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Jardín Botánico UTP: 41 años de biodiversidad y conservación en Pereira

Para el director del Jardín Botánico de Pereira, Jorge García, la continuidad de los proyectos ambientales es la principal complejidad que enfrentan los jardines botánicos en Colombia. Conozca cómo han superado ese obstáculo para lograr los objetivos que se trazaron hace 41 años.

La  Huerta
11 de octubre de 2024 - 09:30 p. m.
El Jardín Botánico de Pereira, fundado en 1983, ofrece 58 hectáreas de bosques protegidos. Sus tarifas van desde $6.000 para nacionales y $8.000 para extranjeros.
El Jardín Botánico de Pereira, fundado en 1983, ofrece 58 hectáreas de bosques protegidos. Sus tarifas van desde $6.000 para nacionales y $8.000 para extranjeros.
Foto: Gabriel Mejía
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El Jardín Botánico de la Universidad Tecnológica de Pereira, fundado en 1983 y con una estructura administrativa propia desde 1998, es uno de los íconos naturales más importantes de la ciudad. En 2023 celebró sus 40 años, consolidándose como un espacio de conservación y biodiversidad. Ubicado en la Carrera 27 #10-02, en el Barrio Álamos de Pereira, este jardín ofrece a los visitantes una experiencia única con más de 58 hectáreas de bosques protegidos. Las tarifas de entrada general son de $6.000 para nacionales y $8.000 para extranjeros. Además, la entrada al Tropicario tiene un costo de $11.000 para nacionales y $22.000 para extranjeros. Para quienes deseen disfrutar de ambos espacios, la tarifa combinada es de $14.000 para nacionales.

Su director actualmente es Jorge García, quien llegó a la dirección del Jardín Botánico de Pereira en el año 2004, tras ganar los concursos de merito que realizó la Universidad Tecnológica de Pereira para la elección, entidad en la cual se graduó como administrador ambiental. Antes de ser director, fue investigador y docente de la facultad de ciencias ambientales de esa institución educativa. En entrevista con El Espectador, García habló de la historia, objetivos, proyectos y logros del Jardín Botánico de Pereira.

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¿Con qué objetivo se creó el Jardín Botánico de la Universidad Tecnológica de Pereira?

En el momento de su creación, no existía ninguna facultad relacionada con la naturaleza o el medio ambiente en la universidad. Como su nombre lo indica, la Universidad Tecnológica estaba orientada principalmente hacia las ciencias, con un enfoque en ingenierías y tecnologías.

Sin embargo, fueron los docentes y administrativos de esa época quienes, al notar que la universidad estaba rodeada de bosques, comenzaron a organizar convocatorias para enriquecer esas áreas. En una zona cercana al campus, los mismos profesores empezaron a referirse a esos espacios como un jardín botánico. En 1983, con el fin de participar en una convocatoria de Colciencias (como se llamaba en ese momento), formularon un proyecto y presentaron una propuesta al Consejo Superior de la Universidad para que se declarara oficialmente como un Jardín Botánico.

El objetivo inicial fue la conservación de los bosques circundantes y la investigación, aunque no desde la perspectiva de biólogos o profesionales en ciencias ambientales, sino desde el interés de ingenieros que se apasionaban por inventariar la biodiversidad de mariposas y aves. También se buscaba crear un espacio artístico para la apreciación de la naturaleza, permitiendo a la comunidad universitaria relajarse y conectarse directamente con el entorno natural a través de senderos.

Diez años después, en 1993, se creó la Facultad de Ciencias Ambientales en la Universidad, con el programa de Administración Ambiental. A partir de ese momento, el Jardín Botánico pasó a formar parte de la facultad, y su objetivo fue servir como un laboratorio vivo para asignaturas como biología, ecología y sistemas ambientales. Además, se iniciaron proyectos para traer colegios del sector a conocer el área de conservación.

