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El ajo es uno de los condimentos más usados en prácticamente todo tipo de cocinas, con especial énfasis en preparaciones mediterráneas y del mundo árabe.
Enemigo de Drácula y odiado por quienes son alérgicos a él (sin necesidad de ser vampiros), esta planta también es ampliamente utilizada en preparaciones de medicina tradicional para tratar una serie de males menores.
A su vez, es una especie de fácil cultivo y cuidado, lo que la convierte en una presencia bienvenida (y casi que obligada, para algunos) en las huertas caseras.
¿Cómo plantar el ajo?
En general, todo el proceso de cultivo del ajo es sencillo. Hay que tener cuidado con dos aspectos fundamentales: el agua y la luz, ambas variables se manejan en términos opuestos.
A la hora de plantar los dientes de ajo, se debe hacer en una profundidad que no supere los tres centímetros y si va a plantar varios, estos deben tener un distanciamiento, mínimo, de 10 centímetros. Lo idea es plantarlos con la parte más fina del diente hacia arriba. Luego de esto se debe regar, con moderación. Si se planta en matera, es clave que esta tenga un suelo no muy compacto y cuente con un desagüe óptimo.
Los dientes demoran entre dos y tres semanas en germinar.
Desde este punto, el ajo puede tardar entre un promedio de seis meses en ofrecer los primeros frutos, pero antes de obtenerlos hay que tener en cuenta algunos cuidados básicos.
Cuidados del ajo
Al germinar como los bulbos, el ajo necesita un riego muy controlado y el exceso de humedad es una sentencia de muerte tan efectiva, como rápida. En cambio, el manejo de luz es el contrario: toda la que pueda recibir, sin importar si es directa.
El ajo se da mejor en climas que oscilan entre frío y templados, en un rango de temperaturas que puede ubicarse entre los 8 y los 20 grados centígrados.
En zonas de mayor calor hay que tener cuidado con la luz y el riego, pues se hace necesario cuidar de quemaduras por intensidad del sol y de una sequía muy intensa por este mismo factor.
La planta de ajo presenta floración, pero si su intención es obtener sus frutos, las flores se convierten en una suerte de obstáculo en el proceso de cosecha, por lo que deben ser retiradas.
¿Por qué? Porque si las flores crecen a voluntad, la planta concentrará su energía y nutrientes en ellas y no en los bulbos que contienen las cabezas de ajo.
Lo ideal es arrancarlas cuando cuenten con una altura mediana, así la planta seguirá enfocando su crecimiento en los bulbos enterrados.
Hay un procedimiento extra, que es seguido por algunos, y se trata del anudado de las hojas.
En este punto lo que hay que hacer es anudar las hojas alrededor de la base del tallo de la planta, con el fin de que, una vez más, la energía y nutrientes continúen enfocados en los bulbos para lograr un mayor crecimiento.
El nudo puede ser uno simple, pues su fin es impedir el crecimiento de las hojas, nada más.
Esta es una práctica que no está exenta de cierta polémica, pues puede producir daños generales en la planta. De fondo, se recomienda realizarla sólo en caso de excesos de humedad por condiciones climáticas o si se produce una vegetación muy pronunciada.
Cosecha del ajo
Una vez las hojas se hayan secado, es momento de cosechar los ajos. Esto debe suceder entre dos y tres semanas después de haber anudado las hojas.
Si no ha anudado las hojas, tenga en cuenta que, en un clima templado (sin estaciones), el promedio de crecimiento es de 6 meses desde el momento de la germinación.
Para la cosecha se deben desenterrar las cabezas del ajo que están en la tierra, con cuidado de no dañar los bulbos que contienen el producto que se busca.
Una vez fuera de la tierra, lo ideal es dejar secar la cabeza del ajo, en donde se encuentran los dientes, un par de días al sol para eliminar todo rastro de humedad y mejorar su conservación posterior.
Propiedades del ajo
En medicina tradicional, el ajo se usa como un antiséptico natural, así como un diurético. También es usado para aliviar algunos males estomacales, aunque su consumo se debe hacer con alimentos, pues puede irritar el estómago, según advierte el manual de medicina tradicional elaborado por el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas de México (INPI), una entidad del gobierno mexicano.
De acuerdo con el “Vademécum colombiano de plantas medicinales”, publicado por el entonces Ministerio de la Protección Social, el consumo de esta planta se realiza de la siguiente forma: si es ajo fresco, entre 2 y 5 gramos diarios; en polvo deshidratado, entre 0,3 y 1,2 gramos diarios; en aceite de ajo, entre 2 y 5 miligramos por día.
Según el INPI, no se recomienda el uso de este producto por mujeres lactantes, pues puede producir cólicos en recién nacidos.
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