Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
La planta de incienso, o del falso incienso, hace parte de un género (Plectranthus) que ya cuenta con algunos miembros muy reconocidos en la cultura popular, como la planta del dinero o millonaria.
Sin embargo, en este caso estamos hablando de variedades como la Plectranthus coleoides ‘Marginatus’, quizá la más conocida entre las llamadas plantas de incienso.
Primero, una cuestión básica: no, no son plantas literalmente de incienso; este producto no proviene de esta planta (pero sí de la conocida como Boswellia sacra). El nombre de incienso o falso incienso tiene que ver más con el olor que emana de estas variedades, que se asemeja al del producto aromático.
Ahora bien, este olor no sólo las vuelve una agradable compañía para un jardín o interior (la Marginatus se adapta a ambos ambientes, dependiendo del clima), sino que también puede ayudar a repeler algunos insectos.
Características y cuidados de la planta de incienso
La planta del falso incienso más difundida es la Marginatus, una variedad de origen tropical, que no la va nada bien con el frío o el calor extremo.
Por esto, es clave reconocer que, si se quiere como una planta de exterior, puede serlo sólo en lugares cuya temperatura o descienda de los 15 grados centígrados, en promedio.
Así mismo, esta planta comienza a sufrir cuando la temperatura en el día llega, de forma constante, al umbral de los 30 grados centígrados.
Esta es una planta que agradecerá toda la luz natural que se le pueda brindar, aunque en sitios con temperaturas elevadas (dentro del rango acepatble para esta especie, claro), es preferible no exponerla a los rayos directos del sol, que pueden quemar sus hojas.
La planta de incienso puede llegar hasta alturas de 60 centímetros y por su desarrollo (de forma frondosa y abundante hacia los lados) puede funcionar como una planta colgante.
En términos de agua, la planta del falso incienso es muy sensible a los encharcamientos y, en el peor de los casos, soporta mejor la ausencia de agua que el exceso.
Por eso es mejor comprobar con un palo de madera el estado del sustrato en sus partes más profundas: si el palo sale limpio, es hora de regar; si hay humedad, mejor no hacerlo.
Dependiendo de las condiciones climáticas y el tamaño de su planta, lo ideal sería regar entre una y dos veces por semana y, al menos mientras halla el nivel adecuado de agua, el riego pueda ser menos abundante.
Si se planta en suelo abierto, el sustrato debe ser suelto y ligero con el fin de permitir una correcta circulación del agua y así evitar concentraciones excesivas de humedad. Lo mismo se recomienda si la planta se encuentra en matera, con el añadido de que esta última debe tener un buen desagüe para controlar el flujo y la acumulación de agua.
🌳 ☘️ 🌿 Encuentre en La Huerta toda la información sobre plantas, jardinería, cultivos y siembra. 🍂🌺 🌼