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Cinco árboles frutales nativos que debería tener en su patio y cómo cuidarlos

Los árboles frutales nativos de Colombia no solo ofrecen frutos deliciosos, sino que también embellecen el entorno, mejoran el aire, atraen polinizadores y ayudan a restaurar los suelos y ecosistemas.

La  Huerta
19 de marzo de 2025 - 07:00 p. m.
Cinco árboles frutales nativos que debería tener en su patio y cómo cuidarlos
Foto: Pexels / Pixabay
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Los árboles frutales no solo son una fuente de alimento, también transforman cualquier espacio con su belleza, aroma y frescura. Cultivarlos en casa, ya sea en macetas o en el jardín, permite disfrutar de sus frutos mientras se crea un ambiente natural y acogedor. Además, contribuyen a mejorar la calidad del aire, proporcionan sombra y regulan la temperatura, haciendo que el entorno sea más saludable y armonioso.

En esta selección, destacamos cinco árboles frutales nativos de Colombia, que además de producir deliciosos frutos, ayudan a restaurar los suelos, atraen polinizadores y fortalecen los ecosistemas locales. Al sembrarlos, no solo se obtiene una cosecha fresca y natural, sino que también se promueve la conservación de especies propias de la región, contribuyendo al equilibrio del medioambiente y a la recuperación de paisajes degradados.

Guanabana

La guanábana (Annona muricata) es un árbol frutal perteneciente a la familia Annonaceae, originario de Centro y Sudamérica, aunque ampliamente cultivado en regiones tropicales alrededor del mundo. Se caracteriza por ser un árbol pequeño de 3-8 metros de altura, con grandes flores aromáticas que crecen directamente sobre el tronco o las ramas, y produce un fruto distintivo de gran tamaño (14-40 cm), cubierto de espinas blandas, con pulpa blanca fibrosa y dulce que representa aproximadamente el 75,6% del peso total del fruto.

Aunque las primeras crónicas históricas mencionan la presencia de la guanábana en Puerto Rico, República Dominicana, Cuba y la zona caribeña, Colombia es considerado como su verdadero lugar de origen, destacándose por poseer la mayor diversidad de variedades de esta especie en todo el mundo.

Gracias a su adaptabilidad, la guanábana ha logrado expandirse a diversos ecosistemas tropicales, prosperando en climas cálidos y húmedos con altitudes de hasta 1.150 metros. Prefiere suelos ligeramente ácidos y bien drenados, lo que ha favorecido su cultivo en América, África, Asia y Oceanía. Sin embargo, en su región de origen sigue siendo un cultivo clave, integrándose en sistemas agroforestales tradicionales y aportando a la economía rural de Colombia y otros países latinoamericanos.

Cuidados

  • Luz: Esta especie prospera en condiciones de pleno sol, aunque también tolera el sol parcial, sin embargo, esto causa una ligera reducción en su crecimiento y producción de frutos.
  • Temperatura: La temperatura ideal para la guanábana oscila entre 20 y 38 °C, aunque puede tolerar rangos de 5 a 43 °C con los cuidados adecuados.
  • Riego: La guanábana requiere un riego bien distribuido cada 1-2 semanas para mantener el equilibrio de humedad sin encharcamiento.
  • Suelo: El suelo más adecuado para la guanábana debe ser bien drenado, con una composición de arena, marga, calcáreo o arcilla, y un pH entre 5.5 y 6.5.
  • Fertilización: Para mejorar la floración y la fructificación, se recomienda fertilizar la guanábana mensualmente con productos ricos en fósforo durante la temporada de crecimiento.
  • Poda: La poda en primavera ayuda a fortalecer la guanábana, favoreciendo una mayor producción de frutos y una mejor circulación de aire.
  • Problemas comunes: Entre las afecciones más frecuentes se encuentran el amarilleamiento de las hojas y la mancha bacteriana, que afectan su salud y producción.

Mamoncillo

El Melicoccus bijugatus, conocido como mamoncillo, quenepa o limoncillo, es un árbol frutal de hoja perenne que pertenece a la familia Sapindaceae y puede crecer entre 12 y 30 metros de altura. Su copa es densa, sus hojas están formadas por varias hojuelas distribuidas en pares a lo largo de un tallo central y, durante la temporada húmeda, produce pequeñas flores blanco-verdosas agrupadas en racimos aromáticos. Su fruto es lo más característico: una drupa (fruta de hueso) redonda de 2 a 4 cm de diámetro, con una cáscara verde quebradiza que protege una pulpa gelatinosa de color salmón, de sabor agridulce y rica en nutrientes como hierro y fósforo. En su interior, suele tener una semilla grande de color blanquecino.