En 1998, un grupo de personas visionarias decidió dar un paso más allá y contrató a un biólogo muy reconocido en Colombia, Landes One, quien ya contaba con su propia fundación y había trabajado en muchas partes del país. Landes realizó el primer inventario detallado del jardín botánico, evaluando su potencial ecológico y formulando un plan de desarrollo. Se descubrió que el jardín poseía una gran diversidad de especies y un valor ecológico significativo.

El plan de desarrollo del jardín se formuló respondiendo a la Ley 299 de 1996, que se refería a los jardines botánicos y la flora colombiana. Se establecieron tres ejes principales: la conservación de especies con colecciones botánicas, el fomento de la educación y cultura ambiental, y la promoción de la investigación científica. Además, se tomó una decisión clave que impulsó el crecimiento del jardín: dotarlo de una estructura administrativa propia, independiente de cualquier facultad, permitiendo que el jardín formara parte de la Vicerrectoría Administrativa de la Universidad.

Llevamos 25 años con esta estructura, obteniendo resultados muy positivos y creciendo año tras año. Aunque el jardín está bajo la administración de la Vicerrectoría, mantenemos una relación transversal con la universidad, colaborando con la Facultad de Ciencias Ambientales en el ámbito académico, y con la Vicerrectoría de Investigaciones y Extensión en proyectos de innovación y extensión.

¿Cuáles son los resultados que ha tenido el jardín después de la creación de esa estructura administrativa?

Lo primero que se hizo fue comenzar a cumplir con la estructura establecida en el plan de desarrollo, enfocado en tres pilares: conservación, investigación y educación ambiental. En sus inicios, el jardín tenía un director. Cuando llegué al jardín botánico en 2004, solo éramos cuatro personas: el director, un curador de las colecciones botánicas, un jardinero y un profesional. A medida que avanzamos en el cumplimiento del plan de desarrollo, comenzamos a crecer de manera gradual.

En 2005, actualizamos el plan de desarrollo de 2008 y, desde entonces, hemos ido ampliando el alcance de las actividades en cada uno de los programas del jardín. Por ejemplo, en el programa de conservación, logramos establecer un vivero forestal registrado por el ICA, especializado en la producción de plantas nativas, brindando asistencia técnica y abasteciendo procesos de restauración ecológica y reforestación.

En el programa de educación ambiental, hemos diversificado los tipos de recorridos. Ofrecemos recorridos generales para turistas, así como recorridos temáticos y pedagógicos para instituciones educativas de todos los niveles, desde preescolar hasta educación superior. También organizamos actividades como vacaciones creativas para niños, educación continua con cursos, talleres y diplomados, destinados tanto a la comunidad universitaria como al público en general. Todo esto ha permitido incrementar el número de visitantes, pasando de 4,000 a 5,000 por año en los primeros años, a más de 50,000 visitantes en 2023, por primera vez.

La universidad también nos ha apoyado con infraestructura. No solo contamos con senderos seguros, puentes y miradores dentro del bosque, con un recorrido de 2 km que abarca tres ecosistemas, sino que también tenemos instalaciones en la zona administrativa, como un centro de eventos. Este centro incluye un auditorio para 90 personas, llamado Auditorio Magnolias, y cuatro salones: Barranquero, Orquídeas, Heliconias y Aves Ciencia. Estos espacios no solo están disponibles para la comunidad universitaria, sino también para el público en general y empresas, lo que representa un importante ingreso para la sostenibilidad del jardín botánico.

Cuando comencé en 2004, éramos cuatro personas, y hoy en día contamos con 15 personas permanentes. A medida que el jardín gestiona sus servicios y proyectos, terminamos el año con más de 20 personas trabajando en el equipo. A pesar de ser un jardín botánico perteneciente a una universidad pública, estamos orientados hacia la sostenibilidad financiera. Hemos crecido porque demostramos a la universidad que podemos ser sostenibles mediante nuestros servicios y proyectos.

