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Con más de 800 variedades, el ficus es una de las plantas más comunes en el mundo de la jardinería. Y esto aplica para interiores y exteriores. En el amplio catálogo de esta planta hay una opción para prácticamente cualquier idea o uso deseado.
Algunos ficus no llegan al metro de altura, mientras que otros superan cómodamente los tres. Sin embargo, todos comparten características similares en presentación y forma de sus hojas.
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Los ficus son altamente apreciados para jardinería interior, especialmente, pues son plantas de bajo cuidado que, con sus grandes ramas y hojas en forma puntiaguda, entregan una especie de salvajismo y exuberancia a prácticamente cualquier rincón de la casa.
En general, las plantas añaden vida y color a los espacios, pero la presencia del ficus es particularmente apreciada, pues enriquece con un toque de abundancia y cierta grandilocuencia, si se quiere.
Son una especie reconocida por hacer una limpieza extra del aire, por lo que son muy apreciados para grandes estancias, con tránsitos amplios de gente y viento (piense en el recibidor de un edificio o una oficina, por ejemplo).
Esto no quiere decir que sean plantas corporativas, como si se tratara de la música que se asocia con ascensores o consultorios de odontología. Todo lo contrario, la versatilidad y variedad del ficus le permite adaptarse a una variedad de espacios y necesidades.
Así mismo, también se adapta a diferentes climas y puede vivir tanto en interiores, como en exteriores, con algunos cuidados básicos a tener en cuenta.
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¿Cuáles son los cuidados para un ficus?
El principal es el manejo de la luz: son plantas que agradecen la radiación solar, toda la que se les pueda entregar, pero no la van muy bien con los rayos directos del sol. Su temperatura óptima ronda los 20 grados centígrados, pero pueden vivir algunos grados por encima o por debajo sin problema.
Es clave no exponerlos, eso sí, a cambios bruscos de temperatura o fuentes constantes de calor (dígale no a los calentadores o chimeneas).
Por lo general, es una planta que agradece la humedad del ambiente, así que en climas templados (tirando hacia lo cálido) es en donde florecen con mayor intensidad y duración.
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Debido al tamaño de sus hojas en algunas variedades muy populares se recomienda limpiarlas de tanto en tanto para permitir que la fotosíntesis se realice de forma óptima. Puede leer esta guía sobre cómo realizar este proceso.
Así mismo, es recomendable, especialmente en climas más secos y/o calientes rociar las hojas con un atomizador para que la planta conserve más humedad.
En términos de riego, la clave con el ficus es evitar los excesos de agua, por lo que necesita un sustrato que drene bien (en la medida de lo posible, que no se compacte demasiado). Esto también implica que la matera en donde sea plantado debe tener buen desagüe para evitar así la acumulación de humedad excesiva en las raíces.
Por lo general (aunque esto varía dependiendo de las condiciones ambientales del lugar en donde esté), el ficus precisa de un riego moderado una vez a la semana. Es clave revisar qué tan húmeda está la tierra en su interior, una comprobación que se realiza fácilmente con un palo de madera (uno de paleta o de sushi viene de maravilla para esta labor). Si la planta está seca, es hora de regar.
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