho se saldó con las disculpas de los adolescentes, la entrega de flores a la fosa que fue vulnerada y la decoración de macetas para plantas. La mayoría de los casos terminan con el “círculo restaurativo”, es decir, un ´cara a cara´ en una mesa redonda en donde se pide perdón y las víctimas manifiestan lo que han sentido, mientras despejan dudas frente a frente con los victimarios.
“Las personas piensan que la justicia restaurativa pretende reemplazar a la retributiva, que busca darle libertades y facilidades a quienes delinquen. Pero hay que comprender que son complementarias. Aunque los muchachos cumplan el círculo restaurativo hay casos en que deben cumplir su pena privados de la libertad, pero lo hacen aliviados y sabiendo que fueron perdonados y ofrecieron reparación por lo que hicieron”, precisó Gutiérrez.
La jueza está convencida que bajo este modelo la restauración e inclusión social se da en condiciones adecuadas. “Alexander pasó de no saber leer, escribir y cometer un crimen a encontrarse trabajando, estudiando, a punto de culminar su bachillerato y cumpliendo su meta de curar un taller de barbería”.
La abogada, además, ha defendido que “se puede comprobar con los adolescentes que ver a alguien en la cárcel o recibir un dineral no es una justicia que satisfaga los pedidos de quienes fueron perjudicados”. Mientras se discute la reforma a la justicia, la jueza busca que, a través del arte, lo restaurativo y el perdón, se puede llegar a una justicia más empática con quienes fueron víctimas de algún crimen.
*Nombre cambiado a petición del adolescente
¿Sabe qué es la justicia centrada en las personas? Visite Justicia Inclusiva de El Espectador
Mientras expertos dialogan sobre los proyectos de reforma a la justicia que se presentarán ante el Congreso el próximo 20 de julio, una abogada de 56 años, con libreta en mano y dos décadas de experiencia en justicia restaurativa, ha sido invitada por el Ministerio de Justicia para presentar un “experimento” que resocializa a jóvenes que cometieron delitos.
María Doris Gutiérrez, jueza quinta penal de conocimiento de Cali, ha convertido su despacho en un lugar donde se transforman la “justicia y las condenas frías” en espacios de reconciliación. Ha dado la oportunidad a casi 40 adolescentes para que reparen el dolor que causaron a las víctimas mientras participan en talleres para que esos delitos no se repitan en el futuro. En diálogo con este diario, la jueza señaló que su trabajo se enfoca en que los jóvenes “se responsabilicen, reflexionen y respondan por sus actos. Y reparen el dolor que ocasionaron a las víctimas a través del arte, el perdón y la verdad”.
Su “emprendimiento judicial”, como ella lo llama, tiene aval del Consejo Superior de la Judicatura y acogida en México y Costa Rica, donde está demostrado que “la apuesta resultará menos costosa y más efectiva en términos sociales y financieros. Ha demostrado contundentemente que entre más se construyan centros privativos de la libertad, proporcionalmente crecerá la población privada de libertad (...) La clave no son más cupos (en cárceles), sino invertir en la justicia restaurativa”, como explica el Observatorio de la Niñez del ICBF.
(Recomendado: “Con la justicia restaurativa la víctima puede sentirse empoderada”: experta)
Según explicó Gutiérrez, es la oportunidad de brindar una justicia estricta que indague el camino para reparar el tejido social que se rompe en una comunidad. En otras palabras, no busca absolver los delitos que cometieron los jóvenes, pero sí pavimentar el camino para una efectiva reparación a las víctimas.
“Si yo soy una víctima, ¿cómo voy a cicatrizar un dolor si no puedo decirle al que lo ha provocado cuál es mi sentimiento frente a sus actos? La justicia retributiva usualmente emite una sentencia fría que solo dice que alguien está condenado a tantos (sic) años o tiene que pagar una sanción económica. Pero nadie verdaderamente ha empatizado con el dolor. Eso es lo que queremos romper dentro de este despacho”, anotó Gutiérrez.
De 37 casos que han pasado por su despacho, sólo dos no han cumplido su cometido. En uno de ellos, un joven reincidió y el otro fue capturado por tener más cargos en su contra. Los demás, por el contrario, han concluido con actos simbólicos, artísticos e incluso el abrazo entre el agresor y las víctimas. Gracias a ese proyecto, Doris ganó en 2023 el premio por excelencia e innovación que entrega la Rama Judicial y fue invitada por el Ministerio de Justicia a conformar el grupo de 40 expertos que discuten la reforma.
