El proyecto de huertas que promueve la agricultura urbana en Bucaramanga
En 2018, la Universidad Santo Tomás creó el proyecto de huertas urbanas que hoy, seis años después, sigue promoviendo la agricultura urbana en la capital de Santander.
Diego Suárez
Bucaramanga avanza hacia la promoción de la agricultura urbana a través de un proyecto que busca convertir espacios territoriales en áreas productivas. La iniciativa involucra a la comunidad en el cultivo de alimentos, fomentando la colaboración y el acceso a productos frescos. Con el respaldo de la Universidad Santo Tomás, se busca fortalecer la conexión entre los ciudadanos y su entorno, promoviendo prácticas sostenibles.
Luis Carlos Estupiñán, profesor de administración de empresas agropecuarias, lideró el grupo de la Universidad Santo Tomás que le propuso a la alcaldía el proyecto de huertas comunitarias en 2018, y que tenía como objetivo la reinserción de personas desmovilizadas hacía las comunidades donde habitaban. “Desde la universidad planteamos el proyecto para sensibilizar sobre la importancia de producir alimentos naturales, mientras se construían tejidos sociales” dijo Estupiñán a El Espectador. Hoy, seis años después, este proyecto ha ayudado en la alimentación de 350 familias de bajos recursos, mediante la creación de cinco huertas comunitarias.
La Universidad Santo Tomás tiene un programa de proyección social mediante el cual se construyó el proyecto. “Una de las funciones de nosotros es el asesoramiento, implementación de huertas urbanas y escolares, eso es lo que hacemos en el proyecto”, dijo Estupiñán . Las asesorías se realizan cada dos semanas, en creación, cuidado y usos de los alimentos que dejan las huertas urbanas, además, cada huerta tiene un grupo de WhatsApp mediante el cual preguntan e intercambian conocimientos para el desarrollo de las huertas.
De acuerdo con Estupiñán, las huertas comunitarias son de espacios tranquilos y seguros que permiten intercambiar conocimientos y experiencias sobre la fabricación de alimentos y se convierten en lugares de encuentros armónicos. Aunque en un inicio el proyecto se focalizaba en personas desmovilizadas a raíz del proceso de paz con las Farc, actualmente se enfoca en el desarrollo de huertas escolares con niños de cinco colegios y en grupos que van desde preescolar hasta grado 11. “Dos años después del inicio del proyecto, los desmovilizados comenzaron a dejar de hacer parte, otros continuaron, e incluso unos siguen con las prácticas a pesar de que no pertenezcan al grupo, nos damos cuenta porque suben cosas a redes sociales y eso es muy gratificante para nosotros”.
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“Como uno de los enfoques también es la educación de agricultura, lo enfocamos en los estudiantes escolares” dijo Estupiñán. Actualmente, el proyecto trabaja con 400 estudiantes y 35 docentes de colegios de Santander. Incluso, el profesor de la Universidad Santo Tomás expone que el proyecto ha transgredido los límites territoriales del departamento, pues “hay señoras que nos cuentan que sus hijos en Barranquilla y Cali, les piden que les enseñen sobre las huertas porque se dan cuenta del gran resultado para la alimentación que tienen”.
Sin embargo, el proyecto de huertas comunitarias ha tenido que enfrentar el obstáculo de no tener un apoyo público de la Alcaldía de Bucaramanga, gobernación del departamento o Gobierno Nacional. “Ahí es donde está el meollo. La seguridad alimentaria mediante huertas comunitarias no es una prioridad de las autoridades, a pesar de que hemos mostrado los impactos que tienen sus resultados. Se nos ha hecho difícil acceder a camas de abono para la creación de las huertas porque no es fácil construir la estructura. En la administración pasada de la Alcaldía de Bucaramanga, nos contactamos con la Secretaría de Agricultura, pero expresaron que este tipo de proyectos no se encontraba en las líneas de acción establecidas dentro del Plan de Desarrollo Distrital. Siempre nos han dado una respuesta para salir del paso, a pesar de que no tiene un alto costo este proyecto, depende de la huerta, pero por ejemplo una de las cinco que se han construido ayuda en la alimentación de 150 estudiantes y 10 profesores gracias a una inversión de cinco millones de pesos”, dijo Estupiñán.
El proyecto se mantiene mediante el financiamiento de la Universidad Santo Tomás que le paga los honorarios a los profesionales que realizan el acompañamiento en las huertas, además, han brindado las herramientas y dotación para ese trabajo. “Nosotros aprovechamos las terrazas y balcones de los colegios para la creación de la huerta. Tratamos de utilizar elementos que tienen a la mano, y comenzamos a abordar con la práctica conceptos de agroecología. Para nosotros ha sido importante demostrar que este trabajo tiene éxitos tempranos, que las personas vean el crecimiento de las plantas y consumirlas”, dijo Estupiñán.
Los alimentos que se cosechan en las cinco huertas comunitarias son cilantro, perejil, frijol, pepinos, lechugas, habichuela, orégano, tomates, hortalizas, albahacas, berenjenas, cilantro, entre otros. Esa siembra se ha realizado mediante principios de agroecología, tales como la diversidad de plantas mezcladas en un mismo sitio. “Esa técnica de mezcla aleja las plagas y enfermedades de las plantas. Es un principio básico que manejamos y consiste en sembrar primero las plantas acompañantes tales como el cilantro y perejil”, expuso el profesor.
