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El Jardín Botánico San Jorge, ubicado en las colinas noroccidentales de Ibagué, Tolima, es un espacio dedicado a la conservación y estudio de la biodiversidad local. Con una extensión total de 60 hectáreas, este jardín incluye la reserva forestal San Jorge, un bosque subandino de 47.9 hectáreas que está excepcionalmente bien conservado y en el que todavía se descubren nuevas especies para la ciencia. Además, cuenta con una zona de conservación in situ de cerca de ocho hectáreas, un arboreto, y un vivero que complementan su compromiso con la protección ambiental. Este jardín no solo es un refugio natural, sino también un “laboratorio vivo” para la investigación científica, la educación ambiental y el ecoturismo.
Mensualmente, el Jardín Botánico San Jorge recibe entre 500 y 600 visitantes, principalmente estudiantes, mientras que los turistas suman alrededor de 1000 personas. Este destino, que pertenece a la Granja San Jorge, ofrece a sus visitantes la oportunidad de explorar la flora regional y participar en actividades de avistamiento de aves, senderismo y educación ambiental, todo por un costo de entrada de 15.000 pesos. A solo cinco minutos del centro de Ibagué, este jardín se presenta como una joya natural y un punto clave para el turismo ecológico en la región.
La directora administrativa del Jardín Botánico San Jorge, Martha Perdomo, habló con El Espectador sobre la historia, proyectos, objetivos y logros de la entidad.
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¿Cómo nació el Jardín Botánico San Jorge?
Es una iniciativa de la sociedad civil que empezó en el año 1997, como tesis de maestría del director y fundador Germán Oyuela. Yo le he acompañado en ese proceso durante estos 24 años, porque es mi esposo y he hecho parte durante todo este tiempo liderando el equipo de trabajo voluntario que tiene jardín botánico para sacar adelante las diferentes iniciativas.
El jardín funciona en la antigua Granja San Jorge, que es propiedad de la sociedad Salesiana y que entregó en comodato, ya hace casi 25 años, a la corporación San Jorge esos terrenos para que funcionase como jardín botánico.
La tesis de maestría realizada por Oyuela, se presenta como proyecto de inversión a una organización no gubernamental, llamada Corporación Nuevo Arco Iris. Antonio Sanguino, quien era el director ejecutivo en esa época, decidió respaldarnos junto con toda la la directiva de la Corporación Nuevo Arco Iris. Posteriormente, se conforma la corporación San Jorge para administrar la entidad como una ONG, con la inclusión de profesionales botánicos del Tolima.
Ahí comenzamos el proceso y tuvimos el terreno para ejecutar la primera fase, que fue básicamente el levantamiento florístico de la de la reserva forestal San Jorge, para conocer qué era lo que teníamos, qué especies vegetales debíamos cuidar, luego identificamos los criterios de colección con los cuales se iba a iniciar el el jardín botánico.
En nuestra historia hay un aspecto fundamental que ha permanecido siempre y es el de la educación,por ejemplo, conformamos un cañón rojo para explicarle a los niños, cómo se da el proceso de fotosíntesis y cómo funciona el tema de los pigmentos vegetales.
¿Que es la corporación San Jorge?
Es una organización no gubernamental sin ánimo de lucro, que tiene como misión la promoción del desarrollo humano sostenible. Uno de sus principales objetivos es conservar la reserva forestal San Jorge, que es donde funciona nuestro jardín botánico. El jardín, en alianza con esa corporación, adelanta actividades de investigación científica, conservación, biodiversidad, educación ambiental y ecoturismo, brindando asesorías, asistencias técnicas y consultorías en diferentes temas de gestión ambiental.
¿Con qué objetivo fue creado el Jardín Botánico San Jorge?
Nosotros contamos con la fortuna de que estaba recién expedida la Ley 299 de 1996, que es la que reglamenta los jardines botánicos, y nos dice que los jardines son colecciones de plantas vivas científicamente organizadas que desarrollan actividades de conservación, investigación y educación ambiental y también prestan servicios de consultoría al Estado. El jardín botánico fue creado con esos 3 fines, conservar la reserva forestal San Jorge, realizar investigación científica sobre esa reserva y sobre los ecosistemas subandinos y de bosque seco tropical, pues son de alguna manera ecosistemas de influencia en la región y trabajar en torno a la educación ambiental.
Adicionalmente, dada la posibilidad que teníamos de de contar con el apoyo de la Corporación Nuevo Arco Iris, que es una entidad que trabajaba por la promoción de la paz y la convivencia, incorporamos esos dos temas dentro de nuestras prioridades.
