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No, no se trata de una especie de planta, o de una variedad específica de flor. Las plantas ornamentales son, en esencia, todas aquellas que es se cultivan y también se comercializan con el objetivo de decorar, pues tienen características específicas ideales para ese fin: follajes abundantes y particulares, hojas pronunciadas, floración colorida, aromas atractivos.
De ahí que se trate de plantas tanto de interiores como de exteriores y se dividan en varios tipos: los árboles o arbustos, las plantas de flor, las acuáticas, enredaderas o rastreras, y las plantas de interior.
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La selección del tipo de planta, depende ya del uso que se le quiera dar y del espacio en el que vaya a ser ubicada. Los arbustos, por ejemplo, son ideales para exteriores, al igual que las enredaderas que son plantas que necesitan de otras (o de un soporte) para apoyarse a través de sus tallos y ramas. Las rastreras funcionan también es espacio abiertos porque ayudan a formar una suerte de tapete que engalana cualquier jardín y las acuáticas son las llamadas a protagonizar en fuentes y estanques.
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Pero si lo que busca es aportar color y presencia a algún espacio de interior, quizás la opción más clara sea optar por plantas con floraciones llamativas. Acá la más frecuente puede ser la orquídea, muy popular en los últimos tiempos por las posibilidades de decoración que ofrece.
A esta lista se pueden sumar otras especies con características similares como los anturios, las bromelias, las begonias, los lirios, margaritas, petunia, o la lavanda. También para interiores hay plantas sin flores que son frecuentemente usadas para ambientar espacios: helechos, potus, cactus, balazo o costilla de Adán.