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Laberintos de jardines: ¿cómo se construyen y cuáles puede visitar?

Los laberintos han evolucionado en complejas estructuras que combinan simbolismo, desafío y belleza natural

La  Huerta
14 de noviembre de 2024 - 01:15 a. m.
Los laberintos son mucho más que un mero pasatiempo, representan una filosofía antigua
Los laberintos son mucho más que un mero pasatiempo, representan una filosofía antigua
Foto: EFE - Juan Ignacio Roncoroni
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Los laberintos, con su aire de enigma, han pasado de ser sencillos caminos que tenían una sola entrada y salida en la época romana a complejas obras de jardinería que embellecen el paisaje europeo. Su presencia se extiende desde jardines públicos y parques naturales hasta patios de antiguas iglesias y cañones ocultos, siempre despertando el interés de exploradores y curiosos.

Estas creaciones nacieron con un propósito mucho más profundo que el simple entretenimiento ornamental. En su origen, los laberintos fueron concebidos como espacios sagrados para la contemplación, por lo que su diseño, lejos de ser arbitrario, seguía una simbología precisa: un único camino que serpenteaba entre entrada y salida, representando el viaje de la vida, desde el nacimiento hasta la muerte, con todos sus giros y vueltas, reflejando los misterios y desafíos de la existencia humana.

A este tipo de sendero se le conoce como laberintos unicursales, donde un único camino lleva, sin desvíos ni bifurcaciones, hasta el centro. Estos laberintos, aunque pueden parecer largos y complejos, aseguran que quien se mantenga en el sendero con constancia y determinación alcanzará su objetivo.

Este tipo de estructuras fueron especiales para la Iglesia en la Edad Media, pues se transformaron de simples senderos a pasar a ser estructuras más complejas en los pavimentos de catedrales y templos. Allí, sus intrincados diseños se transformaron en símbolos del camino de la fe, en donde se invitaba a los fieles a una peregrinación simbólica a través de sus senderos sagrados.

Sin embargo, su popularidad como jardines intrincados y curiosos llegó con el Renacimiento en el siglo XV, pues los laberintos alcanzaron su máximo esplendor en las cortes europeas. El ejemplo más deslumbrante de esta época dorada fue el legendario laberinto del Palacio de Versalles, ordenado construir por Luis XIV, como la joya de la corona de sus jardines.

Estos jardines representan los laberintos multicursales, los cuales se caracterizan por su variedad de caminos que permiten tomar múltiples decisiones a lo largo del recorrido. En ellos, el explorador se enfrenta al clásico dilema de prueba y error, donde cada bifurcación implica una elección que puede acercarlo o alejarlo de su objetivo. Esta característica, que añade un elemento de desafío e intriga, los ha convertido en una atracción fascinante en muchos jardines, cautivando a quienes buscan una experiencia de aventura y reflexión en un entorno natural.

¿Cómo se crea un laberinto?

La creación de un laberinto vegetal requiere una cuidadosa selección de especies que formarán sus enigmáticas paredes. Para lograr estructuras altas que verdaderamente permitan “perderse”, se privilegian los árboles y arbustos de hoja perenne, buscando aquellos que ofrezcan un crecimiento compacto y hojas pequeñas. El boj se destaca como la opción preferida por su densidad y facilidad de mantenimiento, aunque el tejo, el acebo y la lonicera son alternativas igualmente válidas. Otras opciones que se han usado son el laurel y el ciprés, debido a que ofrecen la posibilidad de crear espacios más frondosos y elevados.

Como en el siglo XVI, los laberintos experimentaron una transformación más ornamental, convirtiéndose en espacios de recreación y encuentros secretos, se creó lo que se conoce como la “jardinería de nudo”, una técnica que se popularizó durante el reinado de Isabel I de Inglaterra y se extendió por toda Europa. Estos jardines se caracterizaban por sus setos bajos entrelazados, generalmente dispuestos en patrones cuadrados, donde las áreas delimitadas se embellecían con hierbas, flores o gravilla para crear efectivos contrastes visuales.

Sin embargo, en la actualidad, los laberintos vegetales han adoptado diversas formas a lo largo de la historia. Encontramos desde los tradicionales setos podados de boj y tejo, hasta los más sutiles laberintos de césped, donde los senderos se definen mediante el contraste entre áreas de hierba y caminos de gravilla o tierra desnuda.

