Astronomía en la huerta: el taller del planetario para educar sobre agricultura
El Planetario de Bogotá lanzó talleres en huertas urbanas para conectar la astronomía con la agricultura, promoviendo la sostenibilidad y la educación ambiental en la ciudad.
Leidy Barbosa
Las huertas, a menudo concebidas como simples espacios para cultivar hortalizas con cuidados básicos, encierran la conexión profunda que el hombre ha tenido con la agricultura y el cielo. Y es que desde tiempos remotos, la humanidad ha perfeccionado sus prácticas agrícolas gracias a la observación de los ciclos astronómicos, descubriendo cómo la Luna, el Sol, los planetas y otros astros influyen en el desarrollo de las cosechas.
En este contexto, el Planetario de Bogotá lanzó una actividad que busca explorar esta relación histórica entre los ciclos astronómicos y las prácticas agrícolas, pero desde una perspectiva urbana. A través de talleres comunitarios realizados en huertas urbanas de la localidad de Suba, tienen como objetivo profundizar en cómo los fenómenos astronómicos influyen en la agricultura, la formación de los suelos y su conexión con la historia regional. De esta manera, se busca educar a la población, conectando los saberes ancestrales con los retos actuales, fomentando el aprendizaje colectivo y la sostenibilidad en entornos urbanos.
“La motivación detrás de esta actividad, que combina la astronomía y las prácticas agrícolas urbanas, está profundamente vinculada a las características de esta localidad. Y es que Suba se ha destacado por el fuerte sentido de apropiación que sus habitantes tienen hacia su entorno, lo que ha impulsado la organización comunitaria en torno a espacios centrados en la sostenibilidad ambiental. Podemos ver que las huertas y la agricultura urbana, tanto dentro como en la periferia de las ciudades, han fomentado acciones colectivas que fortalecen la construcción de comunidades, el activismo ambiental y la protección de la fauna y flora nativas”, señala Paula Silva, gerente de Escenarios del Instituto Distrital de las Artes - Idartes, del cual hace parte el Planetario.
Explica que desde esta dinámica, identificaron una oportunidad para aportar conocimientos que amplíen y profundicen las relaciones entre el medio ambiente y las comunidades. Este enfoque permite enlazar los servicios ecosistémicos con las sociedades humanas y sus entornos, abordando estos temas desde una perspectiva integral.
“En el Planetario de Bogotá, y en la astronomía global, este tipo de análisis se conecta con disciplinas como la astrobiología, la geología y el estudio de la formación de suelos, ofreciendo un marco que une los saberes locales con los avances científicos. Esta visión integrada busca beneficiar tanto al territorio como a sus habitantes, promoviendo un diálogo enriquecedor entre el conocimiento ancestral y la ciencia contemporánea”, afirma.
Y es que según la experta, históricamente, la observación del cielo ha sido una práctica común en todas las comunidades humanas, desde las primeras civilizaciones hasta la actualidad. Mucho antes de los griegos y romanos, ya existía una conexión profunda entre los humanos y el cielo, no solo en la creación de historias y mitos a partir de las estrella, sino también en la construcción de estructuras destinadas a la observación astronómica. En la actualidad, esas infraestructuras han evolucionado hacia planetarios y observatorios modernos, que permiten estudiar fenómenos que también afectan los cultivos.
¿Qué abordará la actividad?
Según Silva, las huertas urbanas y la agricultura urbana, en general, responden a un desafío común: la falta de recursos, por lo que estas iniciativas permiten a las personas, ya sea por limitaciones económicas o por la ausencia de acceso a ciertos alimentos, crear sistemas de intercambio no monetarios que fortalecen la sostenibilidad comunitaria.
En este contexto, el taller busca capacitar a los habitantes de la zona y a los participantes de estos proyectos para comprender los fenómenos celestes y su influencia en los ciclos de cultivo, permitiéndoles así optimizar los procesos agrícolas, pues el conocimiento de cómo los eventos astronómicos influyen en el crecimiento de las plantas facilita decisiones más informadas sobre qué sembrar, cuándo hacerlo y cómo planificar las cosechas. Con este enfoque práctico, se fomenta una agricultura urbana más eficiente, aprovechando al máximo los recursos disponibles y alineando las prácticas agrícolas con los ciclos naturales.