Aunque nativo de Venezuela, Brasil y Colombia, este árbol se ha naturalizado ampliamente en toda la región tropical americana, extendiéndose desde el sur de Estados Unidos hasta Sudamérica, e incluso ha sido introducido en regiones de África occidental. Su adaptabilidad es notable, prosperando en elevaciones desde bajas hasta medianas (hasta 1000 metros sobre el nivel del mar), en diversos tipos de suelos y soportando tanto sequías como heladas ligeras cuando alcanza la madurez. En Colombia particularmente, el mamoncillo se encuentra ampliamente distribuido en zonas tropicales y subtropicales, donde juega un papel ecológico importante, proporcionando alimento y hábitat para diversas especies de fauna local.

Cuidados

  • Luz: Para un crecimiento óptimo, mamón necesita pleno sol, aunque puede tolerar algo de sombra parcial.
  • Temperatura: La temperatura ideal para mamón oscila entre 20 y 38 ℃, aunque puede soportar desde 0 hasta 43 ℃ con cuidados adecuados.
  • Riego: Debe regarse cada 2-3 semanas, ya que es una planta adaptada a la sequía y puede aprovechar la lluvia natural en climas tropicales.
  • Fertilización: Durante la prefloración, es recomendable aplicar fertilizantes ricos en fósforo, complementados con fertilización equilibrada trimestral en árboles jóvenes y semestral en los establecidos.
  • Poda: La poda de mamón se realiza en primavera, eliminando ramas muertas o abarrotadas para mejorar la circulación de aire, la penetración de luz y la producción de frutos.
  • Plagas: Puede verse afectado por cochinillas, trips y moscas de la fruta, por lo que es recomendable inspeccionar regularmente el follaje y aplicar controles biológicos o aceites hortícolas cuando sea necesario.

Guayaba

La guayaba (Psidium guajava) es un árbol o arbusto de la familia Myrtaceae, originario de América tropical pero actualmente naturalizado en diversas regiones tropicales del mundo. Se caracteriza por su adaptabilidad, pudiendo crecer entre 2,5 y 10 metros de altura, con un tronco generalmente retorcido de hasta 60 cm de diámetro y corteza grisácea que se descama. Sus distintivas hojas son simples y alargadas, de color verde, muy aromáticas cuando se estrujan; mientras que sus flores, principalmente solitarias o en pequeños racimos, presentan 4-5 pétalos blancos y sépalos verdes por fuera y blancos por dentro. El fruto, conocido como guayaba, es una baya de sabor agridulce que puede ser redonda, ovalada o con forma de pera. Su cáscara varía de verde a amarilla, mientras que la pulpa puede ser rosada, roja, blanca, amarilla o anaranjada.

La guayaba es particularmente común en zonas ganaderas tropicales húmedas debido a su facilidad de crecimiento en potreros. En países como Colombia, Perú y Ecuador, prospera en altitudes entre 600 y 1500 metros sobre el nivel del mar, donde frecuentemente se utiliza como árbol de sombra en cultivos de café, aguacate y naranja. Su popularidad se debe no solo a su fruto, ampliamente utilizado para elaborar jaleas, dulces y refrescos, sino también a su accesibilidad para ser escalado y a la calidad de su madera como combustible en casos necesarios.

Cuidados

  • Riego: Es un árbol con alta demanda de agua, por lo que debe regarse diariamente. Para evitar descuidos, se recomienda instalar un sistema de riego automático, especialmente si se ausenta por varios días.
  • Luz: Requiere abundante luz solar, por lo que es ideal ubicarlo en la zona más soleada del jardín.
  • Temperatura: Prefiere temperaturas moderadas con alta humedad, ya que su entorno natural suele encontrarse cerca de ríos y lagos.
  • Sustrato: Se adapta a diferentes tipos de suelo, aunque prospera mejor en terrenos aluviales y arenosos con algo de arcilla.
  • Plagas y enfermedades: Es vulnerable a infecciones por hongos y al ataque de hormigas.

Papayuela

La Vasconcellea pubescens, conocida con diferentes nombres según la región (papaya en Chile, papaya arequipeña en el sur de Perú, toronche en Ecuador y norte de Perú, papayuela o chilacuán en el sur de Colombia), es una especie frutal perteneciente a la familia Caricaceae, nativa del norte y centro de Sudamérica. Esta planta crece preferentemente en elevaciones entre los 1000 y 3300 metros sobre el nivel del mar, adaptándose bien a climas templados de montaña. Se caracteriza por ser un arbusto o árbol pequeño perenne que puede alcanzar hasta 10 metros de altura, con un tallo grueso y rugoso, hojas rugosas, y frutos que varían entre 6-15 cm de largo y 3-8 cm de ancho.

