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Si usted está leyendo este artículo probablemente tiene más dudas que certezas sobre el cuidado correcto de las plantas que tienen en su hogar u oficina.
No se desanime. En el mundo de la jardinería los procesos son lentos y no siempre exitosos. Además, si bien es cierto que existen pautas generales para los cuidados, también lo es que hay que tener muy en cuenta ciertos aspectos puntuales. Quédese con nosotros.
De entrada, una planta va dando señales de que no todo marcha como debería. Son señales de estrés.
Piénselo de esta forma: el estrés es un síntoma de que algo no está sucediendo como debería ser; no va a matar a la planta, de la misma forma que éste puede no matar a un humano, sino un infarto vinculado al estrés, por ejemplo.
El estrés, entonces, puede ser un vehículo para reconocer que su planta no va del todo bien y que hay que tomar acciones para corregir la situación.
¿Cuáles son las señales de estrés?
A riesgo de sonar muy general, esta condición se manifiesta mediante el comportamiento anormal de una planta.
Las señales más comunes incluyen un decaimiento de las hojas y tallos, por ejemplo.
En el caso de las primeras, puede notar que ya no se extienden de forma normal, sino un poco hacia abajo, como si estuvieran cansadas o bajo un peso superior a su fuerza.
También es común el marchitamiento de las hojas, la aparición de coloraciones amarillentas o marrones. Se puede observar, así mismo, hojas que comienzan a perder elasticidad y a tornarse más secas hasta el punto de quedar tiesas, como si estuvieran hechas de algún tipo de resina.
Es clave conocer bien la especie que lo tiene preocupado. Hay una especie de regla universal en el cuidado de las plantas: una talla no se ajusta a todos los casos. No es necesario que se vuelva un experto botánico ni mucho menos un jardinero profesional, pero sí es clave que entienda qué tipo de planta va a cuidar y cuáles son sus necesidades específicas. No es lo mismo una especie de interiores a una de exteriores, como tampoco una originaria de zonas secas a una de ambientes tropicales, pues esos factores hacen la diferencia a la hora de pensar en decisiones sencillas como en qué lugar de la casa u oficina va a ubicar su planta.
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Es clave saber acá que la temperatura del ambiente importa en el mundo de las plantas, como en el de los humanos. No es un asunto para complicarse de más, pero si algo para tener en cuenta. Si usted se encuentra en una oficina, casa o apartamento que recibe mucho sol durante el día, la temperatura ambiente será más alta que la de un lugar que no recibe sol y está más a la sombra, normal. Los espacios se calientan y por tanto las plantas consumen más o menos agua dependiendo de eso. Aplica igual para las corrientes de aire: no serán las mismas en un apartamento de un primer piso que en un apartamento de un piso 20. Hay especies que no soportan las corrientes de aire fuertes, mientras que hay otras mucho más resistentes que no sufren en condiciones similares.
Dicho esto, las causas más comunes del estrés en las plantas se pueden agrupar en dos grandes categorías: excesos y faltas.
Los factores que se pueden incluir en estas son riego, luz, abono o temperatura.
Las razones que más comúnmente estresan a las plantas son fallas en su manejo de agua, luz o la falta de nutrientes extra (minerales y nutrientes, que aportan fertilizantes).
Por eso, lo decimos una vez más, hay que conocer las necesidades de cada planta para saber qué está sucediendo con ella. Por ejemplo, si su calathea (también llamada planta de la oración) tiene las hojas marchitas o se ve deprimida en general, puede ser buena idea retirarla de la ventana que la expone a mucha luz (incluso radiación directa), pues esta especie prefiere los lugares sombreados y la humedad del ambiente.
Así mismo, si su pino limón no está creciendo como quisiera, es buena idea sacarlo a la terraza o al balcón, en donde pueda recibir toda la luz posible, incluyendo sol directo, pues este árbol prospera ampliamente con la mayor cantidad de luz posible (en climas que oscilen entre templado y frío, tendiendo más hacia lo último, vale la pena aclarar).
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Si bien es cierto que las plantas necesitan luz para poder realizar el proceso de fotosíntesis y desarrollarse correctamente, pero no todas necesitan la misma cantidad o en los mismos niveles de intensidad.
Al adquir una planta, asegurese siempre de preguntar si es de sombra, semisombra, si necesita luz en grandes cantidades o si soporta bien los rayos directos del sol. La falta o ausencia de luz es lo que produce hojas secas, manchadas, débiles, despigmentadas o quemadas, e incluso retrasa o entorpece los procesos de floración en algunas especies.
Por último, aunque parece una obviedad hay que regar todas las plantas, pero no todas por igual. Este es un error muy frecuente, sobre todo entre quienes tienen varias especies de plantas. Es probable que usted haya sistematizado un horario de riego y haya designado un día o dos de la semana para dedicarle un tiempo a ese proceso.
Sin embargo, eso no quiere decir que todas las plantas deban regarse por igual, ni todas la misma cantidad de días. Los requerimientos de agua de las plantas cambian según las especies (además del ambiente), y mientras unas exigen mayor cantidad de humedad, hay otras que pueden pasar semanas enteras con un solo riego.
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