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El cultivo de plantas en interiores se ha convertido en una tendencia cada vez más popular, no solo por el valor estético que aporta a los espacios, sino también por sus beneficios para la salud y el bienestar. Ciertas especies pueden mejorar la calidad del aire, reducir los niveles de estrés e incluso favorecer el sueño. Sin embargo, no todas las plantas son adecuadas para crecer en un dormitorio. Algunas requieren más luz de la que suele haber en espacios cerrados, mientras que otras pueden necesitar cuidados excesivos que no siempre es posible mantener.
Martín Delgado, consultor botánico del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, explicó a El Espectador que “la clave para elegir una planta de dormitorio es considerar la iluminación disponible, la humedad del ambiente y el tiempo de cuidado que uno está dispuesto a dedicarle”. Además, enfatizó en la importancia de seleccionar especies que contribuyan a mejorar la calidad del aire, pues “un dormitorio con aire más puro favorece un descanso más reparador”.
Lengua de Suegra (Sansevieria trifasciata)
Esta planta, también conocida como espada de San Jorge, es una de las pocas especies que liberan oxígeno durante la noche en lugar de hacerlo durante el día, lo que la convierte en una aliada para mejorar la calidad del sueño. “Muchas plantas realizan la fotosíntesis en horario diurno, pero la sansevieria es especial porque sigue trabajando en la noche, aumentando los niveles de oxígeno en la habitación mientras dormimos”, señala Delgado. Además, tiene la capacidad de eliminar toxinas del aire, como el formaldehído y el benceno, lo que la hace especialmente útil en ambientes urbanos donde la calidad del aire no siempre es la mejor.
En cuanto a sus cuidados, la lengua de suegra es extremadamente resistente y de bajo mantenimiento. Tolera tanto la luz indirecta como los espacios con poca iluminación, lo que la hace ideal para quienes no tienen acceso a grandes ventanales en su habitación. “No necesita riego constante. De hecho, uno de los errores más comunes es darle demasiada agua. Lo mejor es regarla cada 10 o 15 días, dejando que la tierra se seque completamente entre riegos”, recomienda Delgado. Además, es importante colocarla en una maceta con buen drenaje para evitar la acumulación de humedad en las raíces, lo que podría provocar su pudrición.
Poto (Epipremnum aureum)
Conocido por su facilidad de cuidado y rápido crecimiento. Esta enredadera se adapta a diferentes niveles de luz, por lo que puede sobrevivir en habitaciones con iluminación limitada. “El poto es una planta muy noble, ideal para principiantes. Además, ayuda a eliminar toxinas del aire y a regular la humedad en espacios cerrados”, explica Delgado. Su capacidad de absorber contaminantes y su estética atractiva hacen que sea una de las plantas de interior más populares.
Para mantenerlo en buen estado, se recomienda colocarlo en un sitio con luz indirecta y regarlo cuando el sustrato esté seco al tacto. “No es exigente en cuanto a riego. Con una vez por semana suele ser suficiente, aunque esto puede variar según la humedad del ambiente”, añade Delgado. Una ventaja adicional del poto es que se puede cultivar tanto en tierra como en agua, lo que permite experimentar con diferentes formas de exhibirlo en la habitación.
Lavanda (Lavandula angustifolia)
Esta planta es famosa por su fragancia, que tiene propiedades calmantes y puede contribuir a reducir el estrés y la ansiedad. “El olor de la lavanda ha sido estudiado en múltiples ocasiones y se ha demostrado que ayuda a disminuir los niveles de cortisol, la hormona del estrés. Por eso, tener una maceta con lavanda en la mesa de noche puede ser beneficioso para conciliar el sueño”, señala Delgado.
A diferencia del poto y la lengua de suegra, la lavanda necesita más luz para desarrollarse correctamente. Se recomienda colocarla cerca de una ventana donde reciba al menos 4 a 6 horas de sol directo al día. “Si la habitación no tiene suficiente iluminación natural, se puede complementar con luces LED de espectro completo, que simulan la luz del sol”, aconseja Delgado. En cuanto al riego, la lavanda prefiere suelos secos, por lo que solo se debe regar cuando la tierra esté completamente seca. “Es mejor quedarse corto con el agua que excederse, ya que esta planta no tolera la humedad en exceso”, agrega.
