La estrategia con la que la Alcaldía de Medellín quiere renaturalizar la ciudad
Medellín lidera un ambicioso plan de renaturalización urbana que busca transformar 520.000 metros cuadrados de la ciudad mediante la siembra de 50 mil plantas y 600 árboles.
Leidy Barbosa
Como una apuesta a la sostenibilidad y a la transformación de espacios urbanos en áreas verdes que beneficien tanto la biodiversidad como el bienestar de sus habitantes, desde comienzos de este año Medellín comenzó a intervenir zonas previamente deterioradas, a través de la siembra de plantas y árboles que favorecen el ecosistema. Un ejemplo destacado de esta transformación es el proyecto en el sector Arrabal, comuna 11 (Laureles/Estadio), donde se ha revitalizado el espacio con la plantación de 2,500 especies ornamentales. Estas plantas, seleccionadas para atraer fauna local y enriquecer el paisaje urbano, contribuyen a promover la biodiversidad y mejorar la calidad del entorno en la ciudad.
Esta iniciativa marca el inicio de un ambicioso plan de reforestación que busca combatir los efectos del cambio climático en la ciudad, especialmente relevante tras las severas condiciones climáticas experimentadas durante el primer semestre de 2024. El proyecto contempla una transformación a gran escala, con la siembra planificada de más de 50 mil plantas y 600 árboles, distribuidos en un área de 520.000 metros cuadrados a lo largo y ancho de la ciudad.
El proyecto ha sido incorporado al Plan de Desarrollo municipal con objetivos claros: culminar el marco regulatorio antes de finalizar 2024 y asegurar que un mínimo del 30% de las obras distritales integren componentes de renaturalización. Esta nueva visión marca un punto de inflexión en el desarrollo urbanístico de Medellín, al establecer como requisito que cada nuevo proyecto de construcción incluya propuestas paisajísticas que contribuyan significativamente al valor ecológico de la ciudad.
Su objetivo es fortalecer la biodiversidad local mediante una cuidadosa selección de especies vegetales, realizada en estrecha colaboración con el Jardín Botánico de Medellín, pues fueron seleccionadas debido a que cumplen funciones ecológicas específicas, actuando como polos de polinización y ofreciendo refugio a diversas especies de fauna local.
“La iniciativa ha priorizado tanto especies nativas como plantas adaptadas no invasivas, asegurando que cada elección aporte al equilibrio del ecosistema urbano. Este trabajo, respaldado por el equipo científico del Jardín Botánico, no solo embellece el entorno, sino que también consolida un espacio sostenible que integra naturaleza y comunidad en una relación de beneficio mutuo. Contamos con una variedad de especies, desde plantas aromáticas hasta grandes árboles que contribuyen a la regulación del agua”, comentó Ana Ligia Mora, Secretaria de Medio Ambiente de Medellín, en diálogo con el Espectador.
El programa incluye además propuestas como muros verdes de fácil mantenimiento, instalados directamente sobre tierra, e infraestructuras verdes innovadoras, como la transformación de antiguos puentes peatonales en desuso en pasos para fauna silvestre. Además, incluye la implementación de trinchos, jardines verticales y la recuperación de zonas de retiro de quebradas.
“Esta estrategia está fundamentada en soluciones basadas en la naturaleza para transformar los espacios críticos de la ciudad. Surge tras la identificación de 179 puntos críticos, de los cuales 70 han sido priorizados para su intervención durante el presente año, buscando dar respuesta a diversas problemáticas relacionadas con la inadecuada disposición de residuos y el uso impropio del espacio público”, comentó Mora.
La implementación de estos proyectos se realiza bajo estrictos estándares profesionales, con la participación de jardineros especialistas del Jardín Botánico y bajo supervisión técnica continua. Este enfoque garantiza no solo la correcta instalación de las especies vegetales, sino también su mantenimiento sostenible a largo plazo. Además, el proceso ha incluido un importante componente social, trabajando de manera coordinada con los recicladores locales para formalizar y organizar su labor, reconociendo la importancia de su actividad para la ciudad.
“Un elemento distintivo de esta estrategia es la creación de “mesas de corresponsabilidad”, espacios de participación donde los diferentes actores del territorio se reúnen para definir las acciones más apropiadas para cada sector. Este modelo participativo permite que las soluciones se adapten a las necesidades específicas de cada zona, ya sea mediante la implementación de jardines funcionales, eco-huertas comunitarias o proyectos mixtos que combinan diferentes elementos según los requerimientos locales”, afirmó la experta.