“Algo fundamental de esto es que al integrar el conocimiento astronómico en la planificación agrícola, se fortalecen las capacidades de las comunidades para gestionar sus huertas de manera sostenible e innovadora. Esto no solo mejora los resultados de las cosechas, sino que también promueve una relación más armónica entre las prácticas agrícolas y los ritmos del entorno natural”, comenta la experta.
De hecho, agrega que estas actividades son significativos para ellos, pues profundizar en la conexión histórica entre el cielo y la agricultura lleva a explorar una relación que trasciende el tiempo, pues ambas están ligadas desde el origen de la vida misma.
“Buscamos educar a las personas para que sean conscientes sobre cómo las plantas, al transformar la luz solar en energía mediante complejas reacciones químicas, demuestran que la agricultura está intrínsecamente ligada a los procesos cósmicos. Esa luz, esencial para la vida vegetal, proviene del Sol, cuya relación con la Tierra se remonta al origen del universo, la formación del Sistema Solar y eventos estelares ocurridos hace millones de años. De esta manera, el espacio exterior y la agricultura están conectados en un ciclo cósmico que enlaza la vida en la Tierra con los procesos universales”, afirma Silva.
Agrega que, además de este vínculo natural, el taller abordará otros aspectos fundamentales profundamente arraigados en la humanidad. La agricultura, entendida como una expresión cultural, ha influido de manera significativa en los ciclos agrícolas de las comunidades a lo largo de la historia. Desde tiempos ancestrales, diferentes culturas han observado los movimientos solares y lunares, diseñando herramientas de diversas escalas para predecir su influencia en los cultivos y las cosechas. Esta combinación de conocimiento cósmico y observación práctica permitió estructurar las actividades humanas en torno a las estaciones y los ciclos terrestres, por lo que comprender esto no solo nos conecta con la base de la vida vegetal, sino que también invita a profundizar en cómo las comunidades ancestrales integraron estos saberes en sus prácticas agrícolas.
Durante el taller los asistentes podrán aprender de los siguientes temas:
- Comprensión de los ciclos celestes: Durante el taller, los participantes aprenderán sobre los ciclos del Sol y la Luna, cuyo movimiento periódico ha sido clave para identificar los momentos óptimos de siembra y cosecha a lo largo de la historia. Este conocimiento permitirá optimizar el uso de recursos en sus huertas urbanas, maximizando la eficiencia en el manejo de los cultivos y mejorando las prácticas agrícolas a partir de la relación entre la astronomía y la agricultura.
- Evaluación detallada de las huertas urbanas: Se llevará a cabo un análisis exhaustivo de cada huerta, evaluando las especies plantadas, las características del suelo y los factores físicos y químicos que influyen en cada entorno específico. Además, se abordarán estrategias de control de plagas, aplicando conocimientos científicos de manera práctica. Este enfoque personalizado permite adaptar las recomendaciones a cada espacio y a las necesidades particulares de cada cultivador.
- Apropiación y aplicación de conocimientos: Esto contribuirá a un manejo más adecuado de las especies cultivadas, fortaleciendo sus habilidades para la agricultura urbana y fomentando una gestión más sostenible y efectiva en cada huerta.
“Para lograr esto, no utilizamos herramientas como telescopios, ya que sabemos que no son adecuadas para quedarse en las comunidades. En su lugar, empleamos presentaciones digitales y aplicaciones móviles gratuitas relacionadas con la astronomía, que enseñamos a usar de manera específica para el desarrollo de huertas. También utilizamos elementos convencionales de enseñanza, como herramientas de papelería e imágenes de referencia, que quedan a disposición de la comunidad”, dice Silva.
Otra actividad que se verá en el taller es explicar sobre la astrobiología, que es una ciencia que estudia el origen, evolución, distribución y futuro de la vida en el universo, tanto en la Tierra como en otros planetas. Combina conocimientos de varias áreas, como la biología, la astronomía, la química, la ecología y la geología, para investigar si existe vida más allá de nuestro planeta y cómo podríamos detectarla. Según Silva, esto incluye estudiar si las plantas podrían adaptarse y sobrevivir en otros planetas, ya que son clave para comprender la posibilidad de crear ecosistemas autosostenibles fuera de la Tierra.
