¿Por qué las hojas de las plantas se ponen amarillas y cómo evitarlo?
Estos son los principales factores que pueden llevar a que las hojas tomen esa coloración.
La pregunta que guía este artículo puede parecer entre trivial y obvia. Y, sin embargo, las respuestas a este cuestionamiento van directo al corazón de cómo cuidar y mantener bien sus plantas (bien sean de exteriores o interiores).
Lo primero que hay que decir acá es que hay razones biológicas y tangibles por las cuales las plantas se tornan amarillas. Y también hay algunas más místicas (por llamarlas de alguna forma), asociadas a cosas como el Feng Shui (un asunto muy popular en la decoración de interiores).
Lea también: ¿Cuál es la mejor hora para regar sus plantas?
Si se quiere ver desde una perspectiva, ambas visiones hablan un poco de lo mismo: la pérdida de equilibrios en las plantas.
En términos prácticos, que una planta se ponga amarilla tiene que ver con problemas, en la mayoría de los casos, que se ubican en estas cuatro categorías: riego, luz, nutrientes y plagas.
Claro, hay casos más específicos, dependiendo de cada especie, pero en términos generales, una planta que se torna amarilla está teniendo problemas con alguno/s de estos asuntos.
El nombre técnico para reconocer el fenómeno de una planta tornándose amarilla es clorosis e implica que hay no hay suficiente clorofila, que hace parte fundamental de la fotosíntesis. En otras palabras, hay problemas para que la planta se alimente y reproduzca normalmente.
Antes de entrar un poco más en materia vale la pena decir algo que también puede resulta obvio, pero no por eso es menos importante: cada planta es su propio universos, con necesidades y características específicas, por lo que la llegada del amarillo a hojas o ramas puede ser parte del ciclo natural de la especie.
Es clave conocer esta información, pues el proceso natural de la planta puede ser identificado equivocadamente como un problema, lo que a su vez puede traer inconvenientes posteriores.
Ahora bien, en línea con lo anterior, resulta vital conocer cuáles son las necesidades de riego de su planta, pues en una alta proporción de los casos que las hojas se pongan amarillas tiene que ver con un exceso de agua (algo que también puede comenzar a pudrir sus raíces).
Si por el contrario es la planta misma la que empieza a tornarse amarillenta y a intentar desprenderse de hojas, el problema puede ser la falta de agua y por esto la especie comienza a deshacerse de partes de ella como una forma de ahorrar recursos para sobrevivir.
Lea también: Lirios: consejos y recomendaciones para sus cuidados
Al igual que con el riego, la falta o exceso de luz también puede hacer que una planta comience a volverse amarilla. Aquí la lógica viene siendo un poco la misma: hay una deficiente cantidad de luz, entonces la especie no puede hacer sus procesos de fotosíntesis normalmente o, por el contrario, la luz directa está secando y matando sus hojas.
De nuevo, cada especie tiene necesidades específicas y hay que conocerlas para no cometer errores que parecieran mínimos, pero que a la larga sacrifican el bienestar de las plantas.
Si bien el agua y la luz son los elementos fundamentales para el bienestar de las plantas, también es necesario proveerles una serie de nutrientes, especialmente minerales. Algunas especies precisan de mayores cantidades de hierro o potasio, por ejemplo, mientras que otras requieren bajas concentraciones de calcio.
En otras palabras, es clave fertilizar sus plantas. Las necesidades y mezclas dependen de cada planta (una vez más), pero hay una amplia gama de productos en el mercado para cada especie (muchos funcionan para una larga lista de plantas). En este punto se recomienda decantarse por opciones orgánicas en la medida en la que son menos lesivas para las plantas mismas, pero también para todo el ecosistema.
Por último, el color amarillo también puede estar asociado a una plaga. En este caso, el síntoma (la llegada del amarillo) podrá venir acompañado de otras señales, como puntos blancos, debilitamiento en las raíces, coloraciones rojas o negras en las hojas.
Estas son algunas de las señales que indican que la planta está siendo atacada por un hongo o insecto y el amarillo es apenas una bandera de que las cosas no van bien. Tranquilo, hay remedios y técnicas para deshacerse de las plagas. Pero lo importante es atacarlas a tiempo.
De fondo, entender por qué una planta se torna amarilla requiere conocer sus necesidades y características para así identificar rápidamente, y con certeza, cuáles son las causas de la llegada de este color.
