Flor jade: simbolismo de riqueza y exuberancia natural
Conozca las características, simbología y cuidados de esta trepadora filipense.
La flor de jade, una joya botánica originaria de las selvas tropicales de Filipinas, se caracteriza por su singular belleza y rareza. Conocida científicamente como Strongylodon macrobotrys, despliega racimos colgantes de flores turquesas que pueden alcanzar hasta tres metros de longitud. Su extraordinario color, que varía del azul verdoso al celeste, es tan exótico que parece desafiar las convenciones de la naturaleza. En un entorno donde la biodiversidad está constantemente amenazada, la flor de jade no solo destaca por su apariencia espectacular, sino también por la urgencia de su conservación, convirtiéndose en un símbolo de la rica pero frágil diversidad biológica de su región natal.
En cuanto a sus características, la flor jade es una planta trepadora robusta que puede alcanzar longitudes de 18 a 20 metros, sus racimos colgantes de flores pueden medir hasta tres metros de longitud y tienen un distintivo color turquesa, que puede variar del azul verdoso al celeste. Las flores individuales tienen forma de garra y pueden medir entre 7.5 a 12.5 centímetros de largo, cada racimo puede contener de 75 a 100 flores, creando una impresionante cascada de color, y las hojas son compuestas, trifoliadas, con tres folíolos brillantes y de textura coriácea. Después de la floración, la planta produce vainas de semillas que pueden medir entre 15 a 20 centímetros de largo, cada vaina contiene varias semillas que son de color marrón claro. No obstante, en la naturaleza la flor de jade está amenazada debido a la deforestación y la pérdida de hábitat, por lo cual, es una especie en peligro de extinción en su entorno nativo.
Simbolismo
De acuerdo con el portal web Online Flow Garden, la flor de jade tiene una rica simbología, especialmente en su región de origen en Filipinas, donde es considerada un emblema de la biodiversidad y un tesoro natural. Representa la riqueza y la exuberancia de la naturaleza filipina, con su color vibrante y su forma inusual la convierten en un símbolo de la abundancia y la diversidad de las selvas tropicales de Filipinas. Como una planta endémica, su existencia simboliza la singularidad y la riqueza biológica de las islas filipinas, destacando la importancia de la conservación de los ecosistemas nativos, además, a pesar de las amenazas a su hábitat, la flor de jade ha demostrado una notable capacidad de adaptación, lo que la convierte en un símbolo de resiliencia y perseverancia. Su color turquesa único, que parece casi irreal, le ha otorgado un aura de misterio y misticismo. En algunas culturas, los colores inusuales de las plantas se asocian con cualidades sobrenaturales o mágicas.
En Filipinas, la flor de jade es parte del patrimonio natural y cultural. Las comunidades locales la ven como un símbolo de su identidad y de su conexión con la tierra. Su cultivo en jardines botánicos y su conservación en colecciones privadas también la convierten en un símbolo del esfuerzo humano por preservar y valorar las maravillas naturales de su entorno. En la literatura y el arte, la flor de jade a menudo se usa como una metáfora de belleza rara y efímera, así como de la compleja relación entre los humanos y la naturaleza. Por último, el hecho de que sus flores sean polinizadas por murciélagos añade una capa de misticismo, ya que estos animales nocturnos a menudo se asocian con el misterio y la noche.
Cuidados
“Cuidar de la flor de jade (Strongylodon macrobotrys) requiere atención a sus necesidades específicas para asegurar un crecimiento saludable y una floración espectacular”, según el jardinero e ingeniero urbano, Miguel Fortín.
Luz: Necesita abundante luz solar indirecta o sombra, la exposición directa al sol puede quemar las hojas y las flores. Si se cultiva en interiores, se debe colocar cerca de una ventana brillante, pero protegida de la luz solar directa intensa.
Temperatura: Prefiere temperaturas cálidas, idealmente entre 20-30°C, no tolera bien las temperaturas frías y puede sufrir daños si la temperatura desciende por debajo de 10°C.