“El Planetario tiene un enfoque fuerte en la astrobiología, y uno de nuestros principios clave es comprender cómo el cosmos se conecta con la vida en la Tierra. Este enfoque se refleja en todas nuestras actividades, incluyendo las huertas urbanas, que buscan dejar un legado duradero y expandirse a otras zonas de la ciudad. Bogotá tiene una rica tradición agrícola, especialmente en localidades como Suba, pero no se limita solo a esos espacios. En toda la ciudad hay huertas urbanas: desde los techos de edificios, jardines en casas, hasta alféizares de ventanas de cocina. Además, los humedales de Bogotá y diversas comunidades están creando sus propios jardines urbanos”, comenta.
Sin embargo, señala que ha sido difícil en ciertos aspectos, pues Bogotá enfrenta retos en la observación del cielo, que son similares a los que enfrentan otras grandes ciudades: la contaminación lumínica. Esto se debe a que la luz eléctrica nocturna opaca la visibilidad de las estrellas, impidiendo la observación del firmamento. Además, esta iluminación artificial altera las dinámicas de especies (plantas u animales) nocturnas que juegan un papel crucial en el equilibrio de los ecosistemas.
“Otro desagio es el acceso, y es que muchas comunidades en Bogotá no tienen como llegar a infraestructuras especializadas como el Planetario de Bogotá. Nosotros hemos buscando luchar con esto, creando el programa “Misión Centro de Bogotá,” con el objetivo de acercar la astronomía a más personas. El impacto de estos esfuerzos va más allá de la observación del cielo. Para un ciudadano común, no necesariamente científico, comprender cómo los fenómenos naturales y astronómicos afectan la vida en la Tierra —como el flujo de las mareas o el movimiento de la savia en las plantas— ayuda a reducir la incertidumbre en la agricultura urbana. Con estos conocimientos, se evita un enfoque de ensayo y error, haciendo que la siembra sea menos una apuesta a ciegas y más un proceso informado”, asegura.
Agrega que además, entender la conexión entre fenómenos cósmicos y la vida cotidiana fomenta un sentido de asombro y curiosidad por el planeta, algo que consideran esencial para cerrar brechas de conocimiento. Por ello, fomentar este sentido de asombro no solo impulsa la agricultura urbana, sino que también empodera a la ciudadanía.
“Creemos que tener una huerta urbana y saber que puedes acceder a ingredientes frescos en casa, sin necesidad de gastar dinero o salir, es un acto de soberanía alimentaria. Las huertas urbanas son espacios que unen a las comunidades y, además, ofrecen grandes beneficios para los niños, pues aquellos que crecen cultivando plantas desarrollan una mayor conciencia y autonomía, convirtiéndose en adultos más empoderados y conectados con su entorno en el futuro. Por ejemplo, nosotros tenemos una pequeña huerta en la terraza donde cultivamos pequeñas fresas que está controladas por sistemas robóticos equipados con mini paneles solares, que nos permiten gestionar la luz y avisarnos cuando las plantas necesitan agua”, cuenta.
Finalizo invitando a la comunidad a visitar el Planetario, pero no es necesario ir hasta nuestras instalaciones en el centro de Bogotá. Los animo a seguir nuestra “Misión 15″ con el domo portátil del Planetario, que recorre la ciudad cada semana. Estamos llevando el Planetario a distintos lugares de Bogotá, acercando la experiencia a diferentes comunidades.
“También quiero resaltar que este proyecto es una invitación para que todos cultiven algo en sus hogares, aunque sea una pequeña planta de romero o algunas fresas. Infórmense sobre las plantas nativas o aquellas que mejor se adaptan al clima de Bogotá, y anímense a crear su propio jardín urbano. Puede ser algo sencillo, incluso en la cocina, pero es una forma efectiva y encantadora de conectar con la naturaleza”, concluye.
