Diferencias entre fertilizante y abono: ¿cuál es mejor?
En el mundo de la jardinería comprender la diferencia entre abonos y fertilizantes es crucial para el éxito del cultivo.
Preguntarse qué necesita una planta para prosperar, qué la nutre y la fortalece, es un punto de partida fundamental para aquellos que se aventuran en el mundo de la jardinería o el cultivo. Esta práctica, profundamente arraigada en un país como Colombia, que tiene una larga tradición agrícola y una rica diversidad de climas y suelos, brinda un escenario idóneo para el sembrado de una amplia variedad de plantas y flores. Por ello, comprender la importancia y las diferentes alternativas en cuanto a los nutrientes esenciales se vuelve necesario para cultivar jardines saludables.
El abono y los fertilizantes son dos componentes esenciales pero distintos en el proceso de nutrición de las plantas y el enriquecimiento del suelo. Si bien ambos son cruciales para el desarrollo óptimo de las plantas, es importante comprender sus diferencias y cómo afectan el crecimiento de nuestros jardines. Desde las opciones químicas hasta las orgánicas, la selección del tipo adecuado de nutriente puede marcar una gran diferencia en el vigor, la floración y la salud general de nuestras plantas.
¿Cuál es la diferencia entre el abono y el fertilizante?
“En primer lugar, hay que entender que tanto el abono como el fertilizante son enmiendas que se añaden al suelo para mejorar su fertilidad y, por ende, el crecimiento de las plantas. Aporta nutrientes al suelo y también mejora la estructura del suelo, la capacidad de retención de agua y la actividad microbiana”, menciona el agricultor Fernando Andrade. En el caso del abono, por un lado, está compuesto por materiales naturales y busca mejorar la calidad del suelo al proporcionar una variedad de nutrientes que benefician tanto a la tierra como a las plantas que crecen en ella. Este proceso se lleva a cabo a través de la descomposición gradual del material orgánico en el suelo, lo que indirectamente la nutre a través de sus raíces.
Los fertilizantes, por su parte, son productos artificiales diseñados específicamente para suministrar nutrientes de manera concentrada y directa a las plantas, lo que puede resultar en un crecimiento y desarrollo más rápido. Están compuestos principalmente por macronutrientes esenciales y se aplican directamente, diluidos generalmente en agua de riego.
Ambos tienen sus pros y contras. Si bien el abono enriquece el suelo y fomenta un ambiente saludable para el crecimiento de las plantas de manera sostenible, su efecto puede ser algo lento y menos directo. Además, en algunas ocasiones se requiere su reaplicación o incluso la combinación con otros productos para que su impacto en las plantas sea significativo.
Los fertilizantes, especialmente aquellos de origen químico, actúan de manera más directa y rápida sobre las plantas al proporcionar nutrientes específicos en cantidades concentradas. Sin embargo, su uso excesivo o inadecuado puede tener impactos negativos en el medio ambiente, dejando la tierra infértil y contribuyendo a la contaminación de las aguas subterráneas y superficiales.
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¿Qué tipos de abono hay y cómo se aplican?
- Estiércol
“Todos los materiales, como el estiércol, pueden convertirse en recursos valiosos para los cultivos si se someten a procesos de descomposición y liberación para transformarlos en sustancias solubles y asimilables por las plantas”, señala Álvaro Moreno Flórez, Químico Puro y Magíster en Ciencias Agrícolas, fundador del Grupo Empresarial SYS, que agrupa varias empresas agrícolas especializadas.
Moreno destaca que estos materiales deben ser tratados antes de su uso en los cultivos para evitar la contaminación con hongos, bacterias u otros microorganismos presentes en el estiércol, que podrían afectar negativamente a los cultivos o desequilibrar la nutrición del suelo. Por lo tanto, no se recomienda aplicar estiércol directamente a las plantas. Lo que se hace en los cultivos comerciales, es que se sugieren dosis recomendadas por técnicos, generalmente ingenieros agrónomos, para garantizar un uso adecuado y seguro de estos abonos orgánicos.
Estos procesos mencionados incluyen el uso del estiércol fresco y del estiércol curado. El estiércol fresco, principalmente utilizado para desparasitar el suelo, debe someterse a un proceso de solarización. Esto implica cubrir el estiércol con plástico y exponerlo al sol durante varios meses para que el calor y la fermentación eliminen las plagas y patógenos presentes en él. Sin este proceso, no se recomienda su aplicación directa, ya que puede quemar las plantas.
Por otro lado, el estiércol curado ha sido expuesto al sol durante uno o dos meses, lo que resulta en un producto que ya no desprende olores desagradables ni fermenta más. Además, puede aplicarse directamente al suelo y a las plantas sin temor a dañarlas.
Otras características a considerar: Tipo de animal
- Cabra y oveja: altamente nutritivo y beneficioso para el suelo.