Estas mesas integran a residentes, comerciantes, universidades, dependencias gubernamentales, sector privado, asociaciones de recicladores e instituciones ambientales. Su función principal es identificar situaciones problemáticas, realizar diagnósticos y desarrollar planes de acción e intervención, asegurando la sostenibilidad de los proyectos implementados. Las mesas también definen las soluciones más apropiadas según los diagnósticos realizados, promoviendo así una mayor apropiación por parte de la comunidad.
“Las intervenciones se han adaptado a las necesidades específicas de cada sector, con especial énfasis en los puntos críticos de residuos, como el caso de Arrabal, donde se han establecido jardines funcionales para fortalecer la conectividad ecológica entre las zonas urbanas y rurales del distrito”, dijo Mora.
¿Cuáles son los beneficios de esta estrategia?
Esta participación de la comunidad fomenta un compromiso genuino, pues las personas, al estar presentes activamente en las decisiones sobre gestión de residuos y recuperación de áreas, fomenta un sentido de corresponsabilidad en el proceso. Según la secretaria, este año, por ejemplo, se han recolectado más de 3,000 metros cúbicos de desechos y escombros (equivalentes a 300 volquetas), con una inversión superior a los 10,000 millones de pesos, lo cual refleja el impacto tanto ambiental como económico de estas acciones.
De hecho, el distrito ha implementado un esquema de conectividad que busca crear corredores ecológicos para la fauna. Estos corredores cumplen funciones vitales en el ecosistema: regulación climática, dispersión de semillas y mantenimiento de ciclos naturales, ayudando así a crear cobertura vegetal que actúa como regulador climático, tanto en casos de inundaciones como durante veranos intensos.
“Desde la perspectiva ambiental, estas iniciativas están estrechamente vinculadas con acciones de adaptación y mitigación al cambio climático, además de contribuir a la resiliencia y gestión del riesgo. El proyecto busca incrementar la biodiversidad tanto en fauna como en flora, lo cual tiene múltiples beneficios. Por ejemplo, ha impulsado el turismo de avistamiento de aves y contribuye al mantenimiento de ecosistemas equilibrados y saludables”, comentó Mora.
Por otro lado, los beneficios de estas intervenciones trascienden lo ambiental: la recuperación de espacios ha contribuido a mejorar la seguridad, optimizar la movilidad urbana y fortalecer la cohesión social en las comunidades beneficiadas. Al incorporar iniciativas como ecohuertas, estos proyectos no solo impulsan la sostenibilidad y crean entornos más seguros, sino que también avanzan hacia la soberanía alimentaria, ofreciendo a los habitantes un vínculo más directo con la producción de alimentos y promoviendo prácticas de vida sostenible.
“Otro beneficio es en el ámbito social, el programa ha creado una significativa fuente de empleo verde, beneficiando a cerca de 2,000 personas en diversos roles. Por ejemplo, este ecosistema laboral incluye más de 600 jardineros activos en la ciudad, 100 personas vinculadas a los comités de ornato, y 200 personas dedicadas específicamente al cuidado de quebradas, entre otros roles. Estos empleos van más allá de la simple ocupación laboral; representan una herramienta de transformación social, generando capacidades y mejorando la calidad de vida de numerosas familias medellinenses. El programa ha logrado tejer una red colaborativa que integra comunidades, organizaciones sociales y academia, todos unidos bajo un propósito común de ciudad”, subrayó Mora.
Subrayó que la revegetalización de la ciudad representa, en última instancia, la materialización del desarrollo sostenible, un concepto frecuentemente discutido pero difícil de concretar. Este proyecto logra el equilibrio deseado entre los aspectos sociales, ambientales y económicos, demostrando que es posible alcanzar un desarrollo verdaderamente sostenible en el contexto urbano.
¿Cómo se están midiendo estás estrategias?
El impacto de estas intervenciones se ha venido midiendo desde hace tiempo, según la secretaria, comenzando con la instalación de 30 corredores verdes durante la administración del alcalde Federico Gutiérrez. Los datos recopilados demuestran que estos corredores han contribuido significativamente a la regulación climática, registrando disminuciones de hasta dos grados centígrados en épocas de verano intenso, lo que evidencia su efectividad como medida de adaptación y mitigación al cambio climático.
