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Probablemente una de las plantas más famosas y usadas en la humanidad (bueno, después del trigo y el arroz, quizá), la vid ha sido protagonista de la vida humana desde antiguas civilizaciones.
Como otras especies, es mencionada con abundancia en la Biblia, por ejemplo. También tiene apariciones estelares en relatos y literatura que se puede rastrear sin mayores complicaciones hasta el antiguo Egipto, por sólo hablar de un momento histórico de esta planta.
La vid es la fuente de las uvas y, al menos en español, es separada de la palabra vida apenas por una letra. ¿Coincidencia?, como se pregunta aquella frase famosa que se le atribuye a Steven Wright (”24 horas en el día, 24 cervezas en una caja: ¿coincidencia?”).
Pero lejos de los chistes (malos, quizá), la vid es la planta sobre la que descansa la producción y comercio de vino global, por supuesto. Pero también es una bella especie, que bien podría ser parte de su jardín. Eso sí, con ciertos cuidados y teniendo en cuenta que no es una planta para todos los ambientes y lugares (como muchas otras).
Características y cuidados de la planta del vino
La vid es una planta que requiere ciertas condiciones fluctuantes de temperatura y luz para poder desarrollarse correctamente o, cuando menos, para producir buenas uvas.
Entonces aquí hay que tomar una decisión: si lo suyo es el cultivo de la vid para producción industrial o comercial del vino, probablemente esta nota no sea para usted.
Pero, más allá de su papel en la producción de vino, la vid es, ante todo, una planta enredadera. Y como tal puede prestarle grandes servicios a su jardín, en tanto la producción de uvas no sea su principal deseo o anhelo con esta especie.
¿Por qué hacemos esta diferenciación? Porque la vid requiere de cambios periódicos en la temperatura y la luz que recibe para su producción óptima de uvas, además de condiciones del suelo específicas para un crecimiento adecuado.
Estas necesidades ambientales explican por qué en países tropicales y sin estaciones, como el nuestro, la producción de vino es prácticamente inexistente (con excepción de algunas regiones en las que ciertas condiciones permiten contar con microclimas que favorecen el cultivo de uvas para fabricación de vino, como sucede en Villa de Leyva, por ejemplo).
Sin embargo, al ser una enredadera, la vid puede ser usada en su jardín (exterior, claramente) como elemento decorativo, para proporcionar sombra o incluso como elemento de cerramiento sobre un muro perimetral, si se quiere (aunque, la verdad, hay especies más adecuadas para este último fin, como la popular Matarratón, por sólo mencionar una).
En términos de agua, la vid requiere de un riego abundante, sobre todo en su etapa de crecimiento. Pero con el cuidado de no generar encharcamientos, pues esto puede generar problemas en las raíces.
Hablando de raíces, es clave que la vid se siembre en terreno abierto y que pueda tener un buen espacio para su desarrollo, pues sus raíces pueden llegar hasta varios metros de profundidad.
En promedio, esta planta puede durar unos 50 años, aunque esto no significa que dará la misma cantidad de uvas (ni con la misma calidad) durante todo este tiempo. En la medida en la que la vid envejece también merma su producción de frutos.
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