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La menta es una de las hierbas aromáticas más difundidas y con mucha razón: su presencia dulce y rotunda viene adornando todo tipo de preparaciones desde la antigüedad: hay usos registrados en la China dinástica, así como en la India varios cientos de años antes de que aparecieran ingleses con cara de pocos amigos por ese territorio.
Además de sus usos en la cocina, la menta también ha servido (y seguirá sirviendo) un propósito fundamental en el campo de los olores, bien sea para su uso industrial, así como para entregar de forma natural su agradable fragancia en el jardín o en el interior de una casa.
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Quizás resulta algo obvio y acaso tonto decirlo, pero una de las razones principales para tener plantas en la casa es para disfrutar con los aromas variados que nos ofrecen una multitud de especies. Y vivir entre buenos olores no es poca cosa.
Además de su perfume, algunas de las plantas con aromas más reconocidos y agradables son sencillas de cuidar y varias incluso clasifican para aquellos que piensan que son unos mataplantas.
Este ciertamente es el caso de la menta, que no sólo es una planta versátil, sino agradecida, pues requiere pocos cuidados y su siembra es sencilla, tanto en matera, como en el suelo.
¿Cómo sembrar y cuidar la menta?
Buena parte de los consejos sobre cuidados de la menta pueden extraerse al observarla crecer silvestre: es una planta que se encuentra cómodamente en las orillas de arroyos u otros cuerpos de agua, preferiblemente a la sombra de árboles y plantas más altas que ella.
En otras palabras, es una planta que agradece la humedad y el cuidado de los rayos directos del sol.
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Entonces, tanto en exterior, como en interiores, la menta requiere de buena luz, aunque con cuidado de que el sol no sea tan directo, pues esto puede quemar sus hojas y dañar su normal crecimiento.
También es necesario un riego más bien constante, suficiente para mantener la humedad de la tierra, pero con el debido cuidado para evitar encharcamientos.
El cuidado con el agua aplica tanto para plantas de matera, como sembradas en tierra abierta.
Si su idea es plantar en un jardín exterior, la planta de menta requiere de huecos de entre 30 y 60 centímetros de profundidad para permitir el adecuado desarrollo de las raíces.
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Una planta adulta puede llegar a crecer hasta 60 centímetros, por lo que se recomienda que, en caso de plantar más de una, lo haga con una distancia de por lo menos 30 centímetros. Es recomendable aplicar una capa delgada de compost o fertilizante alrededor de los tallos cada dos meses (esto, especialmente, para el caso de plantar en matera).
En cuanto a sus usos, la menta es perfecta en platos de cocina mediterránea, especialmente. Pero también viene muy bien en infusiones o aguas aromáticas con frutos, por ejemplo.
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