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“La llamé para manifestarle lo que había sucedido en la audiencia y me dice: ‘Doctora, se me quitó el dolor que mantenía en el pecho’”. Las palabras de la abogada Antonia Gómez describen lo que hasta ahora marca un primer avance en el caso de Rubí*, una mujer de la que hace una semana contamos su testimonio en El Espectador. Tras 10 años de buscar justicia y que se materializara una orden de captura, el pasado 21 de noviembre, gracias al acompañamiento jurídico de la Corporación Colectivo de Abogadas Helenita González Pérez, esta víctima logró ver al hombre que intentó matarla tras las rejas. También logró que se le quitara un dolor.
La búsqueda de justicia para víctimas como Rubí tiene la sensación de esa presión, ese dolor en el centro del cuerpo que apenas se mengua. Una aflicción que se suma a las secuelas que quien era su pareja le ocasionó en 2014. “Me dio un machetazo en la cabeza, en la espalda, en el cuello, y en la mano”, relataba la mujer de lo que sucedió hace 10 años.
En su cabeza se mantienen las consecuencias de la agresión, pues su cráneo quedó partido, además está el miedo ante la posibilidad de perder otro de sus dedos y las dificultades para trabajar y sostener su hogar. Hay cicatrices. Pero ahora hay esperanza de justicia, la cual para Rubí es que el hombre pague lo que le hizo, por eso el hecho de que haya sido capturado le regaló, después de mucho, una sonrisa.
En contexto: Volver a salir: las cicatrices de la violencia contra la mujer en Montes de María
La organización Helenita atiende casos de violencia que les son referenciados por otras organizaciones. Con la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), dentro del programa de Justicia Inclusiva, han logrado representar a 10 mujeres víctimas de violencia en esta zona del Caribe. Una de ellas ha sido Rubí y su caso evidencia los beneficios para las mujeres que traen con relación a la justicia el acompañamiento jurídico de una organización con enfoque feminista, tal y como ellas lo explican.
“Gracias a que la víctima logró tener una representación de abogada de organización social, la cual tiene un compromiso en la defensa y promoción de los derechos de las mujeres víctimas de violencia de género, ha podido materializar la orden de captura y lograr que haya una medida de aseguramiento intramural”, dice la abogada Gómez. “Aunque todavía no ha terminado de acceder a la noticia, se le abre una ventana bien grande”, añade.
La historia de Rubí es un ejemplo de cómo las mujeres afrontan dificultades para acceder a la justicia. Ella denunció a su agresor ante la Fiscalía por tentativa de homicidio agravado en febrero de 2014, la primera orden de captura fue el primero de marzo 2014, pero nunca se materializó. Durante esa semana hubo un cambio de Fiscal por territorio en donde ocurrieron los hechos, y en una nueva audiencia se solicitó una nueva orden de captura, la cual fue ordenada por el juez, pero tampoco se materializó.
A inicios de 2023, el 27 de abril, la organización de abogadas logró impulsar la investigación, con actualización de la orden de captura y el aporte de nuevas pruebas. Hasta que, el nueve de septiembre pasado, después de muchas visitas de la abogada a la Fiscalía, se realizó nueva audiencia para emitir nueva orden de captura que se dio ayer en Marialabaja, al norte de Bolívar, contra el hombre, un pescador de 44 años.
Por ahora, la organización seguirá insistiendo para que pronto se dé una imputación de cargos y que a Rubí le puedan seguir disminuyendo sus dolores. En especial, aquel que le impide salir a la calle, ya que la sanción social la ha culpado por la agresión y la han juzgado por sus cicatrices. Unas que ella nunca quiso tener.
*Nombre cambiado para proteger a la víctima.
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