🌳 ☘️ 🌿 Encuentre en La Huerta toda la información sobre plantas, jardinería, cultivos y siembra. 🍂🌺 🌼
Las huertas, a menudo concebidas como simples espacios para cultivar hortalizas con cuidados básicos, encierran la conexión profunda que el hombre ha tenido con la agricultura y el cielo. Y es que desde tiempos remotos, la humanidad ha perfeccionado sus prácticas agrícolas gracias a la observación de los ciclos astronómicos, descubriendo cómo la Luna, el Sol, los planetas y otros astros influyen en el desarrollo de las cosechas.
En este contexto, el Planetario de Bogotá lanzó una actividad que busca explorar esta relación histórica entre los ciclos astronómicos y las prácticas agrícolas, pero desde una perspectiva urbana. A través de talleres comunitarios realizados en huertas urbanas de la localidad de Suba, tienen como objetivo profundizar en cómo los fenómenos astronómicos influyen en la agricultura, la formación de los suelos y su conexión con la historia regional. De esta manera, se busca educar a la población, conectando los saberes ancestrales con los retos actuales, fomentando el aprendizaje colectivo y la sostenibilidad en entornos urbanos.
“La motivación detrás de esta actividad, que combina la astronomía y las prácticas agrícolas urbanas, está profundamente vinculada a las características de esta localidad. Y es que Suba se ha destacado por el fuerte sentido de apropiación que sus habitantes tienen hacia su entorno, lo que ha impulsado la organización comunitaria en torno a espacios centrados en la sostenibilidad ambiental. Podemos ver que las huertas y la agricultura urbana, tanto dentro como en la periferia de las ciudades, han fomentado acciones colectivas que fortalecen la construcción de comunidades, el activismo ambiental y la protección de la fauna y flora nativas”, señala Paula Silva, gerente de Escenarios del Instituto Distrital de las Artes - Idartes, del cual hace parte el Planetario.
Explica que desde esta dinámica, identificaron una oportunidad para aportar conocimientos que amplíen y profundicen las relaciones entre el medio ambiente y las comunidades. Este enfoque permite enlazar los servicios ecosistémicos con las sociedades humanas y sus entornos, abordando estos temas desde una perspectiva integral.
“En el Planetario de Bogotá, y en la astronomía global, este tipo de análisis se conecta con disciplinas como la astrobiología, la geología y el estudio de la formación de suelos, ofreciendo un marco que une los saberes locales con los avances científicos. Esta visión integrada busca beneficiar tanto al territorio como a sus habitantes, promoviendo un diálogo enriquecedor entre el conocimiento ancestral y la ciencia contemporánea”, afirma.
Y es que según la experta, históricamente, la observación del cielo ha sido una práctica común en todas las comunidades humanas, desde las primeras civilizaciones hasta la actualidad. Mucho antes de los griegos y romanos, ya existía una conexión profunda entre los humanos y el cielo, no solo en la creación de historias y mitos a partir de las estrella, sino también en la construcción de estructuras destinadas a la observación astronómica. En la actualidad, esas infraestructuras han evolucionado hacia planetarios y observatorios modernos, que permiten estudiar fenómenos que también afectan los cultivos.
¿Qué abordará la actividad?
Según Silva, las huertas urbanas y la agricultura urbana, en general, responden a un desafío común: la falta de recursos, por lo que estas iniciativas permiten a las personas, ya sea por limitaciones económicas o por la ausencia de acceso a ciertos alimentos, crear sistemas de intercambio no monetarios que fortalecen la sostenibilidad comunitaria.
En este contexto, el taller busca capacitar a los habitantes de la zona y a los participantes de estos proyectos para comprender los fenómenos celestes y su influencia en los ciclos de cultivo, permitiéndoles así optimizar los procesos agrícolas, pues el conocimiento de cómo los eventos astronómicos influyen en el crecimiento de las plantas facilita decisiones más informadas sobre qué sembrar, cuándo hacerlo y cómo planificar las cosechas. Con este enfoque práctico, se fomenta una agricultura urbana más eficiente, aprovechando al máximo los recursos disponibles y alineando las prácticas agrícolas con los ciclos naturales.
