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Hablar de sagú es una forma de entrar en una conversación en la que un mismo nombre denomina una amplia variedad de plantas, productos, usos y tradiciones. Piénselo como una suerte de torre de Babel, tan sólo que la estructura se llamaría torre de sagú.
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De forma muy general, sagú es una denominación general que se aplica en varios países de Latinoamérica (Panamá, Colombia, México y Ecuador, por ejemplo) para denominar una harina de consumo humano que termina convertida, dependiendo del país, en varios amasijos. En Colombia, el sagú cambia su nombre en la cadena de producción para alcanzar la mano del consumidor con su nombre más comercial y conocido: achira.
Ahora bien, la planta de la que se extrae este almidón es una conversación enteramente diferente, pues son múltiples las variedades, dependiendo de la geografía, suelos, evolución de las plantas y usos tradicionales. Así que sagú puede ser el nombre genérico del producto, pero la fuente es otro cuento.
Si hablamos de sagú y de achiras, en Colombia al menos, la Canna edulis es la especie predominante de acuerdo con la extinta Corporación Colombiana de Investigación Agropecuaria (Corpoica), que hoy se conoce como Agrosavia.
Pero también es posible extraer el almidón y procesar la harina de otras especies, como la Maranta arundinacea, por sólo mencionar una variedad extra.
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Características y cuidados de la planta de sagú
La planta de sagú que lidera la producción de achira en Colombia, la Canna edulis, es una especie que se adapta con facilidad a una variedad de climas y pisos térmicos, desde estar a nivel del mar, hasta pasados los 2.600 metros. De ahí que se encuentre en tierras cálidas en departamentos como el Huila, hasta lugares mucho más fríos en Cundinamarca.
Estamos hablando de una planta de exteriores, que necesita una intensidad de luz alta, según una guía técnica de cultivo de la extinta Corpoica, hoy Agrosavia.
Si se trata de cultivarla para producción industrial, el mayor rendimiento de la planta de sagú se da entre los 500 y los 1.700 metros sobre el nivel del mar, pero con cuidado de que la temperatura no excede los 32 grados, pues esto acelerará la pérdida de agua en esta especie, lo que impactará la acumulación de carbohidratos en los rizomas y, por ende, la calidad y cantidad de harina que se pueda procesar eventualmente.
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Es una planta que disfruta de una buena humedad, por lo que sus mayores rendimientos se da en lugares con humedad relativa en el ambiente que oscile entre 65 % y 90 %.
Si se cultiva en altura, hay que cuidarla especialmente de la ocurrencia de heladas o de las granizadas, pues ambos fenómenos pueden ocasionar grandes daños en este cultivo.
Además de adaptarse a una variedad de climas, esta variedad de la planta de sagú es muy resistente a las plagas, que no suelen ocasionarle muchos daños, según Agrosavia.
Típicamente, después de sembrada, la planta da sus mejores resultados en la producción de almidón a los 9 o 10 meses.
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