“El seguimiento de las nuevas intervenciones, como en el caso del punto crítico de Arrabal, incluye un monitoreo diario durante los primeros dos meses, evaluando la conservación de plantas, áreas verdes y la gestión de residuos. Todo este proceso es supervisado por el Jardín Botánico, que además mantiene el Sistema de Arbolado Urbano (SAW), un registro detallado de todos los árboles de la ciudad que permite controlar y monitorear actividades como podas y talas, garantizando así la preservación del patrimonio vegetal del distrito”, aseguró la experta.
Sin embargo, comenta que hay un gran desafío en todo este plan, y es el de lograr la apropiación ciudadana de estas iniciativas, pues menciona que es crucial que cada intervención se mantenga y que tanto los residentes como quienes tienen relación con los sectores intervenidos se comprometan con el cuidado de lo que se ha venido construyendo en equipo.
Otro desafío importante es lograr el convencimiento de todas las instancias sobre la importancia de la renaturalización. Aunque el equipo está plenamente convencido de sus beneficios en términos climáticos, gestión del riesgo y generación de empleo, es necesario expandir esta visión a diferentes sectores.
“Medellín ha demostrado ser una ciudad receptiva a las iniciativas de renaturalización, cuidado de fuentes hídricas y creación de espacios públicos verdes más frescos y resilientes. Pero los esfuerzos ahora deben estar enfocados en integrar estos elementos en el quehacer público y privado, y en fortalecer la apropiación ciudadana”
Finaliza diciendo que es fundamental priorizar y valorar la riqueza ambiental del país, potenciándola en cada espacio disponible, ya sea para sembrar árboles, crear jardines de polinizadores, jardines con plantas nativas, o contribuir a la seguridad alimentaria con huertas, pues se debe enterder la importancia de reemplazar zonas grises por la vegetación.
“No hay nada más bondadoso que un árbol: nos protege en el verano, ofrece frescura, alimentos y cobijo para la fauna que a su vez provee servicios ambientales, y durante el invierno nos cuida y protege. El llamado es doble: buscar la renaturalización en cada lugar posible y cuidar nuestros entornos, manteniéndolos limpios y llenos de vida.Tener ciudades y entornos más verdes y conectados ecológicamente nos llevará a experimentar menos eventos negativos: menos inundaciones, menos afectaciones por veranos intensos y menos incendios”, finalizó.
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Como una apuesta a la sostenibilidad y a la transformación de espacios urbanos en áreas verdes que beneficien tanto la biodiversidad como el bienestar de sus habitantes, desde comienzos de este año Medellín comenzó a intervenir zonas previamente deterioradas, a través de la siembra de plantas y árboles que favorecen el ecosistema. Un ejemplo destacado de esta transformación es el proyecto en el sector Arrabal, comuna 11 (Laureles/Estadio), donde se ha revitalizado el espacio con la plantación de 2,500 especies ornamentales. Estas plantas, seleccionadas para atraer fauna local y enriquecer el paisaje urbano, contribuyen a promover la biodiversidad y mejorar la calidad del entorno en la ciudad.
Esta iniciativa marca el inicio de un ambicioso plan de reforestación que busca combatir los efectos del cambio climático en la ciudad, especialmente relevante tras las severas condiciones climáticas experimentadas durante el primer semestre de 2024. El proyecto contempla una transformación a gran escala, con la siembra planificada de más de 50 mil plantas y 600 árboles, distribuidos en un área de 520.000 metros cuadrados a lo largo y ancho de la ciudad.
El proyecto ha sido incorporado al Plan de Desarrollo municipal con objetivos claros: culminar el marco regulatorio antes de finalizar 2024 y asegurar que un mínimo del 30% de las obras distritales integren componentes de renaturalización. Esta nueva visión marca un punto de inflexión en el desarrollo urbanístico de Medellín, al establecer como requisito que cada nuevo proyecto de construcción incluya propuestas paisajísticas que contribuyan significativamente al valor ecológico de la ciudad.
Su objetivo es fortalecer la biodiversidad local mediante una cuidadosa selección de especies vegetales, realizada en estrecha colaboración con el Jardín Botánico de Medellín, pues fueron seleccionadas debido a que cumplen funciones ecológicas específicas, actuando como polos de polinización y ofreciendo refugio a diversas especies de fauna local.
