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Hablar de azaleas es una conversación que bien puede ser acerca de teoría del color. Esta planta produce flores de colores intensos que, por lo general, cubren tonos asociados al blanco, rojo, rosado y el violeta.
Pero lo cierto es que esta especie tiene unas 10.000 variedades registradas, por lo que se puede esperar un amplio abanico de colores y formas (más aún si se trata de cruces o injertos).
Esta larga lista de posibilidades señala, sin embargo, hacia un factor común y certero: tener una azalea en su casa o en su oficina es incorporar vida y color a cualquier espacio, sin duda.
Las azaleas son plantas nativas de países en el llamado Lejano Oriente, con especial énfasis en Japón, China o India.
Como sucede con muchas otras plantas, la azalea tiene una especie de valor social, si se quiere, pues en culturas como la japonesa es sinónimo de buena suerte. No estamos hablando de propiedades mágicas, milagrosas o esotéricas. Es más una asociación de la planta con cosas buenas. Y se entiende: las formas y colores de las azaleas llenan un poco el ambiente (y el alma, de paso) de una cierta sensación de bienestar: cuando la belleza es cura para salvar los días.
Características y cuidados de las azaleas
Todos los beneficios de estas plantas llegan con un cierto precio, si se quiere: no son la especie más fácil de cuidad, aunque tampoco estamos hablando de complejidad nivel reactor nuclear.
Antes de entrar en los cuidados es clave aclarar que las azaleas pueden ser tóxicas, por lo que resulta clave alejarlas de niños y mascotas.
Ahora sí, entrando en matera (el chiste es malo, pero intencional).
En esencia, hay que tener cuidado con tres factores: la ubicación de la planta, el riego y la calidad del suelo. Vamos por partes.
La ubicación de las azaleas es importante, pues si bien son plantas que requieren exposición a la luz, no soportan la radiación directa, que puede quemar fácilmente sus flores y, en general, toda la planta.
De paso, es una especie que se da mejor en climas templados y hay que alejarla, con igual rigor, de temperaturas por debajo de los 15 grados o por encima de los 25 grados centígrados.
Esta es una planta que agradece los lugares de semisombra, bien sea que vive en interiores o en un jardín. En este último caso, lo mejor es ubicarla cerca a un árbol grande, que pueda proveer sombra, pero no de forma constante o abrumadora (pues al final también necesita luz para sobrevivir).
En términos de riego, las azaleas precisan de un nivel casi constante de humedad. Esto, especialmente si están en lugares que se ubiquen en la parte alta del espectro de temperatura que soportan estas plantas. Para ellas, el riego ideal puede ser mediante un plato con agua debajo de la base de la matera (si están plantadas en un contenedor y no en suelo abierto): dejarlas en remojo durante 5 o 10 minutos cada dos días puede ser suficiente.
A pesar de ser amigas de la humedad, las azaleas no la van nada bien con los encharcamientos y los excesos de agua, que pueden pudrir fácilmente sus delicadas raíces. Entonces, ojo con el agua.
Y por aquí llegamos al último factor crítico, la calidad del suelo. Las azaleas necesitan suelos ácidos y rechazan los factores alcalinos al punto de que si el agua del lugar en donde vive es tratada con cal, será mejor opción regar esta planta con agua lluvia.
A su vez, el sustrato en el que están plantadas debe ser suelto para permitir un paso óptimo del agua, lo que no sólo ayuda a una irrigación correcta de las raíces, sino a prevenir la acumulación de líquido y, por esa vía, la aparición de encharcamientos.
Es vital que la matera en la que estén plantadas las azaleas tenga un excelente drenaje.
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