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Desde el She Is Global Forum 2024 que se realiza en Medellín, El Espectador habló con Yalitza Aparicio, actriz mexicana y primera mujer indígena en ser nominada a un premio Óscar en la categoría a mejor actriz. Aparicio es, además, embajadora de buena voluntad de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) para los pueblos indígenas y fue nombrada en 2019 una de las 100 personas más influyentes del mundo por la revista TIME. Ha recorrido el mundo nombrando el poder de su voz, por lo que hoy, Día Internacional de los Pueblos Indígenas, nos cuenta un poco sobre sus preocupaciones y cuáles considera que son las necesidades más relevantes para las mujeres indígenas, no solo en lo cotidiano sino en el cine, donde ejerce su profesión.
A propósito del Día Internacional de los Pueblos Indígenas, ¿cuáles son las luchas que consideras más significativos alrededor de los derechos de las mujeres indígenas en Latinoamérica?
Creo que, como mujeres, sabemos lo complicado que ha sido trazar nuestro camino en esta sociedad por la falta de oportunidades y por muchas cosas que aún faltan cambiar en las ideologías. Pero ahora, como mujeres indígenas, siempre hay un doble esfuerzo, porque no solo eres mujer, sino también indígena, y luego sucede que las personas abusan de este aspecto, porque dicen: “Ah, es indígena, así que seguro no sabe”. Hay muchas cosas que sí te limitan.
Como mujer indígena, una de estas luchas es no juzgar a las personas solo por su origen o por apariencias o ideologías, porque hay muchas mujeres indígenas, y personas indígenas en general, que cuentan con el mismo conocimiento y la misma preparación, y que, si bien les ha costado el doble, han llegado a muchos lugares. Tenemos cantantes, pintores, abogados, doctores. Rigoberta Menchú —Nobel de Paz— es uno de nuestros mejores ejemplos y referentes, porque está constantemente en esta lucha para posicionarnos, para quitarnos esa ideología de decir: “Son indígenas y no cuentan con la capacidad ni el conocimiento”. Es, al igual que con todas las mujeres, dar las mismas oportunidades.
¿Cómo se vive eso en la experiencia laboral, por ejemplo?
Cuando me toca hablar con mujeres en diferentes empresas, siempre dicen: “Ah, sí, mi colega gana más que yo, y hacemos el mismo trabajo”. O de repente, algo que a mí me ha impactado demasiado es: “Cuando me embaracé, me despidieron” o “Tuve que renunciar porque no puedo llevar a mis hijos a la oficina, ¿dónde los dejo?”. Entonces son temas que nos cuesta trabajo, aprender y entender, sobre todo cuando no has pasado por esa situación. A veces, incluso como mujeres, nos cuesta entender que alguien tiene que ir a atender a su hijo, y son temas muy complicados, pero ¿cómo podemos apoyarnos? Justo es dando las oportunidades y siendo solidarias entre nosotras.
¿Se mantiene esa brecha en el escenario del cine?
En el escenario del cine también ha sido así; se vislumbran esas brechas. De alguna manera, hemos tratado de ir abriendo camino en el aspecto de que el cine es una plataforma que llega a muchos lugares, y a través de él puedes compartir un mensaje y llegar a las niñas. Si yo me encasillo, que no tiene nada de malo, tal vez estoy afectando a la niña que está viendo esta película porque le estás programando en la cabeza que solo puede aspirar a ese tipo de trabajos. Pero si desde la pantalla le decimos: “Mira, existen mujeres indígenas que son abogadas, mujeres indígenas que son doctoras, mujeres indígenas empresarias, porque las hay, mujeres indígenas activistas”, entonces es como decir: “Ay, yo también podría ser esto, ¿no?”. Eso nos sucede a todos, a las mujeres, cuando hace años decían: “Bueno, una mujer astronauta, no”. La representación importa, la representación importa demasiado en todo, porque a través de esto puedes ayudarles a encontrar esa inspiración. Si bien no quitamos las limitantes, sí les damos una fortaleza más para continuar.
¿Cuál es la mayor preocupación que hay alrededor de las mujeres de las comunidades indígenas en este momento y cuál es su mirada sobre estas preocupaciones?
Específicamente, en las mujeres indígenas, mi mirada hacia ellas es poder apoyarlas en encontrar una posición en la que no sufran tanta discriminación, que no las juzguen por decir de dónde vienen, o porque, solo con verlas, dicen: “Tendrás toda la preparación que tengas, pero tú quédate en este trabajo”. Se trata de abrirles ese camino y que puedan llegar más fácilmente a los trabajos que desean.
Roma fue una producción muy significativa en su carrera, le otorgó la nominación al Óscar, y dio visibilidad a la representación de la que hablaba, ¿cómo se sigue recibiendo el mensaje de este personaje?
Siento que Roma marcó un antes y un después, no solo en mi vida, sino también en cómo ven las personas al cine. Para muchos fue decir: “Es posible ser actriz”. Pero también es importante dignificar el trabajo de todas las personas que nos rodean, no solo en el ámbito del cine, sino también en mi vida y en cómo las personas ven las cosas.
Fue una película que puso temas incómodos sobre la mesa para debatir, no solo sobre la historia que se estaba viendo, sino sobre la reacción de la sociedad ante lo que se estaba representando. En cuestión de cine, hemos tenido más representación de comunidades indígenas y de una forma respetada, sin burlarnos, sin menospreciarlas. Es dignificar la representación, al igual que se dan más oportunidades a los actores que también provienen de comunidades indígenas, y al mismo tiempo hace que las comunidades indígenas recobren ese valor y fuerza hacia lo que son.
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