Justicia con perdón
Tras 24 meses recluido en el centro de formación Valle del Lili, en Cali, Alexander* continuaba cumpliendo la pena de 41 meses por homicidio agravado en concurso con porte de armas. De hecho, la muerte que causó el joven y por la cual fue recluido, fue causada por una imprudencia. Cuando era menor de edad, “en medio de sus esquemas de calle e inmadurez, Alexander porta un arma de fuego hechiza y juega a la ´ruleta rusa´ con su pareja sentimental”, explica la jueza. El arma se disparó, la mujer murió y tras llevarla al hospital donde buscó atención médica, se entregó para responder.
Fue hasta que Gutiérrez hizo un plan piloto sobre “sentencias en círculo restaurativo” que Alexander pudo sanar las heridas que causaron sus actos. La propuesta era que los jóvenes se allanaran a los cargos, empezaran talleres sobre inteligencia emocional, derecho y algunas clases para entender que “lo que hacen los muchachos tienen consecuencias y que para repararlo debe haber honestidad, transparencia y disposición”, dijo la jurista a El Espectador.
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De los 41 meses de condena, Alexander pasó nueve trabajando con Gutiérrez para completar el proceso restaurativo y finalmente pedir perdón a la familia de la víctima.
La encargada del despacho le propuso entrar al proceso, diseñar un proyecto de vida y, además, obtener el perdón de las víctimas para sanar esa “carga en la espalda” en él por haber cometido un delito. El joven asistió a los talleres, aprendió de arte y pidió perdón simbólico a la madre de la víctima. “Me sentía mal espiritualmente. Mi proceso no fue solo de justicia restaurativa: pude restaurar mi vida y mi corazón”, aseguró Alexander en entrevista con este diario.
(Puede interesarle: Víctimas de Bahía Portete exigen al Mindefensa reactivar la reparación integral)
El círculo restaurativo
Para la jueza Doris, lo restaurativo atraviesa la vida humana: los colegios lo utilizan en el manual de convivencia, las familias lo aplican, en el ámbito laboral se ve como mediador en los conflictos y también se emplea con adolescentes que delinquieron. “Lo restaurativo, sobre todo en jóvenes, es un diálogo sobre el dolor de ambas partes mientras que el victimario entiende el dolor que causó y responde ante la sociedad, que afectó con sus hechos, y claro, ante la víctima”, cuenta Gutiérrez.
Todo lo aprendió por trabajar durante dos décadas con adolescentes en Soacha y Cundinamarca. Pero fue en un congreso en México donde entendió que “cuando se va a hacer justicia restaurativa debe haber una intervención psicosocial que instruya al adolescente y la víctima, una sensibilización y finalmente, lograr un acuerdo en círculo. Es decir, que se cierre de alguna forma el hecho doloroso a través del perdón”. Para ella, la ayuda de su asistente psicosocial, Claudia Viviana García, ha sido determinante en el manejo de este proyecto restaurativo.
(Léase también: El paso hacia una justicia étnica con la creación de cinco juzgados de restitución)
Los 37 casos que ha asumido Doris han terminado con alguna forma simbólica de arte. Uno de ellos, por ejemplo, fue cuando tres jóvenes profanaron una tumba en un cementerio y el hecho se saldó con las disculpas de los adolescentes, la entrega de flores a la fosa que fue vulnerada y la decoración de macetas para plantas. La mayoría de los casos terminan con el “círculo restaurativo”, es decir, un ´cara a cara´ en una mesa redonda en donde se pide perdón y las víctimas manifiestan lo que han sentido, mientras despejan dudas frente a frente con los victimarios.
“Las personas piensan que la justicia restaurativa pretende reemplazar a la retributiva, que busca darle libertades y facilidades a quienes delinquen. Pero hay que comprender que son complementarias. Aunque los muchachos cumplan el círculo restaurativo hay casos en que deben cumplir su pena privados de la libertad, pero lo hacen aliviados y sabiendo que fueron perdonados y ofrecieron reparación por lo que hicieron”, precisó Gutiérrez.
La jueza está convencida que bajo este modelo la restauración e inclusión social se da en condiciones adecuadas. “Alexander pasó de no saber leer, escribir y cometer un crimen a encontrarse trabajando, estudiando, a punto de culminar su bachillerato y cumpliendo su meta de curar un taller de barbería”.
La abogada, además, ha defendido que “se puede comprobar con los adolescentes que ver a alguien en la cárcel o recibir un dineral no es una justicia que satisfaga los pedidos de quienes fueron perjudicados”. Mientras se discute la reforma a la justicia, la jueza busca que, a través del arte, lo restaurativo y el perdón, se puede llegar a una justicia más empática con quienes fueron víctimas de algún crimen.
*Nombre cambiado a petición del adolescente
¿Sabe qué es la justicia centrada en las personas? Visite Justicia Inclusiva de El Espectador