El fruto de la papayuela es particularmente notable por su riqueza en enzimas digestivas como la papaína, similar a su pariente cercano, la papaya común. Sin embargo, a diferencia de ésta, la papayuela generalmente se consume cocida debido a que su consumo crudo puede causar problemas digestivos. La pulpa del fruto, de color amarillo y aromática, es versátil en la gastronomía: se utiliza en la preparación de bebidas aromáticas, dulces, postres, productos deshidratados e incluso como ingrediente en pizzas. Además, su popularidad ha trascendido fronteras, siendo especialmente apreciado en el suroeste asiático como ingrediente principal en diversos platos.

Cuidados

  • Luz: Aunque en su hábitat natural se encuentra en zonas sombreadas, una vez plantada crece bien a pleno sol, especialmente en condiciones húmedas.
  • Temperatura: Crece de forma natural en climas tropicales y subtropicales frescos, con temperaturas anuales entre 12 y 18°C. Es importante protegerla del viento y las heladas cuando es joven.
  • Suelo: Prefiere suelos ligeramente ácidos, aunque tolera ambientes alcalinos. No es exigente con el tipo de suelo, pero su trasplante suele ser complicado. Se adapta a suelos pobres siempre que no estén encharcados, y aunque resiste la sequía, prefiere terrenos profundos, fértiles y bien drenados.
  • Riego: Necesita riego constante sin encharcamientos para evitar la pudrición de raíces.
  • Fertilización: Requiere fertilización mensual, utilizando un fertilizante rico en fósforo durante la primavera y el verano.
  • Poda: Los árboles viejos pueden recuperarse si están sanos. Se recomienda realizar un corte en ángulo de 60 cm y cubrirlo con plástico negro para prevenir grietas. Se deben dejar crecer tres brotes nuevos.
  • Plagas y enfermedades: Es una planta resistente, pero puede sufrir pudrición de la raíz si el suelo está demasiado húmedo y frío. También es vulnerable a enfermedades como la mancha negra, el virus del mosaico de la papaya, la antracnosis y el mildiú polvoroso. Además, puede ser atacada por plagas como la mosca de la fruta, la araña roja y la mosca blanca.

Arrayán

Myrcianthes leucoxyla, comúnmente conocido como arrayán o guayabo de Castilla, es un árbol nativo de la región andina de Colombia, Ecuador y Venezuela que crece en elevaciones entre 2200 y 3100 metros sobre el nivel del mar. Esta especie perteneciente a la familia Myrtaceae se caracteriza por su tamaño moderado (entre 6 y 16 metros de altura), con una copa redondeada de ramas densas y retorcidas. Sus hojas son opuestas, de textura similar al cuero, aromáticas y generalmente curvadas, aunque pueden variar según las condiciones ambientales. Sus flores son de color blanco-amarillento y atraen numerosos polinizadores, mientras que sus frutos, inicialmente verdes y luego rojo-pálidos o amarillo crema al madurar, contienen una única semilla redondeada y son comestibles, con un característico sabor aromático que los hace atractivos para diversas especies de aves.

En su hábitat natural, coexiste con otras especies como Myrica parvifolia, Weinmannia tomentosa y Prunus buxifolia, formando parte importante de la ecología de los bosques andinos. Durante su floración, los árboles cubiertos de flores blancas se convierten en centros de actividad para enjambres de abejas y moscas que se alimentan y contribuyen a la polinización.

Cuidados:

  • Luz: Prefiere buena iluminación, aunque también tolera ambientes nublados, como los bosques de niebla en las cañadas.
  • Riego: Requiere riego regular, especialmente en períodos de sequía, evitando encharcamientos.
  • Fertilización: Se recomienda aplicar abono orgánico una vez al año en primavera para promover un mejor desarrollo.
  • Suelo: Requiere suelos fértiles y bien drenados para un crecimiento óptimo.
  • Poda: Se recomienda podarlo periódicamente para mantener su forma, eliminar ramas secas o dañadas y estimular un crecimiento más frondoso. Es preferible realizar la poda después de la floración, cuando el arbusto ha terminado de dar frutos.
  • Plagas y enfermedades: Generalmente no presenta problemas graves, pero es importante vigilar posibles ataques de pulgones o hongos y actuar a tiempo si es necesario.

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Pathos(78770)19 de marzo de 2025 - 08:55 p. m.
Los pueden sembrar donde quieran, menos en los ante jardines q deben respetar la primaria del ornato y las flores para mejorar la calidad de vida y embllecimiento de las casas y calles

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