- Caballo: menos rico en nutrientes, ideal para compostaje o mezclado con otros tipos como el humus.
- Vaca: ampliamente utilizado, aporta calor y nutrientes al suelo. Es menos nutritivo.
- Conejo y gallina: más ácidos, deben curarse durante meses antes de usar. Son tipos de estiércol que no son ricos en nutrientes y se deben utilizar con precaución.
Ojo: Los tipos de estiércol mencionados tienen dosis mínimas recomendadas para aplicar por hectárea. Si este tipo de abono irá para plantas pequeñas o de jardín, es necesario adaptar la cantidad de estiércol para evitar problemas como la sobrealimentación de nutrientes. Por ello, en lugar de que se aplique el estiércol directamente sobre las plantas más pequeñas, una opción es diluirlo en agua para hacer una solución más suave.
Es recomendable monitorear de cerca el crecimiento y la salud de las plantas después de aplicar el estiércol, para asegurarse de que no presenten signos de sobrealimentación o estrés por nutrientes. “En el uso de fertilizantes hay reglas y dosis específicas que deben ser consideradas. Es importante desarrollar estas dosis a través de pruebas en nuestros propios cultivos. El proceso es que se debe seleccionar un sector como testigo y otro donde podemos probar diferentes dosis del fertilizante nos permite observar cómo funciona y qué dosis funciona mejor” recomienda Fernando Andrade.
- Compost
El compost es un material orgánico que se puede agregar al suelo para ayudar a que las plantas crezcan. Se produce mediante la descomposición de residuos orgánicos por bacterias, hongos y gusanos
¿Qué se composta? Restos de verduras, podas de huerto y jardín, cáscaras de huevo, posos de café, servilletas y papel de cocina, restos de frutas.
¿Qué NO se composta? Productos lácteos, desechos de mascotas, plantas enfermas, plástico o vidrio, restos de carne o pescado, medicamentos, pilas.
Cómo hacer compost casero:
- Preparar una compostadora, recipiente o canastilla y añadir una capa inicial de tierra, hojas y ramitas.
- Agregar residuos orgánicos como frutas, verduras, posos de café, cáscaras de huevo y papel.
- Asegurarse de mantener el compost húmedo, revolviéndolo en ocasiones.
- Esperar entre tres y cinco meses, dependiendo del clima y los materiales, hasta que el proceso de descomposición finalice.
Humus de lombriz:
El humus de lombriz, también conocido como vermicompost o compost de lombriz, es un abono orgánico obtenido mediante el proceso de vermicompostaje, en el cual las lombrices digieren material orgánico descomponiéndolo con la ayuda de sus enzimas digestivas y la microflora presente en su organismo.
Cómo hacer humus de lombriz paso a paso:
- Adquirir lombrices rojas californianas, conocidas por su capacidad de devorar materia orgánica y producir humus rápidamente.
- Preparar el lugar donde se tendrán las lombrices utilizando cajas de icopor con agujeros en la tapa y el fondo para ventilación.
- Colocar un desagüe en la bandeja inferior para recoger el líquido del humus.
- Preparar una capa de musgo en la bandeja superior y agregar las lombrices junto con algunos desechos vegetales.
- Añadir regularmente residuos vegetales a la caja y las lombrices se encargarán de convertirlos en humus en unas semanas.
- Recolectar el humus sólido de la bandeja inferior y separar el componente líquido a través del desagüe.
- Mantener la mezcla húmeda y agregar cáscaras de huevo bien triturado para evitar la acidez excesiva.
¿Qué tipos de fertilizantes hay?
Sintéticos:
Las compañías de fertilizantes sintéticos producen nutrientes vegetales inorgánicos mediante procesos químicos. Los principales macronutrientes utilizados en la agricultura son el nitrógeno (N), el fósforo (P) y el potasio (K). El nitrógeno es el más utilizado, seguido por el fósforo y el potasio.
Estos fertilizantes químicos, también conocidos como agroquímicos, son empleados en la agricultura intensiva a gran escala para proporcionar a las plantas los nutrientes necesarios de manera específica. Sin embargo, su producción conlleva riesgos ambientales, como la contaminación de aguas subterráneas y ríos. Además, no contribuyen a enriquecer el suelo de manera duradera.
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Biofertilizantes:
Los biofertilizantes son fertilizantes orgánicos que mejoran la calidad del suelo y proporcionan nutrientes a las plantas de forma natural. Son beneficiosos para la agricultura ecológica, ya que aumentan la producción sin dañar el medio ambiente. Funcionan mediante microorganismos que transforman elementos del suelo en nutrientes para las plantas, como el nitrógeno y el fósforo. Hay varios tipos, como los extractos vegetales, los lixiviados de fermentación, las micorrizas y el Trichoderma, cada uno con sus propias características y beneficios. El Trichoderma, en particular, actúa como un fungicida natural y mejora el crecimiento de las raíces de las plantas.
