El pulmón verde de Tunja: conservación y educación en el Jardín Botánico UPTC
Para Manuel Gálvez, el Jardín Botánico UPTC ha cumplido con el objetivo para el cual fue creado, a pesar de los obstáculos que han tenido que superar. Conozca cuáles fueron y los proyectos con los que trabajan actualmente.
Diego Suárez
El Jardín Botánico de Boyacá, ubicado en el campus central de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC) en Tunja, se ha consolidado como un centro clave para la conservación de la flora nativa de la región. Inaugurado oficialmente en 2002, el jardín surgió como un proyecto pionero para estudiar y preservar especies altoandinas y de zonas secas, muchas de las cuales están en riesgo de extinción. Con un enfoque en la investigación, la educación ambiental y la recreación pasiva, el Jardín Botánico de Boyacá se ha convertido en un punto de referencia para la comunidad científica y local, ofreciendo una plataforma para entender y proteger los recursos naturales de Boyacá.
La accesibilidad del Jardín Botánico lo convierte en un espacio ideal para el disfrute y aprendizaje de visitantes de todas las edades, quienes encuentran en él una experiencia educativa y recreativa. Con ingreso gratuito, el jardín recibe entre 800 y 1.000 visitantes al mes, aunque la cantidad de personas varía según la temporada. Este flujo de visitantes no solo permite financiar el mantenimiento del espacio y sus actividades de conservación, sino también fomentar en el público el valor de la biodiversidad local, en especial aquellas especies emblemáticas de la región que se protegen en el jardín.
Además de su rol científico, el Jardín Botánico de Boyacá también cumple una función cultural al ser un lugar en el que las comunidades pueden redescubrir la importancia de su entorno natural. Las actividades educativas del jardín buscan integrar el conocimiento local y sensibilizar a los visitantes sobre la necesidad de conservar el ecosistema. Con rutas guiadas y talleres de educación ambiental, el jardín se convierte en un puente entre la ciencia y la sociedad, promoviendo en los habitantes de Boyacá un sentido de responsabilidad y conexión con los recursos naturales que forman parte de su identidad cultural y del equilibrio ambiental de la región.
Para conocer más del Jardín Botánico UPTC, El Espectador habló con Manuel Gálvez, coordinador de la entidad botánica.
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¿Cómo y cuándo surgió el Jardín Botánico UPTC?
El Jardín Botánico surgió oficialmente en 2002, aunque nuestras actividades de plantación y arborización empezaron en 1998. Al principio, el proyecto se impulsó en conjunto con el Club de Jardinería de Tunja y el grupo de Damas Rosadas, quienes nos ayudaron a organizar y dar forma a lo que sería el espacio actual. La Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia vio la necesidad de contar con un espacio dedicado a la investigación, conservación y recreación pasiva de la flora nativa, particularmente la que pertenece a zonas secas y altoandinas de Boyacá.
¿Y cuál era el objetivo principal de crear este Jardín Botánico?
El objetivo principal era y sigue siendo la conservación y el estudio de las especies de flora nativa, especialmente las que están en peligro o en riesgo de desaparecer en nuestra región. Queríamos crear un lugar donde pudiéramos investigar, conservar y dar a conocer estas especies, muchas de las cuales tienen un papel esencial en el equilibrio ecológico de Boyacá. El jardín sirve también como espacio de educación ambiental y busca concienciar a la comunidad sobre la importancia de proteger la biodiversidad.
¿El jardín ha logrado cumplir con estos objetivos hasta ahora?
En gran medida, sí. Hemos logrado conservar y documentar más de 268 especies de árboles y arbustos, de las cuales cerca del 85 % son nativas. Nos hemos enfocado en la recolección de semillas, la investigación y la conservación de especies como el roble y el cedro de montaña, que enfrentan amenazas en sus hábitats naturales. Aunque sentimos que queda mucho por hacer, los avances son evidentes. También hemos trabajado de la mano con instituciones como el Jardín Botánico de Bogotá para compartir recursos y conocimientos.
¿Qué proyectos adelantan actualmente en investigación, conservación y educación?
En investigación, estudiamos la flora nativa y en peligro de extinción para comprender mejor sus características y necesidades ecológicas. Este conocimiento es clave para realizar tareas de conservación efectivas y saber cómo cada especie contribuye al ecosistema.En cuanto a conservación, nos enfocamos en proteger estas especies, reforestar áreas afectadas y reproducir en viveros aquellas especies amenazadas, como el roble y el cedro.Finalmente, la recreación pasiva se trata de proporcionar un espacio donde las personas puedan disfrutar de la naturaleza, aprender sobre nuestras especies y participar en talleres y actividades educativas. Queremos que el jardín sea un punto de conexión entre la comunidad y la biodiversidad.
¿Qué desafíos ha enfrentado el Jardín Botánico para cumplir con estos objetivos?
