“Los jardines botánicos en Colombia viven en pobreza extrema”: Alberto Gómez
Entrevista con el presidente de la Red Nacional de Jardines Botánicos de Colombia y director del Jardín Botánico del Quindío, Alberto Gómez.
Diego Suárez
En un rincón privilegiado de Colombia, donde la biodiversidad florece con esplendor, se encuentra el Jardín Botánico del Quindío, un oasis verde que preserva la rica herencia natural del país. Se trata de un santuario ecológico con un profundo compromiso con la conservación, que no solo se ha convertido en un refugio para miles de especies vegetales, sino también en un faro de educación ambiental y sostenibilidad.
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
En un rincón privilegiado de Colombia, donde la biodiversidad florece con esplendor, se encuentra el Jardín Botánico del Quindío, un oasis verde que preserva la rica herencia natural del país. Se trata de un santuario ecológico con un profundo compromiso con la conservación, que no solo se ha convertido en un refugio para miles de especies vegetales, sino también en un faro de educación ambiental y sostenibilidad.
Alberto Gómez Mejía fundó el Jardín Botánico del Quindío el 5 de junio de 1979 y actualmente preside la Red Nacional de Jardines Botánicos de Colombia desde su fundación, en 1996. El abogado de profesión, docente por vocación y botánico por pasión, habló con El Espectador sobre la historia del jardín que creó, la problemática más grande por la que ha atravesado y cómo su propuesta puede solucionar los problemas en Colombia.
¿Cómo fue el proceso de fundación del Jardín Botánico del Quindío?
Tenía a mi cargo un grupo de alumnos en el colegio y en una clase de filosofía discutimos de los problemas ambientales. Desde ese debate reflexioné sobre la importancia de la naturaleza. El profesor Jesús Hidrobo me propuso la creación de un jardín botánico, adquirimos el terreno y 4 años después, en 1979, lo logramos. Sin embargo, no fue sino hasta el año 2000 que lo abrimos al público en general.
¿Usted tenía algún gusto especial por la botánica?
No. Yo estudié derecho e hice una especialización en socioeconomía en la universidad Javeriana de Bogotá. Mis papás nunca tuvieron una finca, yo era un ser humano de ciudad, no de campo. Fue una vocación tardía.
Entonces, ¿qué lo motivó a la creación del Jardín Botánico del Quindío?
La discusión con mis estudiantes me engolosinó con el tema. Llevo medio siglo estudiando y seguiré haciéndolo por el resto de mi vida, que igual no es mucha porque ya tengo bastantes años, no me va alcanzar para aprender todo lo que quiero saber.
¿Cómo ha logrado mantener vigente el Jardín Botánico del Quindío durante tanto tiempo?
Mi trabajo como profesor me llevó a vivir a Bogotá, en donde terminé vinculado con la Asociación Ecológica Nacional. Allá (en la capital) conocí a Jesús Hidrobo, construí una gran amistad con él, y es quien me ha explicado todo sobre la botánica, ya que es un gran pedagogo. En 1975 yo era alcalde de Armenia y lo invité a dar una charla sobre ecología en la ciudad. Hablar de ese tema en esa época, era como hablar hoy en día de física cuántica en Júpiter, nadie sabía nada. Sin embargo, fue gratificante la gran acogida que tuvo del público. Finalmente, el 5 de junio de 1979, que coincidencialmente es el día del medio ambiente en el mundo, recibimos el reconocimiento como jardín botánico. Desde ahí, he seguido trabajando y aprendiendo. En 1996 nos reunimos en Villa de Leyva todos los directores de los jardines botánicos y organizamos la red de jardines, de la cual me eligieron como presidente, desde entonces me han reelegido como constantemente. Sé más de las reelecciones que Nicolás Maduro, Chaves, Santos, Uribe y todos.
¿Por qué evidenciaron la necesidad de crear la Red de Jardines Botánicos de Colombia?
Porque necesitábamos trabajar de forma articulada, hicimos el Plan Nacionales de Jardines Botánicos con el cual intentábamos que ciertas familias naturales, de flores por ejemplo, que no estaban representadas en ningún jardín botánico pudieran tener un representante. Entonces, en un jardín había adromelias, pero no rosas, en otro viceversa, entonces la red nos ayudaba a intercambiar especies y experiencias. Además, y esto es muy importante, la Red de Jardines Botánicos de Colombia asesora a todas las personas interesadas en la creación de un jardín botánico. Actualmente, estamos asesorando la instauración del jardín botánico en la Macarena y otro en el Magdalena, es decir dos jardines botánicos. La red les colabora y ayuda para que cumplan con las exigencias establecidas en la ley 299 de 1996, que fue escrita por mí, en donde exponemos qué es un jardín botánico, sus requisitos y para qué sirve.
¿En qué se ha enfocado el trabajo de la Red de Jardines Botánicos de Colombia?
En los 28 años que llevamos, nos hemos enfocado en la conservación de plantas nativas en peligro de extinción, los jardines han hecho un esfuerzo enrome con muy poco apoyo público y privado, ha sido un trabajo significativo para la conservación de especies que tienen categoría de amenaza. Además, para los estudios de impactos ambientales, para obtener licencias, que se realizan en carreteras o puentes, nuestro trabajo es importante, por la asesoría que realizamos en ello.
¿Cómo se complementan el trabajo de conservación, investigación y pedagogía que se vienen haciendo desde los distintos jardines?
Todos los jardines realizan labores de educación ambiental y hacen trabajos de investigación científica que es muy poca por la ausencia de recursos. Los jardines tenemos reunión entre sí cada año y participamos en foros, próximamente nos encontraremos en Popayán para el Congreso Nacional de Botánica.