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Lirio de la Paz (Spathiphyllum)
Esta planta no solo embellece el espacio con sus hojas verdes y flores blancas, sino que también es una de las mejores purificadoras de aire. “El lirio de la paz es excelente para absorber toxinas como el monóxido de carbono y el benceno, lo que mejora significativamente la calidad del aire en el dormitorio”, explica Delgado. Sus cuidados son relativamente sencillos. Prefiere luz indirecta y un riego moderado. “A diferencia de la lavanda, esta planta sí necesita un sustrato constantemente húmedo, pero sin encharcar. Se recomienda regarla una o dos veces por semana, dependiendo de la temperatura ambiente”, dice Delgado. Otro punto a favor del lirio de la paz es que ayuda a regular la humedad del entorno, lo que puede ser beneficioso para personas con problemas respiratorios.
Aloe Vera (Aloe barbadensis miller)
Es una de las plantas más versátiles que se pueden tener en el dormitorio. No solo mejora la calidad del aire, sino que su gel tiene propiedades medicinales que pueden ser aprovechadas en el día a día. “El aloe vera es una de las pocas plantas que también liberan oxígeno en la noche. Además, su pulpa es excelente para tratar quemaduras, hidratar la piel y aliviar irritaciones”, comenta Delgado. El aloe vera es extremadamente resistente y fácil de cuidar. Necesita luz indirecta brillante y riegos esporádicos, aproximadamente cada 15 días. “Al igual que la lengua de suegra, es importante asegurarse de que la maceta tenga buen drenaje para evitar que el exceso de agua pudra las raíces”, advierte Delgado. Esta planta también puede ser una excelente alternativa para quienes desean incorporar vegetación en su cuarto, pero no tienen experiencia previa en jardinería.
Para garantizar que estas plantas crezcan sanas y fuertes, es fundamental seguir algunas recomendaciones generales. En primer lugar, se debe evitar el exceso de riego, ya que muchas plantas de interior son susceptibles a la pudrición de raíces. “Un error común es pensar que más agua significa mejor cuidado, pero en realidad, la mayoría de estas especies están adaptadas a condiciones de sequía y prefieren poca humedad”, aclara Delgado. También es importante limpiar las hojas regularmente para eliminar el polvo y facilitar la fotos síntesis. “El polvo acumulado puede bloquear los poros de las hojas, reduciendo su capacidad de absorber dióxido de carbono y realizar la fotosíntesis correctamente”, explica Delgado. Un paño húmedo o un rociado ligero con agua pueden ser suficientes para mantenerlas en buen estado.
Otro aspecto clave es la elección del sustrato adecuado. Aunque algunas plantas, como el poto y el lirio de la paz, pueden adaptarse a sustratos más húmedos, especies como la lavanda, el aloe vera y la lengua de suegra requieren una mezcla más arenosa que facilite el drenaje. “Una combinación de tierra para macetas con perlita o arena gruesa ayuda a evitar la acumulación de agua en las raíces, lo que es crucial para evitar enfermedades fúngicas”, señala Delgado.
La ubicación dentro del cuarto también juega un papel importante en la salud de las plantas. Aunque muchas especies de interior pueden tolerar niveles bajos de luz, todas necesitan al menos algo de iluminación natural o artificial para mantenerse saludables. “Si el dormitorio no recibe suficiente luz, se pueden usar bombillas de espectro completo, que imitan la luz solar y ayudan a la fotosíntesis”, recomienda Delgado.
Además de los beneficios físicos y ambientales, tener plantas en el dormitorio puede contribuir al bienestar emocional. La jardinería, incluso en pequeña escala, se ha asociado con una reducción del estrés y una mejora del estado de ánimo. “Cuidar una planta es una forma de conectar con la naturaleza, incluso en un entorno urbano. Regarlas, observar su crecimiento y verlas florecer genera satisfacción y puede ser una actividad relajante”, comenta Delgado.
Por último, si bien todas las plantas mencionadas en este artículo son relativamente fáciles de cuidar, es importante recordar que cada una tiene sus propias necesidades y que la clave para mantenerlas saludables es la observación. “Las plantas nos hablan a su manera. Si vemos hojas amarillas, tal vez necesiten menos agua. Si las hojas se ponen lacias, quizá les falte riego. Aprender a leer esas señales es parte del proceso de cultivar plantas en interiores”, concluye Delgado.
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