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La noción más común alrededor del mantenimiento de las plantas implica dos factores cruciales: el agua y la luz. No es una idea errada y, ciertamente, sin estos dos elementos no podemos hablar de una adecuada salud vegetal.
Pero lo cierto es que el bienestar de una planta depende de otros factores, más allá de los críticos asociados al riego y la exposición a la luz. En el desarrollo adecuado vegetal intervienen también asuntos como las podas y, más importante aún, el abono.
Abonar las plantas es clave por una razón sencilla: aparte de riego y radiación para realizar la fotosíntesis, las plantas necesitan otro tipo de nutrientes, especialmente minerales. Estos compuestos se encuentran normalmente en el suelo (especialmente si se trata de tierra especialmente pensada para jardinería). Pero después de un tiempo estas sustancias se agotan y es ahí cuando entran en ejercicio los fertilizantes.
Las plantas suelen mostrar algunas señales de estrés que, a su vez, pueden estar asociadas a deficiencias en algunos de estos nutrientes.
Por lo general, la palidez de las hojas o un crecimiento deficiente obedece a una falta de nitrógeno (compuesto altamente relacionado con el adecuado desarrollo de una planta en términos de tamaño y color, por ejemplo).
Si tiene una planta floral que, de repente, dejó de entrar en floración (y no es un proceso normal en el calendario, claro), esto puede ser una señal de que se necesita un empujoncito de fósforo.
Cuando las plantas se ven marchitas (y no se trata de problemas con exceso o escasez de agua, en primer lugar), es posible que su planta esté pidiendo un extra de potasio.
Es normal encontrar las palabras abono y fertilizantes mezcladas y, comúnmente, se entienden como sinónimos. Sin embargo, la diferencia entre ambos radica en su origen: el abono está hecho a base de compuestos naturales, mientras que el fertilizante es más una preparación química o industrial (por ello sus concentraciones son más altas y suele emplearse para cultivos de gran escala o cuando se necesitan dosis muy altas de un elemento en particular).
Lea también: Diferencias entre fertilizante y abono: ¿cuál es mejor?
¿Qué comidas pueden servir como abono para sus plantas?
De acuerdo con la FAO, la materia orgánica del suelo comprende una amplia gama de materiales de origen animal o vegetal que vuelven al suelo tras descomponerse gracias a la acción de microorganismos. Esto incluye hojas, raíces muertas, estiércol, orina, plumas, pelo, huesos e incluso animales muertos, así como productos de microorganismos como bacterias, hongos y nematodos, que aportan al suelo sustancias orgánicas o sus propias células al morir.
Esto para indicar que hay una serie de materiales y residuos del hogar que bien pueden servir para hacer abono casero, pero no todos.
De fondo, hacer abono casero requiere de un proceso que, si bien no es complejo, sí requiere cierta atención a ciertos procesos y etapas que puede consultar en esta breve guía que preparamos para ese fin.
No todos los alimentos o residuos del hogar son materia apta para abonar las plantas debido a sus características químicas y a los subproductos que genera su descomposición.
* Residuos que puede usar: Frutas y verduras, plantas, flores, cáscaras de huevo, restos de poda, corcho, papel y cartón, serrín de madera sin tratar, aceite y vinagre (en pequeñas cantidades), posos de café, restos de infusiones, paja.
* Residuos que debe evitar: Pescado, carne y huesos, estiércol de animales domésticos, revistas ilustradas, pañales, serrín de maderas tratadas, otros materiales no orgánicos.
Así mismo, si usted es de los que consume café con frecuencia, tenga en cuenta que los restos de la preparación también son una fuente abundante de nutrientes para las plantas. Contiene fósforo, potasio y nitrógeno que ayudan a optimizar la fertilidad y estructura del suelo.
Sin embargo hay que tener acá en cuenta varios aspectos: su uso debe ser moderado porque por sus cantidades de nitrógeno pueden llegar a quemar las raíces de la planta, y siempre debe ser usado cuando se encuentre totalmente seco y que sea el resultado de café regular (ninguno que tenga sabores, aditivos o que sea descafeinado).
También puede elaborar abono casero a base de lentejas, ricas en hierro, potasio, magnesio y vitaminas que ayudan al crecimiento de las plantas y la salud del sustrato. En este caso se puede hacer de dos vías: mezclando lentejas trituradas con abundante agua (una cucharada por un litro de agua) y regando las plantas con ese líquido cada dos semanas; o esparciendo el polvo de lentejas directamente sobre la tierra (una vez cada seis meses).
Otra buena, bonita y barata es utilizar el agua que sale del lavado del arroz para el riego de las plantas. El almidón del líquido tiene micronutrientes que ayudan al fortalecimiento de la tierra y son buena fuente de alimento.
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