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Tal vez lo ha pensado: ¿por qué debo arrancar esta hierba que crece al lado de mi planta? ¿Qué daño hace?
Preguntas válidas, al menos retóricamente. Pero la respuesta en general es sí, debe arrancarlas y hacen mucho daño.
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Si bien la maleza no hace los estragos de una plaga (la cochinilla o el oídio, por hablar de dos nefastos ejemplos), sí daña el adecuado crecimiento de su planta y, en general, le resta posibilidades a su jardín.
Entonces, a arrancar que el mundo se va a acabar.
Pero, primero: la cosa no se acaba con sólo sacarlas del suelo o la matera. La maleza es reconocida universalmente por su capacidad para resistir y regresar, una y otra vez. De ahí el dicho sobre la hierba mala.
Además de arrancar, hay otros métodos de control para eliminar la maleza de una buena vez.
¿Cómo eliminar la mala hierba?
Lo primero es que el acto de arrancar debe ser un poco más que sólo llevarse por delante el pedazo de hierba que sobresale por encima de la tierra: si las raíces quedan sembradas, dele poco tiempo y la maleza reaparece.
Entonces, arrancar tiene que ser desde la raíz, pero con el debido cuidado de no halar las raíces de la planta que está tratando de defender de la maleza.
Aquí hay que hacer una pausa y aclarar que no toda maleza es, necesariamente, dañina. Hay hierbas que, aunque no hayan sido sembradas intencionalmente, pueden ayudar a devolverle nutrientes a la tierra. Mientras que otras especies, en efecto, sí son dañinas para sus plantas.
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Las razones para retirar maleza son variadas: desde las estéticas, hasta las biológicas. Dependiendo de las necesidades de du jardín y sus plantas evalúe si quiere dejar crecer otros huéspedes en sus materas, en la medida en la que no sean dañinos.
Ahora bien, si se trata de invitados que hacen daño, lo primero es entender que la maleza, al igual que su planta, necesita nutrientes del sueño para crecer y prosperar. Entonces, de fondo, se trata de una competencia por una cantidad limitada de materia orgánica y componentes químicos que su planta necesita, pero que ahora tiene que compartir con una especie que ha evolucionado para crecer mucho más rápido que casi todo lo demás y para apoderarse de la mayor cantidad de suelo que pueda.
Volviendo al tema original, si ya arrancó las hierbas que identificó como nocivas, lo siguiente es tratar de de que no vuelvan a aparecer.
Y para esto hay varios caminos, algunos más definitivos y peligrosos que otros.
El enemigo número uno de la maleza es la sal: regar sal en el suelo es casi que una garantía absoluta de que ahí no volverán a crecer malas hierbas, pero, al mismo tiempo, de que no volverá a crecer nada. Entonces, ojo, la sal no es un componente que se le quiera echar a una matera o un pedazo de suelo en donde también hay otras plantas, ya que hacerlo sería una sentencia de muerte.
Algo similar pasa con el vinagre, aunque resulta algo menos definitivo y dañino que la sal. Pero, ojo, su aplicación debe hacerse con mucho cuidado pues puede dañar todo tipo de vida vegetal al interrumpir las capacidades del suelo para albergar los nutrientes que necesitan las plantas.
Para jardines exteriores, en superficies más amplias, también se pueden plantar especies rastreras que, al crecer a los pies de sus plantas, impiden o minimizan bastante el crecimiento de las malas hierbas, pues al final se trata de otra especie que, a bajo nivel, está compitiéndole a la maleza por sus preciados nutrientes.
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Otra de las soluciones involucra regar agua hervida. De nuevo, se debe hacer con mucho cuidado porque puede dañar las raíces de todos los seres vegetales en la vecindad del riego. Pero, a la vez, suele tener menores efectos en el mediano plazo para la regeneración del suelo.
En el mercado se pueden conseguir todo tipo de herbicidas. Si usted tiene que realizar una intervención puntual, como en la conservación de ciertos tipos de césped, por ejemplo, esta opción puede ser recomendable. Pero lo cierto es que las fórmulas químicas que traen estos productos, si bien son eficientes atacando las raíces de la maleza, también implican una degradación acelerada y profunda de los suelos.
De fondo, es clave establecer qué tipo de hierba es la que ha aparecido en sus plantas y entender si es un huésped nocivo o si, por el contrario, tiene algún papel para jugar en el ciclo de crecimiento y mantenimiento de su jardín.
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