Además del vivero, ofrecemos asesoramiento a instituciones públicas locales, como alcaldías, la gobernación y la Corporación Autónoma Regional de Risaralda (Cárdenas). También brindamos acompañamiento y asesoría en procesos ambientales, lo que nos permite generar ingresos propios, mantener el equilibrio entre ingresos y egresos y, año tras año, continuar con nuestros proyectos. El aporte de la universidad cubre el funcionamiento básico, mientras que el crecimiento ha sido posible gracias a los servicios y proyectos que hemos gestionado desde el jardín botánico.

¿Cuál ha sido el obstáculo más grande que se ha presentado en estos 41 años para el alcance de sus logros?

Una de las mayores dificultades que enfrentamos es mantener la continuidad de las voluntades de nuestros aliados locales y regionales. Cada cuatro años, con el cambio de administraciones, debemos hacer un esfuerzo por convencer a los alcaldes, concejales, gobernadores, secretarios y directores de las corporaciones de la importancia de seguir apoyando los procesos ambientales que lidera el jardín botánico.

Estos procesos incluyen la cultura urbana, la creación de corredores ambientales urbanos, la reforestación, la restauración ecológica y las expediciones botánicas. También brindamos apoyo constante a los jardines botánicos de los municipios del departamento, labor que lideramos.

Convencer a las nuevas administraciones no siempre es fácil. Algunas responden mejor que otras. En algunos años, hemos contado con una excelente colaboración de las alcaldías, mientras que en otros, el apoyo ha sido más limitado, ya sea por parte de la gobernación o de las corporaciones. Es una gestión constante para garantizar la continuidad de los procesos de educación ambiental, investigación y conservación en un entorno cambiante de voluntades políticas y diferentes enfoques de los planes de desarrollo.

A pesar de esta dificultad, es algo que debemos saber manejar. Por ello, siempre hemos intentado posicionar al jardín botánico no solo por su calidad técnico-científica, sino también por su neutralidad ante los aspectos políticos, manteniéndonos enfocados en nuestros intereses científicos y ambientales.

¿Qué apoyo han recibido del Gobierno Nacional para alcanzar esa continuidad?

En este momento, estamos muy bien posicionados a nivel nacional. Desde prácticamente el inicio administrativo del jardín, en 1999, formamos parte de la Red Nacional de Jardines Botánicos. Desde 2005, también somos miembros de la Villa CD, que es la Organización Mundial de Jardines Botánicos.

Hace dos años, el Ministerio de Ciencia y Tecnología nos reconoció como Centro de Ciencia, gracias al impacto de nuestros programas, que llegan a nuestros 50,000 visitantes con un claro mensaje y la información sobre nuestros proyectos y el trabajo que realizamos en la apropiación social del conocimiento en biodiversidad.

Para lograr este reconocimiento, nuestro principal aliado ha sido el Instituto Alexander von Humboldt, que avala a los jardines botánicos en Colombia. Además, formamos parte de la Junta Directiva de la Red Nacional de Jardines Botánicos, lo que nos ha permitido gestionar proyectos a nivel regional y local con un apoyo central sólido.

Sin embargo, a pesar de estas credenciales, no hemos desarrollado muchos proyectos directamente con el Ministerio de Ambiente ni otros entes gubernamentales. A veces, es incluso difícil obtener recursos a través de la Red Nacional de Jardines Botánicos, a pesar de que es responsable de la Estrategia Nacional de Conservación de Plantas. No existen fondos específicos para ejecutar esa estrategia, por lo que muchos jardines botánicos, aunque tienen la capacidad y un personal altamente comprometido y profesional, no pueden implementar los proyectos al nivel que deberían debido a la falta de recursos.

Muchos de los esfuerzos que realizamos son casi completamente autofinanciados y gestionados con recursos propios, lo que dificulta la contribución a la disminución de la amenaza de especies en peligro de extinción. Aunque existe una clara dedicación por parte de los equipos en los jardines botánicos, no se cuenta con un apoyo decidido desde el sistema gubernamental para la Estrategia Nacional de Conservación de Plantas.