“Algo fundamental de esto es que al integrar el conocimiento astronómico en la planificación agrícola, se fortalecen las capacidades de las comunidades para gestionar sus huertas de manera sostenible e innovadora. Esto no solo mejora los resultados de las cosechas, sino que también promueve una relación más armónica entre las prácticas agrícolas y los ritmos del entorno natural”, comenta la experta.
De hecho, agrega que estas actividades son significativos para ellos, pues profundizar en la conexión histórica entre el cielo y la agricultura lleva a explorar una relación que trasciende el tiempo, pues ambas están ligadas desde el origen de la vida misma.
“Buscamos educar a las personas para que sean conscientes sobre cómo las plantas, al transformar la luz solar en energía mediante complejas reacciones químicas, demuestran que la agricultura está intrínsecamente ligada a los procesos cósmicos. Esa luz, esencial para la vida vegetal, proviene del Sol, cuya relación con la Tierra se remonta al origen del universo, la formación del Sistema Solar y eventos estelares ocurridos hace millones de años. De esta manera, el espacio exterior y la agricultura están conectados en un ciclo cósmico que enlaza la vida en la Tierra con los procesos universales”, afirma Silva.
Agrega que, además de este vínculo natural, el taller abordará otros aspectos fundamentales profundamente arraigados en la humanidad. La agricultura, entendida como una expresión cultural, ha influido de manera significativa en los ciclos agrícolas de las comunidades a lo largo de la historia. Desde tiempos ancestrales, diferentes culturas han observado los movimientos solares y lunares, diseñando herramientas de diversas escalas para predecir su influencia en los cultivos y las cosechas. Esta combinación de conocimiento cósmico y observación práctica permitió estructurar las actividades humanas en torno a las estaciones y los ciclos terrestres, por lo que comprender esto no solo nos conecta con la base de la vida vegetal, sino que también invita a profundizar en cómo las comunidades ancestrales integraron estos saberes en sus prácticas agrícolas.
Durante el taller los asistentes podrán aprender de los siguientes temas:
- Comprensión de los ciclos celestes: Durante el taller, los participantes aprenderán sobre los ciclos del Sol y la Luna, cuyo movimiento periódico ha sido clave para identificar los momentos óptimos de siembra y cosecha a lo largo de la historia. Este conocimiento permitirá optimizar el uso de recursos en sus huertas urbanas, maximizando la eficiencia en el manejo de los cultivos y mejorando las prácticas agrícolas a partir de la relación entre la astronomía y la agricultura.
- Evaluación detallada de las huertas urbanas: Se llevará a cabo un análisis exhaustivo de cada huerta, evaluando las especies plantadas, las características del suelo y los factores físicos y químicos que influyen en cada entorno específico. Además, se abordarán estrategias de control de plagas, aplicando conocimientos científicos de manera práctica. Este enfoque personalizado permite adaptar las recomendaciones a cada espacio y a las necesidades particulares de cada cultivador.
- Apropiación y aplicación de conocimientos: Esto contribuirá a un manejo más adecuado de las especies cultivadas, fortaleciendo sus habilidades para la agricultura urbana y fomentando una gestión más sostenible y efectiva en cada huerta.
“Para lograr esto, no utilizamos herramientas como telescopios, ya que sabemos que no son adecuadas para quedarse en las comunidades. En su lugar, empleamos presentaciones digitales y aplicaciones móviles gratuitas relacionadas con la astronomía, que enseñamos a usar de manera específica para el desarrollo de huertas. También utilizamos elementos convencionales de enseñanza, como herramientas de papelería e imágenes de referencia, que quedan a disposición de la comunidad”, dice Silva.
Otra actividad que se verá en el taller es explicar sobre la astrobiología, que es una ciencia que estudia el origen, evolución, distribución y futuro de la vida en el universo, tanto en la Tierra como en otros planetas. Combina conocimientos de varias áreas, como la biología, la astronomía, la química, la ecología y la geología, para investigar si existe vida más allá de nuestro planeta y cómo podríamos detectarla. Según Silva, esto incluye estudiar si las plantas podrían adaptarse y sobrevivir en otros planetas, ya que son clave para comprender la posibilidad de crear ecosistemas autosostenibles fuera de la Tierra.
