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Si los relojes dejaran de existir, si se pararan todos al mismo tiempo, la llegada de la tarde podría medirse fácilmente con el aroma dulce y penetrante del caballero de la noche, que en el albor de la noche anuncia el final de un día más con un aroma tan penetrante, como agradable.
El caballero, que también es conocido como dama o galán de la noche en algunos países, es una planta que en su mejor estado puede llegar a medir unos cuatro metros. Con flores que oscilan entre blanco y verde, su gran atractivo es el olor que despide al caer la tarde.
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Esta característica es una adaptación evolutiva para atraer a polinizadores nocturnos que, sin pistas visuales (por razones obvias) toman sus coordenadas gracias al olor de la planta.
Cuidados del caballero de la noche
Lo primero que hay que decir es que esta es una planta, preferiblemente de exteriores. Se beneficia de la luz directa y su desempeño es óptimo entre más luz reciba.
También es recomendable para exteriores, pues al final se trata de una especie que interviene en polinización, por lo que lo mejor es que cumpla su función ecológica.
Así mismo, su intenso aroma, en espacios cerrados, puede ser saturante para algunos y, al final, se disfruta mucho más en condiciones naturales, con la brisa del viento, al aire libre.
Si no se cuenta con un espacio de jardín, sino una terraza amplia, por ejemplo, lo mejor es plantarla en una matera profunda y, en general, de gran tamaño. Como ya se dijo, el caballero puede llegar a tener hasta cuatro metros, por lo que una buena base llevará a esta planta a su mejor estado posible.
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En términos de agua, el caballero precisa de humedad moderada, pero constante. Y hay que tener cuidado con no encharcarla. Vive más cómodamente en climas que tienden hacia el calor y el frío extremo no es su mejor amigo. Dependiendo de la temperatura, puede requerir de un riego generoso dos veces por semana.
Como con casi todas las plantas, es prudente verificar su nivel de humedad antes de regar para no exponer las raíces a un exceso de agua, que las puede pudrir o puede debilitar la planta en general y volverla susceptible a hongos, por ejemplo.
También dependiendo de la temperatura es ideal abonar la planta una vez al mes. En climas que tienden hacia lo templado o frío, esta labor se puede realizar cada dos meses, pues en la medida en la que baja el termómetro, el caballero reduce la velocidad de su metabolismo.