De hecho, una variante moderna y particularmente fascinante son los laberintos de maíz o girasol, una tradición que tiene sus raíces en un momento específico de la historia reciente de Estados Unidos. Esto se debe a que en 1993, Earl Beal, inspirado por los laberintos que su padre diseñaba para el parque de atracciones Knoebels, decidió crear el primer laberinto de maíz a gran escala en su granja de Annville, Pensilvania. Lo que empezó como un experimento singular se transformó rápidamente en un fenómeno cultural que hoy atrae a millones de visitantes durante la temporada otoñal. Estos laberintos agrícolas, aunque efímeros por naturaleza, pues su existencia está limitada a una única temporada de cultivo, representan una brillante adaptación contemporánea de una tradición milenaria, fusionando el entretenimiento rural con el arte paisajístico.

Cuatro laberintos de jardines que puede visitar

  • Cool Patch Pumpkins

Ubicado en Dixon, condado de Solano, el Cool Patch Pumpkins, administrado por los hermanos Cooley (Matt y Mark), ha ostentado dos veces el récord Guinness al laberinto de maíz más grande del mundo. Este gigantesco laberinto, que ocupa 40 acres de terreno, requiere entre 45 minutos y dos horas y media para completarlo, y ha llegado a ser tan desafiante que algunos visitantes desorientados han realizado llamadas al 911, aunque la granja aconseja no recurrir a esta medida y simplemente caminar entre las hileras de maíz hasta encontrar la salida.

  • Longleat, en el Reino Unido

En el corazón de Somerset, al sur de Inglaterra, se encuentra uno de los laberintos más impresionantes del mundo: el Longleat Hedge Maze. Creado en 1975 por el diseñador paisajista Greg Bright, este monumental laberinto forma parte de los jardines de Longleat House, una mansión isabelina propiedad de los Marqueses de Bath. Con una extensión de 1,48 hectáreas y aproximadamente 2 kilómetros de senderos, el laberinto está formado por 16.000 setos de tejo que son meticulosamente podados dos veces al año. Los visitantes pueden tardar entre 20 y 90 minutos en completar el recorrido, dependiendo de su habilidad para descifrar este enigmático puzzle vegetal.

Lo que hace verdaderamente único a este laberinto es su diseño tridimensional, que incluye seis puentes de madera elevados y una torre de observación en su centro, permitiendo a los visitantes obtener una perspectiva aérea de su intrincado diseño. El actual propietario, gran entusiasta de los laberintos, ha enriquecido la propiedad con otras creaciones más pequeñas como el Lunar Labyrinth, the Sun Maze, King Arthur’s maze y the Love Labyrinth.

  • Laberinto de Franco Maria Ricci

El Laberinto de Franco Maria Ricci en Fontanellato Italia es una obra única que combina diferentes configuraciones históricas de laberintos en su diseño. Su estructura incluye un camino hacia el centro típico de los laberintos clásicos cretenses, una planta cuadrada que remite a los laberintos romanos, y un perímetro en forma de estrella inspirado en las ciudades renacentistas. En su interior, los visitantes pueden perderse entre encrucijadas y callejones, culminando en una pirámide que sirve como capilla y representa el vínculo entre el Laberinto y la Fe.

Este laberinto se distingue por estar construido enteramente con bambú, siendo el más grande de su tipo, con aproximadamente 300,000 plantas de diferentes especies que alcanzan alturas de entre 3 y 15 metros. Además, los edificios están construidos con ladrillos hechos a mano, típicos del valle del Po, para mantener la coherencia con el entorno natural de la región.

  • Villapresente, España

El laberinto de Villapresente, ubicado en Cantabria, cerca de las famosas cuevas de Altamira es una estructura paisajística con un estilo victoriano, que cubre más de 5.500 metros cuadrados y ofrece un desafío intrigante a los visitantes: se puede recorrer en 40 minutos si se sigue el camino correcto, o puede tardarse hasta una hora y media si uno se pierde en sus sinuosos pasillos. De hecho, se destaca, porque pensando en la seguridad de quienes lo recorren, el laberinto dispone de cuatro vías de escape, personal de apoyo en el sitio y un teléfono de emergencia, asegurando que nadie se quede desorientado en su exploración.

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