“El Planetario tiene un enfoque fuerte en la astrobiología, y uno de nuestros principios clave es comprender cómo el cosmos se conecta con la vida en la Tierra. Este enfoque se refleja en todas nuestras actividades, incluyendo las huertas urbanas, que buscan dejar un legado duradero y expandirse a otras zonas de la ciudad. Bogotá tiene una rica tradición agrícola, especialmente en localidades como Suba, pero no se limita solo a esos espacios. En toda la ciudad hay huertas urbanas: desde los techos de edificios, jardines en casas, hasta alféizares de ventanas de cocina. Además, los humedales de Bogotá y diversas comunidades están creando sus propios jardines urbanos”, comenta.
Sin embargo, señala que ha sido difícil en ciertos aspectos, pues Bogotá enfrenta retos en la observación del cielo, que son similares a los que enfrentan otras grandes ciudades: la contaminación lumínica. Esto se debe a que la luz eléctrica nocturna opaca la visibilidad de las estrellas, impidiendo la observación del firmamento. Además, esta iluminación artificial altera las dinámicas de especies (plantas u animales) nocturnas que juegan un papel crucial en el equilibrio de los ecosistemas.
“Otro desagio es el acceso, y es que muchas comunidades en Bogotá no tienen como llegar a infraestructuras especializadas como el Planetario de Bogotá. Nosotros hemos buscando luchar con esto, creando el programa “Misión Centro de Bogotá,” con el objetivo de acercar la astronomía a más personas. El impacto de estos esfuerzos va más allá de la observación del cielo. Para un ciudadano común, no necesariamente científico, comprender cómo los fenómenos naturales y astronómicos afectan la vida en la Tierra —como el flujo de las mareas o el movimiento de la savia en las plantas— ayuda a reducir la incertidumbre en la agricultura urbana. Con estos conocimientos, se evita un enfoque de ensayo y error, haciendo que la siembra sea menos una apuesta a ciegas y más un proceso informado”, asegura.
Agrega que además, entender la conexión entre fenómenos cósmicos y la vida cotidiana fomenta un sentido de asombro y curiosidad por el planeta, algo que consideran esencial para cerrar brechas de conocimiento. Por ello, fomentar este sentido de asombro no solo impulsa la agricultura urbana, sino que también empodera a la ciudadanía.
“Creemos que tener una huerta urbana y saber que puedes acceder a ingredientes frescos en casa, sin necesidad de gastar dinero o salir, es un acto de soberanía alimentaria. Las huertas urbanas son espacios que unen a las comunidades y, además, ofrecen grandes beneficios para los niños, pues aquellos que crecen cultivando plantas desarrollan una mayor conciencia y autonomía, convirtiéndose en adultos más empoderados y conectados con su entorno en el futuro. Por ejemplo, nosotros tenemos una pequeña huerta en la terraza donde cultivamos pequeñas fresas que está controladas por sistemas robóticos equipados con mini paneles solares, que nos permiten gestionar la luz y avisarnos cuando las plantas necesitan agua”, cuenta.
Finalizo invitando a la comunidad a visitar el Planetario, pero no es necesario ir hasta nuestras instalaciones en el centro de Bogotá. Los animo a seguir nuestra “Misión 15″ con el domo portátil del Planetario, que recorre la ciudad cada semana. Estamos llevando el Planetario a distintos lugares de Bogotá, acercando la experiencia a diferentes comunidades.
“También quiero resaltar que este proyecto es una invitación para que todos cultiven algo en sus hogares, aunque sea una pequeña planta de romero o algunas fresas. Infórmense sobre las plantas nativas o aquellas que mejor se adaptan al clima de Bogotá, y anímense a crear su propio jardín urbano. Puede ser algo sencillo, incluso en la cocina, pero es una forma efectiva y encantadora de conectar con la naturaleza”, concluye.
🌳 ☘️ 🌿 Encuentre en La Huerta toda la información sobre plantas, jardinería, cultivos y siembra. 🍂🌺 🌼