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El tomate, rey indiscutible del huerto y protagonista en cocinas de todo el mundo, es mucho más que un simple fruto. Su historia es un testimonio fascinante de la evolución agrícola y cultural de la humanidad, pues refleja no solo los avances en técnicas de cultivo, sino también los intercambios culturales y las transformaciones en los hábitos alimentarios a lo largo de los siglos. Es por eso que hemos preparado esta guía para que sepa como puede cultivarlo, pues aunque popular, tiene varias especificaciones para que progrese.
El tomate, originario de la región andina de América del Sur, fue usado por los pueblos precolombinos como fuente de alimento y era parte importante de su dieta cuando los españoles llegaron. Su introducción en Europa en el siglo XVI marcó el inicio de una revolución culinaria, pues aunque inicialmente fue visto con recelo y cultivado más como planta ornamental, poco a poco superó los numerosos prejuicios que tenía, ganándose su lugar en la mesa europea.
Con el tiempo, el tomate ganó aceptación mundial, y los agricultores iniciaron un proceso de selección y mejora que continúa hasta hoy. La búsqueda de frutos más grandes, jugosos y resistentes a enfermedades ha resultado en una gran diversidad de variedades, que va desde los pequeños tomates cherry hasta los grandes tomates beefsteak, con colores que van del amarillo al negro.
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Características del tomate
“El tomate es el fruto de la planta Solanum lycopersicum, perteneciente a la familia de las Solanáceas. Botánicamente, se clasifica como una baya, gruesa y carnosa, con dos o más segmentos. Su forma varía desde redonda hasta ovalada, y su tamaño puede oscilar desde unos pocos gramos hasta 600 gramos. Aunque generalmente es de color rojo, también existen variedades amarillas y de otros colores”, explica Frank García, docente de ingeniería ambiental de la Universidad ECCI .
García recomienda que al pensar en cultivar esta planta es crucial conocer el tipo que se va a plantar, ya que esto determinará en gran medida el cuidado que requerirá y su adaptabilidad al clima. Los tomates se clasifican principalmente en dos tipos: determinados e indeterminados. Los determinados tienen un crecimiento moderado, son compactos y arbustivos, ideales para maceteros o huertos urbanos, y suelen dar fruto en un único momento. Los indeterminados tienen un mayor desarrollo, necesitan tutores y podas regulares, y producen frutos de forma escalonada.
Otra cosa que se debe tener en cuenta a la hora de cultivar tomate, es su variedad, algunas de estas son:
- Tomate Chonto: Es el cultivar de mayor producción y consumo en Colombia. Tiene alta demanda para consumo directo y uso industrial. Su peso promedio es de 80 a 180 g y tiene forma ovalada.
- Tomate San Marzano: Originario de Italia, es ideal para salsas y sopas debido a su sabor fuerte e intenso pero suave. Pesa entre 80 y 120 g, tiene forma ovalada alargada y es bajo en glucosa y ácido.
- Tomate Negro o Kumato: Resultado de mezclar distintas variedades, tiene color entre rojo y verde oscuro. Su sabor es dulce e intenso, con textura crujiente y jugosa.
- Tomate Cherry: Pequeño (unos 3 cm) y ligero (10-15 g), tiene un sabor dulce y ligeramente ácido.
¿Cómo cultivarlo?
Este proceso es fundamental para asegurar un óptimo crecimiento y una cosecha abundante Si quieres que la siembra llegue a buen término, primero deberá informarse bien de las necesidades de la variedad de tomate que ha escogido. Por ello tenga en cuenta las siguientes recomendaciones
- Prepare el semillero: Utilice cualquier recipiente, desde semilleros de plástico especializados hasta cajones de madera, pero asegúrese de hacer pequeños agujeros de drenaje en el fondo si el recipiente no los tiene.
- Prepare la mezcla del semillero: Mezcle una parte de turba, una parte de fibra de coco y una parte de humus de lombriz. Añada un poco de vermiculita y perlita a esta mezcla para garantizar una buena germinación.
- Siembre los tomates: Esparza las semillas en hileras o agujeros hechos con el dedo, a no más de 1 centímetro de profundidad, luego riegue abundantemente y mantenga el sustrato siempre húmedo hasta que las semillas germinen en 10-15 días. Coloque el semillero en un lugar cálido y bien iluminado.
- Trasplante: El trasplante del tomate se realiza cuando las plántulas alcanzan una altura de 10 a 12 cm lo que generalmente ocurre entre 22 y 27 días después de la siembra en bandejas. Por ello, para preparar el terreno, es crucial realizar un riego profundo 3 días antes del trasplante, especialmente en época seca.
“La fertilización es el otro paso adecuado que se debe seguir en el cultivo, sin embargo, yo recomiendo, como paso previo un análisis de suelo, ya que este permite determinar los niveles de minerales presentes en el terreno, facilitando así la elaboración de un plan de fertilización preciso y efectivo. No obstante, es posible diseñar un plan de fertilización básico basado en las etapas fenológicas del cultivo”, dice García.