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Bucaramanga avanza hacia la promoción de la agricultura urbana a través de un proyecto que busca convertir espacios territoriales en áreas productivas. La iniciativa involucra a la comunidad en el cultivo de alimentos, fomentando la colaboración y el acceso a productos frescos. Con el respaldo de la Universidad Santo Tomás, se busca fortalecer la conexión entre los ciudadanos y su entorno, promoviendo prácticas sostenibles.
Luis Carlos Estupiñán, profesor de administración de empresas agropecuarias, lideró el grupo de la Universidad Santo Tomás que le propuso a la alcaldía el proyecto de huertas comunitarias en 2018, y que tenía como objetivo la reinserción de personas desmovilizadas hacía las comunidades donde habitaban. “Desde la universidad planteamos el proyecto para sensibilizar sobre la importancia de producir alimentos naturales, mientras se construían tejidos sociales” dijo Estupiñán a El Espectador. Hoy, seis años después, este proyecto ha ayudado en la alimentación de 350 familias de bajos recursos, mediante la creación de cinco huertas comunitarias.
La Universidad Santo Tomás tiene un programa de proyección social mediante el cual se construyó el proyecto. “Una de las funciones de nosotros es el asesoramiento, implementación de huertas urbanas y escolares, eso es lo que hacemos en el proyecto”, dijo Estupiñán . Las asesorías se realizan cada dos semanas, en creación, cuidado y usos de los alimentos que dejan las huertas urbanas, además, cada huerta tiene un grupo de WhatsApp mediante el cual preguntan e intercambian conocimientos para el desarrollo de las huertas.
De acuerdo con Estupiñán, las huertas comunitarias son de espacios tranquilos y seguros que permiten intercambiar conocimientos y experiencias sobre la fabricación de alimentos y se convierten en lugares de encuentros armónicos. Aunque en un inicio el proyecto se focalizaba en personas desmovilizadas a raíz del proceso de paz con las Farc, actualmente se enfoca en el desarrollo de huertas escolares con niños de cinco colegios y en grupos que van desde preescolar hasta grado 11. “Dos años después del inicio del proyecto, los desmovilizados comenzaron a dejar de hacer parte, otros continuaron, e incluso unos siguen con las prácticas a pesar de que no pertenezcan al grupo, nos damos cuenta porque suben cosas a redes sociales y eso es muy gratificante para nosotros”.
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“Como uno de los enfoques también es la educación de agricultura, lo enfocamos en los estudiantes escolares” dijo Estupiñán. Actualmente, el proyecto trabaja con 400 estudiantes y 35 docentes de colegios de Santander. Incluso, el profesor de la Universidad Santo Tomás expone que el proyecto ha transgredido los límites territoriales del departamento, pues “hay señoras que nos cuentan que sus hijos en Barranquilla y Cali, les piden que les enseñen sobre las huertas porque se dan cuenta del gran resultado para la alimentación que tienen”.
Sin embargo, el proyecto de huertas comunitarias ha tenido que enfrentar el obstáculo de no tener un apoyo público de la Alcaldía de Bucaramanga, gobernación del departamento o Gobierno Nacional. “Ahí es donde está el meollo. La seguridad alimentaria mediante huertas comunitarias no es una prioridad de las autoridades, a pesar de que hemos mostrado los impactos que tienen sus resultados. Se nos ha hecho difícil acceder a camas de abono para la creación de las huertas porque no es fácil construir la estructura. En la administración pasada de la Alcaldía de Bucaramanga, nos contactamos con la Secretaría de Agricultura, pero expresaron que este tipo de proyectos no se encontraba en las líneas de acción establecidas dentro del Plan de Desarrollo Distrital. Siempre nos han dado una respuesta para salir del paso, a pesar de que no tiene un alto costo este proyecto, depende de la huerta, pero por ejemplo una de las cinco que se han construido ayuda en la alimentación de 150 estudiantes y 10 profesores gracias a una inversión de cinco millones de pesos”, dijo Estupiñán.
El proyecto se mantiene mediante el financiamiento de la Universidad Santo Tomás que le paga los honorarios a los profesionales que realizan el acompañamiento en las huertas, además, han brindado las herramientas y dotación para ese trabajo. “Nosotros aprovechamos las terrazas y balcones de los colegios para la creación de la huerta. Tratamos de utilizar elementos que tienen a la mano, y comenzamos a abordar con la práctica conceptos de agroecología. Para nosotros ha sido importante demostrar que este trabajo tiene éxitos tempranos, que las personas vean el crecimiento de las plantas y consumirlas”, dijo Estupiñán.
Los alimentos que se cosechan en las cinco huertas comunitarias son cilantro, perejil, frijol, pepinos, lechugas, habichuela, orégano, tomates, hortalizas, albahacas, berenjenas, cilantro, entre otros. Esa siembra se ha realizado mediante principios de agroecología, tales como la diversidad de plantas mezcladas en un mismo sitio. “Esa técnica de mezcla aleja las plagas y enfermedades de las plantas. Es un principio básico que manejamos y consiste en sembrar primero las plantas acompañantes tales como el cilantro y perejil”, expuso el profesor.
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