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Preguntarse qué necesita una planta para prosperar, qué la nutre y la fortalece, es un punto de partida fundamental para aquellos que se aventuran en el mundo de la jardinería o el cultivo. Esta práctica, profundamente arraigada en un país como Colombia, que tiene una larga tradición agrícola y una rica diversidad de climas y suelos, brinda un escenario idóneo para el sembrado de una amplia variedad de plantas y flores. Por ello, comprender la importancia y las diferentes alternativas en cuanto a los nutrientes esenciales se vuelve necesario para cultivar jardines saludables.
El abono y los fertilizantes son dos componentes esenciales pero distintos en el proceso de nutrición de las plantas y el enriquecimiento del suelo. Si bien ambos son cruciales para el desarrollo óptimo de las plantas, es importante comprender sus diferencias y cómo afectan el crecimiento de nuestros jardines. Desde las opciones químicas hasta las orgánicas, la selección del tipo adecuado de nutriente puede marcar una gran diferencia en el vigor, la floración y la salud general de nuestras plantas.
¿Cuál es la diferencia entre el abono y el fertilizante?
“En primer lugar, hay que entender que tanto el abono como el fertilizante son enmiendas que se añaden al suelo para mejorar su fertilidad y, por ende, el crecimiento de las plantas. Aporta nutrientes al suelo y también mejora la estructura del suelo, la capacidad de retención de agua y la actividad microbiana”, menciona el agricultor Fernando Andrade. En el caso del abono, por un lado, está compuesto por materiales naturales y busca mejorar la calidad del suelo al proporcionar una variedad de nutrientes que benefician tanto a la tierra como a las plantas que crecen en ella. Este proceso se lleva a cabo a través de la descomposición gradual del material orgánico en el suelo, lo que indirectamente la nutre a través de sus raíces.
Los fertilizantes, por su parte, son productos artificiales diseñados específicamente para suministrar nutrientes de manera concentrada y directa a las plantas, lo que puede resultar en un crecimiento y desarrollo más rápido. Están compuestos principalmente por macronutrientes esenciales y se aplican directamente, diluidos generalmente en agua de riego.
Ambos tienen sus pros y contras. Si bien el abono enriquece el suelo y fomenta un ambiente saludable para el crecimiento de las plantas de manera sostenible, su efecto puede ser algo lento y menos directo. Además, en algunas ocasiones se requiere su reaplicación o incluso la combinación con otros productos para que su impacto en las plantas sea significativo.
Los fertilizantes, especialmente aquellos de origen químico, actúan de manera más directa y rápida sobre las plantas al proporcionar nutrientes específicos en cantidades concentradas. Sin embargo, su uso excesivo o inadecuado puede tener impactos negativos en el medio ambiente, dejando la tierra infértil y contribuyendo a la contaminación de las aguas subterráneas y superficiales.
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¿Qué tipos de abono hay y cómo se aplican?
- Estiércol
“Todos los materiales, como el estiércol, pueden convertirse en recursos valiosos para los cultivos si se someten a procesos de descomposición y liberación para transformarlos en sustancias solubles y asimilables por las plantas”, señala Álvaro Moreno Flórez, Químico Puro y Magíster en Ciencias Agrícolas, fundador del Grupo Empresarial SYS, que agrupa varias empresas agrícolas especializadas.
Moreno destaca que estos materiales deben ser tratados antes de su uso en los cultivos para evitar la contaminación con hongos, bacterias u otros microorganismos presentes en el estiércol, que podrían afectar negativamente a los cultivos o desequilibrar la nutrición del suelo. Por lo tanto, no se recomienda aplicar estiércol directamente a las plantas. Lo que se hace en los cultivos comerciales, es que se sugieren dosis recomendadas por técnicos, generalmente ingenieros agrónomos, para garantizar un uso adecuado y seguro de estos abonos orgánicos.
Estos procesos mencionados incluyen el uso del estiércol fresco y del estiércol curado. El estiércol fresco, principalmente utilizado para desparasitar el suelo, debe someterse a un proceso de solarización. Esto implica cubrir el estiércol con plástico y exponerlo al sol durante varios meses para que el calor y la fermentación eliminen las plagas y patógenos presentes en él. Sin este proceso, no se recomienda su aplicación directa, ya que puede quemar las plantas.
Por otro lado, el estiércol curado ha sido expuesto al sol durante uno o dos meses, lo que resulta en un producto que ya no desprende olores desagradables ni fermenta más. Además, puede aplicarse directamente al suelo y a las plantas sin temor a dañarlas.
Otras características a considerar: Tipo de animal
- Cabra y oveja: altamente nutritivo y beneficioso para el suelo.
- Caballo: menos rico en nutrientes, ideal para compostaje o mezclado con otros tipos como el humus.
