Popular en la cosmética, la medicina tradicional e incluso en la gastronomía, la caléndula es una planta mediterránea que durante milenios ha sido usada en diferentes culturas del mundo por sus propiedades y por tratarse de una especie de rápido crecimiento y fácil cuidado.
Estamos hablando de una planta herbácea, con una altura promedio de 65 cm y de hojas ovaladas que pueden llegar a medir 10 centímetros, que florece todos los meses: de ahí su nombre, que viene del latín calendae que significa primer día del mes, según la “Plataforma de nombres comunes de las plantas” del Jardín Botánico de Bogotá.
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Conocida también como maravilla o botón de oro, tiene flores amarillas o anaranjadas que atraen especies de abejas melíferas y que se cierran de noche y se abren de nuevo al amanecer. Y es precisamente en su flor en donde se concentran sus propiedades. De acuerdo con el Vademecum Colombiano de Plantas Medicinales, estas contienen propiedades antiinflamatorias, antisépticas, antiespasmódicas, astringentes, diaforéticas, antibacterianas y cicatrizantes.
“Se emplean en caso de acné, contusiones, golpes, torceduras, eczemas, quemaduras, picaduras de insectos, irritaciones cutáneas, amenorrea, dismenorrea y vulvovaginitis”, señala el documento al recalcar que existen contraindicaciones por uso interno: embarazo y lactancia; y por uso externo: puede producir irritación e hipersensibilidad. Por eso siempre es aconsejable acudir a un especialista de la salud, pues aunque se trata de una planta que tiene ciertas propiedades, en ningún caso puede reemplazar un tratamiento médico adecuado.
Como emoliente es ampliamente utilizado en productos cosméticos para hidratar y calmar la piel, mientras que en la gastronomía sus pétalos son usados como colorante, y en otros usos también como tinte para telas.
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Cuidados de la caléndula
Aunque se trata principalmente de una especie ideal para exteriores, también se puede cultivar en matera para interiores. Su uso en jardinería se ha popularizado pues ofrece la posibilidad de tener color durante buena parte del año. Es una especie muy resistente y puede soportar temperaturas bajas de hasta -3 grados centígrados. Pero ya sea en interiores o exteriores, la clave estará en el espacio que le demos, pues sus raíces necesitan una buena base para crecer y desarrollarse correctamente.
Necesita mucho sol para mantener su floración, así que incluso si la dejamos en interiores, es fundamental que esté cerca a una ventana o en un lugar bien iluminado. Si no es posible, la semisombra también puede ser una opción, pero tenga en cuenta que su floración no será la misma.
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Para el riesgo es indispensable que sea constante: 2 o 3 veces a la semana (dependiendo de la temperatura ambiente) y con cuidado de no encharcarla, pues sus raíces son muy sensibles al exceso de agua.
La sugerencia acá es tener un sustrato aireado que permita un buen drenaje, y una matera con suficientes agujeros en la base para que no se presenten pequeñas inundaciones. Evite poner un plato debajo de la matera, el agua sobrante que queda en él puede llevar a que las raíces se pudran.
Requiere ser podada de tanto en tanto, pero el proceso es simple: solo debe retirar con las manos las ramas y flores marchitas, para para evitar que estas consuman nutrientes que pueden aprovechar mejor las que vienen en camino.
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