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Más de 20 años pasaron desde que a Jorge Enrique González Parra lo desaparecieron y enterraron en un cementerio de Rionegro, Antioquia, hasta el día que su madre lo pudo volver a ver. Mientras esperaba que el Estado encontrara a su hijo, María Inés, la madre de Jorge, mantuvo una imagen de tamaño mediano frente a un altar, como una forma de recordar la última vez que su hijo fue fotografiado sonriendo.
A partir de hoy, podrá visitarlo en el camposanto donde fue enterrado dignamente y contarle todas las horas de espera y ruegos que empleó para que él, junto con sus otros tres hermanos, pudieran ser encontrados tras la desaparición forzada.
A través de un comunicado, la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD) confirmó que gracias a trabajos forenses en el Oriente antioqueño se logró la recuperación de 19 cuerpos de personas que fueron desaparecidas y enterradas en medio de la guerra, entre ellos, Jorge.
Esta entidad intervino el cementerio de Rionegro, Antioquia, luego de contrastar testimonios y pruebas de que en ese lugar, posiblemente habría cuerpos de personas que un día salieron de sus casas y nunca más volvieron a causa de la violencia.
El hallazgo de los restos no solo implica un alivio para estas familias que han esperado alguna pista sobre sus familiares durante años, o como en el caso de María Inés, durante décadas. También implica que se avanza en la justicia que la UBPD se comprometió a ofrecer a las más de 80.000 familias que tienen un familiar víctima de desaparición forzada.
Según los registros de la Unidad de Búsqueda, la región en donde Jorge fue desaparecido es una de las más críticas del conflicto. En tan solo un puñado de municipios, como Rionegro, La Ceja o Guarné, hay más de 3.000 denuncias de familias incompletas a causa de la desaparición. La mayoría de ellas, aún siguen esperando alguna respuesta sobre dónde está ese esposo, hijo o hermano que no volvieron a ver.
Los fragmentos de la guerra
María Inés recuerda que el conflicto y las balas no solo le causaron dolor, sino que destruyeron por completo su familia. Mucho antes de imaginarse que alguno de los miembros iba a faltar un día, tuvieron que desplazarse desde Uramita hasta Medellín. Tras lograr un poco de estabilidad, la familia pudo regresar al campo, esta vez a Cocorná; pero nuevamente la violencia los obligó a salir de su hogar.
“Y de allá nos tocó volver a salir. Con la violencia empezaron a matar mucha gente y en esa cayeron mis hijos”, relató María Inés.
Pero la historia de los Parra continuó en una espiral de violencias. A finales de los 90, desaparecieron a José, uno de sus cuatro hijos. Tras 13 años de preguntas, en abril de 2003, un nuevo integrante fue desaparecido: Jorge Enrique. Luego de cuatro meses de incertidumbre, la familia perdió a otro miembro: Francisco Javier y en diciembre de ese mismo año, también al último de los hermanos: Jorge Emilio. En cuestión de un año, María Inés quedó sola.
“La Unidad de Búsqueda nos ha apoyado. Para mí representa mucho, por todo lo que yo he luchado para encontrarlos. Gracias a Dios los he ido encontrando uno a uno”, aseguró María Inés.
Un alivio más, un dolor menos
La entrega digna del cuerpo de Jorge a su madre es un alivio en medio de una mezcla inmensa de dolores. Gracias al trabajo de la UBPD, María Inés ha logrado juntar a dos miembros de su familia que la guerra desapareció. Pero aún faltan dos cuerpos por hallar y darles un entierro y una despedida.
En la entrega de su hijo, María Inés recuerda cómo era su “muchacho” en los últimos instantes antes de no volver a verlo nunca. “Jorge era campesino, trabajaba en la agricultura y sembraba café, plátano, frijoles, yuca y maíz. Le gustaba la música, le gustaba tocar la guitarra”. Para ella, al igual que para las demás familias, la identificación y entrega digna de Jorge es un acto de justicia que anhelaron por décadas pero ahora, pueden saldar consigo mismas.
La intervención, hasta ahora, deja un saldo de 19 cuerpos identificados y avances por parte de la UBPD para encontrar los familiares de las personas que recuperaron en el cementerio de Rionegro. En el camposanto aún permanecen 134 cuerpos que podrían corresponder a personas desaparecidas en el contexto del conflicto armado, entre cuerpos no identificados y cuerpos identificados no reclamados.
Tras recibir el cuerpo de su hijo, María Inés decidió sepultarlo en un osario al lado de su hermano Francisco, recuperado hace tres años por la UBPD. Mientras tanto, la Unidad de Búsqueda continúa buscando a José Luis y Jorge Emilio, los dos miembros de la familia que aún están pendientes por ser encontrados.
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