“La iniciativa ha priorizado tanto especies nativas como plantas adaptadas no invasivas, asegurando que cada elección aporte al equilibrio del ecosistema urbano. Este trabajo, respaldado por el equipo científico del Jardín Botánico, no solo embellece el entorno, sino que también consolida un espacio sostenible que integra naturaleza y comunidad en una relación de beneficio mutuo. Contamos con una variedad de especies, desde plantas aromáticas hasta grandes árboles que contribuyen a la regulación del agua”, comentó Ana Ligia Mora, Secretaria de Medio Ambiente de Medellín, en diálogo con el Espectador.
El programa incluye además propuestas como muros verdes de fácil mantenimiento, instalados directamente sobre tierra, e infraestructuras verdes innovadoras, como la transformación de antiguos puentes peatonales en desuso en pasos para fauna silvestre. Además, incluye la implementación de trinchos, jardines verticales y la recuperación de zonas de retiro de quebradas.
“Esta estrategia está fundamentada en soluciones basadas en la naturaleza para transformar los espacios críticos de la ciudad. Surge tras la identificación de 179 puntos críticos, de los cuales 70 han sido priorizados para su intervención durante el presente año, buscando dar respuesta a diversas problemáticas relacionadas con la inadecuada disposición de residuos y el uso impropio del espacio público”, comentó Mora.
La implementación de estos proyectos se realiza bajo estrictos estándares profesionales, con la participación de jardineros especialistas del Jardín Botánico y bajo supervisión técnica continua. Este enfoque garantiza no solo la correcta instalación de las especies vegetales, sino también su mantenimiento sostenible a largo plazo. Además, el proceso ha incluido un importante componente social, trabajando de manera coordinada con los recicladores locales para formalizar y organizar su labor, reconociendo la importancia de su actividad para la ciudad.
“Un elemento distintivo de esta estrategia es la creación de “mesas de corresponsabilidad”, espacios de participación donde los diferentes actores del territorio se reúnen para definir las acciones más apropiadas para cada sector. Este modelo participativo permite que las soluciones se adapten a las necesidades específicas de cada zona, ya sea mediante la implementación de jardines funcionales, eco-huertas comunitarias o proyectos mixtos que combinan diferentes elementos según los requerimientos locales”, afirmó la experta.
Estas mesas integran a residentes, comerciantes, universidades, dependencias gubernamentales, sector privado, asociaciones de recicladores e instituciones ambientales. Su función principal es identificar situaciones problemáticas, realizar diagnósticos y desarrollar planes de acción e intervención, asegurando la sostenibilidad de los proyectos implementados. Las mesas también definen las soluciones más apropiadas según los diagnósticos realizados, promoviendo así una mayor apropiación por parte de la comunidad.
“Las intervenciones se han adaptado a las necesidades específicas de cada sector, con especial énfasis en los puntos críticos de residuos, como el caso de Arrabal, donde se han establecido jardines funcionales para fortalecer la conectividad ecológica entre las zonas urbanas y rurales del distrito”, dijo Mora.
¿Cuáles son los beneficios de esta estrategia?
Esta participación de la comunidad fomenta un compromiso genuino, pues las personas, al estar presentes activamente en las decisiones sobre gestión de residuos y recuperación de áreas, fomenta un sentido de corresponsabilidad en el proceso. Según la secretaria, este año, por ejemplo, se han recolectado más de 3,000 metros cúbicos de desechos y escombros (equivalentes a 300 volquetas), con una inversión superior a los 10,000 millones de pesos, lo cual refleja el impacto tanto ambiental como económico de estas acciones.
De hecho, el distrito ha implementado un esquema de conectividad que busca crear corredores ecológicos para la fauna. Estos corredores cumplen funciones vitales en el ecosistema: regulación climática, dispersión de semillas y mantenimiento de ciclos naturales, ayudando así a crear cobertura vegetal que actúa como regulador climático, tanto en casos de inundaciones como durante veranos intensos.
“Desde la perspectiva ambiental, estas iniciativas están estrechamente vinculadas con acciones de adaptación y mitigación al cambio climático, además de contribuir a la resiliencia y gestión del riesgo. El proyecto busca incrementar la biodiversidad tanto en fauna como en flora, lo cual tiene múltiples beneficios. Por ejemplo, ha impulsado el turismo de avistamiento de aves y contribuye al mantenimiento de ecosistemas equilibrados y saludables”, comentó Mora.