🌳 ☘️ 🌿 Encuentre en La Huerta toda la información sobre plantas, jardinería, cultivos y siembra. 🍂🌺 🌼
La pregunta que guía este artículo puede parecer entre trivial y obvia. Y, sin embargo, las respuestas a este cuestionamiento van directo al corazón de cómo cuidar y mantener bien sus plantas (bien sean de exteriores o interiores).
Lo primero que hay que decir acá es que hay razones biológicas y tangibles por las cuales las plantas se tornan amarillas. Y también hay algunas más místicas (por llamarlas de alguna forma), asociadas a cosas como el Feng Shui (un asunto muy popular en la decoración de interiores).
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Si se quiere ver desde una perspectiva, ambas visiones hablan un poco de lo mismo: la pérdida de equilibrios en las plantas.
En términos prácticos, que una planta se ponga amarilla tiene que ver con problemas, en la mayoría de los casos, que se ubican en estas cuatro categorías: riego, luz, nutrientes y plagas.
Claro, hay casos más específicos, dependiendo de cada especie, pero en términos generales, una planta que se torna amarilla está teniendo problemas con alguno/s de estos asuntos.
El nombre técnico para reconocer el fenómeno de una planta tornándose amarilla es clorosis e implica que hay no hay suficiente clorofila, que hace parte fundamental de la fotosíntesis. En otras palabras, hay problemas para que la planta se alimente y reproduzca normalmente.
Antes de entrar un poco más en materia vale la pena decir algo que también puede resulta obvio, pero no por eso es menos importante: cada planta es su propio universos, con necesidades y características específicas, por lo que la llegada del amarillo a hojas o ramas puede ser parte del ciclo natural de la especie.
Es clave conocer esta información, pues el proceso natural de la planta puede ser identificado equivocadamente como un problema, lo que a su vez puede traer inconvenientes posteriores.
Ahora bien, en línea con lo anterior, resulta vital conocer cuáles son las necesidades de riego de su planta, pues en una alta proporción de los casos que las hojas se pongan amarillas tiene que ver con un exceso de agua (algo que también puede comenzar a pudrir sus raíces).
Si por el contrario es la planta misma la que empieza a tornarse amarillenta y a intentar desprenderse de hojas, el problema puede ser la falta de agua y por esto la especie comienza a deshacerse de partes de ella como una forma de ahorrar recursos para sobrevivir.
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Al igual que con el riego, la falta o exceso de luz también puede hacer que una planta comience a volverse amarilla. Aquí la lógica viene siendo un poco la misma: hay una deficiente cantidad de luz, entonces la especie no puede hacer sus procesos de fotosíntesis normalmente o, por el contrario, la luz directa está secando y matando sus hojas.
De nuevo, cada especie tiene necesidades específicas y hay que conocerlas para no cometer errores que parecieran mínimos, pero que a la larga sacrifican el bienestar de las plantas.
Si bien el agua y la luz son los elementos fundamentales para el bienestar de las plantas, también es necesario proveerles una serie de nutrientes, especialmente minerales. Algunas especies precisan de mayores cantidades de hierro o potasio, por ejemplo, mientras que otras requieren bajas concentraciones de calcio.
En otras palabras, es clave fertilizar sus plantas. Las necesidades y mezclas dependen de cada planta (una vez más), pero hay una amplia gama de productos en el mercado para cada especie (muchos funcionan para una larga lista de plantas). En este punto se recomienda decantarse por opciones orgánicas en la medida en la que son menos lesivas para las plantas mismas, pero también para todo el ecosistema.
Por último, el color amarillo también puede estar asociado a una plaga. En este caso, el síntoma (la llegada del amarillo) podrá venir acompañado de otras señales, como puntos blancos, debilitamiento en las raíces, coloraciones rojas o negras en las hojas.
Estas son algunas de las señales que indican que la planta está siendo atacada por un hongo o insecto y el amarillo es apenas una bandera de que las cosas no van bien. Tranquilo, hay remedios y técnicas para deshacerse de las plagas. Pero lo importante es atacarlas a tiempo.
De fondo, entender por qué una planta se torna amarilla requiere conocer sus necesidades y características para así identificar rápidamente, y con certeza, cuáles son las causas de la llegada de este color.
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