Humedad: Prospera en condiciones de alta humedad, típicas de su hábitat tropical nativo, superiores al 60% son ideales. En interiores, se puede aumentar la humedad ambiental con humidificadores o colocando la planta sobre una bandeja con guijarros y agua.
Suelo y sustrato: Necesita un sustrato bien drenado para evitar el encharcamiento, que puede provocar la pudrición de las raíces, es adecuado un sustrato con una mezcla de tierra de jardín, arena y perlita. El suelo debe ser fértil, pero no excesivamente rico en materia orgánica, y prefiere un pH neutro a ligeramente ácido (6.0-7.0).
Riego: Se debe regar regularmente, manteniendo el suelo ligeramente húmedo pero no empapado. En la temporada de crecimiento (primavera y verano), riegos frecuentes son necesarios. En los meses más fríos, se debe reducir la frecuencia de riego para evitar el exceso de humedad en el sustrato. Es preferible un riego profundo que alcance las raíces, permitiendo que el exceso de agua drene completamente, al regar, evite mojar las hojas y flores para prevenir enfermedades fúngicas.
Fertilización: Utilizar un fertilizante equilibrado (10-10-10) durante la temporada de crecimiento, en época de floración, se puede añadir un fertilizante con alto contenido de fósforo (P) para promover la producción de flores, con una frecuencia mensual durante la primavera y el verano. Se debe reducir o suspender la fertilización durante el invierno, cuando el crecimiento se ralentiza.
Poda: Realizar podas regulares para eliminar hojas y ramas muertas o dañadas, ligeramente para controlar el crecimiento y fomentar una estructura más compacta.
Soporte: Proveer una estructura de soporte, como un enrejado o pérgola, para que la planta trepe adecuadamente.
Reproducción: Las semillas deben ser sembradas en un sustrato ligero y mantenidas en un ambiente cálido y húmedo, la germinación puede tardar varias semanas y requiere condiciones de alta humedad y temperaturas constantes.
Enfermedades más comunes: Son el Mildiu y Hongos, para lo cual se debe evitar el exceso de riego y asegurar una buena circulación de aire para prevenir enfermedades fúngicas, además utilizar fungicidas en caso de infección.
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La flor de jade, una joya botánica originaria de las selvas tropicales de Filipinas, se caracteriza por su singular belleza y rareza. Conocida científicamente como Strongylodon macrobotrys, despliega racimos colgantes de flores turquesas que pueden alcanzar hasta tres metros de longitud. Su extraordinario color, que varía del azul verdoso al celeste, es tan exótico que parece desafiar las convenciones de la naturaleza. En un entorno donde la biodiversidad está constantemente amenazada, la flor de jade no solo destaca por su apariencia espectacular, sino también por la urgencia de su conservación, convirtiéndose en un símbolo de la rica pero frágil diversidad biológica de su región natal.
En cuanto a sus características, la flor jade es una planta trepadora robusta que puede alcanzar longitudes de 18 a 20 metros, sus racimos colgantes de flores pueden medir hasta tres metros de longitud y tienen un distintivo color turquesa, que puede variar del azul verdoso al celeste. Las flores individuales tienen forma de garra y pueden medir entre 7.5 a 12.5 centímetros de largo, cada racimo puede contener de 75 a 100 flores, creando una impresionante cascada de color, y las hojas son compuestas, trifoliadas, con tres folíolos brillantes y de textura coriácea. Después de la floración, la planta produce vainas de semillas que pueden medir entre 15 a 20 centímetros de largo, cada vaina contiene varias semillas que son de color marrón claro. No obstante, en la naturaleza la flor de jade está amenazada debido a la deforestación y la pérdida de hábitat, por lo cual, es una especie en peligro de extinción en su entorno nativo.