Obviamente, dimos mucho énfasis a los temas de educación, tanto educación ambiental como para la convivencia, porque la sociedad salesiana, que es la propietaria de los terrenos, es una comunidad religiosa de la obra de Don Bosco, que trabaja sobretodo en la educación y formación de ciudadanos, en ese orden de ideas, se conjugaron esas iniciativas y nacionalidades de la sociedad salesiana en torno a la formación cristiana y de ciudadanos de la Corporación Nuevo Arco Iris en torno a la promoción de la paz y la convivencia del equipo de profesionales que trabajamos en educación y en gestión ambiental.
Veinticuatro años después, ¿ustedes creen que han cumplido con ese con esos objetivos que se trazaron?
Yo creo que sí. Nosotros hemos desarrollado realmente unos programas importantes en cada una de las áreas, de pronto no hemos contado con el músculo financiero suficiente para poder avanzar en las otras fases, de hecho, en términos de construcción quedamos en la fase uno del proyecto, pero en términos de los procesos de conservación, la reserva está intacta y cada vez mejorando en términos de investigación, se han desarrollado muchas tesis de grado en las instalaciones del jardín botánico y se puede seguir desarrollando.
Hemos tenido apoyo de la Fundación Whitleyen este momento, también de la Fundación Franklinia de Ecopetrol, del Instituto Alexander von Humboldt, para trabajar en torno a la protección de algunas especies amenazadas, particularmente de bosque seco tropical. Hemos podido desarrollar con mucha fuerza el programa de educación ambiental aula viva, en el cual han participado más de 100.000 niños de Ibagué y del Tolima, lo que es importante para nosotros.
Hemos tenido programas que se han mantenido a lo largo del tiempo, por ejemplo, el programa Club Defensores del Agua, que lo hicimos a partir de la iniciativa del Ministerio de Vivienda y Desarrollo Sostenible para educar a todos los colegios de Ibagué, con la ayuda de los profesores de los colegios. También hemos realizado la publicación de tres cartillas que hablan sobre la educación ambiental desde la formación ciudadana y en torno a la gestión de recursos hídricos junto a la gestión de residuos.
Realizamos procesos de investigación como el censo del arbolado urbano de Ibagué, de siete municipios del Tolima, el inventario de aves de Ibagué y trabajar en torno al cuidado y a la conservación de las coberturas vegetales. Somos consultores y brindamos servicios de manejó en zona verde, en arbolado de la ciudad y en los municipios cercanos.
Entonces creo que que que se ha cumplido con la labor, se puede seguir expandiendo y fortaleciendo esta labor en la medida en que podamos ir gestionando los los recursos financieros que se requieren. Pero hay una capacidad instalada importante, una experiencia, un conocimiento, un acervo que nos permite aportar en la conservación de la reserva, en la conservación de la biodiversidad y en los diferentes temas de gestión ambiental, tanto a nivel urbano como en general, de gestión ambiental rural que se requieren para garantizar la sostenibilidad del desarrollo.
De todos los objetivos cumplidos, ¿cuál ha sido el logro más importante para usted?
Creo que el tema de la conservación reserva es importante, pero para mi que soy educadora, la educación ambiental me parece fundamental. Poder estar en contacto con niños, jóvenes, adultos, y que a partir de la visita al jardín botánico y las charlas conozcan un poquito más sobre cómo funciona la naturaleza y se sensibilizan hacia su cuidado y protección.
Eso es lo más importante, poder llegar con ese mensaje a miles de niños y jóvenes e invitarlos a que conozcan, valoren y se sientan orgullosos de nuestra biodiversidad y la protejan. Igual pasa con los temas en torno a la educación ambiental del agua, para para el cuidado de este recurso para que los chicos sean mucho más conscientes de que en la práctica cotidiana y en las cosas que hacemos en el día a día podemos aportar no solamente en el cuidado de la cuenca de las coberturas vegetales, sino también en el en el ahorro.
¿Qué otros proyectos vienen adelantando en educación?
Tenemos diferentes líneas de trabajo en educación ambiental. En el aula viva invitamos previamente a los profesores para ofertar el jardín botánico como un espacio y laboratorio vivo, una especie aula de clase viva, en donde ellos pueden complementar el trabajo que realizan en el aula de clase a partir de los contenidos curriculares que desarrollan.
Lo pueden complementar de manera experiencial en el jardín. Por ejemplo, tuvimos una institución técnica agropecuaria que es el Colegio Mariano Melendro, 250 niños con los que trabajamos diferentes temas. Los chicos de décimo trabajaron ácidos y básicos, es decir, en el jardín se dieron pruebas con este papel tornasol para mirar el potencial de hidrógeno de las de las diferentes sustancias, en aras de entender teóricamente en la naturaleza cómo se realiza esto.
