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Al hablar de animales polinizadores, lo primero que suele venir a la mente son las abejas, conocidas por su crucial labor en este proceso. Sin embargo, no son las únicas protagonistas. La polinización es un esfuerzo colectivo en el que participan diversas especies, incluyendo mamíferos como murciélagos y primates de regiones tropicales, insectos como mariposas y escarabajos, e incluso reptiles. Cada uno de estos animales desempeña un papel esencial en este proceso, subrayando la complejidad del ecosistema y la importancia de proteger a todos los polinizadores para garantizar tanto la salud de nuestro entorno natural como la seguridad alimentaria global.
Por ello, aquí le presentamos cinco mamíferos que probablemente no imaginaría como polinizadores, pero que juegan un papel valioso en este proceso. Desde pequeños marsupiales hasta grandes mamíferos, todos ellos contribuyen al intercambio de polen al interactuar con las flores durante su búsqueda de alimento.
Oso de anteojos
El oso de anteojos, también conocido como oso andino, es una especie única y emblemática de Suramérica que habita los bosques andinos desde los 1.000 metros de altura hasta los páramos. En Colombia, donde se estima una población de hasta 8.000 individuos, estos osos son excelentes trepadores gracias a sus garras, las cuales utilizan no solo para moverse entre los árboles, sino también para cavar en la tierra y manipular la vegetación. Algo importante es que los machos pueden cubrir territorios de hasta 61 kilómetros cuadrados, lo que les permite tener un impacto significativo en grandes extensiones de bosque.
Según la WWF Colombia, este mamífero cumple un papel fundamental como “jardinero del bosque” debido a sus hábitos alimenticios y su comportamiento. Y es que aunque es omnívoro, su dieta se compone principalmente de frutas y plantas, y durante sus largos recorridos ayuda a dispersar semillas a través de sus excrementos. Además, su abundante pelaje transporta polen de una planta a otra, contribuyendo así a la polinización. Esta capacidad para distribuir semillas y polen lo convierte en un actor clave en la regeneración y mantenimiento de los ecosistemas forestales andinos.
La conservación del oso de anteojos es crucial no solo por su valor intrínseco sino también porque funciona como una “especie sombrilla”, lo que significa que proteger a este oso beneficia automáticamente a todo el ecosistema, incluyendo los páramos, bosques de niebla y las numerosas especies que comparten su hábitat. Sin embargo, la especie enfrenta serias amenazas que la han llevado a ser clasificada como “vulnerable” por la UICN.
Lémur
El lémur de collar blanco y negro es una especie que habita exclusivamente en Madagascar, destacándose como uno de los lémures más grandes, con un peso aproximado de 4 kilogramos. Su nombre deriva de su distintivo pelaje blanco y negro, que incluye una característica mancha blanca alrededor del cuello, complementada por unos llamativos ojos amarillos y brillantes.
Como frugívoros, estos lémures cumplen un papel ecológico fundamental en su hábitat, alimentándose principalmente de frutas y contribuyendo significativamente a la dispersión de semillas a través de sus excrementos en el suelo del bosque. Además de frutas, su dieta incluye semillas y néctar, para cuya obtención utilizan sus largas lenguas, permitiéndoles acceder al interior de las flores. Esta actividad los convierte en polinizadores excepcionales, especialmente en el caso de las palmeras del viajero, árboles de hasta 12 metros de altura que dependen casi exclusivamente de estos lémures para su polinización debido a su singular capacidad para abrir las duras brácteas de las flores, lo que les ha valido el reconocimiento como los polinizadores más grandes del mundo según el Servicio Forestal de Estados Unidos.
Reptiles
Los reptiles han demostrado ser polinizadores sorprendentemente efectivos en ciertos ecosistemas insulares, donde la diversidad de insectos polinizadores puede ser limitada. Un ejemplo de esto es el eslizón de Noronha (Trachylepis atlantica), un pequeño lagarto endémico de la isla Fernando de Noronha en Brasil. Este reptil, que mide entre 7 y 10 centímetros de longitud y se caracteriza por sus manchas claras y oscuras, ha desarrollado una relación única con el árbol mulungu (Erythrina velutina). A pesar de ser un depredador oportunista que consume una amplia variedad de alimentos, incluyendo insectos y hasta huevos de su propia especie, este animal cumple un papel fundamental en la polinización al beber el néctar de las flores del mulungu, transportando el polen en sus escamas mientras se desplaza entre las flores.