- Vaca: ampliamente utilizado, aporta calor y nutrientes al suelo. Es menos nutritivo.
- Conejo y gallina: más ácidos, deben curarse durante meses antes de usar. Son tipos de estiércol que no son ricos en nutrientes y se deben utilizar con precaución.
Ojo: Los tipos de estiércol mencionados tienen dosis mínimas recomendadas para aplicar por hectárea. Si este tipo de abono irá para plantas pequeñas o de jardín, es necesario adaptar la cantidad de estiércol para evitar problemas como la sobrealimentación de nutrientes. Por ello, en lugar de que se aplique el estiércol directamente sobre las plantas más pequeñas, una opción es diluirlo en agua para hacer una solución más suave.
Es recomendable monitorear de cerca el crecimiento y la salud de las plantas después de aplicar el estiércol, para asegurarse de que no presenten signos de sobrealimentación o estrés por nutrientes. “En el uso de fertilizantes hay reglas y dosis específicas que deben ser consideradas. Es importante desarrollar estas dosis a través de pruebas en nuestros propios cultivos. El proceso es que se debe seleccionar un sector como testigo y otro donde podemos probar diferentes dosis del fertilizante nos permite observar cómo funciona y qué dosis funciona mejor” recomienda Fernando Andrade.
- Compost
El compost es un material orgánico que se puede agregar al suelo para ayudar a que las plantas crezcan. Se produce mediante la descomposición de residuos orgánicos por bacterias, hongos y gusanos
¿Qué se composta? Restos de verduras, podas de huerto y jardín, cáscaras de huevo, posos de café, servilletas y papel de cocina, restos de frutas.
¿Qué NO se composta? Productos lácteos, desechos de mascotas, plantas enfermas, plástico o vidrio, restos de carne o pescado, medicamentos, pilas.
Cómo hacer compost casero:
- Preparar una compostadora, recipiente o canastilla y añadir una capa inicial de tierra, hojas y ramitas.
- Agregar residuos orgánicos como frutas, verduras, posos de café, cáscaras de huevo y papel.
- Asegurarse de mantener el compost húmedo, revolviéndolo en ocasiones.
- Esperar entre tres y cinco meses, dependiendo del clima y los materiales, hasta que el proceso de descomposición finalice.
Humus de lombriz:
El humus de lombriz, también conocido como vermicompost o compost de lombriz, es un abono orgánico obtenido mediante el proceso de vermicompostaje, en el cual las lombrices digieren material orgánico descomponiéndolo con la ayuda de sus enzimas digestivas y la microflora presente en su organismo.
Cómo hacer humus de lombriz paso a paso:
- Adquirir lombrices rojas californianas, conocidas por su capacidad de devorar materia orgánica y producir humus rápidamente.
- Preparar el lugar donde se tendrán las lombrices utilizando cajas de icopor con agujeros en la tapa y el fondo para ventilación.
- Colocar un desagüe en la bandeja inferior para recoger el líquido del humus.
- Preparar una capa de musgo en la bandeja superior y agregar las lombrices junto con algunos desechos vegetales.
- Añadir regularmente residuos vegetales a la caja y las lombrices se encargarán de convertirlos en humus en unas semanas.
- Recolectar el humus sólido de la bandeja inferior y separar el componente líquido a través del desagüe.
- Mantener la mezcla húmeda y agregar cáscaras de huevo bien triturado para evitar la acidez excesiva.
¿Qué tipos de fertilizantes hay?
Sintéticos:
Las compañías de fertilizantes sintéticos producen nutrientes vegetales inorgánicos mediante procesos químicos. Los principales macronutrientes utilizados en la agricultura son el nitrógeno (N), el fósforo (P) y el potasio (K). El nitrógeno es el más utilizado, seguido por el fósforo y el potasio.
Estos fertilizantes químicos, también conocidos como agroquímicos, son empleados en la agricultura intensiva a gran escala para proporcionar a las plantas los nutrientes necesarios de manera específica. Sin embargo, su producción conlleva riesgos ambientales, como la contaminación de aguas subterráneas y ríos. Además, no contribuyen a enriquecer el suelo de manera duradera.
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Biofertilizantes:
Los biofertilizantes son fertilizantes orgánicos que mejoran la calidad del suelo y proporcionan nutrientes a las plantas de forma natural. Son beneficiosos para la agricultura ecológica, ya que aumentan la producción sin dañar el medio ambiente. Funcionan mediante microorganismos que transforman elementos del suelo en nutrientes para las plantas, como el nitrógeno y el fósforo. Hay varios tipos, como los extractos vegetales, los lixiviados de fermentación, las micorrizas y el Trichoderma, cada uno con sus propias características y beneficios. El Trichoderma, en particular, actúa como un fungicida natural y mejora el crecimiento de las raíces de las plantas.
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