En los últimos años, hemos visto una oportunidad a través de Minciencias, que ha dado gran importancia a la apropiación social del conocimiento. Esto nos ha permitido participar en más convocatorias, tanto de Minciencias como del Ministerio de Ambiente. Este año, estamos participando en dos convocatorias para proyectos de restauración ecológica, lo que abre la puerta para acceder a recursos. Estas oportunidades se han generado principalmente gracias a nuestras propuestas y a la colaboración con nuestra universidad, otras instituciones académicas y centros de ciencia.

¿Qué proyectos están adelantando en las tres líneas de acción del jardín botánico?

En el programa de conservación, nuestro principal enfoque es el monitoreo y seguimiento constante de nuestra colección botánica. Actualmente, contamos con 720 especies, de las cuales el 30% está en algún grado de amenaza de extinción. Estas especies se reproducen, se documentan y se devuelven a las comunidades para procesos de reforestación y restauración. También las comercializamos al público en general. Nuestro objetivo es escoger esas especies amenazadas, reproducirlas, estudiar su proceso de reproducción y compartir ese conocimiento con las comunidades, instituciones y asistentes técnicos, para reintroducirlas en sus hábitats naturales. Este es, sin duda, uno de los proyectos de conservación más gratificantes que llevamos a cabo de manera permanente, sustentado por nuestro vivero forestal.

En cuanto a la educación, colaboramos anualmente con la Corporación Autónoma Regional de Risaralda para patrocinar la visita de colegios, fundaciones, jardines infantiles, grupos de la tercera edad y otras poblaciones vulnerables al jardín botánico. Para muchos, el costo de entrada puede ser una barrera, por lo que patrocinamos entre 800 y 1000 personas cada año, permitiéndoles disfrutar de este espacio sin costo alguno. Además, organizamos el Festival de Aves del Paisaje Cafetero, que ya ha celebrado cinco ediciones. Este año nos unimos a la Conferencia Internacional de Aves Rapaces Neotropicales y enfocamos el festival en las aves rapaces, con el águila real de montaña, emblemática de Risaralda y en peligro de extinción, como símbolo central.

Durante el festival, realizamos simposios académicos y actividades como talleres de dibujo para niños, concursos de cuento infantil y una feria de biodiversidad, donde emprendimientos vinculados a la naturaleza comparten su trabajo. Este evento es una oportunidad para atraer a muchas personas al jardín botánico, enseñarles sobre la relación entre plantas y animales, y fomentar una visión ecosistémica. Nos enfocamos en las aves porque son de los grupos animales más atractivos para el público general y nos ayudan a crear conciencia sobre la biodiversidad.

En términos de divulgación, el año pasado publicamos el libro Territorio de Aves, Sonidos y Colores, que incluye 150 especies urbanas de Pereira y tiene una aplicación asociada para escuchar sus cantos. Además, llevamos a cabo un trabajo de investigación en nuestro vivero para desarrollar protocolos de propagación de especies amenazadas. Muchas de estas especies están en peligro porque las comunidades no saben cómo reproducirlas, y nuestros experimentos nos permiten definir la mejor forma de lograr una reproducción exitosa en nuestra región. Con estos resultados, elaboramos cartillas y comunicados para compartir con las comunidades, facilitando la difusión del conocimiento en un lenguaje accesible.

Nuestro enfoque no es tanto la publicación de artículos científicos, ya que nuestra prioridad es la apropiación social del conocimiento. Lo que investigamos lo transformamos en materiales educativos que puedan ser comprendidos y utilizados por las comunidades. Así, aseguramos que la información científica llegue a quienes más lo necesitan y que puedan replicarla en sus propios contextos

¿Cuál es el papel cultural del Jardín Botánico de Pereira?

La Universidad, desde su fundación, ha sido un pilar fundamental en Risaralda y Pereira, consolidándose como la institución pública o privada más grande del departamento. Con alrededor de 20,000 personas transitando diariamente por sus instalaciones, la universidad es prácticamente un municipio dentro de la ciudad. Esta magnitud la convierte en un ícono de Pereira, y el Jardín Botánico nació de la mano de la universidad.