Hemos trabajado en el fortalecimiento de proyectos ambientales escolares, enfocándonos en que la educación ambiental debe estar orientada hacia la formación de una ciudadanía consciente del medio ambiente. Damos pautas sobre el cuidado y la conservación de los residuos sólidos, que son uno de los principales problemas identificados en la comunidad. Este trabajo lo comenzamos hace 20 años, inspirados en un proceso liderado por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, con el objetivo de que el Acueducto de Ibagué promueva una mayor conciencia sobre el ahorro y el uso eficiente del agua.
Además, abordamos el problema ambiental que representa la cereza del café en algunas comunidades. También hemos desarrollado la escuela artesanal “Manos a la Obra”, donde, utilizando insumos propios de la región como la guadua, enseñamos a sembrar de manera adecuada. Estas son las áreas en las que nos enfocamos en el tema de la educación ambiental.
En investigación, ¿qué proyectos han venido adelantando?
Realizamos un censo del arbolado urbano en las fases 1 y 3, además de censar árboles en 7 municipios del Tolima. También llevamos a cabo inventarios de aves en tres zonas, y actualmente estamos en proceso en una más, donde ya hemos identificado más de 425 especies. Estos números son significativos; si Ibagué tiene 425 especies identificadas, el hecho de que el jardín tenga 222 resalta su importancia para la observación de aves.
Además, realizamos el levantamiento de cuatro parcelas en la Universidad Nacional de Colombia, donde biólogos de esa institución analizaron el carbono que se estaba acumulando en la reserva. También gestionamos la colección de aráceas, que es la más grande de Sudamérica, con 120 especies.
Y en la última línea de trabajo, la conservación, ¿qué proyectos han adelantado?
Básicamente, los proyectos de restauración se realizan en colaboración con Ecopetrol. También podemos mencionar los procesos que se llevaron a cabo junto con Parques Nacionales, donde trabajamos en la protección de cinco áreas a nivel nacional.
¿Qué apoyo económico del sector público reciben para el desarrollo de los proyectos?
El tema económico de los jardines botánicos en Colombia es muy complicado, a pesar de la importancia de la labor que realizan. En nuestro caso, el apoyo que hemos recibido proviene principalmente de la Alcaldía de Ibagué, que nos otorgó una pequeña oficina en comodato hace 12 o 13 años para que funcione como sede administrativa. Sin embargo, necesitamos un mayor apoyo para poder ofrecer más servicios.
¿Cuál es la importancia cultural del Jardín Botánico San Jorge?
La granja, de la cual forma parte, tiene un importante acervo histórico y cultural para la ciudad, ya que allí nació la Universidad del Tolima, la institución educativa más importante de nuestro departamento. En ese lugar se formaron técnicos agrícolas y pecuarios. Además, la Fundación San Jorge, que se dedica a recoger niños huérfanos, también tiene presencia en esta área. En esta granja se jugó el primer partido del Deportes Tolima y, de hecho, hay una cancha muy bien construida que todavía sería funcional si no fuera porque por ella pasaron líneas de alta tensión, lo que impide que se juegue fútbol allí. Asimismo, en esa zona existió el “lago San Jorge”, un sitio de paseo muy popular los domingos hace unos 50 años. Culturalmente, para la ciudad, el Jardín Botánico es un ícono de la producción agropecuaria y la educación, del cual pueden disfrutar todos los ciudadanos
¿Qué es lo más especial del Jardín Botánico San Jorge?
La reserva forestal San Jorge, porque son 48 hectáreas de bosque subandino, es espectacular. Esta reserva forestal alberga más de 500 especies de plantas y una riqueza en flora y fauna impresionante. De hecho, tenemos monos tití que se han identificado en mariquita y que están de identificándose en este momento en la reserva forestal, guatines, zorritos, armadillos y realmente una gran variedad de aves.
Nosotros decimos que somos el jardín de las aves, pues en Ibagué hemos registrado 222 especies de aves. Hace cerca de de dos meses se publicó, por parte de profesionales de la Asociación Nacional de Botánica de la Universidad del Tolima y el Jardín Botánico de Bogotá, una nueva especie para la ciencia, llamada la Guatteria sanjorgense, que es una especie de árbol de la familia de las anonáceas recién descubierta y muy valiosa. En un espacio que está a cinco minutos del centro de Ibagué, poder conservar esta riqueza de flora y fauna es realmente grandioso. Adicionalmente, San Jorge cuenta con una colección de aráceas, que es tal vez la más grande de Sudamérica, y 120 especies de arañas que hace que sea una colección realmente importante de esta familia botánica.
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