El principal reto ha sido la falta de recursos. Aunque contamos con el respaldo de la universidad y de algunas entidades locales, los fondos son limitados para el mantenimiento y crecimiento de un proyecto de esta envergadura. Necesitamos personal especializado, que incluye tanto botánicos como expertos en conservación, y no siempre contamos con los recursos para contratar a todo el equipo que necesitamos. Además, lograr que la comunidad valore y apoye el jardín es otro desafío; muchas personas en Tunja aún no conocen la labor que realizamos.
¿Qué papel ha jugado la comunidad de Tunja y Boyacá en el desarrollo del Jardín Botánico?
La comunidad es fundamental para nosotros. Queremos que el jardín sea un espacio de aprendizaje para todos, por lo que organizamos actividades educativas, como talleres, caminatas guiadas y eventos para colegios. También recibimos a grupos de universidades que vienen a estudiar nuestras especies y a realizar investigaciones. Todo esto no solo ayuda a educar, sino que también crea una conexión entre la gente y su entorno natural. Sin embargo, aún necesitamos que más personas se sumen y conozcan el valor de este espacio.
¿Cuáles son los planes futuros para el Jardín Botánico?
Queremos ampliar nuestras áreas de conservación y fortalecer nuestra capacidad de investigación, especialmente en lo relacionado con la flora altoandina y las especies que están en riesgo debido al cambio climático. Nos gustaría establecer un banco de semillas que permita conservar genéticamente nuestras especies más vulnerables y expandir las áreas de reforestación para ayudar a restaurar ecosistemas degradados en Boyacá. También estamos trabajando para formalizar alianzas con otras instituciones a nivel internacional, que nos permitirán avanzar en el intercambio de conocimiento y recursos.
En términos culturales, ¿cuál es la importancia del jardín para la comunidad de Tunja y Boyacá?
El Jardín Botánico tiene una gran importancia cultural para la región, ya que es un espacio donde las personas pueden reconectar con la naturaleza y aprender sobre la flora local. Sirve como un lugar de encuentro y aprendizaje donde promovemos el conocimiento y respeto por el medio ambiente. Además, muchas tradiciones y conocimientos ancestrales sobre el uso de plantas medicinales se mantienen vivos a través de nuestras actividades educativas y colaboraciones con comunidades locales.
¿Qué es lo más especial del jardín?
Diría que lo más especial del Jardín Botánico es la diversidad de flora altoandina y de páramo que tenemos aquí, ya que muchas de estas especies no se encuentran en otros jardines botánicos del país. Además, contamos con especies en riesgo de extinción que estamos trabajando para conservar. También tenemos un rosal histórico plantado hace más de 20 años, que simboliza el compromiso con la preservación de especies tradicionales y la belleza natural.
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El Jardín Botánico de Boyacá, ubicado en el campus central de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC) en Tunja, se ha consolidado como un centro clave para la conservación de la flora nativa de la región. Inaugurado oficialmente en 2002, el jardín surgió como un proyecto pionero para estudiar y preservar especies altoandinas y de zonas secas, muchas de las cuales están en riesgo de extinción. Con un enfoque en la investigación, la educación ambiental y la recreación pasiva, el Jardín Botánico de Boyacá se ha convertido en un punto de referencia para la comunidad científica y local, ofreciendo una plataforma para entender y proteger los recursos naturales de Boyacá.
La accesibilidad del Jardín Botánico lo convierte en un espacio ideal para el disfrute y aprendizaje de visitantes de todas las edades, quienes encuentran en él una experiencia educativa y recreativa. Con ingreso gratuito, el jardín recibe entre 800 y 1.000 visitantes al mes, aunque la cantidad de personas varía según la temporada. Este flujo de visitantes no solo permite financiar el mantenimiento del espacio y sus actividades de conservación, sino también fomentar en el público el valor de la biodiversidad local, en especial aquellas especies emblemáticas de la región que se protegen en el jardín.
Además de su rol científico, el Jardín Botánico de Boyacá también cumple una función cultural al ser un lugar en el que las comunidades pueden redescubrir la importancia de su entorno natural. Las actividades educativas del jardín buscan integrar el conocimiento local y sensibilizar a los visitantes sobre la necesidad de conservar el ecosistema. Con rutas guiadas y talleres de educación ambiental, el jardín se convierte en un puente entre la ciencia y la sociedad, promoviendo en los habitantes de Boyacá un sentido de responsabilidad y conexión con los recursos naturales que forman parte de su identidad cultural y del equilibrio ambiental de la región.
Para conocer más del Jardín Botánico UPTC, El Espectador habló con Manuel Gálvez, coordinador de la entidad botánica.
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¿Cómo y cuándo surgió el Jardín Botánico UPTC?
El Jardín Botánico surgió oficialmente en 2002, aunque nuestras actividades de plantación y arborización empezaron en 1998. Al principio, el proyecto se impulsó en conjunto con el Club de Jardinería de Tunja y el grupo de Damas Rosadas, quienes nos ayudaron a organizar y dar forma a lo que sería el espacio actual. La Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia vio la necesidad de contar con un espacio dedicado a la investigación, conservación y recreación pasiva de la flora nativa, particularmente la que pertenece a zonas secas y altoandinas de Boyacá.
