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En el mundo de la jardinería las posibilidades para explorar formas, tipos, tamaños, colores y olores parecen casi infinitas. Si usted está transitando este camino, se habrá encontrado ya con especies de todo tipo y para gustos y necesidades específicas: interiores, poco mantenimiento, exteriores, poca luz, balcones o jardines abiertos y amplios. Sin embargo, quizás no se haya atrevido aún a entrar en el universo de las plantas acuáticas, uno muy inexplorado y, para muchos, bastante lejano.
Vamos con las primeras precisiones. No necesita tener un estanque o un lago si quiere tener una planta acuática. Si bien es cierto que puede ser esa la primera imagen que se venga a la cabeza cuando hablamos de estas especies, también lo es que existen muchas variedades hechas para adaptarse a recipientes, peceras y floreros que se pueden tener fácilmente al interior del hogar.
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Dicho esto, el primer paso es entender de qué estamos hablando. Las plantas acuáticas o hidrófitas son aquellas que para desarrollarse necesitan vivir parcial o completamente sumergidas en agua. De ahí sale su tipificación: emergentes, es decir las que están enraizadas en el sustrato y emergen del agua; las plantas de follaje flotante, cuyas hojas flotan en la superficie del agua pero sus raíces están en la tierra; de follaje sumergido, es decir que tienen tanto las hojas como los tallos bajo el agua; y flotantes, aquellas que no están enraizadas.
Con la definición clara, lo segundo es saber cuáles son las necesidades que usted tiene y con qué objetivo desea plantar. Si lo que busca es soluciones para un estanque o un lago, debe tener en cuenta las especies que le ayuden a ejercer control y también sirvan de protección.
Las plantas de follaje flotante y las flotantes, por ejemplo, ayudan a cubrir el agua y ofrecen protección tanto a peces como a insectos. Las dos últimas variedades, además, ayudan a controlar las algas pues consumen los nutrientes del agua que alimentan a éstas. Si busca reducir la cantidad de luz que reciben las algas y cubrir la superficie dándole vida, los nenúfares son una opción ideal pues tienen flores simples, dobles, en formas de estrella, de pétalos encorvados y con colores que van desde el amarillo y blanco hasta el ros y el rojo.
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En general, en este tipo de ambientes las plantas acuáticas cumplen varias funciones clave: ayudan a estabilizar los sedimentos, favorecen el ciclaje de nutrientes, incrementan la claridad del agua e incrementan o disminuyen la concentración de oxígeno.
Plantas acuáticas de interiores
Para el caso de plantas para interiores que puedan cultivarse en agua, también existe una amplia variedad dependiendo del follaje, el tamaño e incluso la floración.
El singonio, por ejemplo, es una planta clásica para quienes quieren empezar en el mundo de las especies acuáticas. Sus hojas grandes y de verde intenso y vistoso no requieren mayores cuidados y se reproduce con facilidad. Eso sí, hay que tenerlas en una buena ubicación porque son especies que requieren de mucha luz para mantener su color.
Otro infaltable en interiores es el potus, que al igual que el singonio se puede cultivar tanto en sustrato como en agua. Es una planta resistente que agradece los lugares iluminados y requiere un par de cambios de agua a la semana. Si la deja en un recipiente transparente, la señal para saber cuándo debe hacer ese cambio se la dará el color del agua (retirarla cuando empiece a parecer sucia) y la aparición de algas. Cuidado de no dejar las hojas bajo el agua porque pueden podrirse.
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Para plantas de mayor impacto visual puede acudir al famoso bambú de la suerte, un tallo esbelto de hojas alargadas que le dará un toque estilizado a cualquier rincón. No soportan el sol directo, pero sí requieren de lugares iluminados para su crecimiento. Los cambios de agua son necesarios cada dos o tres semanas, dependiendo del ambiente en el que se encuentren. En este caso puede fijarse en el color de los tallos: si se ponen amarillentos quiere decir que debe hacer un cambio más frecuente.
En esa misma línea destaca el lirio de paz o cuna de moisés, una planta de flor blanca muy codiciada por su belleza y simpleza. Necesita espacios iluminados, pero sin sol directo y cambios de agua regulares: al menos una vez por semana. Si quiere que se mantenga erguida puede ayudar a anclar las raíces en la base haciendo uso de piedras o bolas de cristal.
También está la planta del dinero, otra opción buena, bonita y barata. La Plectranthus Verticillatus, que comúnmente se regala para atraer la suerte, requiere solo de lugares luminosos y de recipientes con suficiente agua para garantizar que sus raíces estén siempre sumergidas.
Y un dato para finalizar: en todos los casos la clave está en cambiar el agua de las plantas a medida que su nivel vaya bajando y cuando comience a tomar un color marrón. No olvide tampoco lavar con regularidad el recipiente en el que tiene sus plantas acuáticas, con el tiempo las paredes pueden volverse un poco babosas por cuenta de las raíces y esto puede no ser óptimo para su desarrollo.
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