El doctor Jorge Roa Martínez, fundador de la universidad y un verdadero visionario, desempeñó un papel crucial en este proceso. En 1951, diez años antes de fundar la universidad, tuvo la oportunidad de ser alcalde de Pereira por tres meses. Durante ese tiempo, emitió 30 decretos que respondían a las necesidades urgentes de la ciudad. Uno de esos decretos fue la creación de un área de conservación de 80 hectáreas en la ciudad, impulsado por su sueño de tener un jardín botánico en Pereira. Además, estableció una multa significativa para quienes cortaran árboles en esta área, lo que garantizó su protección.

Diez años después, al fundar la universidad, Roa Martínez gestionó que el campus se ubicara dentro de esa misma área de conservación. Hoy en día, el 58% del campus está compuesto por bosques en conservación, siendo 34 hectáreas dedicadas exclusivamente a esta causa. Así, la universidad se estableció dentro de un área protegida, rodeada de naturaleza. Invito a cualquiera a recorrer el campus y descubrir que, además de los edificios, lo que predominan son los bosques, ya que la universidad fue construida en un área de protección.

Con el paso del tiempo, el área circundante al campus se ha urbanizado, pero las 58 hectáreas de la universidad permanecen intactas. Este espacio no solo es considerado el pulmón verde de Pereira, sino que también forma parte del último corredor ambiental urbano que conecta las dos fuentes hídricas más importantes de la ciudad: los ríos Otún y Consotá. Este corredor, que incluye el cerro Canceles, el cerro Mirador, la UTP y la zona arqueológica del Parque del Salado, permite la movilidad de diversas especies dentro del entorno urbano de Pereira.

El Jardín Botánico, junto con la universidad, ha desempeñado un papel crucial en la conservación ambiental de la ciudad. No solo preserva sus propios bosques, sino que ha extendido su influencia en la creación de tres corredores ambientales en Pereira. Estos proyectos han conectado áreas boscosas de la ciudad mediante senderos, enriquecidos con nuevas especies vegetales, señalizaciones educativas y la rotulación de árboles. De este modo, buscamos crear pequeños jardines botánicos urbanos que contribuyan a la conservación ambiental.

Este esfuerzo ha sido reconocido por la ciudadanía y las instituciones, que ven al Jardín Botánico no solo como un espacio de conservación pasiva en el campus, sino como un ente activo que impulsa proyectos de conservación en toda la ciudad.

¿Qué es lo más especial y único del Jardín Botánico de Pereira?

El Jardín Botánico de la Universidad Tecnológica de Pereira está categorizado como un jardín silvestre, de acuerdo con una de las 14 categorías de la Organización Mundial de Jardines Botánicos. A diferencia de otros jardines botánicos, como los de Bogotá o Medellín, no contamos con colecciones botánicas temáticas diferenciadas. En lugar de eso, nuestro espacio es un bosque regenerado que ha sido enriquecido con especies de valor ecológico y especies amenazadas.

Cuando nos adentramos en el jardín, sentimos que estamos lejos de la ciudad, aunque en realidad nos encontramos en pleno núcleo urbano de Pereira. A solo cinco minutos del centro, es posible recorrer 2 kilómetros de senderos y sumergirse en un entorno que parece completamente natural, como si estuviéramos en un bosque alejado. El Jardín Botánico no solo nos ofrece conocimiento sobre las plantas, sino también sobre la fauna asociada, ya que tenemos una visión ecosistémica de la conservación.

En el campus universitario, hemos registrado 196 especies de aves, lo que representa el 10% de las aves que se pueden observar en todo el país. De estas, tres especies son endémicas y más de 20 son migratorias. Además, contamos con la presencia de 20 especies de mamíferos, incluyendo algunas que utilizan el campus como lugar de paso, como el mono aullador, el mono nocturno, la taira, los perros de monte y los zorros plateados. También se han registrado 226 especies de reptiles y anfibios, entre los que destacan las ranitas diminutas dendrobates, muy llamativas para nuestros visitantes.

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