¿Cómo están organizados y cuáles son las perspectivas de crecimiento?
Es una organización muy sencilla, conformada por la presidencia ejercida por mí y una coordinación que la ejerce Carolina Sofroni, ecologista con maestría, todo el tiempo estamos coordinando el trabajo, por ejemplo, para la COP16 (Conferencia de las Naciones Unidas sobre Biodiversidad 2024) vamos a tener un stand para hablar de la conservación de la flor en peligro,
¿Cuál es el logro más grande que ha tenido la Red de Jardines Botánicos de Colombia?
Haber logrado en los años de 1990 sistematizar la información de los jardines, creando una base de datos con las colecciones de las especies naturales que tenemos. Un jardín botánico puede tener especies muy bonitas pero si no está documentada no vale de nada. A finales de los 90′s logramos tener el software que nos llevó a ser jardines formales.
¿Y los obstáculos que han experimentado?
El problema de siempre. Tenemos una diversidad biológica asombrosa, reconocida mundialmente. Pero una devastación de bosques inmisericorde, representada en la muerte de una hectárea de bosque cada 3 minutos día y noche, nos ha puesto en una situación terrible. Tenemos una gran ignorancia nacional sobre lo que hay en el Quindío y Colombia, solo lo reconocen las comunidades indígenas, que conviven con eso. Los civilizados no tenemos idea de nada, entonces no cuidamos nada, no podemos pretender que los colombianos cuidemos la naturaleza si no la conocen. No le hemos enseñado a los niños sobre la especie que está en el patio, el árbol del parque, por eso estamos perdiendo la biodiversidad de Colombia.
¿Alguna vez ha expresado esa problemática ante el Gobierno Nacional?
Claro, la hemos escrito en documentos, comentado en foros, pero nadie resuelve nada. Es triste ver biólogos sin trabajo, con todo ese trabajo que hay por hacer en nuestros bosques. No sabemos qué es lo que tenemos, los niños saben de manzanas y naranjas que son de china, pero no de chachafruto que es colombiana, ni de los paujiles. Es un absoluto desprecio por lo nuestro. El sistema educativo debe volcarse para enseñarle a los niños que es lo que hay, por ejemplo, no hay zona en el mundo más diversa que el Chocó, en donde encontramos una riqueza natural y pobreza humana. En Costa Rica los niños aprenden desde el colegio los nombres de la naturaleza, en Colombia los niños no saben nada de su país.
¿Qué apoyo han recibido del Gobierno Nacional?
Para el Jardín Botánico del Quindío, nos han dado ayuda para construcciones -en el año 1998 para el mariposario y en el 1999 a raíz del terremoto nos dieron otra-, pero no para resolver ese tema. Llevamos cinco años con la idea de un proyecto educativo para que los niños conozcan los nombres de 100 plantas, pero no ha habido forma de que el gobierno lo adopte. Con el aprendizaje en los niños sobre biodiversidad colombiana podríamos generar que conozca plantas de las cuales se pueden alimentar, de forma tal de enfrentar el problema del hambre, o más adelante pueden crear emprendimientos con esas plantas. Entonces, la biodiversidad colombiana podría resolver los problemas que tenemos en el país. Estamos pendientes de que los alcaldes de la gobernación, municipal y departamental nos atiendan. No nos han dicho nada hasta el momento.
Por otro lado, para la red hemos recibido apoyo internacional de la iniciativa Darwin de Inglaterra y del Fondo Wyclef que me condecoró con un premio, el cual yo quise donar a la red para continuar con nuestro trabajo de conservación de flora y fauna. De la entidad privada y pública no nos han ayudado nunca.
En otras partes del mundo, como New York, cada año se transfieren millones de dólares para investigaciones que ayuden al conocimiento de la gente sobre las plantas. Nosotros no hemos podido que el sistema económico ayude a los jardines, por lo cual, los jardines botánicos en Colombia viven en pobreza extrema, haciendo todo con mucha dificultad. Es muy importante que tengamos el apoyo del estado nacional o municipal.
¿Cuál ha sido el aporte del Jardín Botánico de Quindío en la solución de la problemática que ha mencionado?
Nosotros estamos protegiendo un bosque que se salvó de la extinción. Tenemos la colección de palmas más importante del mundo, reconocida mundialmente. A raíz de eso, me invitaron de la academia de ciencias del Vaticano a exponer sobre esas palmas. De la pandemia para acá, hemos sembrado más de 200.000 árboles para la restauración ecológica, instauramos procesos educativos que consisten en la invitación a colegios para que un licenciado les enseñe sobre mariposas, plantas y relaciones naturales. Esos procesos han sido todo un éxito, aunque ha sido insignificante para lo que podríamos lograr si tuviéramos más recursos económicos.
¿Cuáles son sus objetivos actuales con el Jardín Botánico del Quindío?
Estoy soñando tener un mejor trabajo científico, es decir, que empecemos a descubrir la etnobotánica, entendida como las plantas útiles para la humanidad, las que puedan usarse en ornamentación, medicina y alimentación. También sobre efectos comestibles, para el problema de hambre. Sueño con muchas cosas, quiero alianzas con las universidades para que los estudiantes de biología vengan a ver sus tesis de grado, pero hasta el momento, no he tenido esa alianza.
¿Qué es lo más especial que tiene el Jardín Botánico del Quindío?
Tenemos un mariposario, museo de geología y cuatro sitios de avistamiento de aves, con los cuales tratamos de explicarle a la gente la relación entre plantas y animales. Actualmente, tenemos una fábrica de tierra para los campesinos que no tienen los recursos para fabricarla.
🌳 ☘️ 🌿 Encuentre en La Huerta toda la información sobre plantas, jardinería, cultivos y siembra. 🍂🌺 🌼