Por otro lado, los beneficios de estas intervenciones trascienden lo ambiental: la recuperación de espacios ha contribuido a mejorar la seguridad, optimizar la movilidad urbana y fortalecer la cohesión social en las comunidades beneficiadas. Al incorporar iniciativas como ecohuertas, estos proyectos no solo impulsan la sostenibilidad y crean entornos más seguros, sino que también avanzan hacia la soberanía alimentaria, ofreciendo a los habitantes un vínculo más directo con la producción de alimentos y promoviendo prácticas de vida sostenible.
“Otro beneficio es en el ámbito social, el programa ha creado una significativa fuente de empleo verde, beneficiando a cerca de 2,000 personas en diversos roles. Por ejemplo, este ecosistema laboral incluye más de 600 jardineros activos en la ciudad, 100 personas vinculadas a los comités de ornato, y 200 personas dedicadas específicamente al cuidado de quebradas, entre otros roles. Estos empleos van más allá de la simple ocupación laboral; representan una herramienta de transformación social, generando capacidades y mejorando la calidad de vida de numerosas familias medellinenses. El programa ha logrado tejer una red colaborativa que integra comunidades, organizaciones sociales y academia, todos unidos bajo un propósito común de ciudad”, subrayó Mora.
Subrayó que la revegetalización de la ciudad representa, en última instancia, la materialización del desarrollo sostenible, un concepto frecuentemente discutido pero difícil de concretar. Este proyecto logra el equilibrio deseado entre los aspectos sociales, ambientales y económicos, demostrando que es posible alcanzar un desarrollo verdaderamente sostenible en el contexto urbano.
¿Cómo se están midiendo estás estrategias?
El impacto de estas intervenciones se ha venido midiendo desde hace tiempo, según la secretaria, comenzando con la instalación de 30 corredores verdes durante la administración del alcalde Federico Gutiérrez. Los datos recopilados demuestran que estos corredores han contribuido significativamente a la regulación climática, registrando disminuciones de hasta dos grados centígrados en épocas de verano intenso, lo que evidencia su efectividad como medida de adaptación y mitigación al cambio climático.
“El seguimiento de las nuevas intervenciones, como en el caso del punto crítico de Arrabal, incluye un monitoreo diario durante los primeros dos meses, evaluando la conservación de plantas, áreas verdes y la gestión de residuos. Todo este proceso es supervisado por el Jardín Botánico, que además mantiene el Sistema de Arbolado Urbano (SAW), un registro detallado de todos los árboles de la ciudad que permite controlar y monitorear actividades como podas y talas, garantizando así la preservación del patrimonio vegetal del distrito”, aseguró la experta.
Sin embargo, comenta que hay un gran desafío en todo este plan, y es el de lograr la apropiación ciudadana de estas iniciativas, pues menciona que es crucial que cada intervención se mantenga y que tanto los residentes como quienes tienen relación con los sectores intervenidos se comprometan con el cuidado de lo que se ha venido construyendo en equipo.
Otro desafío importante es lograr el convencimiento de todas las instancias sobre la importancia de la renaturalización. Aunque el equipo está plenamente convencido de sus beneficios en términos climáticos, gestión del riesgo y generación de empleo, es necesario expandir esta visión a diferentes sectores.
“Medellín ha demostrado ser una ciudad receptiva a las iniciativas de renaturalización, cuidado de fuentes hídricas y creación de espacios públicos verdes más frescos y resilientes. Pero los esfuerzos ahora deben estar enfocados en integrar estos elementos en el quehacer público y privado, y en fortalecer la apropiación ciudadana”
Finaliza diciendo que es fundamental priorizar y valorar la riqueza ambiental del país, potenciándola en cada espacio disponible, ya sea para sembrar árboles, crear jardines de polinizadores, jardines con plantas nativas, o contribuir a la seguridad alimentaria con huertas, pues se debe enterder la importancia de reemplazar zonas grises por la vegetación.
“No hay nada más bondadoso que un árbol: nos protege en el verano, ofrece frescura, alimentos y cobijo para la fauna que a su vez provee servicios ambientales, y durante el invierno nos cuida y protege. El llamado es doble: buscar la renaturalización en cada lugar posible y cuidar nuestros entornos, manteniéndolos limpios y llenos de vida.Tener ciudades y entornos más verdes y conectados ecológicamente nos llevará a experimentar menos eventos negativos: menos inundaciones, menos afectaciones por veranos intensos y menos incendios”, finalizó.
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