Simbolismo
De acuerdo con el portal web Online Flow Garden, la flor de jade tiene una rica simbología, especialmente en su región de origen en Filipinas, donde es considerada un emblema de la biodiversidad y un tesoro natural. Representa la riqueza y la exuberancia de la naturaleza filipina, con su color vibrante y su forma inusual la convierten en un símbolo de la abundancia y la diversidad de las selvas tropicales de Filipinas. Como una planta endémica, su existencia simboliza la singularidad y la riqueza biológica de las islas filipinas, destacando la importancia de la conservación de los ecosistemas nativos, además, a pesar de las amenazas a su hábitat, la flor de jade ha demostrado una notable capacidad de adaptación, lo que la convierte en un símbolo de resiliencia y perseverancia. Su color turquesa único, que parece casi irreal, le ha otorgado un aura de misterio y misticismo. En algunas culturas, los colores inusuales de las plantas se asocian con cualidades sobrenaturales o mágicas.
En Filipinas, la flor de jade es parte del patrimonio natural y cultural. Las comunidades locales la ven como un símbolo de su identidad y de su conexión con la tierra. Su cultivo en jardines botánicos y su conservación en colecciones privadas también la convierten en un símbolo del esfuerzo humano por preservar y valorar las maravillas naturales de su entorno. En la literatura y el arte, la flor de jade a menudo se usa como una metáfora de belleza rara y efímera, así como de la compleja relación entre los humanos y la naturaleza. Por último, el hecho de que sus flores sean polinizadas por murciélagos añade una capa de misticismo, ya que estos animales nocturnos a menudo se asocian con el misterio y la noche.
Cuidados
“Cuidar de la flor de jade (Strongylodon macrobotrys) requiere atención a sus necesidades específicas para asegurar un crecimiento saludable y una floración espectacular”, según el jardinero e ingeniero urbano, Miguel Fortín.
Luz: Necesita abundante luz solar indirecta o sombra, la exposición directa al sol puede quemar las hojas y las flores. Si se cultiva en interiores, se debe colocar cerca de una ventana brillante, pero protegida de la luz solar directa intensa.
Temperatura: Prefiere temperaturas cálidas, idealmente entre 20-30°C, no tolera bien las temperaturas frías y puede sufrir daños si la temperatura desciende por debajo de 10°C.
Humedad: Prospera en condiciones de alta humedad, típicas de su hábitat tropical nativo, superiores al 60% son ideales. En interiores, se puede aumentar la humedad ambiental con humidificadores o colocando la planta sobre una bandeja con guijarros y agua.
Suelo y sustrato: Necesita un sustrato bien drenado para evitar el encharcamiento, que puede provocar la pudrición de las raíces, es adecuado un sustrato con una mezcla de tierra de jardín, arena y perlita. El suelo debe ser fértil, pero no excesivamente rico en materia orgánica, y prefiere un pH neutro a ligeramente ácido (6.0-7.0).
Riego: Se debe regar regularmente, manteniendo el suelo ligeramente húmedo pero no empapado. En la temporada de crecimiento (primavera y verano), riegos frecuentes son necesarios. En los meses más fríos, se debe reducir la frecuencia de riego para evitar el exceso de humedad en el sustrato. Es preferible un riego profundo que alcance las raíces, permitiendo que el exceso de agua drene completamente, al regar, evite mojar las hojas y flores para prevenir enfermedades fúngicas.
Fertilización: Utilizar un fertilizante equilibrado (10-10-10) durante la temporada de crecimiento, en época de floración, se puede añadir un fertilizante con alto contenido de fósforo (P) para promover la producción de flores, con una frecuencia mensual durante la primavera y el verano. Se debe reducir o suspender la fertilización durante el invierno, cuando el crecimiento se ralentiza.
Poda: Realizar podas regulares para eliminar hojas y ramas muertas o dañadas, ligeramente para controlar el crecimiento y fomentar una estructura más compacta.
Soporte: Proveer una estructura de soporte, como un enrejado o pérgola, para que la planta trepe adecuadamente.
Reproducción: Las semillas deben ser sembradas en un sustrato ligero y mantenidas en un ambiente cálido y húmedo, la germinación puede tardar varias semanas y requiere condiciones de alta humedad y temperaturas constantes.
Enfermedades más comunes: Son el Mildiu y Hongos, para lo cual se debe evitar el exceso de riego y asegurar una buena circulación de aire para prevenir enfermedades fúngicas, además utilizar fungicidas en caso de infección.
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