¿Y cuál era el objetivo principal de crear este Jardín Botánico?
El objetivo principal era y sigue siendo la conservación y el estudio de las especies de flora nativa, especialmente las que están en peligro o en riesgo de desaparecer en nuestra región. Queríamos crear un lugar donde pudiéramos investigar, conservar y dar a conocer estas especies, muchas de las cuales tienen un papel esencial en el equilibrio ecológico de Boyacá. El jardín sirve también como espacio de educación ambiental y busca concienciar a la comunidad sobre la importancia de proteger la biodiversidad.
¿El jardín ha logrado cumplir con estos objetivos hasta ahora?
En gran medida, sí. Hemos logrado conservar y documentar más de 268 especies de árboles y arbustos, de las cuales cerca del 85 % son nativas. Nos hemos enfocado en la recolección de semillas, la investigación y la conservación de especies como el roble y el cedro de montaña, que enfrentan amenazas en sus hábitats naturales. Aunque sentimos que queda mucho por hacer, los avances son evidentes. También hemos trabajado de la mano con instituciones como el Jardín Botánico de Bogotá para compartir recursos y conocimientos.
¿Qué proyectos adelantan actualmente en investigación, conservación y educación?
En investigación, estudiamos la flora nativa y en peligro de extinción para comprender mejor sus características y necesidades ecológicas. Este conocimiento es clave para realizar tareas de conservación efectivas y saber cómo cada especie contribuye al ecosistema.En cuanto a conservación, nos enfocamos en proteger estas especies, reforestar áreas afectadas y reproducir en viveros aquellas especies amenazadas, como el roble y el cedro.Finalmente, la recreación pasiva se trata de proporcionar un espacio donde las personas puedan disfrutar de la naturaleza, aprender sobre nuestras especies y participar en talleres y actividades educativas. Queremos que el jardín sea un punto de conexión entre la comunidad y la biodiversidad.
¿Qué desafíos ha enfrentado el Jardín Botánico para cumplir con estos objetivos?
El principal reto ha sido la falta de recursos. Aunque contamos con el respaldo de la universidad y de algunas entidades locales, los fondos son limitados para el mantenimiento y crecimiento de un proyecto de esta envergadura. Necesitamos personal especializado, que incluye tanto botánicos como expertos en conservación, y no siempre contamos con los recursos para contratar a todo el equipo que necesitamos. Además, lograr que la comunidad valore y apoye el jardín es otro desafío; muchas personas en Tunja aún no conocen la labor que realizamos.
¿Qué papel ha jugado la comunidad de Tunja y Boyacá en el desarrollo del Jardín Botánico?
La comunidad es fundamental para nosotros. Queremos que el jardín sea un espacio de aprendizaje para todos, por lo que organizamos actividades educativas, como talleres, caminatas guiadas y eventos para colegios. También recibimos a grupos de universidades que vienen a estudiar nuestras especies y a realizar investigaciones. Todo esto no solo ayuda a educar, sino que también crea una conexión entre la gente y su entorno natural. Sin embargo, aún necesitamos que más personas se sumen y conozcan el valor de este espacio.
¿Cuáles son los planes futuros para el Jardín Botánico?
Queremos ampliar nuestras áreas de conservación y fortalecer nuestra capacidad de investigación, especialmente en lo relacionado con la flora altoandina y las especies que están en riesgo debido al cambio climático. Nos gustaría establecer un banco de semillas que permita conservar genéticamente nuestras especies más vulnerables y expandir las áreas de reforestación para ayudar a restaurar ecosistemas degradados en Boyacá. También estamos trabajando para formalizar alianzas con otras instituciones a nivel internacional, que nos permitirán avanzar en el intercambio de conocimiento y recursos.
En términos culturales, ¿cuál es la importancia del jardín para la comunidad de Tunja y Boyacá?
El Jardín Botánico tiene una gran importancia cultural para la región, ya que es un espacio donde las personas pueden reconectar con la naturaleza y aprender sobre la flora local. Sirve como un lugar de encuentro y aprendizaje donde promovemos el conocimiento y respeto por el medio ambiente. Además, muchas tradiciones y conocimientos ancestrales sobre el uso de plantas medicinales se mantienen vivos a través de nuestras actividades educativas y colaboraciones con comunidades locales.
¿Qué es lo más especial del jardín?
Diría que lo más especial del Jardín Botánico es la diversidad de flora altoandina y de páramo que tenemos aquí, ya que muchas de estas especies no se encuentran en otros jardines botánicos del país. Además, contamos con especies en riesgo de extinción que estamos trabajando para conservar. También tenemos un rosal histórico plantado hace más de 20 años, que simboliza el compromiso con la preservación de especies tradicionales y la belleza natural.
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