Otro ejemplo es en la isla de Mauricio, situada en África Occidental, donde se encuentra el geco diurno de cola azul (Phelsuma cepediana). Este pequeño lagarto de la familia Gekkonidae, endémico de la isla, ha establecido una relación importante con las plantas del género Trochetia. Estas plantas son particularmente interesantes porque son de las pocas en el mundo capaces de producir néctar de colores, una característica que, algunos científicos, sugieren podría estar relacionada con aves polinizadoras ahora extintas.
Ambos reptiles desempeñan un papel crucial como polinizadores, ayudando en la supervivencia de las plantas con flores al garantizar la polinización en estos ecosistemas.
Zarigüeyas de miel
La zarigüeya de la miel (Tarsipes rostratus), también conocida como noolbenger, es un marsupial del tamaño de un ratón que habita exclusivamente en las llanuras costeras del suroeste de Australia. Este diminuto animal, que mide entre 6.5 y 8.9 centímetros de largo y pesa apenas la mitad que un ratón común, se distingue por ser uno de los pocos mamíferos completamente nectarívoros del mundo. Su apariencia es distintiva, caracterizada por un hocico alargado y tres rayas negras que recorren su espalda, características que lo hacen perfectamente adaptado para su especializada forma de vida.
Este reptil se destaca por su lengua excepcionalmente larga, con una punta en forma de cepillo que le permite acceder con facilidad al néctar y polen de las flores. Sus dientes son pequeños y escasos, ya que su dieta líquida no requiere de ellos. Mientras se alimenta, su hocico largo y puntiagudo se cubre de polen, el cual transporta de flor en flor, desempeñando un papel vital en la polinización y reproducción de las plantas en su entorno. Para moverse entre las flores, cuenta con una cola semiprensil y patas prensiles que le permiten trepar ramas delgadas y colgarse mientras busca su alimento. Además, sus riñones están adaptados para procesar una dieta rica en agua, lo que le permite generar más orina que su propio peso corporal en un solo día.
Según el Servicio Forestal de Estados Unidos, la zarigüeya de la miel cumple un papel ecológico crucial como polinizador de diversas especies de plantas australianas, especialmente las flores de banksia y eucalipto, incluyendo especies específicas como Banksia attenuata, Banksia coccinea y Adenanthos cuneatus. Su supervivencia está íntimamente ligada a la disponibilidad continua de flores, ya que necesita un entorno donde estás florezcan durante todo el año para mantener su dieta exclusiva.
Petauro del azúcar
El petauro del azúcar (Petaurus breviceps) es un pequeño marsupial nocturno que vive en Australia y las islas del Indo-Pacífico. Mide entre 14 y 19 centímetros desde el hocico hasta la base de su cola, que es tan larga como su cuerpo. Este animal tiene adaptaciones especiales para vivir en los árboles, como una membrana (patagio) que va desde el quinto dedo de su mano hasta el pulgar de su pie, lo que le permite deslizarse entre los árboles. Es un animal muy social que vive en grupos familiares, donde se dedican a actividades como acicalarse y descansar juntos.
Lo que lo hace particularmente importante en su ecosistema es su rol como polinizador en los bosques australianos. Como omnívoro, su dieta incluye una variedad de exudados de plantas ricos en azúcar como savia, goma, néctar, maná y polen, además de invertebrados que le proporcionan proteínas. Según el Zoológico de San Diego, durante sus extensos recorridos nocturnos por el dosel del bosque en busca de alimento, estos ágiles marsupiales transportan polen en sus cuerpos, contribuyendo significativamente a la polinización de diversas plantas nativas, especialmente las especies de Banksia con sus características flores en forma de cono. Su capacidad para desplazarse grandes distancias planeando entre los árboles, combinada con su dieta rica en néctar y polen, los convierte en polinizadores especialmente efectivos de la flora australiana, incluyendo importantes especies de eucaliptos y acacias.
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