Explica que durante la etapa vegetativa, el cultivo demanda principalmente elementos mayores en cantidades significativas, los cuales son el nitrógeno, que es esencial para el crecimiento vegetativo y la formación de proteína, el fosforo, que es importante para el desarrollo de las raíces y la floración y el potasio, el cual ayuda en la síntesis de proteínas y la resistencia a enfermedades.
“Por otro lado, al entrar en la fase de producción, la planta necesita una combinación más equilibrada de nutrientes que incluya elementos menores. Estos elementos menores son muy importantes para su desarrollo. Necesita calcio, que es fundamental para la estructura de la planta. También necesita magnesio, que es crucial para la fotosíntesis, y azufre, que ayuda en la formación de aminoácidos”, menciona.
Cuidados básicos:
Riego
- “El riego es fundamental para el cultivo de tomates y requiere una atención cuidadosa” dice García, por ello explica que se debe mantener una frecuencia regular, lo más recomendable es regar todos los días o cada dos días.
- El mejor horario para regar es temprano en la mañana o al atardecer, evitando así la evapotranspiración excesiva. Es crucial evitar el encharcamiento y el exceso de agua, ya que los tomates son sensibles a la humedad excesiva.
- Un sistema de riego por goteo es ideal, ya que proporciona agua directamente a las raíces sin mojar las hojas, lo que podría fomentar el desarrollo de enfermedades fúngicas.
Suelo
- “Los tomates prosperan mejor en suelos de textura media, preferiblemente franco o franco-arenoso. Se deben evitar tanto los suelos muy arcillosos como los muy arenosos. Además, otra cosa fundamental que se debe considerar es el pH, que debe estar entre 5.9 y 6.8, aunque las plantas pueden tolerar ligeras variaciones hacia la acidez o alcalinidad”, puntualiza.
- Un alto contenido de materia orgánica es beneficioso para el desarrollo óptimo de las plantas de tomate, ya que proporciona nutrientes y mejora la estructura del suelo, se puede usar compost para mejorarlo.
Luz y condiciones ambientales
- Estas plantas requieren entre 8 y 16 horas de luz solar directa al día, además que su temperatura óptima para su crecimiento oscila entre 28-30°C durante el día y 15-18°C por la noche. Sin embargo, el docente aclara que se puede cultivar en cualquier tipo de climas, sin embargo, esto puede afectar su producción abundante.
Entutorado y podas, aspectos claves
- El entutorado consiste en proporcionar soporte a las plantas mediante cañas, alambres o estructuras similares, lo que ayuda a mantener los frutos alejados del suelo y mejora la circulación del aire.
- La poda, incluye la eliminación de chupones (brotes laterales) y hojas inferiores envejecidas.
“Esto ayuda a dirigir la energía de la planta hacia la producción de frutos y reduce el riesgo de enfermedades. Sin embargo, es importante realizar estas tareas con cuidado para no dañar la planta ni interrumpir el flujo de savia”, menciona.
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Plagas
- García explica que es fundamental realizar monitoreos constantes y periódicos para detectar tempranamente cualquier problema. Sin embargo, sí nota que está siendo atacado por pulgones, mosca blanca, minadores de hoja y diversas especies de orugas, lo que puede hacer es un control minucioso. “Se pueden utilizar tanto insecticidas orgánicos como químicos, dependiendo de la naturaleza y nivel de infestación. Los insecticidas orgánicos, preparados con ingredientes naturales como jabones, aceite de neem, ajo, cebolla o ajenjo, son efectivos para infestaciones leves y más amigables con el medio ambiente.
- Aconseja que se debe priorizar la prevención antes del control de plagas, por ello prácticas como la rotación de cultivos, el uso de variedades resistentes y el mantenimiento de una buena higiene en el huerto son esenciales para interrumpir los ciclos de vida de plagas y patógenos, reduciendo así la probabilidad de infestaciones y enfermedades recurrentes.
Paso final, la cosecha
“Uno de los momentos más importantes en el cultivo del tomate es la cosecha, pues este involucra varios métodos y consideraciones”, dice García. Es por eso que recomienda tres modos de recolección:
- Método basado en el tiempo: consiste en contar los días transcurridos desde la floración hasta la formación del fruto. Sin embargo, este no considera las variaciones climáticas, el tipo de variedad o problemas específicos de cada planta. Un mismo número de días puede resultar en frutos con diferentes grados de madurez.
- Métodos visuales: Este se basa en indicadores como el color y la firmeza del fruto, que son signos claros del estado de madurez. Pero, requiere de una observación detallada por parte del cultivador, lo que puede ser laborioso en grandes plantaciones.
- Facilidad de desprendimiento: Esta prueba manual evalúa la resistencia del fruto al ser separado de la planta pues un fruto maduro se desprenderá fácilmente, mientras que uno inmaduro ofrecerá resistencia.
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